domingo, 5 de enero de 2014

Italia: conclusiones

Tras muchos años deseándolo, por fin visité Italia, el país del mundo que más ganas tenía de conocer. Y hay que decir que el viaje ha sido perfecto: me ha gustado todo, absolutamente todo. Tanto Florencia como Roma y Venecia me han encantado, y, al igual que me ocurre con el triángulo de Praga, Viena y Budapest, no puedo decidir cuál es la ciudad que más me ha gustado. Las tres me han encantado por igual y me niego a tener que decidir cuál es la que menos me ha gustado. Tenía mucho miedo de que tras tanto tiempo esperando ir a Italia, hubiera puesto tan altas mis expectativas que al final me acabara defraudando el viaje. Pero en absoluto.

Además, en el viaje nos ha acompañado el tiempo, ya que salvo el último día y medio en Venecia (más bien la última tarde y la mañana del último día), donde se nubló un poco, nos era imposible encontrar ninguna nube cada vez que mirábamos el cielo. Es verdad que en ocasiones hacía demasiado calor y se hacía algo duro pasear por las ciudades, pero prefiero eso a que esté un poco nublado. Cuando echas la vista atrás y ves las fotos, con el cielo completamente azul... no tiene precio.

Quizá lo único que me ha decepcionado un poco del viaje ha sido la comida, ya que esperaba comer bastante mejor de lo que he comido. Quizá ha sido mala suerte a la hora de elegir los restaurantes, pero la verdad era que esperaba que las pastas y las pizzas estuvieran más ricas, y aunque es verdad que ha habido restaurantes en los que hemos comido genial, creo que ha habido más restaurantes italianos de los que he salido más disgustado que contento.

Florencia: ¿hay alguna cosa fea?
Florencia, la primera de las tres ciudades que vi, me encantó desde el primer momento. Y es que, tener el hotel a apenas cien metros de la catedral de Florencia y ver la cúpula más famosa del mundo cuando estás entrando en el hotel con las maletas, recién aterrizado en la ciudad, recién iniciado el viaje, no tiene precio.

Sin duda alguna, lo que más me ha gustado de la ciudad ha sido la Piazza della Signoria, en la cual no podía dejar de hacer fotos a todas partes, seguido de la fachada (que no su interior, pues era muy sosa por dentro) de la catedral de Florencia, la cual me ha parecido espectacular. También me gustaron bastante las vistas que se tenían de la ciudad desde la Piazza Michelangelo, de las cuales tenemos unas fotos preciosas, así como el Ponte Vecchio, habiéndome quedado con la espina de no haber podido ver un atardecer sobre el Ponte Vecchio.

Otra de las cosas que más me han gustado de Florencia ha sido la posibilidad de poder realizar una excursión en el día para poder ver distintas ciudades y pueblecitos de la Toscana. Así, la excursión que hicimos para ver Pisa, Siena y San Gimigniano fue preciosa. El entrar en la plaza de los Milagros y ver la torre de Pisa, ese edifico que conoces desde pequeño y que hasta ese momento te has tenido que conformar con verlo por televisión, no tiene precio. Tanto Pisa como Siena, su catedral es espectacular, impresionante, seguramente la más bonita que haya visto jamás, me encantaron, y de San Gimigniano solo puedo decir que lo poco que vi, pues estuvimos apenas un par de horas, me gustó, aunque era distinto; no tenía edificios espectaculares como Siena o Pisa, sino que su belleza radicaba en ir paseando por ese pueblo medieval viendo sus torres. Además, en San Gimigniano pude probar uno de los mejores helados que he tomado nunca, curiosamente de yogur, yo que siempre tomo helado de chocolate. Tras probar ese helado, la práctica mayoría de los helados que probé en Italia fueron de yogur.

