lunes, 23 de abril de 2012

Mis conclusiones sobre Moscú

Siendo sinceros, vengo con un pequeño mal sabor de boca de mi viaje a Moscú, aunque quizá ya estaba predispuesto a ello porque desde antes de ir pensaba que no me iba a gustar mucho, al menos no tanto como las ciudades que conocí en los diferentes viajes que hice 2011.

Moscú: tres días son suficientes para conocerla.
Ya cuando preparaba este viaje me daba la sensación que Moscú no tenía, a mi modo de ver, tantas cosas para ver como otras ciudades. Es verdad que esto va por gustos, y que lo que a mí me pueda parecer impresionante en una ciudad, a otro le puede parecer de lo más normal o incluso indigno de ser visitado. Sin embargo, desde mi punto de vista, Moscú puede visitarse perfectamente en tres días, y los cuatro días que hemos pasado solo se los recomiendo a quien quiera visitarlo muy tranquilamente o tenga un especial interés por la cultura e historia rusa o soviética, ya que entonces sí que recomiendo más días para poder entrar en la Galería Tretiakov o en las distintas casas-museo de la ciudad, o simplemente para pasear por la ciudad, ya que si esa persona está muy fascinada o interesada por Rusia encontrará más apasionante que yo un paseo por sus calles.

De hecho, Moscú es una ciudad con numerosas casas museos sobre literatos rusos, como la casa-museo Gógol, la casa-museo Chéjov, la casa-museo Pushkin... donde el turista puede adentrarse en la vida de estos escritores. Sin embargo, ver las habitaciones o conocer más de cerca la vida de estos escritores, no muy conocidos para el turista medio (hay que reconocer que no son tan conocidos como Tólstoi o Dostoievski), creo que solo puede interesar a un turista que posea un conocimiento importante sobre literatura rusa, por lo que creo que el turista medio no necesitará emplear tiempo alguno en ver estos lugares.

Además, como ya suponía antes del viaje, creo que no es recomendable realizar una visita única y exclusiva a Moscú (o a San Petersburgo), ya que el precio del billete de avión, que por lo general será más caro que a cualquier otra ciudad europea debido a que está más lejos, y el del visado hacen que no sea muy asequible para un viaje de apenas cuatro días. Seguramente, la próxima vez que vuelva a Rusia será para un viaje de como mínimo una semana, donde visite Moscú y San Petersburgo como mínimo, y quizá el anillo de oro.

Lo que más me ha gustado y lo que menos.
Sin embargo, tampoco es justo decir que Moscú me ha decepcionado, ni mucho menos. La Plaza Roja me ha encantado, y de noche me ha parecido especialmente bonita (olvidándome de la iluminación del GUM, que no nos ha gustado nada), y verla con pocos turistas y sin ninguna nube en el cielo ha sido muy de agradecer. Sin embargo, me parece que el atractivo de la Plaza Roja, al menos para mí, radica en que la veo tan lejana que no te imaginas que algún día vayas a visitarla, que te tienes que conformar con verla siempre por la tele. Cuando ves por la tele la Torre Eiffel, el Coliseo, piensas: "algún día visitaré esas ciudades", pero Moscú se me antojaba más lejano. Esa sensación he tenido al pasear por la Plaza Roja. Así, mientras paseaba por la Plaza Roja y veía la catedral de San Basilio o el museo de Historia he tenido la sensación de que estaba viviendo uno de los momentos cumbres de mi vida como turista.

Y es que la catedral de San Basilio es algo único en el mundo, con su explosión de colores, la forma bulbosa de sus cúpulas... Impresionante. Parecía de juguete, de cartón-piedra, como si estuviera colocada en un parque de atracciones. Sencillamente espectacular. En general, el conjunto de la Plaza Roja, con todos su edificios, me ha parecido espectacular e impresionantemente bonita, sobre todo de noche.

Por otra parte, la plaza de la catedral del Kremlin me ha parecido muy bonita, con el interior de las iglesias muy bien conservadas, parecía que los frescos estaban recién pintados. La Armería me ha parecido muy cara, pero las carrozas que he visto quizá sean las piezas de museo que más me hayan gustado hasta la fecha.

