lunes, 23 de abril de 2012

Mis conclusiones sobre Moscú

Siendo sinceros, vengo con un pequeño mal sabor de boca de mi viaje a Moscú, aunque quizá ya estaba predispuesto a ello porque desde antes de ir pensaba que no me iba a gustar mucho, al menos no tanto como las ciudades que conocí en los diferentes viajes que hice 2011.

Moscú: tres días son suficientes para conocerla.
Ya cuando preparaba este viaje me daba la sensación que Moscú no tenía, a mi modo de ver, tantas cosas para ver como otras ciudades. Es verdad que esto va por gustos, y que lo que a mí me pueda parecer impresionante en una ciudad, a otro le puede parecer de lo más normal o incluso indigno de ser visitado. Sin embargo, desde mi punto de vista, Moscú puede visitarse perfectamente en tres días, y los cuatro días que hemos pasado solo se los recomiendo a quien quiera visitarlo muy tranquilamente o tenga un especial interés por la cultura e historia rusa o soviética, ya que entonces sí que recomiendo más días para poder entrar en la Galería Tretiakov o en las distintas casas-museo de la ciudad, o simplemente para pasear por la ciudad, ya que si esa persona está muy fascinada o interesada por Rusia encontrará más apasionante que yo un paseo por sus calles.

De hecho, Moscú es una ciudad con numerosas casas museos sobre literatos rusos, como la casa-museo Gógol, la casa-museo Chéjov, la casa-museo Pushkin... donde el turista puede adentrarse en la vida de estos escritores. Sin embargo, ver las habitaciones o conocer más de cerca la vida de estos escritores, no muy conocidos para el turista medio (hay que reconocer que no son tan conocidos como Tólstoi o Dostoievski), creo que solo puede interesar a un turista que posea un conocimiento importante sobre literatura rusa, por lo que creo que el turista medio no necesitará emplear tiempo alguno en ver estos lugares.

Además, como ya suponía antes del viaje, creo que no es recomendable realizar una visita única y exclusiva a Moscú (o a San Petersburgo), ya que el precio del billete de avión, que por lo general será más caro que a cualquier otra ciudad europea debido a que está más lejos, y el del visado hacen que no sea muy asequible para un viaje de apenas cuatro días. Seguramente, la próxima vez que vuelva a Rusia será para un viaje de como mínimo una semana, donde visite Moscú y San Petersburgo como mínimo, y quizá el anillo de oro.

Lo que más me ha gustado y lo que menos.
Sin embargo, tampoco es justo decir que Moscú me ha decepcionado, ni mucho menos. La Plaza Roja me ha encantado, y de noche me ha parecido especialmente bonita (olvidándome de la iluminación del GUM, que no nos ha gustado nada), y verla con pocos turistas y sin ninguna nube en el cielo ha sido muy de agradecer. Sin embargo, me parece que el atractivo de la Plaza Roja, al menos para mí, radica en que la veo tan lejana que no te imaginas que algún día vayas a visitarla, que te tienes que conformar con verla siempre por la tele. Cuando ves por la tele la Torre Eiffel, el Coliseo, piensas: "algún día visitaré esas ciudades", pero Moscú se me antojaba más lejano. Esa sensación he tenido al pasear por la Plaza Roja. Así, mientras paseaba por la Plaza Roja y veía la catedral de San Basilio o el museo de Historia he tenido la sensación de que estaba viviendo uno de los momentos cumbres de mi vida como turista.

Y es que la catedral de San Basilio es algo único en el mundo, con su explosión de colores, la forma bulbosa de sus cúpulas... Impresionante. Parecía de juguete, de cartón-piedra, como si estuviera colocada en un parque de atracciones. Sencillamente espectacular. En general, el conjunto de la Plaza Roja, con todos su edificios, me ha parecido espectacular e impresionantemente bonita, sobre todo de noche.

Por otra parte, la plaza de la catedral del Kremlin me ha parecido muy bonita, con el interior de las iglesias muy bien conservadas, parecía que los frescos estaban recién pintados. La Armería me ha parecido muy cara, pero las carrozas que he visto quizá sean las piezas de museo que más me hayan gustado hasta la fecha.

Sin embargo, aparte de la Plaza Roja y el Kremlin, el resto de la ciudad (sin contar los alrededores ni el metro) no me ha atraído especialmente. No me ha parecido que sea una ciudad bonita para pasear, como podría ser Roma, París o Berlín. Aunque esto va por gustos, y cualquiera me puede decir que cuando va a Roma, al ver la segunda iglesia ya le parece igual que la anterior y se aburre, o cuando ve el segundo rascacielos en Nueva York. Como he dicho antes, seguramente una persona fascinada por la historia rusa o por el exotismo de Moscú se quede con la boca abierta paseando por las calles moscovitas.

Pero no solo me ha gustado la Plaza Roja y el Kremlin. Las estaciones de metro me han parecido espectaculares, auténticos palacios al alcance cualquiera, y lugares como Kolómenskoye y sobre todo el convento de Novodevichy me han parecido muy bonitos.

Mención aparte merecen las iglesias rusas, las cuales me han parecido muy bonitas, aunque relativamente pequeñas comparadas con las grandes catedrales que se ven en Europa. Me ha dado la sensación que había dos tipos de iglesias. Por un lado, las iglesias que había en el Kremlin o en el convento de Novodevichy, entre otros lugares, iglesias blancas y con los bulbos de colores. Me han parecido muy bonitas y muy bien conservadas, ya que los frescos de las iglesias del Kremlin parecían recién pintados. Por otro lado, había otras iglesias, como la catedral de Kazán en la Plaza Roja, que no eran blancas, sino que eran de múltiples colores: verdes, rojos, azules, amarillos... Eran iglesias muy curiosas y muy vistosas, pero tenían la pega de que si no estaban muy limpias daban la sensación de muy sucias, mientras que si estaban limpias parecían recién pintadas. Así, mientras iglesias como la iglesia de la Resurrección de Kadarshi o las que se situaban en torno a la calle Varvarka me han dado la sensación de muy sucias, otras como la catedral de Kazán o sobre todos la iglesia de San Clemente en Zamoskvoreche me ha parecido impresionante. Aun así, por dentro me han parecido muy sobrias, y por ejemplo me gustaron mucho más las iglesias que vi en Praga el año pasado.

Catedral de Kazán, colorida iglesia de la Plaza Roja.

Seguramente lo que menos me ha gustado de Moscú ha sido que si me alejaba un poco de los tres-cuatro lugares más turísticos, el pasear por sus calles no me ha llamado en absoluto, ya que me costaba encontrar edificios que me gustaran. Así, de los cuatro zonas que aparecían en la guía de El País Aguilar, Arbatskaya, Tverkaya, Kitai Gorod y Zamoskvoreche, apenas me ha gustado este último, y únicamente ha sido por las iglesias que se concentraban en una zona muy concreta del barrio.

¿Una ciudad cara?
En contra de lo que todo el mundo nos había dicho, y de lo que yo había leído, Moscú no me ha parecido una ciudad cara en absoluto. Es verdad que el alojamiento, 26 € por noche en un hostal compartiendo baño, ya salía 8 euros más caro que lo que pagábamos en Estambul, ciudad muy barata, con baño compartido, pero tampoco me ha parecido un precio excesivamente caro teniendo en cuenta que a pesar de compartir baño con otras habitaciones teníamos habitación propia para nosotros. Tras haber pagado ese precio en Oslo por dormir en una habitación con seis desconocidos, puedo decir que el precio del hostal me ha parecido, como mínimo, acorde a lo que ofrecían. Sin embargo, el resto de gastos que hemos realizado han sido mucho menores de lo que yo esperaba. Así, voy a agrupar los gastos en tres grupos: la comida, las copas y las atracciones turísticas.

