domingo, 13 de mayo de 2012

Berlín.

Cuando el año pasado fuimos a Praga y a Budapest, la primera opción que se le ocurrió a mi pareja fue ir a Berlín. Sin embargo, Berlín únicamente nos daba para cuatro días, cinco a lo sumo, y queríamos hacer un viaje que durara un poco más de una semana, razón por la que elegimos ir a estas dos ciudades, que nos permitína hacer un viaje de más días, y posponer Berlín para las vacaciones de Semana Santa o para un puente. Así, decidimos que el puente del 1 de mayo se destinara a realizar un viaje a la capital alemana, y, si fuera posible, realizar alguna excursión a la cercana ciudad de Potsdam.

La verdad es que al principio no me atraía mucho la idea de Berlín, ya que la veía menos monumental que otras ciudades como pudieran ser Roma o Viena, ciudades a las que tenía mucha más ilusión de ir. Sabía que algún día acabaría yendo a Berlín, pero en dicho momento no estaba en mi lista de prioridades. Por eso, en un primer momento no me entusiasmó en exceso la idea de conocer esta ciudad. Sin embargo, a medida que iba organizando el viaje e iba descubriendo los lugares que iba a conocer me iba entusiasmando cada vez más el viaje. Además, me atraía muchísimo el continuo recuerdo a su triste historia del siglo XX, tanto del nazismo como de la ciudad dividida. Como amante de la Historia, estar en una ciudad con semejante pasado tan reciente iba a ser una expreiencia maravillosa. Y así lo fue.

Tras mucho esperar, el viaje comenzó y tuve la posibilidad de descubrir una ciudad que me ha encantado mucho más de lo que imaginaba. Os invito a descubrirla.

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