Sin embargo, aparte de la Plaza Roja y el Kremlin, el resto de la ciudad (sin contar los alrededores ni el metro) no me ha atraído especialmente. No me ha parecido que sea una ciudad bonita para pasear, como podría ser Roma, París o Berlín. Aunque esto va por gustos, y cualquiera me puede decir que cuando va a Roma, al ver la segunda iglesia ya le parece igual que la anterior y se aburre, o cuando ve el segundo rascacielos en Nueva York. Como he dicho antes, seguramente una persona fascinada por la historia rusa o por el exotismo de Moscú se quede con la boca abierta paseando por las calles moscovitas.

Pero no solo me ha gustado la Plaza Roja y el Kremlin. Las estaciones de metro me han parecido espectaculares, auténticos palacios al alcance cualquiera, y lugares como Kolómenskoye y sobre todo el convento de Novodevichy me han parecido muy bonitos.

Mención aparte merecen las iglesias rusas, las cuales me han parecido muy bonitas, aunque relativamente pequeñas comparadas con las grandes catedrales que se ven en Europa. Me ha dado la sensación que había dos tipos de iglesias. Por un lado, las iglesias que había en el Kremlin o en el convento de Novodevichy, entre otros lugares, iglesias blancas y con los bulbos de colores. Me han parecido muy bonitas y muy bien conservadas, ya que los frescos de las iglesias del Kremlin parecían recién pintados. Por otro lado, había otras iglesias, como la catedral de Kazán en la Plaza Roja, que no eran blancas, sino que eran de múltiples colores: verdes, rojos, azules, amarillos... Eran iglesias muy curiosas y muy vistosas, pero tenían la pega de que si no estaban muy limpias daban la sensación de muy sucias, mientras que si estaban limpias parecían recién pintadas. Así, mientras iglesias como la iglesia de la Resurrección de Kadarshi o las que se situaban en torno a la calle Varvarka me han dado la sensación de muy sucias, otras como la catedral de Kazán o sobre todos la iglesia de San Clemente en Zamoskvoreche me ha parecido impresionante. Aun así, por dentro me han parecido muy sobrias, y por ejemplo me gustaron mucho más las iglesias que vi en Praga el año pasado.

Catedral de Kazán, colorida iglesia de la Plaza Roja.

Seguramente lo que menos me ha gustado de Moscú ha sido que si me alejaba un poco de los tres-cuatro lugares más turísticos, el pasear por sus calles no me ha llamado en absoluto, ya que me costaba encontrar edificios que me gustaran. Así, de los cuatro zonas que aparecían en la guía de El País Aguilar, Arbatskaya, Tverkaya, Kitai Gorod y Zamoskvoreche, apenas me ha gustado este último, y únicamente ha sido por las iglesias que se concentraban en una zona muy concreta del barrio.

¿Una ciudad cara?
En contra de lo que todo el mundo nos había dicho, y de lo que yo había leído, Moscú no me ha parecido una ciudad cara en absoluto. Es verdad que el alojamiento, 26 € por noche en un hostal compartiendo baño, ya salía 8 euros más caro que lo que pagábamos en Estambul, ciudad muy barata, con baño compartido, pero tampoco me ha parecido un precio excesivamente caro teniendo en cuenta que a pesar de compartir baño con otras habitaciones teníamos habitación propia para nosotros. Tras haber pagado ese precio en Oslo por dormir en una habitación con seis desconocidos, puedo decir que el precio del hostal me ha parecido, como mínimo, acorde a lo que ofrecían. Sin embargo, el resto de gastos que hemos realizado han sido mucho menores de lo que yo esperaba. Así, voy a agrupar los gastos en tres grupos: la comida, las copas y las atracciones turísticas.

