viernes, 18 de mayo de 2012

Día 3, domingo 29 de abril de 2012: Potsdam

El domingo habíamos planificado una excursión a Potsdam, una pequeña ciudad que se encuentra a unos cuarenta kilómetros de Berlín, famosa por sus numerosos y bellos palacios, así como por sus jardines. Así, íbamos a dedicar tres días a Berlín y uno a Potsdam. En un principio teníamos previsto ver Potsdam el último día, el lunes, ya que si una vez estuviéramos en Berlín descubríamos que la ciudad requería más tiempo del que habíamos previsto, siempre podríamos cancelar la visita a la ciudad, cosa que no podríamos hacer si una vez visto Potsdam descubríamos que nos faltaba tiempo para ver cosas en Berlín. Sin embargo, cuando comenzamos a planificar el itinerario, meses atrás, descubrimos que los palacios cerraban los lunes, por lo que decidimos realizar la visita el domingo, ya que en dicho momento ya suponíamos que seríamos capaces de ver Berlín en los tres días previstos.

En Potsdam tenemos previsto conocer tanto los jardines y sus palacios como la ciudad en sí, para lo cual vamos a alquilar una bicicleta, ya que sus jardines son enormes y pensamos que puede ser muy tedioso recorrerlos andando. De entre todos los palacios de Potsdam vamos a ver únicamente el Schloss Sanssouci, ya que el Neues Palais, que ha estado cerrado durante meses hasta casualmente el día anterior a nuestra visita, no puede visitarse como de costumbre, sino que lo que se ve es una exposición sobre Federico II el Grande, que suponemos que no nos va a interesar, en vez del palacio en sí. Me da bastante pena, porque aunque es más famoso el Schloss Sanssouci, que sí vamos a ver, me había parecido más bonito en fotos el Neues Palais.

Tras poner el despertador a las siete y cuarto, salimos del hotel minutos después de las ocho de la mañana. Tras desayunar en una cafetería de la calle de siempre, Friedrichstraße, a las 8:43 cogemos el tren que nos llevará a Potsdam, llegando puntualmente a la estación de Potsdam cuarenta y dos minutos después. Nada más salir del tren nos topamos con la oficina, por llamarla de alguna manera, de Potsdam per pedals, donde teníamos previsto alquilar las bicicletas. Y es que dicha oficina no es más que un hueco de unos pocos metros cuadrados debajo de una escalera y rodeado por unas vallas metálicas. Las bicicletas que nos dan parecen bastante endebles, y dan la sensación de que se van a descuajaringar en el primer bache, pero al menos nos sale más barato de lo que pensábamos, ya que inesperadamente nos hacen un descuento de tres euros con la tarjeta, por lo que solo pagamos ocho euros y medio por las bicicletas.

Diez minutos después de llegar a Potsdam salimos con nuestras bicicletas de la estación, con la intención de dirigirnos al Park Sanssouci, donde se encuentran todos los palacios y que dista unos dos kilómetros de la estación. Al salir nos damos cuenta que el día no va a ser como lo esperado, ya que el que en principio iba a ser el día más soleado de todos se presenta relativamente nublado (igual es que después de los dos últimos días, el ver unas pocas nubes nos da la sensación de cielo encapotado).

Schloss Sanssouci: Una pequeña decepción.
A las diez de la mañana llegamos a una de las muchas entradas del Park Sanssouci, concretamente a la que creemos, más tarde comprobaríamos que no era así, más cercana al Schloss Sanssouci. Tras hacer unas pocas fotos de rigor al Schloss Sanssouci, nos dirigimos a comprar las entradas para el palacio, ya que este abre a las diez y rápidamente se suelen formar colas. Tras esperar un poco, conseguimos entrada para las once de la mañana, así que como disponemos de unos pocos minutos, volvemos a los jardines a hacer unas pocas fotos de ellos y del palacio, además de unas pocas del molino histórico, que se encuentra cerca del Schloss Sanssouci.