Por un lado, el precio de la comida fue muchísimo menor de lo esperado. Es verdad que los dos primeros días fuimos a un restaurante que conocía donde se comía bien y barato, el My My, en donde comimos por aproximadamente 13 € cada uno. Sin embargo, el resto de días, tanto en la comida como en la cena, fuimos variando, yendo a restaurantes que elegíamos al momento, y el resultado fue muy similar. Además, hay que decir que no perdíamos mucho tiempo en buscar restaurantes baratos y escondidos, prácticamente entrábamos en el primero que veíamos que tuviera una carta con fotos, y casi siempre pagábamos unos 10 € -13 € por un plato, bebida y a veces postre. Es verdad que no comíamos hasta reventar, pero tampoco nos quedábamos con hambre. Y siempre comíamos relativamente cerca de la Plaza Roja. En ese sentido, me ha sorprendido mucho lo poco que hemos gastado en comida, porque si bien es verdad que no íbamos a los restaurantes más caros, tampoco buscábamos restaurantes escondidos, y siempre en zonas turísticas. Así, en los cuatro desayunos, comidas y cenas hemos gastado aproximadamente 125 €, es decir, un poco más de 30 € al día.

Por otra parte, las copas también me han sorprendido positivamente, quizá más que la comida, ya que con la comida es más fácil arreglarse, ya que como última opción siempre queda el McDonald's. Es verdad que en el tema de las copas no puedo hablar tanto como con la comida porque apenas fuimos a un local, así que es posible que fuéramos al más cutre y por eso las encontráramos tan baratas. Sin embargo, lo dudo, no solo porque nos lo recomendara el dueño del hostal, sino porque aparecía recomendado en la guía del Top 10 de la versión inglesa de las guías de El País Aguilar. Es verdad que en ese local cenamos un poco más caro que lo normal, pero comimos más que otros días, repetimos bebida, e incluso incluimos un postre de dimensiones bastante generosas. Tras la cena, tomamos dos cubatas cada uno y eso sí que fue lo más sorprendente del viaje: es verdad que no eran tan grandes y no estaban tan cargados como los que acostumbro a tomar en Bilbao, pero 3.60 € por cada cubata me pareció excesivamente barato. En ese sentido, también las copas me parecieron baratas. Además, se podía ver en la carta que, por ejemplo, los mojitos costaban unos 6 euros al cambio (240 rublos), por lo que veo que también había cosas baratas comparándolas con otras ciudades.

Por último, las atracciones turísticas. Como he dicho, Moscú me ha parecido una ciudad muy poco adaptada al turismo. De todos los sitios que vimos, pagamos únicamente en el Kremlin y en la catedral de San Basilio. Es verdad que el Kremlin fue excesivamente caro para lo que vimos, ya que costó 1050 rublos cada uno, casi 30 €, pero aparte de eso y los 6 € de la catedral de San Basilio no pagamos en ningún sitio más (sin contar las consignas donde guardábamos las mochilas en algunos monumentos). En ese sentido también me ha parecido una ciudad barata de visitar: el año pasado nos gastamos mucho más entrando en diferentes lugares de Estambul o Praga y en unas semanas me voy a gastar mucho más en Berlín. Por eso me refiero que no es una ciudad muy adaptada al turismo, ya que lugares como el convento de Novodevichy o Kolómenskoye serían de pago en muchas ciudades europeas.

Gastos finales
Por último, voy a resumir los gastos que he realizado durante el viaje. Como comenté al principio, ha salido un viaje relativamente caro para los pocos días que hemos estado, pero se ha debido básicamente al precio del billete de avión, que seguramente con algo de suerte se puede encontrar bastante más barato, y al precio del visado turístico que es necesario e indispensable para entrar en el país. Algunos de los precios son aproximados debido a la conversión de rublos a euros.
  • Avión: 318.38 €
  • Hostal: 130.98 €
  • Visado: 103.66 €
  • Comida (incluyendo la de Fráncfort): 132 €
  • Entrada de lugares turísticos: 35.71 €
  • Transporte (incluyendo el taxi del primer día): 52.21 €
  • Souvenirs y varios: 58.74 €
  • Copas: 10.95 €
Al final, el viaje a Moscú nos ha salido un poco menos de 850 € a cada uno de nosotros.

domingo, 22 de abril de 2012

Día de regreso, domingo 8 de abril de 2012:

Nuestro último día en Moscú ponemos el despertador a las 5:15 de la mañana, ya que como teníamos el vuelo de vuelta a las 9:25 habíamos decidido coger el Aeroexpress que salía a las siete de la mañana hacia el aeropuerto de Vnukovo. El tren, muy cómodo y moderno, sale puntual y llega en los treinta y cinco minutos esperados a nuestro destino. Sin embargo, el avión iba a despegar con una hora de retraso. No nos importa mucho ya que tenemos más de cinco horas de espera en Fráncfort, y nos da igual esperar en Fráncfort o en Moscú. Eso sí, nos da un poco de rabia haber madrugado para luego estar esperando en el aeropuerto. Al menos, nos lo compensaría Lufthansa con un opíparo desayuno para ser un avión, donde además podemos repetir varias veces un zumo de naranja que nos sienta de maravilla.

Finalmente, salimos a las 10:35 de la mañana, con más de una hora de retraso, y llegamos tres horas después, a las 11:35, al aeropuerto de Fráncfort, donde realizo una reclamación porque al coger mi reloj tras pasar por el escáner de seguridad me lo encuentro roto. Tras pasar casi una hora con una responsable del aeropuerto, me aseguran que el abogado del aeropuerto me mandará una carta (ni me pidieron el correo electrónico en pleno 2012) pero prácticamente me aseguraba que no me iban a compensar con nada, ya que la señora no paraba de repetir que el reloj era viejo y que el material de la correa era malo.

Al menos así se nos hace algo más amena la espera en el aeropuerto, ya que hasta las cuatro menos diez no despega el avión que por fin nos iba a llevar a Bilbao, ciudad a la que llegamos minutos después de las cinco y media de la tarde, dentro de lo previsto, y donde damos ya por cerradas las vacaciones.

Gastos del día
Obviamente, este fue el día que menos gastamos, únicamente en el trayecto en tren al aeropuerto y en la comida en el aeropuerto de Fráncfort, amén de alguna chocolatina y un botellín de agua para desayunar, que cogimos en Vnukovo.
  • Transporte: 320 rublos
  • Comida: 7.65 euros
  • Varios: 65 rublos
  • Total: 17.61 € aproximadamente.

sábado, 21 de abril de 2012

Día 4, sábado 7 de abril de 2012: Kolómenskoye y mercadillo de Izmailovo

Como ya nos queda muy poquito para ver en Moscú y el día anterior habíamos salido a tomar algo, ponemos el despertador más tarde de lo normal, a las diez de la mañana. Salimos del hostal a las once y media y tras desayunar en una cafetería cercana a la estación de metro de Kitai Gorod, nos disponemos a ir al primer destino del día: Kolómenskoye.