Por un lado, el precio de la comida fue muchísimo menor de lo esperado. Es verdad que los dos primeros días fuimos a un restaurante que conocía donde se comía bien y barato, el My My, en donde comimos por aproximadamente 13 € cada uno. Sin embargo, el resto de días, tanto en la comida como en la cena, fuimos variando, yendo a restaurantes que elegíamos al momento, y el resultado fue muy similar. Además, hay que decir que no perdíamos mucho tiempo en buscar restaurantes baratos y escondidos, prácticamente entrábamos en el primero que veíamos que tuviera una carta con fotos, y casi siempre pagábamos unos 10 € -13 € por un plato, bebida y a veces postre. Es verdad que no comíamos hasta reventar, pero tampoco nos quedábamos con hambre. Y siempre comíamos relativamente cerca de la Plaza Roja. En ese sentido, me ha sorprendido mucho lo poco que hemos gastado en comida, porque si bien es verdad que no íbamos a los restaurantes más caros, tampoco buscábamos restaurantes escondidos, y siempre en zonas turísticas. Así, en los cuatro desayunos, comidas y cenas hemos gastado aproximadamente 125 €, es decir, un poco más de 30 € al día.

Por otra parte, las copas también me han sorprendido positivamente, quizá más que la comida, ya que con la comida es más fácil arreglarse, ya que como última opción siempre queda el McDonald's. Es verdad que en el tema de las copas no puedo hablar tanto como con la comida porque apenas fuimos a un local, así que es posible que fuéramos al más cutre y por eso las encontráramos tan baratas. Sin embargo, lo dudo, no solo porque nos lo recomendara el dueño del hostal, sino porque aparecía recomendado en la guía del Top 10 de la versión inglesa de las guías de El País Aguilar. Es verdad que en ese local cenamos un poco más caro que lo normal, pero comimos más que otros días, repetimos bebida, e incluso incluimos un postre de dimensiones bastante generosas. Tras la cena, tomamos dos cubatas cada uno y eso sí que fue lo más sorprendente del viaje: es verdad que no eran tan grandes y no estaban tan cargados como los que acostumbro a tomar en Bilbao, pero 3.60 € por cada cubata me pareció excesivamente barato. En ese sentido, también las copas me parecieron baratas. Además, se podía ver en la carta que, por ejemplo, los mojitos costaban unos 6 euros al cambio (240 rublos), por lo que veo que también había cosas baratas comparándolas con otras ciudades.

Por último, las atracciones turísticas. Como he dicho, Moscú me ha parecido una ciudad muy poco adaptada al turismo. De todos los sitios que vimos, pagamos únicamente en el Kremlin y en la catedral de San Basilio. Es verdad que el Kremlin fue excesivamente caro para lo que vimos, ya que costó 1050 rublos cada uno, casi 30 €, pero aparte de eso y los 6 € de la catedral de San Basilio no pagamos en ningún sitio más (sin contar las consignas donde guardábamos las mochilas en algunos monumentos). En ese sentido también me ha parecido una ciudad barata de visitar: el año pasado nos gastamos mucho más entrando en diferentes lugares de Estambul o Praga y en unas semanas me voy a gastar mucho más en Berlín. Por eso me refiero que no es una ciudad muy adaptada al turismo, ya que lugares como el convento de Novodevichy o Kolómenskoye serían de pago en muchas ciudades europeas.

Gastos finales
Por último, voy a resumir los gastos que he realizado durante el viaje. Como comenté al principio, ha salido un viaje relativamente caro para los pocos días que hemos estado, pero se ha debido básicamente al precio del billete de avión, que seguramente con algo de suerte se puede encontrar bastante más barato, y al precio del visado turístico que es necesario e indispensable para entrar en el país. Algunos de los precios son aproximados debido a la conversión de rublos a euros.
  • Avión: 318.38 €
  • Hostal: 130.98 €
  • Visado: 103.66 €
  • Comida (incluyendo la de Fráncfort): 132 €
  • Entrada de lugares turísticos: 35.71 €
  • Transporte (incluyendo el taxi del primer día): 52.21 €
  • Souvenirs y varios: 58.74 €
  • Copas: 10.95 €
Al final, el viaje a Moscú nos ha salido un poco menos de 850 € a cada uno de nosotros.

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