A las once entramos en el Schloss Sanssouci, donde nos dan una audioguía con la que seguiríamos un recorrido de cuarenta minutos por el palacio. Empezamos a escucharla, pero como nos resulta un poco pesada, rápidamente la dejamos y empezamos a ver las distintas habitaciones sin escuchar toda la historia que cuenta la audioguía, ya que no nos sirve para poder admirarlas. Y aquí viene nuestra sorpresa: tras pasar por unas diez habitaciones muy bonitas, dos de ellas excepcionales, en apenas quince minutos hemos salido del palacio. Todo ello tras haber pagado doce euros, que nos parecen a todas luces excesivos para los quince minutos que hemos estado. En ese momento, me acuerdo de las preciosas salas que vi el año anterior en el Palacio Real de Bruselas sin pagar ni un solo euro.

Schloss Sanssouci.

Conociendo los jardines.
Tras salir del palacio, nos disponemos a pasear por los jardines con el objetivo de llegar a la Orangerie, que se encuentra a unos cientos de metros del Schloss Sanssouci. En ese momento estamos un poco sorprendidos porque hemos tenido que dejar la bicicleta en la entrada del parque, y pensábamos que se podía ir en bicicleta por los jardines. Aun así, nos dirigimos hacia la Orangerie, a donde llegamos tras un paseo de más de media hora, que se nos hace un poco tedioso ya que el camino que discurre hacia la Orangerie no es precisamente el más bonito del parque.

Orangerie.

Tras las fotos de rigor, dudamos entre coger un autobús que esperábamos que nos dejara cerca de las bicicletas o volver andando hacia ellas. Finalmente, decidimos hacer esto último para de esa forma dan un pequeño rodeo y llegar a la casa de té china, a donde llegamos tras quince minutos de paseo, minutos antes de las doce y cuarto. La verdad es que la casa de té es bastante curiosa y muy bonita, de lo que más me gusta del parque. Me parece algo muy extravagante, de otro mundo, y, quizá por eso, me recuerda a Alicia en el País de las Maravillas.

Casa de té china.

Mientras hacemos la sesión de fotos observamos que hay mucha gente andando con bicicletas cerca de la casa de té china, y rápidamente comprendemos que a pesar de que no se puede ir en bicicleta por los jardines, hay un camino que bordea el parque y por el que se puede ir en bicicleta y detenerse cuando uno llega a la parada más cercana a los distintos palacios o edificios históricos, de forma que apenas se andan unos pocos metros. Si lo hubiéramos sabido, habríamos dejado las bicicletas en otro lugar, más cerca del Schloss Sanssouci, y luego habríamos cogido las bicicletas para ir a la casa de té china y a los distintos lugares del parque, de forma que nos habríamos ahorrado más de una hora de caminata. Tras lamentarnos de nuestra mala suerte, continuamos caminando en dirección a las bicicletas para, esta vez sí, usarlas para llegar al Neues Palais, que se encuentra al otro extremo del parque.

Neues Palais: finalizando con el parque.
Tras un tranquilo paseo de quince minutos en bicicleta, minutos antes de la una del mediodía llegamos al Neues Palais, o Palacio Nuevo, el que en fotos era el que más me había gustado en fotos. Sin embargo, como he comentado previamente, no vamos a entrar en el palacio, ya que solo se puede ver una exposición sobre la vida de Federico el Grande, y a nosotros nos interesa más una visita al palacio como la de Sanssoucci.

Neues Palais.
Así, tras quince minutos haciendo fotos, a la una y cuarto nos dirigimos hacia la salida del parque, es decir, cerca de donde se encuentra el Schloss Sanssouci, en el otro extremo del parque. De camino, vemos el palacio de Schloss Charlottenhof y los baños romanos, que me gustan bastante más de lo que esperaba.

Baños romanos.

Conociendo la ciudad: Nikolaikirche y barrio holandés.
Una vez visto todo lo que había por ver en el Park Sanssouci, salimos del parque y a las dos menos cuarto llegamos a la puerta de Brandeburgo, más antigua que la de Berlín, y que podría definirse como la frontera entre Potsdam-palacios y Potsdam-ciudad. Como vemos muchos restaurantes, decidimos comer en los alrededores de la puerta de Brandeburgo, disfrutando de unas preciosas vistas. Tras entrar en el primer restaurante que vemos, comprobamos rápidamente que los precios son más baratos que en Berlín.