Kolómenskoye: muy similar al convento de Novodevichy.
Kolómenskoye es una especie de parque con una gran variedad de edificios históricos, como distintas iglesias o una cabaña del zar Pedro el Grande. Según la guía de El País Aguilar es uno de los lugares recomendables de Moscú, pero aun así apenas había oído que se le diera mucha importancia en otras guías, así que lo dejamos para el último día, en caso de que diera tiempo, algo que antes de llegar a Moscú veía complicado.

Llegamos relativamente tarde, a la una del mediodía y nos lo encontramos completamente nevado. En principio, antes de ir a Moscú, este iba a ser el día más soleado, pero conforme se acercaba el día veíamos que la predicción iba cambiando y se hacía cada vez menos halagüeña. Sin embargo, no llovía, únicamente estaba el cielo completamente cubierto, por lo que pudimos pasear tranquilamente.


Iglesia de Nuestra Señora de Kazán.

En el parque, por llamarlo de alguna manera, de Kolómenskoye, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, destacan entre otros edificios, la iglesia de Nuestra Señora de Kazán y la iglesia de la Ascensión.

Iglesia de la Ascensión.

Es un sitio agradable para pasear, y la iglesia de Nuestra Señora de Kazán, donde conseguimos entrar, me parece muy bonita, aunque la encuentro pequeña, del estilo de las iglesias que hemos visto en Moscú. Como he dicho, estaba completamente nevado, lo cual le da un toque diferente, aunque personalmente preferiría haberlo visto sin nieve. Aunque no tienen nada que ver, es un sitio que me ha recordado al convento de Novodevichy, que vimos el día anterior. Supongo que es por el hecho, que cualquiera podría echarme en cara, de que me empiezan a parecer iguales todas las iglesias. Aun así, repito que la iglesia de Nuestra Señora de Kazán me ha parecido muy bonita. Por cierto, al entrar en la iglesia pudimos observar por primera vez cómo se comportan los ortodoxos en sus iglesias, ya que salvo la catedral de Cristo Salvador, el resto eran iglesias-museos donde la gente no iba a rezar.

Carámbanos que muestran el frío que hacía ese día.

A pesar de ser un sitio bonito, que en la guía de El País Aguilar aparezca como un top 10 me hace reafirmarme en la idea de que Moscú no tiene muchas cosas que ver. Quizá si lo hubiera conocido con sol y con el césped sin nieve mi opinión sería distinta.

Búnker 42: otro fracaso como el Bolshói.
Tras poco más de media hora recorriendo Kolómenskoye, nos dirigimos al siguiente destino del día, el Búnker 42, un lugar del que no había oído hablar pero al que un compañero tenía muchas ganas de conocer. Sin embargo, cuando llegamos y tocamos el timbre de la entrada del búnker y decimos que queremos entrar a visitarlo oímos una voz por el interfono que nos grita "NOT FOR YOU!!". Con la sensación de haber conocido al prototipo del ruso que venden las películas, nos vamos al último lugar que nos queda por visitar: el mercadillo de Izmailovo.

Mercadillo de Izmailovo: comprando los últimos souvenirs.
Tras coger el metro, descubriendo una preciosa estatua en la parada de Partizanskaya, llegamos al mercadillo de Izmailovo un poco antes de las dos. Nada más entrar, ya nos damos cuenta que los souvenirs serán más baratos que en la tienda de la calle de compras por antonomasia de la ciudad, Arbat. Así, ya en la entrada nos ofrecen los típicos gorros rusos por 250 rublos. Tras unas cuantas vueltas, compro unos gorros rusos por 300 rublos y un huevo de Fabergé, que me parece un souvenir bastante más bonito que la típica matrioska, que me parecen horribles.

Mercadillo de Izmailovo.

La verdad es que el mercadillo es curioso, pero yo no iría más que cuando ya hubiera visto todo lo que hay que ver de Moscú. Es un sitio típico para comprar souvenirs, pero no me parece una visita obligada como podría ser el Gran Bazar de Estambul. Además, no me parecieron tan baratas las cosas: por un gorro ruso pagué 100 rublos menos, un 25%, que lo que había pagado en Arbat, pero se veía que eran un poco peores que los de Arbat. No me pareció suficiente como para justificar el desplazamiento hasta el mercadillo. Aun así, tengo que reconocer que es un sitio relativamente curioso, y del que quizá con mejor tiempo me habría llevado una imagen distinta.

Puesto de gorros rusos en el mercadillo de Izmailovo.

Finalmente, a las tres y media damos las compras por finalizadas, y como no tenemos mucha hambre, ya que habíamos desayunado tarde, nos decidimos a comer un pincho moruno en un establecimiento del mercadillo. La verdad es que estaba muy rico, pero al pagar nos hicieron la del guiri y nos cobraron lo que quisieron: 1190 rublos. Nos estaba bien empleado por no haber preguntado antes.

Finalmente, a las cuatro y cuarto de la tarde damos por finalizada la visita turística de Moscú. Ese día habíamos visto Kolómenskoye, el mercadillo de Izmailovo, y habíamos descubierto algunas paradas de metro, como la de Paveletskaya y sobre todo Taganskaya, cuando nos dirigíamos al búnker 42. Nos vamos al hostal, donde estamos unas horitas viendo vídeos en Internet y finalmente nos vamos a cenar a un restaurante cercano al hostal, el mismo que el del primer día. Por fin, a las diez de la noche nos metemos en la cama: nuestro último día en Moscú ha finalizado.

Última foto de la catedral de San Basilio.
Gastos del día
Los gastos fueron un poco superiores a los del resto de días básicamente por la compra de souvenirs, ya que el gasto en comida fue similar a otros días, y aparte de la compra de más bonos de transporte no hubo gastos excesivos.
  • Souvenirs: 1666.67 rublos
  • Comida: 1016 rublos
  • Transporte: 54.33 rublos
  • Varios: 17.33 rublos
  • Total: 2754.33 rublos, 71.45 € al cambio de ese día.

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viernes, 20 de abril de 2012

Día 3, viernes 6 de abril de 2012: Convento de Novodevichy, Universidad, Zamoskvoreche y Centro Panruso de Exposiciones

Al igual que el día anterior, ponemos el despertador a las 8:15 de la mañana, hora que consideramos suficiente para ver todo lo que queríamos ver en el día. Al mirar por la ventana vemos que el día es precioso, similar al del miércoles, ya que apenas se ven nubes en el cielo. Tardamos un poco en prepararnos ya que por primera vez encontramos cola para el baño. Y es que el que solo haya un baño para tres habitaciones tiene sus problemas de vez en cuando. Aun así, salimos del hostal solo un poquito más tarde de lo previsto, a las nueve y media. A pesar de eso, para no perder tiempo, compramos algo para desayunar en una tienda y nos lo comemos mientras vamos hacia el metro, ya que nos quedan varias cosillas por visitar durante la mañana y además hay que coger el metro para ir a muchas de ellas, y no sabemos cuánto tiempo podemos tardar en verlo todo.

El plan para el día de hoy consiste en ver el convento de Novodevichy y el edificio de la Universidad, que se encuentran alejados del centro de la capital, así como el barrio de Zamoskvoreche, lo último que nos quedaba por ver del centro de Moscú y al que no creía que le dedicáramos más de dos horas, máxime cuando no íbamos a entrar en la Galería Tretiakov, el mayor museo de arte ruso del mundo. Todo eso queríamos verlo por la mañana, ya que a las cuatro de la tarde queríamos realizar la visita al interior del teatro Bolhsói.

