martes, 15 de mayo de 2012

Día 1, viernes 27 de abril de 2012: Unter den Linden y alrededores, Tiergarten y Kurfürstendamm

Por fin, comienza nuestro primer día en Berlín. Nuestra intención es pasar la mañana conociendo toda la zona de Unter den Linden y sus alrededores (Gendarmermarkt, Bebelplatz y el memorial del Holocausto incluido), y finalizar la mañana con una visita a la cúpula del Reichstag, el Parlamento alemán, donde teníamos una reserva para la una del mediodía. Por la tarde, nuestra intención es alquilar unas bicicletas y recorrer con ellas el Tiergarten, ya que consideramos que podemos perder mucho tiempo recorriendo el parque andando, y, si diera tiempo, conocer también la zona de Kurfürstendamm.

Así, teniendo en cuenta la hora a la que habíamos llegado el día anterior y que la mayoría de iglesias y otros edificios cercanos a Unter den Linden no abrían hasta las diez de la mañana, ponemos el despertador a las ocho y cuarto de la mañana. Nada más levantarnos, comprobamos que el día va a ser muy soleado, como decían las previsiones, que preveían temperaturas de 25 grados casi todos los días, así que dejamos la cazadora en casa y salimos únicamente con un jersey que, como veríamos más tarde, no lo usamos en ningún momento del día.

Así, tras prepararnos en un tiempo récord, salimos del hotel a las nueve de la mañana y salimos en busca de una cafetería para desayunar, que encontramos rápidamente en Friedrichstraße, una importante calle comercial de Berlín que se encuentra cerca de nuestro hotel. En esa calle es donde desayunaríamos todos los días en varias de sus múltiples cafeterías.

Gendarmermarkt y Bebelplatz: una muy bonita y la otra en obras.
Una vez desayunados, nos dirigimos hacia la primera parada de nuestro itinerario, la plaza de Gendarmermarkt, que se encuentra entre nuestro hotel y Unter den Linden. Llegamos a dicha plaza, que me la habían descrito como uno de los lugares más bonitos de Berlín, a las nueve y media, y quedamos gratamente impresionados. Es una plaza muy bonita, donde se yerguen dos iglesias cuasi simétricas a ambos lados de la plaza, la iglesia alemana y la iglesia francesa, y donde en uno de los laterales se encuentra el auditorio de música, el Konzerthaus.

Gendarmermarkt, con el Konzerthaus a la izquierda y la catedral francesa a la derecha.

Tras veinte minutos haciendo fotos, decidimos ir a nuestro siguiente punto del itinerario, Bebelplatz, ya que como vamos a tener tiempo de sobra en nuestra estancia en Berlín, decidimos no esperar hasta las diez a que abrieran las catedrales, posponiendo su visita para otro día. Antes de llegar a Bebelplatz nos desviamos un poco para llegar, justo en el momento en que abrían, a la Friedrichswerdersche Kirche, el primer templo neogótico de la ciudad y que ahora mismo es un museo de Schinkel. Por dentro no me impresiona, pero por fuera, a pesar de no ser nada del otro mundo, es bastante curiosa y me gusta. Además, desde dicha iglesia veo por primera vez la catedral, seguramente el edificio que más me ha gustado de Berlín.

Minutos después de las diez llegamos a Bebelplatz, que desgraciadamente se encuentra en obras, como gran parte de Berlín, y que nos impide disfrutarla en su totalidad, ya que la Ópera del Estado, su edificio más bonito, se encuentra completamente tapada y sus obras ocupan media plaza, lo que impide entre otras cosas disfrutar en sus totalidad de las vistas de la catedral de Santa Eduvigis, la iglesia católica más antigua de Berlín, donde entramos para observar su curiosa forma circular. En el centro de esta plaza, tristemente célebre por ser el lugar donde el 10 de mayo de 1933 tuvo lugar la famosa quema de libros por parte de las Juventudes Hitlerianas, observamos una placa donde aparece la premonitoria frase de 1817 de Heinrich Heine:

Eso fue solo un preludio, ahí donde se queman libros se termina quemando también personas.

Es en esta plaza donde por primera vez tomo consciencia de estar pisando una ciudad con una interesantísima historia y de que voy a conocer muchos lugares que han sido testigos directos de los episodios más negros de la Historia reciente. Bebelplatz se convierte pues en el primer lugar de Berlín en el que hago un viaje por el tiempo.