La verdad es que estoy muy contento de la visita que hicimos a la Toscana, pues creo que fue muy completa. Gracias a la Firenze Card, por 50 € pudimos ver todo lo que quisimos de Florencia, entrando en dos de los museos más importantes del mundo y visitando prácticamente todas las iglesias que quisimos de la ciudad. Por ese precio, vimos todo lo que quisimos y apenas dejamos sin ver algún que otro museo de menor importancia. Además, preparamos la visita a Florencia de forma que pudimos visitar muchos lugares con poca gente, como el David de Miguel Ángel, que lo vimos con apenas cuatro personas, y en otros lugares tuvimos la suerte de no encontrar cola, como en la Galería de los Uffizzi.

Por otro lado, en Pisa gastamos 25 € en subir a la torre de Pisa, que costaba 18 €, y en visitar el Baptisterio y el Camposanto, y ese dinero sí que creo que no estuvo muy bien invertido. Puedo pasar la subida a la torre, que aunque me parecía muy cara y no creía que las vistas merecieran la pena, podía entender que ya que estabas en Pisa había que subir a la torre; pero el Baptisterio y el Camposanto no merecieron en absoluto la pena. En cuanto a Siena, los siete euros que gastamos en la catedral merecieron mucho la pena, pues es posible que la catedral de Florencia sea la más bonita que haya visto en mi vida. Es verdad que en su momento me quedé con pena de no subir al Facciatone, pero echando al vista atrás creo que hubiera pagado cinco euros para sacar una foto que seguramente luego no me hubiera fijado en ella.

Por poner una única pega al viaje, quizá me habría gustado haber tenido un día más para hacer otra excursión por la Toscana y haber visitado ciudades como Lucca o Volterra (que por otra parte, creo que me habrían gustado lo mismo que San Gimigniano, es decir, muchísimo menos que Pisa y Siena), ya que si bien el día de la excursión vimos todo lo que quisimos ver, sin ninguna prisa, sí es verdad que teníamos un ojo puesto en el reloj para no demorarnos demasiado.

Pero en fin, solo puedo decir que Florencia me ha encantado, al igual que Pisa y Siena, donde he podido ver un monumento que conocía desde pequeño, y la que seguramente sea la catedral más bonita que haya visto nunca. Sin duda, fue una manera espectacular de comenzar el viaje.

Roma: no pensé que me fuera a gustar tanto.
Al igual que Florencia, Roma me ha encantado. Además, hemos tenido la inmensa suerte de que nos ha hecho muy buen tiempo todos los días, en ocasiones incluso excesivo calor, y únicamente se nubló el cielo cuando ya nos dirigíamos a la estación de tren para irnos a Venecia.

Tenía mucho miedo de que Roma no me gustara. Tras tanto tiempo deseando conocer la ciudad, tenía miedo de tenerla en un pedestal muy alto y que luego fuera una decepción, sobre todo tras haber oído comentarios de gente a la que no le había gustado especialmente la ciudad. Pero para nada: la ciudad me encantó, y disfruté todos y cada uno de los días que estuve en ella. Disfruté con sus iglesias, con sus ruinas, con sus fuentes... no sabría decir qué es lo que más me gustó. ¿Me gustó más el Coliseo o el Vaticano? ¿La fontana di Trevi o el Panteón? No me puedo quedar con nada: me gustó todo, absolutamente todo, al igual que en Florencia.

La visita de Roma fue perfecta; cada día conocía un monumento nuevo. Un día era la fontana di Trevi, al día siguiente el Coliseo, al siguiente el Vaticano... cada día conocía una maravilla nueva. Y, al igual que en Florencia, creo que hicimos una visita bastante completa de la ciudad. No tan completa como en Florencia, porque hubo varios lugares que no entramos debido al excesivo precio de la entrada, pero a cambio visitamos todos los lugares importantes exteriores: no hubo plaza, fuente o iglesia importante que no visitáramos.

Y eso fue lo único que no me gustó de Roma, que no había una tarjeta turística asequible como en Florencia, por lo cual solo pagamos por entrar en aquello que era absolutamente imprescindible: el Foro y el Coliso y los Museos Vaticanos. No me quedo con pena de lo que no he visto, pero seguramente sí hubiera pagado veinte euros más por una tarjeta que me hubiera permitido visitar los Mercados de Trajano, los Museos Capitalinos, el Ara Pacis...