Así pues, no tenemos tiempo que perder.

Convento de Novodevichy:
Nuestra primera para es el convento de Novodevichy, uno de los lugares turísticos más importantes de Moscú, seguramente el de mayor visita obligada tras el Kremlin y la Plaza Roja. No tardamos mucho en llegar, y nos presentamos en él a las diez y cuarto de la mañana. Lo encontramos muy bonito a pesar de que está completamente nevado. En eso tenemos gustos diferentes: a un amigo le gusta el toque de la nieve mientras que yo lo habría preferido sin nieve. Aun así, el tiempo nos sigue acompañando y apenas se ven nubes en el cielo, lo que hace que aun con nieve me parezca muy bonito. En el convento vuelvo a tener la sensación de que Moscú no es una ciudad que sepa sacarle partido al turismo, ya que podemos entrar y pasear por él sin pagar ni un solo rublo, algo impensable en muchas ciudades europeas. Pero bueno, mejor para el turista, no me voy a quejar porque me dejen entrar gratis.

Catedral de la virgen de Smolensk, en el convento de Novodevichy.

Lo encuentro bastante bonito y su iglesia principal, la catedral de la virgen de Smolensk, me recuerda ligeramente a las iglesias del Kremlin, que me habían encantado. El resto de iglesias, como la iglesia de la Intercesión o la iglesia de la Transfiguración, así como el campanario, las encuentro muy bonitas, con esas paredes de color rojo tan característico. Y es que si algo me ha gustado de Rusia han sido sus iglesias, tanto las de paredes blancas con cúpulas doradas y relucientes, como otras como la catedral de San Basilio, solo por fuera, o la iglesia de la Transfiguración, muy llamativas y vistosas.

Tras pasear por el interior del convento, lo rodeamos por fuera viendo el famoso lago de los cisnes, lago en el que se inspiró Tchaikovsky para su famosa obra y que encontramos completamente nevado. Había oído que era muy decepcionante el lago, y nevado como estaba ni te enteras que hay un lago si no lo sabes. Aun así, hace ilusión ver el famoso lago de los cisnes. Tras las fotos de rigor, y sin entrar en el cementerio de Novodevichy, ya que pensamos que sería una pérdida de tiempo si no encontrábamos las famosas tumbas de escritores como Gógol o Chéjov o políticos como Boris Yeltsin o Nikita Jrushchov, por lo que sería una pérdida de tiempo, nos dirigimos hacia el edificio de la Universidad, el más famoso de las Siete Hermanas de Stalin, una serie de siete rascacielos muy similares entre ellos y que Stalin  mandó construir durante su mandato, y que algunos rusos llaman los Siete Cojones de Stalin.

Lago de los cisnes.

Universidad: Bonito, pero mejor dejarlo para el final.
No tardamos mucho en llegar, ya que se encuentra a apenas dos paradas de metro de la parada del convento de Novodevichy. Así, a las once y media de la mañana salimos de la estación de metro más cercana al edificio de la Universidad. Nos vamos acercando al edificio, que se ve nada más salir de la parada de metro. Ingenuamente intentamos entrar en él, pero nos lo impide un policía, por lo que nos conformamos con dar un paseo por los alrededores, alejándonos lo suficiente para tomar la típica foto.

Edificio de la Universidad.

La verdad es que no me ha parecido un edificio feo, incluso me atrevería a considerarlo bonito comparándolo con el resto de hermanas que he visto, aunque solo las haya visto desde la lejanía. Aun así, solo me acercaría a la Universidad cuando hubiera visto todo lo importante de Moscú, dejándolo para los últimos días.

Zamoskvoreche: Finalizando con el centro de Moscú.
Del centro de Moscú ya solo nos quedaba por ver el barrio de Zamoskvoreche, barrio situado al sur del río Moscova y en el que únicamente íbamos a pasear por su calle principal viendo las iglesias que se agrupaban a su alrededor, ya que no teníamos previsto entrar en la Galería Tretiakov, el mayor museo de arte ruso del mundo.

Tras bajarnos, quince minutos antes de la una, en la parada de Dobryninskaya, recorremos la calle Bolshaya Ordynka viendo las distintas iglesias que se agrupan en esa calle, como la iglesia de San Nicolás de Pizzi o el convento de Santa Marta y Santa María. Al llegar al final de la calle vemos, sorprendentemente, pues lo que habíamos recorrido de calle estaba bastante muerto, que hay numerosos restaurantes, por lo que decidimos quedarnos a comer ahí. A pesar de ver un My My, parece que hay uno en cada barrio, decidimos no comer otra vez en esa cadena, para que no se diga que no tenemos variedad.

No obstante, antes de comer, decidimos dar una vuelta por la zona para ver las últimas iglesias que nos quedan por ver. Así, vemos la iglesia de la Consolación de Todas las Penas, con sus inconfundibles paredes amarillas, la iglesia de San Clemente, que encontramos sencillamente espectacular, y la iglesia más famosa del barrio, la iglesia de la Resurrección de Kadarshi, que nos defrauda porque encontramos viejas y poco conservada.


Iglesia de San Clemente.

Lo que más me gusta de la iglesia de San Clemente es que parece que está recién pintada. Como he comentado, muchas de las iglesias de Moscú son una explosión de colores, lo que hace que sean espectaculares cuando están limpias, como en el caso de la iglesia de San Clemente, que parece recién pintada, pero muy deterioradas cuando están sucias, como ocurre con la iglesia de la Resurrección de Kadarshi.

Tras dar por concluida la visita al barrio de Zamoskvoreche, comemos en uno de los restaurantes que se encuentran alrededor de la iglesia de San Clemente, haciéndolo por primera vez en uno que no fuera el My My, que por cierto se ve a la derecha de la foto anterior. Y al igual que el resto de días, la cuenta salió relativamente barata. Es verdad que me quedé con un poco de hambre, ya que el risotto que comí fue un poco escaso, pero aun así encontré que también este restaurante era bastante barato.

Teatro Bolshói: No pudo ser.
Tras comer, decidimos ir al famoso teatro Bolshói, donde teníamos pensado realizar una visita guiada por su interior. Según nos habían dicho en la taquilla el día anterior, la visita comenzaba a las cuatro de la tarde. Así, nos presentamos a las cuatro menos cinco y vemos unas cuantas personas arremolinadas cerca de la taquilla, personas que suponíamos que habrían cogido su entrada. Cuando vamos a sacar la nuestra, la empleada nos dice, con no muy buenas formas, que es imposible visitar el teatro ese día, que habría que esperar al lunes. No sé si es que hay un número determinado de entradas diarias o qué, pero nos quedamos sin ver el teatro Bolshói. Me dio bastante pena porque tenía la sensación de que me iba a gustar mucho, pero bueno, como al ir a Moscú no entraba en mis planes verlo puesto que estaba prácticamente seguro que no se podían realizar visitas al Bolshói, pues no fue demasiado traumático no poder entrar.

Estatua de Karl Marx, enfrente del teatro Bolshói.