Unter den Linden: en obras pero muy bonita.
Tras abandonar Bebelplatz entramos ya en Unter den Linden, donde constatamos que muchos de los edificios más bonitos de dicha calle, como Kronprinzenpalais o la Staatsbibliothek, se encuentran en obras. En primer lugar nos dirigimos hacia la Neue Wache, o Nueva Guardia, uno de los lugares más conocidos de Unter den Linden. Sabía lo que había en dicho lugar, así que no esperaba que me impresionara tanto como lo hizo. El edificio consta de una sala vacía en cuyo centro se encuentra, bajo un óculo por el que ese momento entran los rayos del sol pero por el que también pasa la lluvia o la nieve, la famosa escultura Madre con su hijo muerto, obra de la berlinesa Käthe Kollwitz, quien perdió a su hijo en la Primera Guerra Mundial, y que se ha convertido en una memoria a las víctimas de las guerras y las dictaduras. La verdad es que me impresiona la sencillez de la sala, el silencio absoluto que separa esta sala abierta del resto de la calle. En contra de lo que esperaba, se convierte en uno de los lugares que más me ha gustado de Berlín.

Neue Wache.

Tras dejar atrás la Neue Wache nos disponemos a recorrer la avenida Unter den Linden, calle que recorremos en poco más de veinte minutos, llegando a las once de la mañana a Pariser Platz, donde se encuentra el que seguramente sea el monumento más famoso de Berlín: la puerta de Brandeburgo.

Recorriendo esta calle constato una vez más que cuando diseño los itinerarios para un viaje pienso que voy a tardar en ver las cosas mucho más tiempo de lo que en realidad tardo, ya que cuando me había levantado dicho día tenía miedo de tener que ir casi corriendo por Unter den Linden para llegar a la una al Reichstag, y resulta que dos horas antes ya nos encontramos junto al Parlamento. Lo bueno de realizar este tipo de planificación es que la mañana se pasa sin agobios, sin prisas ni luchas contra el reloj que no hacen sino agobiar y te impiden disfrutar tu visita.

Puerta de Brandeburgo: el lugar más conocido de Berlín.
En la puerta de Brandeburgo hacemos durante veinte minutos una sesión de fotos, aprovechando que ya han desaparecido del cielo las pocas nubes que nos habían acompañado durante la mañana. La verdad es que el tiempo no puede ser mejor y la única pega es que quizá hace demasiado calor. Aprovechamos para comprar en una oficina de turismo la Berlin Welcome Card Isla de los Museos ABC, una tarjeta que durante 72 horas nos permite utilizar el metro, tren, tranvía o autobús en la zona de Berlín y sus alrededores, incluido Potsdam, así como entrar tantas veces queramos en los museos de la Isla de los Museos y tener descuento en otros lugares turísticos, como la catedral o la torre de la televisión.

Puerta de Brandeburgo.

Memorial del Holocausto: me gusta más de lo esperado.
Como tenemos mucho tiempo por delante, decidimos ir a conocer el memorial del Holocausto, que se encuentra a poco más de dos minutos de la puerta de Brandeburgo, y a donde llegamos a las once y media. Al igual que todo lo que he visto durante la mañana, y en contra de lo que esperaba en un principio sobre este memorial, lo encuentro muy atractivo (el tiempo y la compañía hacen que esta haya sido una de las mañanas que más he disfrutado de una ciudad), y disfruto muchísimo paseando por entre los distintos bloques de cemento, intentando no olvidar en ningún momento el significado de este memorial. Eso sí, continúo sin ver la relación entre dichos bloques y el Holocausto.

Memorial del Holocausto.

Tras un pequeño paseo de quince minutos nos dirigimos  hacia un museo sobre el Holocausto que se encuentra debajo del memorial. Sin embargo, como hace mucho calor y hay algo de cola decidimos no entrar, ya que suponemos que dicho museo no va a hacer otra cosa más que contar datos que desgraciadamente todos conocemos.

Memorial del Holocausto.

Conociendo el Tiergarten: distrito gubernamental y sus alrededores.
Como todavía queda un poco más de una hora para realizar la visita a la cúpula, decidimos conocer la zona del Tiergarten cercana al Reichstag para así no tener que recorrerla por la tarde en bicicleta. Así, minutos antes de las doce y cuarto llegamos al monumento a los soldados soviéticos, monumento que recuerda a los más de 300000 soldados soviéticos que perecieron en la batalla de Berlín, al final de la Segunda Guerra Mundial, y que es también el cementerio de 2500 soldados soviéticos.