Puerta de Brandeburgo.

Tras comer tranquilamente, planificamos el itinerario de la tarde. En primer lugar vamos a ver el centro de la ciudad, donde destaca la iglesia de San Nicolás, Nikolaikirche, y el barrio holandés. Seguidamente iríamos hacia la colonia rusa de Alexandrowka, a aproximadamente un kilómetro del centro de la ciudad, y finalmente recorreríamos otros dos kilómetros hasta llegar al Schloss Cecilienhof, famoso por ser el lugar donde en 1945 tuvo lugar la famosa conferencia de Potsdam, una de las más importantes de la Segunda Guerra Mundial. Aunque tenía ilusión de ir al puente de los espías, el puente Glienicke, aquel donde en la Guerra Fría se realizaban entre los dos bloques los intercambios de espías interceptados, este se encontraba un poco lejos y tampoco me daba la sensación de que mereciera la pena si no fuera por la anécdota del intercambio de espías. Teníamos que ver todo eso y regresar a la estación a las siete de la tarde para entregar las bicicletas. Aunque teníamos tiempo más que suficiente, no podíamos dormirnos.

Tras finalizar la comida, a las tres de la tarde, damos un pequeño paseo por los alrededores de la puerta de Brandeburgo, disfrutando de los últimos claros antes de que el cielo se encapotara de nuevo. Una vez en las bicicletas, nos dirigimos hacia Nikolaikirche, tras haber pasado previamente por la Wasserwerk, una construcción muy curiosa de estilo árabe que se encuentra en el centro de Potsdam. Finalmente, a las cuatro menos veinte llegamos a Nikolaikirche. No sé si es por las obras o el tiempo, pero por fuera la iglesia me gusta menos de lo que esperaba. La verdad es que desde lejos, como la había visto esa mañana, me parece majestuosa e impresionante, pero con las obras que hay en la plaza de la iglesia, que no dejan admirarla con toda la perspectiva necesaria, no me acaba de convencer. Por dentro la vemos un poco de pasada, desde la entrada, y tampoco nos entusiasma especialmente. Por descontado, ni hablar de subir a la cúpula, desde donde no esperábamos encontrar unas vistas que merecieran la pena.

Nikoalikirche desde la parte de atrás.

Continuamos nuestro itinerario en dirección al barrio holandés. De camino, vemos dos iglesias, la iglesia francesa, bastante poca cosa, y la iglesia de San Pedro y San Pablo, cerca del barrio holandés, que me gusta bastante, aunque solo la veo por fuera. A las cuatro de la tarde, y tras ver cómo un hombre daba una voltereta con su bicicleta y acababa en el suelo, entramos en dicho barrio, que a pesar de ser más pequeño de lo que esperaba, lo encuentro bastante encantador, con todas sus casitas rojas iguales: un pedacito de Holanda en Potsdam.

Barrio holandés.

Alexandrowka: un pequeño enclave ruso.
Tras ver el barrio holandés, cogemos nuestras bicicletas, y tras atravesar la Naunener Tor, otra de las puertas de la ciudad, nos dirigimos hacia Alexandrowka, una pequeña zona llena de típicas cabañas rusas, concebidas para los miembros de un coro ruso formado por algunos de los más de 500 prisioneros de guerra rusos que habían luchado contra Napoleón, y a donde llegamos minutos antes de las cuatro y media. Es un sitio bastante curioso y la verdad es que me gusta bastante, ya que algunas de las casitas son bastante bonitas. Parece ser que he tenido que ir a Berlín para ver un típico poblado ruso, algo que no vi en Moscú.

Cabaña de Alexandrowka.

Schloss Cecilienhof: un lugar histórico.
Tras diez minutos viendo las cabañas, pues tampoco hay mucho más que hacer ahí, partimos en dirección al último punto del itinerario, el Schloss Cecilienhof, que a pesar de ser bastante bonito es famoso sobre todo por haber albergado la Conferencia de Potsdan entre Truman, Churchill y Stalin en 1945. Tras un largo paseo en bicicleta, llegamos al Schloss Cecilienhof minutos antes de las cinco de la tarde. Más que un palacio parece una residencia de verano, pero aun así me parece bastante bonito. La verdad es que me está gustando casi todo lo que he visto en Potsdam a lo largo del día.