Centro Panruso de Exposiciones: un viaje al pasado.
Son las cuatro de la tarde, así que había que improvisar dónde ir. Mis dos amigos tenían muchas ganas de ver el Centro Panruso de Exposiciones, que se encuentra a unos diez kilómetros al norte de Moscú, así que cogimos el metro y nos dirigimos allí, llegando media hora después.

Es un lugar curioso, donde los nostálgicos de la época comunista pueden rememorar aquellos años viendo algunos monumentos que evocan la vida soviética, representan los ideales comunistas o recuerdan momentos como la carrera espacial, como el Monumento a los Conquistadores del Espacio o la famosa estatua Trabajador y obrera agrícola.


Bajorrelieve del Monumento a los Conquistadores del Espacio.


Trabajador y obrera agrícola.

El Centro Panruso de Exposiciones ocupa una amplia superficie en la cual se puede pasear admirando sus jardines y fuentes, una pena que las fuentes estén apagadas al ser casi invierno, y contemplando los distintos pabellones representativos de cada una de las quince repúblicas que formaban la Unión Soviética. La verdad que es un sitio muy curioso, y en verano debe ser mucho más alegrre que en invierno, pero aun así, y al igual que el edificio de la Universidad, lo dejaría para el final. Eso sí, me ha parecido mucho más interesante este lugar que el edificio de la Univeridad.

Finalmente, tras dar un amplio paseo por la zona, a las seis menos diez decidimos volver al hostal, a donde llegamos cincuenta minutos después, con un considerable dolor de pies tras haber andado tantísimo durante el frío día.

Propaganda: Conociendo la noche moscovita.
Como era viernes y ya habíamos visto prácticamente todo lo que había que ver en Moscú decidimos darnos un descanso y salir a conocer la noche moscovita. El día anterior le habíamos preguntado al dueño del hostal qué locales nos recomendaba, y el no dudó en señalarnos Propaganda, que se encontraba a cinco minutos del hostal, yendo hacia la Plaza Roja. Como vemos que viene recomendado en la guía Top 10 de Moscú de Eyewitness, la versión inglesa de las guías de El País Aguilar, y como en la página web vemos que se podía cenar de forma asequible, pues aparecía la carta con los precios, nos dirigimos hacia allí.

Cuando llegamos, el local está lleno de gente, por lo que esperamos a que se libre alguna mesa tomando una cerveza. Las mesas donde se cenan están en la misma pista de baile, y a partir de cierta hora se quitan y se pone la música. Al igual que el resto de días, la cena resuelta barata, menos de veinte euros cada uno por dos platos para compartir entre los tres y un segundo plato para cada uno, cerveza, repitiendo incluso, en vez de agua en la bebida, y un postre enorme y exquisito para cada uno. Yo me pido de postre un tiramisú delicioso y un amigo una tarta casera de fresas con una pinta excelente.

Una vez retiradas las mesas de la pista de baile, estamos hasta la una escuchando la música y tomando dos cubatas de vodka-naranja cada uno. Y aquí nos viene la sorpresa de la noche: es verdad que los cubatas eran quizá un poco más pequeños que los que acostumbro a tomar en Bilbao y que quizá no están muy cargados, pero 3.6 € cada cubata, 140 rublos, estando a diez minutos de la Plaza Roja en un local que incluso aparece recomendado en las guías me pareció sorprendente. La verdad es que no sé dónde se mete la gente cuando va a Moscú, porque salvo la entrada al Kremlin, nada me ha parecido caro; incluso me ha sorprendido la ciudad por lo barata que era.

Gastos del día
Los gastos en comida del día fueron ligeramente menores que los de los días anteriores. Es verdad que desayunamos un poco peor, cogiendo un bollo de un puesto en un subterráneo, pero también cenamos mejor que otros días, mereciendo eso sí mucho la pena. Aparte de la comida, compramos dos bonos de 10 viajes para los viajes en metro, ya que ese día nos desplazamos bastante en metro, y el resto se fue en las copas que tomamos antes y después de cenar. Sobre todo, se notó sobre todo que no tuvimos que pagar por entrar en ningún sitio turístico.

  • Comida: 1221.67 rublos
  • Transporte: 176.67 rublos
  • Copas: 423.33 rublos
  • Total: 1821.67 rublos, 47.07 € al cambio del día anterior.

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jueves, 19 de abril de 2012

Día 2, jueves 5 de abril de 2012: Mausoleo de Lenin, catedral de San Basilio, Tverskaya, Arbatskaya y el metro.


Para nuestro segundo día en Moscú ponemos el despertador un poco más tarde que el día anterior, a las ocho y cuarto de la mañana, ya que esta vez tenemos controlada la distancia a la Plaza Roja. Además, nuestros primeros destinos de la mañana son el mausoleo de Lenin, que no abre hasta las diez, y la catedral de San Basilio, que no abre hasta las once. El tiempo era el esperado, ya que se preveía que este fuera el peor día de los cuatro que íbamos a estar en Moscú. Así, vemos el cielo completamente encapotado, pero al menos ni llueve ni nieva. Nos consuela que vamos a tener la grandísima suerte de poder ver la Plaza Roja con nieve tras verla el día anterior sin nieve, algo que supongo que no muchos turistas pueden decir, porque o la ven con nieve o la ven sin nieve.

Torre del Salvador, sin nieve, miércoles 4 de abril.

Torre del Salvador, con nieve, jueves 5 de abril.

La verdad es que ha sido muy curioso poder contemplar sobre todo la catedral de San Basilio sin nieve un día y otro día con una pequeña capa de nieve cubriendo sus bulbos.

Mausoleo de Lenin: algo único en el mundo.
A las diez y veinte, un poco más tarde de lo esperado, entramos en el mausoleo de Lenin, donde no vemos ni rastro de las monumentales colas que parece que se deben formar en verano. Alguna ventaja tenía que tener viajar con tanto frío. Y es que, sobre todo los primeros días, apenas hemos visto turistas. Aun así, la visita al mausoleo dura menos de treinta segundos viendo a Lenin, bajo la atenta mirada de varios guardias de seguridad. La visita al mausoleo me pareció algo muy curioso y eso fue lo que me gustó, que al igual que la Cisterna Basílica de Estambul o el cementerio judío de Praga es algo único, exclusivo de esa ciudad. Como nos esperamos, está lleno de guardias que custodian no solo el cuerpo de Lenin, sino que vigilan todos y cada uno de los movimientos que hacemos, incluso desde antes de entrar al mausoleo.

Mausoleo de Lenin.

La verdad es que me impresionó ver el cuerpo de Lenin, tan pequeñito, en esa urna iluminada, a apenas dos metros de nosotros. Cuando vi a Lenin tuve sensaciones contrapuestas. Por un lado me impresionó ver tan cerca el cuerpo tan bien conservado de una figura histórica. Ver a uno de los personajes más importantes de los últimos dos siglos no es algo que se haga todos los días. Sin embargo, por mucho que se niegue desde instancias oficiales, siempre te queda la duda de si será el verdadero cuerpo o es una copia de cera o algo similar. Aun así, yo prefiero pensar que he visto el cuerpo verdadero, y que he tenido a apenas dos metros el cuerpo de una persona que, para bien o para mal, según cada uno, ha sido de las más influyentes del siglo XX.

Catedral de San Basilio: mucho más bonita por fuera.
Tras salir del mausoleo de Lenin tenemos que hacer algo de tiempo ya que las entradas para la catedral de San Basilio no se venden hasta las once de la mañana. La verdad es que nos está bien empleado por no haber mirado mejor los horarios el día anterior. De esta forma, hacemos algo de tiempo sacando algunas fotos y entrando a los almacenes GUM, donde se está muy calentito.