Por otra parte, si en Florencia comimos mal o regular, con la brillante excepción del restaurante que conocíamos y donde comimos bastante bien, aunque eso sí, prácticamente solos en el restaurante, en Roma comimos bastante bien varias veces, sobre todo en los restaurantes cercanos a Campo di Fiori. También cenamos bien, aunque un poco agobiados, en el Trastevere, y me quedé con pena de no haber ido alguna noche antes, ya que creo que ahí habría cenado muy bien siempre. Pero claro, en el Trastevere no había ningún monumento importante para fotografiar de noche y lo dejé para el final... A cambio me vuelvo con muchas fotos nocturnas muy bonitas.

Venecia: las vistas del Gran Canal y sus paseos.
A diferencia de Florencia y Roma, donde visitamos muchísimos lugares, me he quedado con la sensación de que Venecia es una ciudad más de pasear tranquilamente, viendo los canales y la laguna, que de visitar museos, iglesias... Así, lo que más me ha gustado de Venecia, y seguramente de todo el viaje, haya sido la vista que se tenía del Gran Canal desde el puente de Rialto. Me pareció espectacular; impresionante. No es que Venecia me haya gustado más que Roma o que Florencia. Si tuviera que hacer un top diez de lo que más me ha gustado, incluiría muchas cosas de Florencia y de Roma, y pocas de Venecia, pero la primera sería las vistas del Gran Canal desde el puente de Rialto.

A donde quiero llegar es que si me preguntaran qué visitar en Florencia o en Roma, sacaría una lista con museos, iglesias, plazas... mientra sque si me preguntaran qué visitar en Venecia quizá sacaría más una lista con las zonas más bonitas por las que pasear. Es verdad que venecia tiene museos, pero si bien los museos de Florencia y Roma albergan algunas de las obras más importantes del mundo (el David de Miguel Ángel, la Galería de los Uffizzi con su Nacimiento de Venus, o la Capilla Sixtina de los Museos Vaticanos), los museos de Venecia quizá están más enfocados, desde mi punto de vista, para gente más entendida en arte, y no gente como nosotros que, cuando entramos en un museo, es por norma general para ver una obra muy conocida por el público general. Por otro lado, es verdad que Venecia tiene muchas iglesias, pero, salvo la fachada de un puñado de ellas, como la preciosa Santa Maria della Salute, la belleza de las iglesias de Florencia y sobre todo de Roma es mucho mayor. Esto hizo que, como he comentado, en Venecia me daba a veces la sensación de que no veía nada y que solo paseaba.

Como he dicho, en Venecia vi lo que más me gustó de todo el viaje, las vistas del Gran Canal desde el puente de Rialto, pero también vi lo que menos me ha gustado del viaje; el Palacio Ducal, cuya visita nos resultó bastante infumable. Prácticamente la única visita que hice en Venecia me disgustó profundamente. Aparte del Palacio Ducal, apenas visitamos la Basílica de San Marco, la cual me gustó bastante, ya que es bastante diferente de lo que te encuentras en otras ciudades.

Por otro lado, la visita que hicimos a las islas de Burano y Murano me resultó sin más. Burano es bonita, y hay que verla, pero Murano solo se la recomendaría a quien visita por primera vez Venecia. Una vez vista, no estuvimos más de una hora, no tengo intención de volver a verla la próxima vez que visite la ciudad. La isla de Torcello la descartamos porque parecía que iba a comenzar a llover y porque desde la laguna nos dio la sensación de que la única iglesia de la isla estaba tapada por andamios.