Monumento a los soldados soviéticos.

Tras disfrutar con dicho monumento y ver una exposición de fotos sobre la guerra que hay detrás de la estatua, nos acercamos a unos de los edificios más conocidos del Tiergarten, la Casa de las Culturas del Mundo, edificio construido por los estadounidenses para un concurso internacional de arquitectura en 1957. Personalmente no me entusiasma demasiado, pero es uno de los lugares obligatorios de ver del Tiergarten, así que no me arrepiento de haberla visto.

Casa de las Culturas del Mundo.

Finalmente, nos dirigimos hacia el Reichstag, pasando antes por el distrito gubernamental, donde se encuentra entre otros el Bundeskanzleramt, la residencia oficial del canciller federal, y donde hay una escultura de Eduardo Chillida. En el Reichstag descansamos un poco en la enorme campa que se encuentra enfrente del edificio, haciendo tiempo hasta la una, cuando teníamos la visita a la cúpula del Reichstag, uno de los lugares más turísticos de Berlín, obra de arquitecto Norman Foster, muy conocido en Bilbao. Además de la visita a la cúpula, totalmente gratuita, podíamos haber elegido una visita guiada de una hora y media por el Parlamento, pero en su día consideramos que esta no sería muy interesante, así que la descartamos y nos decidimos únicamente por la visita a la cúpula, elección de la que creo que no podemos quejarnos.

Reichstag.

Cúpula del Reichstag: muy bonita y preciosas vistas.
A la una nos dirigimos a la entrada del Reichstag, ya que había que estar quince minutos antes de la hora a la que habíamos reservado la visita, la una y cuarto. La verdad es que la encuentro muy bonita, más de lo que esperaba, a pesar de ser clavada a numerosos trabajos de Norman Foster (a veces me recuerda en este sentido a Calatrava) y de guardar cierto parecido con las estaciones del metro de Bilbao. Las vistas desde la cúpula son preciosas, sobre todo las del Tiergarten, y aprovechamos para hacer otra sesión de fotos. Además, es muy curioso el paseo en espiral por su interior, hasta llegar a lo alto de la cúpula: una visita indispensable.

Cúpula del Reichstag.

Tras media hora haciendo fotos, salimos del Reichstag y descansamos otra vez un rato en la campa que se encuentra enfrente del Parlamento, un maravilloso lugar para descansar tranquilamente con unas preciosas vistas. Mientras descansamos decidimos ir a comer a Potsdamer Platz, y de esa forma matar dos pájaros de un tiro, ya que comeríamos y veríamos a la vez dicha plaza, otro de los lugares turísticos obligatorios de Berlín. Así, a las dos y media llegamos al Sony Center, uno de los edificios de Potsdamer Platz que, al igual que todo lo que he visto dicha mañana, me encanta, y comemos en uno de sus múltiples restaurantes.

Conociendo el Tiergarten.
Una vez finalizada la comida teníamos previsto coger el metro e ir hasta el otro extremo del Tiergarten, a la estación del Zoo, donde alquilaríamos una bicicleta, ya que no había encontrado en internet ningún otro sitio donde se pudiera alquilar una bicicleta justo en la entrada del parque. Planificando el viaje, habíamos visto muchos sitios cerca de nuestro hotel, pero no tenía mucho sentido volver andando hacia el hotel para luego volver a recorrer dicho camino en bicicleta. Sin embargo, nada más salir de Potsdamer Platz encontramos una tienda de souvenirs, justo al lado del Tiergarten, donde por ocho euros podemos alquilar una bici hasta las siete de la tarde.

Así, a las cuatro menos diez ya estamos en nuestras bicicletas dispuestos a conocer el Tiergarten. En pocos minutos llegamos al Kulturforum, una zona donde se encuentran una serie de galerías de arte y museos, en los que no íbamos a entrar, y algún que otro edificio bonito, como la Filarmónica. Tras ver la zona sin bajarnos de la bicicleta, continuamos con el paseo por el parque, llegando rápidamente a lugares como la columna de la Victoria, quizá el lugar más conocido del Tiergarten, o el Palacio Bellevue, lugares a los que, sobre todo este último, nos habría costado fácilmente más de media hora llegar andando, con el inconveniente de que un paseo por un parque puede hacerse un poco más tedioso, al menos para mí, que por una calle llena de edificios.

Columna de la Victoria.