Plaza Roja, con los almacenes GUM a la izquierda, el Mausoleo de Lenin y las murallas del Kremlin a la derecha y la catedral de San Basilio al fondo.

Finalmente, a las once de la mañana entramos en la catedral de San Basilio. Como me esperaba, no me impresiona demasiado, ya que sobre todo es un museo, como las iglesias del Kremlin. Además, a diferencia de las iglesias del Kremlin, me parece que no está tan bien conservada, ya que cuando ves los frescos, las pinturas en las paredes, que son muy coloridas, a mí al menos me dio la sensación de que estaba un poco viejo, dejado. Sin duda alguna, me gustó mucho más la catedral de San Basilio por fuera.

Tverskaya y Arbatskaya: solo me gusta la catedral de Cristo Salvador.
Una vez visto el mausoleo de Lenin y la catedral de San Basilio, nuestra siguiente parada es el barrio de Tverskaya. Tras cambiar un poco de dinero en la misma casa de cambio que el día anterior, curiosamente al mismo cambio que el día anterior, nos dirigimos hacia el teatro Bolshói, sede de la compañía de ballet más famosa del mundo. La fachada del teatro es neoclásica, y a primera vista no me impresiona en absoluto, pero según nos vamos acercando se me va haciendo cada vez más impresionante y bonito.

Teatro Bolshói.

Había oído que no se podía visitar por dentro, pero aun así entramos por si suena la flauta. Y parece que sí, ya que nos dicen en taquilla que al día siguiente a las cuatro de la tarde podríamos realizar una visita al interior del teatro.

Así pues, salgo del teatro muy contento y nos encaminamos a conocer los alrededores de la avenida Tverskaya. Tras ver la Casa de los Sindicatos, que me gusta bastante menos de lo esperado, recorremos la avenida Tverskaya hasta llegar a la Plaza Pushkin, a donde llegamos a la una menos veinte. En esa ese momento variamos el rumbo y continuamos por un nevado boulevard de Tverskoy, hasta llegar a la famosa Casa de la Amistad, cercana al inicio de la calle Arbat, la famosa calle peatonal de tiendas, corazón de la zona de Arbatskaya.

Tverskoy bul'var completamente nevado.

Una vez en la Casa de la Amistad decidimos, en vez de recorrer la calle Arbat, dirigirnos hacia la catedral de Cristo Salvador, también llamada catedral de Cristo Redentor, ya que lo importante de la calle Arbat se encontraba en el otro extremo, y preferíamos ir a la iglesia en ese momento, no siendo que por la tarde estuviera cerrada. Así, y tras ver la imponente Casa Pashkov, nos dirigimos hacia la catedral, lugar que no esperaba que me encantara demasiado debido a que había sido construida hacía apenas quince años.

Catedral de Cristo Salvador.

Sin embargo, cuando entramos me quedo gratamente sorprendido, ya que la encuentro impresionantemente bonita. Salvando las distancias, me recuerda por dentro a la basílica de San Esteban de Budapest, aunque esta última es mucho más bonita por dentro. La verdad es que podría decirse que esta iglesia ha sido de las cosas que más me han gustado de Moscú.

Además, me gusta que es más iglesia que las del Kremlin, en el sentido de que se ven fieles rezando o poniendo velas a los distintos santos. Con mucha pena debemos irnos y continuar conociendo Moscú. Dejo atrás una iglesia impresionante.

Catedral de Cristo Salvador.

Tras ver la catedral de Cristo Salvador continuamos paseando a lo largo del río Moscova, hasta llegar al novedoso y horrible, según casi todo el mundo y casi todas las guías, monumento a Pedro el Grande. La verdad es que es bastante curioso, es una estatua enorme en la que se ve a Pedro el Grande, enamorado del mar, a bordo de un barco que no guarda proporción con el tamaño de la persona. La escultura es de un color negro, por lo que tengo que admitir que, si bien tampoco me ha parecido muy horrible, no me ha gustado.

Monumento a Pedro el Grande.

Nuestro siguiente destino es la calle Arbat, a donde llegamos fácilmente dirigiéndonos hacia el Ministerio de Asuntos Exteriores, una de las Siete Hermanas de Stalin y que se encuentra en uno de los extremos de la calle Arbat, a donde llegamos a las dos y media.

Inmediatamente nos damos cuenta que es una calle muy llena de vida, con numerosos restaurantes, algunos tan conocidos como el Hard Rock, así como numerosas tiendas. Sin embargo, y al igual que con Tverskaya, no le encontramos gran atractivo, y menos estando sucia como estaba debido a la nieve. Debido a que la importancia turística de esta zona reside en la gran cantidad de casas-museo que hay, casa-museo Beli, casa-museo Pushkin... lugares en los que no vamos a entrar, apenas la recorremos durante unos minutos buscando algún restaurante. Finalmente, al igual que el día anterior, decidimos comer en un My My que se encuentra al comienzo de la calle Arbat.

Metro de Moscú: unas estaciones maravillosas.
A las cuatro de la tarde, y tras terminar de comer, decidimos que vamos a dedicar la tarde en conocer algunas de las famosas estaciones del metro de Moscú, aprovechando que hace bastante frío y está todo nublado. Así, y tras comprar cada uno por 400 rublos un típico gorro ruso en una tienda de Arbat, nos dirigimos hacia la estación de Smolenskaya, donde comenzará nuestro trayecto por el metro de Moscú.

Nuestra primera estación famosa es la estación de Kievskaya, que había leído que era de las más bonitas, y definitivamente tengo que decir que es espectacular. Creo que me ha gustado incluso más que la de Komsomólskaya, que quizá es la más famosa. Además de esas dos, conocemos entre otras la estación de Mayakovskaya, muy sobria para mi gusto, y la de Ploshchad Revolyutsii, famosa por sus numerosas estatuas. Así, durante dos horas hacemos una ruta por el metro de Moscú, conociendo las estaciones más famosas, que por lo general se agrupan en la línea circular (línea 5, marrón), y en la línea 2, verde.

Estación de Novoslobodskaya.

Estación de Komsomólskaya.

A las seis de la tarde llegamos a la Plaza Roja, y tras la segunda sesión de fotos del día, volvemos al hostal a descansar, a donde llegamos a las seis y media. Tras descansar un poco, pero sin dormir como el día anterior, salimos a cenar por los alrededores del hostal. A las once menos cuarto, y una vez cenados, llegamos al hostal, donde veríamos el partido que enfrentaba al Athletic Club y el Schalke 04. A la una de la mañana, una vez acabado el partido, y con la alegría de haber llegado a semifinales 35 años después, caemos rendidos en la cama.

Catedral de San Basilio, con el monumento a Minim y Pozharki en primer plano.

Gastos del día
Los gastos del día fueron similares a los del día anterior, ya que si bien los gastos en lugares turísticos fueron menores, hay que recordar que el Kremlin fue muy caro, compramos unos típicos gorros rusos en la calle de souvenirs más famosa de la ciudad y compramos un bono de diez viajes para el metro. Por otro lado, el precio gastado en comida fue muy similar al del día anterior.