Al igual que me pasó cuando paseaba por Bebelplatz, en el Schloss Cecilienhof me da la sensación de estar viendo un lugar histórico, un lugar donde hace más de medio siglo se reunieron los líderes de las tres grandes potencias mundiales. Desde luego, el Schloss Cecilienhof se convierte en uno de los lugares que más me ha gustado de Potsdam, no solo por la arquitectura del lugar, sino sobre todo por ese aura de lugar histórico que le rodea.

Tras descansar un poco sentados en un banco mientras contemplamos el palacio, decidimos dirigirnos a la estación de tren, para lo cual atravesamos el parque en el que se sitúa el Schloss Cecilienhof, el Neuer Garten. De camino a la estación vemos el Marmolpalais, un pequeño palacio que se encuentra en dicho parque y que a mi modo de ver no destaca comparado con lo que hemos visto durante el día. Tras cuarenta minutos de travesía, no teníamos prisa, a las seis de la tarde llegamos a la estación de tren de Potsdam, dando por concluida la visita de la ciudad. Tras coger un tren que sale de Potsdam a las seis y media, llegamos al hostal a las ocho menos veinte, donde descansamos un poco de un día agotador.

Schloss Cecilienhof.

Potsdamer Platz de noche: otra visión.
Tras descansar un poco en el hotel, decidimos ir a cenar al Sony Center, en Potsdamer Platz, con el objetivo de ver dicha plaza de noche, ya que apenas la habíamos visto de noche de refilón el día anterior y habíamos oído que era espectacular. En efecto, cuando llegamos vemos cómo cambia de color la carpa del Sony Center, que ya nos había gustado mucho de día, y decidimos cenar en el mismo restaurante donde habíamos comido el viernes, para poder observar tranquilamente el Sony Center. La verdad es que la cena nos resulta muy agradable, viendo cambiar de color la carpa, viendo la fuente, la Bahntower... un sitio espectacular para cenar. Finalmente, tras una sesión de fotos nocturnas, esta vez de Potsdamer Platz, nos dirigimos al hotel bastante cansados. Al menos al día siguiente no haría falta madrugar, ya que quedaban pocas cosas para ver.

Carpa del Sony Center.

La verdad es que no nos podemos quejar del día. Es verdad que no ha hecho un día espectacular, el cielo ha estado un poco nuboso, pero hemos visto todo lo que queríamos ver. Es verdad que nos ha decepcionado un poco el Schloss Sanssouci, pero solo por la relación entre el precio y el tiempo que hemos estado dentro, y que no hemos podido entrar en el Neues Palais, pero estoy encantado de haber dedicado un día a ver Potsdam. La única pega, el tiempo perdido a la mañana por ir andando por los jardines.

Sony Center con la Bahntower al fondo.

Gastos del día.
Los gastos del día han sido ligeramente superiores a los del día anterior, básicamente por el uso de las bicicletas, donde por cierto nos ahorramos dos euros gracias a la Berlin Welcome Card, con la que también nos salió gratis el transporte a Potsdam, ahorrándonos cada uno 6.80 € en ese concepto.
  • Comida: 40.15 €
  • Schloss Sanssouci: 12 €
  • Bicicletas: 8.5 €
  • Varios: 4.42 €
  • Total: 65.07 €

2 comentarios:

  1. Hola me he atrevido a comentar porque he visto un error en los nombres de los que componían la Conferencia de Postdam. Si no lo he mirado mal eran, Churchill, Truman y Stalin; ya que Roosevelt murió el 12 de abril de 1945.

    Amén de esto, quiero decirte que me encanta como cuentas tus experiencias en los viajes, tanto lo bueno como lo malo. Gracias.
    Salgo para Berlín el viernes 24 y me lo estoy leyendo todo.

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  2. Tienes razón, me confundí con la Conferencia de Yalta. Con lo que me gusta a mí la historia... Ya está corregido.

    Me alegra mucho que te guste mi blog. Con que ha una persona le haya servido de algo, ya ha merecido la pena escribirlo.

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