Durante la visita al parque el cielo se nubla por primera y única vez en nuestra visita a Berlín. Lo agradecemos después del calor que hemos pasado por la mañana, y no nos importa mucho ya que la zona del Tiergarten y Kurfürstendamm son seguramente las zonas que menos nos atraían de Berlín, así que nos importa menos verlas con el cielo nublado. Aun así, las nubes y los claros alternan muy rápidamente, por lo que no se puede decir que el cielo estuviera completamente encapotado.

Kurfürstendamm: la iglesia y poco más.
A las cinco de la tarde llegamos a la iglesia memorial del Káiser Guillermo, la Kaiser-Wilhem-Gedächtniskirche, uno de los lugares que más ganas tenía de conocer de Berlín, ya que es una iglesia medio derruida en mitad de una calle llena de edificios, y parecía muy curiosa. Sin embargo, y como había leído días antes de llegar a Berlín, la iglesia se encuentra completamente tapada y no se puede apreciarla por fuera. Únicamente se puede entrar y verla por dentro, pero cuando entramos no nos parece nada espectacular.

Como pensaba, la zona de Kurfürstendamm no me parece nada turística, ya que apenas consta de unas pocas calles con muchas tiendas, algunas lujosas, y lo poco que puede haber, como la escultura Berlín, se encuentra en obras. Así, media hora nos sirve para recorrer esta pequeña zona y volver al Tiergarten, con el objetivo de ver el barrio diplomático, que nos lo habíamos saltado.

Finalizando con el Tiergarten.
Volvemos otra vez al Tiergarten, y esta vez el sol ya se oculta por completo. Tras dar una vuelta por el parque, estando menos tiempo del deseado debido al miedo que tenemos de que se ponga a llover, entramos en el barrio diplomático, donde vemos una serie de embajadas, pero no las que yo deseo ver, la de México y sobre todo la de los países escandinavos.

Finalmente, con el miedo a que se nos ponga a llover, decidimos no esperar hasta las siete y devolvemos las bicicletas minutos después de las seis y cuarto: apenas dos horas y media nos han bastado para recorrer el Tiergarten y Kurfürstendamm. Como se ve, estas zonas no tienen gran cosa para ver o, al menos, no nos resultan muy atractivas.

La verdad es que coger bicicletas me ha parecido una gran idea. Creo que es un medio de transporte bastante adecuado para recorrer parques, como puede ser la zona del Tiergarten. Sin embargo, le pongo un pero, y es que, yo al menos, he hecho muchísimas menos fotos con la bicicleta que cuando iba andando, ya que es mucho más incómodo pararse a sacar una foto cuando vas en bicicleta. También es verdad que en un parque no hay tantos lugares para sacar una foto como en las calles de una ciudad, y que la zona de Kurfürstendamm no tenía, al menos para mí, un atractivo turístico importante como para sacar fotos. Aun así, no creo que en un futuro coja la bicicleta para conocer las calles de una ciudad, dejándola exclusivamente para zonas como parques y jardines enormes.

Finaliza el día.
Tras llegar al hotel minutos después de las siete, descansamos durante unas dos horas y decidimos ir a cenar a la plaza de Gendarmermarkt, cerca del hotel, con el objetivo de hacer unas pocas fotos de la plaza de noche. Desgraciadamente, y la igual que el resto de la ciudad, la plaza está muy mal iluminada de noche, y las fotos que salen son bastante malas. Como siempre, vuelvo a acordarme de lo precioso que era Budapest de noche, y las magníficas fotos, al menos para un novato como yo, que saqué.

Así, tras cenar en un restaurante italiano en dicha plaza y tras una breve sesión de fotos, volvemos al hotel a descansar, muy contentos de lo que hemos visto el primer día. La mañana ha sido espectacular, nos ha encantado todo lo que hemos visto a pesar de las obras: Gendarmermarkt, Unter den Linden, Puerta de Brandeburgo, Potsdamer Platz, Reichstag, memorial del Holocausto... y el tiempo ha sido increíble, incluso me he quemado. Por la tarde, hemos recorrido el Tiergarten y la zona de Kurfürsterdamm, completando con creces todo lo que había en la agenda del día.

Gastos del día.
Los gastos del día de hoy fueron con diferencia los más importantes del viaje, ya que además de los gastos típicos de un día normal alquilamos una bicicleta y compramos la Berlin Welcome Card Isla de los Museos ABC.
  • Comida: 43.80 €
  • Tarjeta turística: 36 €
  • Bicicletas: 8 €
  • Varios: 5.08 €
  • Total: 92.88 € cada uno.

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