  • Comida: 1483.33 rublos
  • Visita catedral de San Basilio: 290 rublos
  • Transporte: 88.33 rublos
  • Souvenirs: 433.33 rublos
  • Varios: 71.33 rublos
  • Total: 2366.33 rublos, 61.15 € al cambio de ese día.

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miércoles, 18 de abril de 2012

Día 1, miércoles 4 de abril de 2012: Kremlin y Plaza Roja

Comienza nuestro primer día en Moscú, así que ponemos el despertador a las ocho de la mañana, y a las nueve menos diez ya estamos en la calle. En el cielo apenas se vislumbra nube alguna, por lo que se puede decir que de momento el tiempo nos acompaña, siendo mejor de lo esperado en un principio.

Primer paseo por la Plaza Roja.
Nuestro primer objetivo del día es cambiar euros por rublos, algo que no conseguimos hasta pasadas las nueve y media de la mañana. Mientras buscamos una casa de cambio llegamos, minutos antes de las nueve y cuarto, a la Plaza Roja, que contemplamos sin apenas turistas. La verdad es que es una gozada contemplar la Plaza Roja sin turistas y sin ninguna nube en el cielo. Pasear por la Plaza Roja, con buen tiempo y sin turistas, ha sido desde luego el momento más emocionante del viaje y uno de los más bonitos de mi vida como turista.

Plaza Roja, con el museo de Historia al fondo y el mausoleo de Lenin junto con las murallas del Kremlin a la izquierda.

Tras las fotos de rigor con la catedral de San Basilio y el museo de Historia, continuamos en nuestra búsqueda de una casa de cambio. Al final, sobre las nueve y media de la mañana conseguimos cambiar dinero con una conversión de 38.70 rublos por cada euro.


Jardines de Alejandro, a la entrada del Kremlin, completamente nevados, a pesar del buen tiempo que hacía.

Kremlin: un museo curioso y unas iglesias únicas.
Tras desayunar en una cafetería en la calle Tverskaya, nos dirigimos al Kremlin, con el objetivo de conocer este archiconocido lugar de Moscú. Tras pagar la desorbitante cantidad de 1050 rublos, 700 rublos por la Armería y 350 por las iglesias-museo del Kremlin, después de haber pagado 40 rublos por guardar la mochila en consigna, entramos en el Kremlin. Iniciamos nuestra visita en la Armería, un museo donde podemos contemplar parte de la riqueza acumulada por los zares, destacando los huevos de Fabergé. Además, se puede contemplar una sala con vestidos típicos de los zares que personalmente no me llaman mucho, y que me recuerdan a los que vimos en el palacio de Topkapi, y una sala llena de carrozas antiguas que impresionan por su belleza. La verdad es que las carrozas eran espectaculares, de lo mejor que he visto en Moscú. En la Armería pasamos más de una hora, ya que seguimos con atención las explicaciones en castellano de la audioguía, algo sorprendente en mí, ya que no lo suelo hacer.

Gran Palacio del Kremlin.

Minutos después de las doce salimos de la Armería y nos dirigimos hacia la Plaza de la Catedral, para ver las distintas iglesias-museos que hay. Así, entramos entre otras en la catedral de la Asunción, la catedral de la Anunciación o el campanario de Iván el Grande. Además, vemos la campana del zar y el cañón del zar, que son, respectivamente, la campana y el cañón más grandes del mundo. Todo ello sin ninguna nube en el cielo, lo cual es muy de agradecer.

Catedral de la Asunción y catedral de la Anunciación.

Dentro de las iglesias nos parece muy curioso que no se vean bancos para que se sienten los fieles, pero parece ser que así son la mayoría de iglesias ortodoxas. Por otra parte, las iglesias son más pequeñas que las que nos tienen acostumbradas las ciudades europeas. Aun así, las encontramos excesivamente bonitas, ya que se ve que están muy bien cuidadas: por fuera están muy limpias, difícil con esas paredes tan blancas, y con los bulbos muy relucientes, mientras que por dentro los frescos parecen recién pintados. Así, esta zona ha sido sin duda uno de los lugares que más me han gustado de Moscú.

Cañón del zar, el cañón más grande del mundo.

Finalmente, a las dos de la tarde salimos del Kremlin en busca de un sitio para comer. Nuestra primera opción es un restaurante de la cadena My My que se encuentra cerca del edificio de la KGB. Había leído que era una cadena de restaurantes relativamente barata donde podías comer bien y, donde realizabas un circuito señalando los primeros platos, segundos platos y el postre que querías, por lo que al menos sabías qué ibas a comer.

Edificio de la KGB, hoy sede del FSB, Servicio Federal de Seguridad.

Tras pasar un rato buscándolo, por fin lo encontramos y comemos ahí. Comemos bastante bien, lo suficiente para reponer fuerzas, y todo por apenas 12 €, lo que está muy bien. Tras comer y reposar un rato, salimos minutos antes de las cuatro en dirección a la Plaza Roja, con el objetivo de ver por dentro la catedral de San Basilio, que cierra a las cinco. Como tenemos mucho tiempo, vamos tranquilos e incluso hacemos sesión de fotos en la Plaza Roja. Sin embargo, cuando llegamos a la catedral de San Basilio, a las cuatro y media, vemos que las entradas se venden hasta cuarenta y cinco minutos antes del cierre, por lo que no podemos entrar ese día. Un pequeño error de planificación que nos obliga a improvisar. Al menos, y como se puede ver, el día nos ha ido acompañando y apenas hemos visto nube alguna en el cielo.

Catedral de San Basilio.

Al no poder ver la catedral de San Basilio decidimos recorrer los alrededores de la Plaza Roja. Así, recorremos la calle Varvarka observando sus iglesias y buscamos sin éxito la iglesia de la Trinidad de Nikitniki, ya que la calle en la que se supone que debería estar estaba cortada a los peatones debido a que había algún edifico policial o ministerial. La verdad es que esa zona de los alrededores de la Plaza Roja, al igual que otros barrios de Moscú, no me ha llamado en absoluto.

Así pues, tras conocer los alrededores de la Plaza Roja decidimos finalizar el día con una visita a los almacenes GUM, que ocupan uno de los lados de la Plaza Roja, y que son el símbolo de la entrada del capitalismo en Rusia. No deja de ser curioso que, en plena Plaza Roja, antiguo bastión del comunismo, haya unos almacenes de lujo que sean la propia esencia del capitalismo.

Exterior de los almacenes GUM.

La verdad es que los almacenes por dentro son muy bonitos, con sus calles, fuentes, árboles... y merece la pena pasear un rato por ellos. Creo que hicimos bien al dejarlo para el final del día, cuando menos luz hay, ya que los puedes ver igual de bien a última hora del día, mientras que otras cosas no. Tras pasear un rato por los almacenes, damos por finalizado el primer día en Moscú y nos dirigimos hacia el hostal a descansar un rato, a donde llegamos a las cinco y media.

Interior de los almacenes GUM.

Cena y última sesión de fotos
Al llegar al hostal echamos una siesta de dos horas, despertándonos sobre las ocho de la tarde. Y es que tenemos mucho cansancio acumulado del día anterior: habíamos estado muchas horas despiertos, y tras dormir apenas siete horas habíamos andado sin parar durante horas. Así, tras cenar en un restaurante que se encuentra cerca del hostal, y que encontramos igual de barato que el My My, nos dirigimos hacia la Plaza Roja, a donde llegamos a las diez y veinte, para hacer la primera sesión de fotos nocturnas. Como habíamos supuesto, la Plaza Roja de noche es preciosa, con la catedral de San Basilio iluminada coronándola. Así pues, la sesión de fotos no se hace esperar. Tras más de media hora haciendo fotos, minutos antes de las once nos dirigimos hacia el hostal, a donde llegamos a las once y cuarto. El primer día de visita en Moscú ha terminado.