Así como en Florencia y Roma me voy con la sensación de haber realizado una visita muy completa, no tengo la misma sensación de haber hecho lo mismo en Venecia, aunque como comento, cuando miro la guía no veo que me falten cosas por ver, al menos de las que me interesen. Esto hace que, si tuviera un fin de semana libre, visitaría una ciudad como Florencia y Roma si tuviera ganas de madrugar y patearme la ciudad viendo cosas, mientras que visitaría Venecia si quisiera tener un fin de semana más ligero, no de quedarme en el hotel, pero sí de poder salir tranquilamente a las once, sin prisas, porque, como he dicho, aunque las iglesias, museos y demás no me han cautivado demasiado, los paseos por los canales me han parecido espectaculares.

Gastos
Este viaje ha sido en el que más hemos gastado, ya que además de ser el más largo de todos los que hemos hecho hasta ahora, hemos gastado en alojamiento bastante más de lo que estamos acostumbrados, puesto que los hoteles de Italia eran bastante más caros que los del resto de Europa. Por otra parte, conseguimos reducir algo de dinero en comida, porque desde el viaje a París hemos decidido que salvo excepciones comamos hamburguesas y comidas así y que luego la cena sea algo más elaborado.

Así, en la siguiente tabla se puede ver el desglose de lo que hemos gastado, por persona:

Concepto Importe (€)
Avión 231.92 €
Alojamiento 438.25 €
Comida 266.74 €
Turismo 146.50 €
Transporte 137.04 €
Varios 110.16 €
Total 1330.61 €
Desglose del gasto por persona.

Como comenté al principio, el vuelo nos costó unos 70 € más caro de lo esperado en un principio, y es que el precio del vuelo se disparó de la noche a la mañana, tras haber estado estable durante meses. Por otro lado, el gasto en hoteles fue bastante elevado, llegando hasta casi los 450 €, llevándose el apartamento de Roma la mitad del presupuesto, pues costó 220 €, mientras que el hotel de Florencia costó 138 € y el de Venecia 80.25 €, teniendo en cuenta en todos los cuatro euros por noche y persona que había que pagar de tasa. A cambio, conseguimos reducir un poco el gasto en las comidas, ya que fuimos capaces de comer por una media de veinte euros diarios, lo cual no está del todo mal teniendo en cuenta que hubo días que nos permitimos ciertos "lujos" como ir al Hard-Rock Café.

Por otro lado, el gasto realizado en turismo lo teníamos prácticamente pagado antes de ir a Italia, pues reservamos previamente la tarjeta de Florencia, las entradas de Pisa y de los Museos Vaticanos y los Itinerarios Secretos. El gasto en turismo me pareció algo elevado, y he tenido la sensación de que en Italia el precio de las entradas se dispara respecto a otros monumentos. No puedo entender que los Museos Vaticanos cuesten casi el doble que el Museo del Louvre, o que la Firenze Card, por muy chollo que sea, costara el doble que una tarjeta similar de París (nosotros tuvimos suerte y solo pagamos 50 €, cuando semanas después subió a 72 €).

ConceptoImporte (€)
Firenze Card50.00 €
Visitas a Pisa25.00 €
Catedral de Siena7.00 €
Museos Vaticanos20.00 €
Cúpula de San Pedro7.00 €
Foro y Coliseo12.00 €
Itinerarios Secretos14.50 €
Rolling Venice Card4.00 €
Chorus Pass7.00 €
Desglose del gasto por persona en turismo.

Como se puede ver, el gasto en Florencia se llevó más de la mitad del presupuesto en turismo.

En cuanto al transporte, el gasto no fue demasiado caro para el uso que le dimos, como se puede ver en la siguiente tabla:

ConceptoImporte (€)
Tren Florencia - Roma19.00 €
Tren Roma - Venecia39.00 €
Trenes Bélgica13.00 €
Autobús aeropuerto Florencia6.00 €
Coche de alquiler33.04 €
Metro/Autobús Roma9.00 €
Vaporetto18.00 €
Desglose del gasto por persona en transporte.