Plaza Roja de noche, con la Torre del Salvador a la derecha.

Gastos del día
El día de hoy apenas ha tenido de excepcional la vista al Kremlin, que ha sido excesivamente cara para mi gusto, 1050 rublos, o lo que es lo mismo, casi 30 €. Aparte de eso, los únicos gastos del día han sido prácticamente en las comidas, constatando que la ciudad es más barata de lo que pensábamos, pues comida y cena nos ha salido por 12 € cada una a cada uno de nosotros.

  • Visita Kremlin: 1090 rublos
  • Comida: 1086.83 rublos
  • Varios: 16.67 rublos
  • Total: 2193.50 rublos, 56.68 € al cambio de ese día.

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martes, 17 de abril de 2012

Día de llegada, martes 3 de abril de 2012: Huelga de controladores

Por fin llega el día en el que comienza el primer viaje largo del año: Moscú. Desde luego, no imaginábamos que el primer día de vacaciones iba a ser tan accidentado.

Huelga de controladores aéreos franceses.
Como el avión salía a las 6:45 (nos habían avisado unas semanas antes de que el vuelo se adelantaba cinco minutos), pongo el despertador dos horas antes, y a las seis menos cuarto me encuentro con mis dos amigos en el aeropuerto. Cuando nos dirigimos al mostrador de facturación de Brussels Airlines, "¡¡qué suerte, está vacío!!", pensaba, nos dicen que tenemos que ir a otro mostrador, lleno de gente, ya que hay una huelga de controladores aéreos en Francia y nuestro avión no puede despegar. La verdad es que tras la mala suerte que había tenido con los precios de los vuelos para Moscú y Berlín, mi siguiente destino, pensaba que ya nada podría ser peor, pero estaba visto que me equivoqué.

Así, nos dirigimos al mostrador en cuestión y mientras esperamos vemos cómo despega nuestro vuelo a Bruselas. Estupefactos, preguntamos a una empleada de Brussels Airlines por qué no hemos ido con el avión, respondiéndonos que como este ha despegado tarde no nos daba tiempo a coger el enlace a Moscú. Incluso nos llaman por megafonía para que embarquemos, bueno, a mí no, solo a mis dos amigos, parece ser que se olvidaron de mí... Fue bastante curioso, además no sabía que te podían llamar por megafonía si no habías embarcado las maletas.

Finalmente, tras más de dos horas de espera, a las ocho nos dan una solución para nuestro vuelo de ida: ahora volaríamos con Lufthansa; nuestro primer vuelo saldría de Bilbao a las 14:25 y llegaría a Fráncfort a las 16:35, y poco más de una hora después, a las 17:40, despegaría un segundo avión dirección Moscú, donde llegaría a las 22:50 hora rusa, siete horas después de lo previsto. Al menos esa tarde no teníamos previsto más que tomar un pequeño contacto con la ciudad y cenar.

Así que sin quejarme mucho e intentando pensar que habría gente en peor situación que nosotros (veo a una pobre chica que llora de forma tan desconsolada que me hace pensar que si se hiciera un diccionario de imágenes seguramente su cara aparecería junto a la palabra "desesperación") nos volvemos a Bilbao, ya que quedan todavía más de seis horas para que salga el vuelo, y no tenía sentido estar esperando en el aeropuerto.

Llegada de nuevo a Loiu.
Tras matar la mañana, regresamos otra vez al aeropuerto de Loiu. Cuando llego, veo en las pantallas de información que nuestro vuelo tiene previsto un retraso en la salida de 16 minutos. Apurado por no poder coger la escala de Fráncfort, pregunto por esa posibilidad en los mostradores de Lufthansa, donde me tranquilizan asegurándome que no habrá problema en coger el enlace a Moscú. Finalmente, a las 15:25, y con una hora de retraso sobre lo previsto, salimos dirección Fráncfort. Es decir, salimos de Bilbao dos horas después de la hora prevista de llegada a Moscú. Al menos salimos, así que ni se nos ocurre quejarnos.

El avión llega a Fráncfort a las 17:30, apenas diez minutos antes de la salida a Moscú, pero durante el viaje nos tranquiliza una azafata asegurándonos que el avión que salía de Bilbao, es decir, en el que íbamos, era el mismo que volaría hasta Moscú, momento en el que nos relajamos completamente, ya que entonces sin nosotros no se va a ir. Así, a las 18:35, con casi una hora de retraso, despegamos dirección Moscú, a donde llegamos a las 23:25 hora rusa, es decir, siete horas y media más tarde de lo previsto cuando llegamos al aeropuerto esa mañana.

Al menos, el viaje se me hace bastante agradable gracias aéreaa la compañía, en la que no había viajado nunca, y de la que no tengo más que buenas palabras por el trato ofrecido. Así, además de proveernos con una almohada y una manta para el viaje de Fráncfort a Moscú, nos dan de cenar y, al igual que en el primer viaje, nos ofrecen bebida repetidas veces.

Almohada cortesía de Lufthansa.

Una vez en Domodedovo, el aeropuerto de Moscú al que llegamos, decidimos coger un taxi para ir al hostal, ya que el último tren que salía dirección Moscú, el Aeroexpress, lo hace a las doce de la noche, y entre que pasábamos el control de pasaportes, salían las maletas, cambiábamos dinero y encontrábamos la estación íbamos a andar con el tiempo justo, amén de que llegaríamos a la estación de tren a la una menos cuarto de la madrugada y luego tendríamos que ir, sin conocer Moscú, de noche y con las maletas, andando hasta el hostal.

Así pues, cogemos un taxi que en vez de costarnos los aproximadamente 1800 rublos que decía la información del hostal, nos costó los más 4000 rublos que marcó el taxímetro, que al cambio de 39 euros por rublo que nos hizo el taxista, bastante bueno para nososotros, por cierto, nos salió por 107 €, dinero que vamos a reclamar con pocas esperanzas a quien corresponda, ya que de no haber habido huelga de controladores habríamos llegado siete horas y media antes y habríamos ido a Moscú en tren, transporte mucho más barato. Además, el taxi no era mucho más rápido que el tren, como comprobamos al aparecer en el hostal casi a la una de la madrugada.

Lo único bueno del viaje en taxi fue que al menos pudimos vislumbrar durante unos pocos segundos el Kremlin y la Plaza de Roja, coronada por la catedral de San Basilio, completamente iluminados, lo cual nos pareció una imagen preciosa, la más bonita que podíamos tener
Estábamos en Moscú.

Catedral de San Basilio.

Gastos del día
Este día no pensábamos realizar grandes gastos, únicamente el tren que nos llevara a Moscú, que costaría unos ocho euros, y lo que costara la cena. Al final, debido a la huelga de controladores aéreos cenamos en el avión lo que nos ofreció la compañía, además de un bocadillo traído de casa que cenamos en Fráncfort. A cambio, tuvimos que pagar 107 € por el taxi, lo que corresponde a 35.67 € por persona.


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