Los dos viajes en tren se llevaron el 40 % del presupuesto del transporte, mientras que el alquiler del coche (que resultó ser más barato de lo esperado puesto que no tuvimos que pagar nada por dejar el coche en el parking por la noche) se llevó la cuarta parte. En Roma apenas gastamos dinero en autobús o metro, en claro contraste con París, que pagábamos casi más de cinco euros diarios, mientras que los 18 € del vaporetto, aunque caro, fue una ganga comparado con los seis euros que costaba cada viaje individual.

Por último, los gastos varios reúnen los pequeños gastos que se hacen durante un viaje, incorporando además los gastos de gasolina del coche de alquiler y el de la góndola en Venecia.

Resumen: un viaje perfecto.
El viaje ha Italia ha sido como esperaba: perfecto en todos los sentidos. Todo lo que he visto me ha encantado, el tiempo nos ha acompañado, y la compañía ha sido perfecta. Con este viaje se cierra un ciclo de viajes por Europa. Ahora, China está en el horizonte. Un viaje distinto, nuevo, apasionante. El primero de muchos. Siempre juntos.


lunes, 30 de diciembre de 2013

Día de salida, miércoles 11 de septiembre de 2013: paseo final por Venecia.

Como todo en la vida, todo se acaba, y nuestras vacaciones no iban a ser menos. Con mucha pena nos despertamos el último día de nuestras vacaciones poco después de las ocho de la mañana, y observamos que el tiempo va acorde con nuestros sentimientos, puesto que el cielo se ve bastante encapotado, y aunque no llueve sí nos anuncia que deberemos estar todo el día pendiente del paraguas. Tras desayunar en el hotel y dejar las maletas en recepción, salimos del hotel dos horas después de habernos despertado, y cogemos el vaporetto rumbo a descubrir las últimas partes de Venecia que no conocemos.

Gueto judío, museo Guggenheim y Santissimo Redentore
Lo primero que hacemos es dirigirnos hacia el famoso gueto judío, el que es considerado el primer gueto judío del mundo, a donde llegamos a las diez y media de la mañana. La verdad es que tampoco es algo demasiado interesante más allá de la curiosidad histórica de ser el primer gueto del mundo, puesto que no es más que una plaza donde el pasado judío apenas se aprecia en unas placas recordatorias del Holocausto y en los pocos judíos que se ven en la plaza.

Tras ver el gueto judío, decidimos coger un vaporetto y ver la parte del Dorsoduro que todavía no hemos conocido. Así, nos dirigimos hacia el puente de la Academia, que todavía no habíamos tenido de ver con tranquilidad, y desde el cual sacamos unas bonitas fotos del Gran Canal, ensombrecidas únicamente por las nubes que cubren todo el cielo veneciano. Tras hacer las fotos, decidimos dirigirnos hacia el museo Guggenheim, en el cual entramos gratuitamente y saltándonos la cola, gracias a que somos amigos del museo Guggenheim de Bilbao. Aunque suene mal decirlo, básicamente entramos en el museo para poder ir al baño, ya que no entraba en nuestros planes el visitarlo. Pero una vez dentro, decidimos dedicarle unos cuantos minutos a recorrerlo y ver las obras de arte de algunos de los pintores más importantes del siglo XX, como Joan Miró. La verdad es que lo poco que veo nos gusta muchísimo, siendo bastante relajante el pasear por el museo admirando las obras. También aprovechamos para salir a la famosa terraza del museo, desde el cual se tiene otra perspectiva del Gran Canal.

Vistas desde la terraza del museo Guggenheim.

Tras ver el museo Guggenheim, nos dirigimos hacia la cercana iglesia del Santissimo Redentore, que hasta entonces solo habíamos visto desde el otro lado del canal. La verdad es que por dentro no es nada espectacular, más allá de su planta octogonal. Desde luego, ni comparación con lo bonita que es por fuera, situada a los pies del canal. Aprovechamos también para ver la Punta della Dogana, desde la cual sacamos muchas fotos de todo lo que se puede ver desde ahí. Una pena que el cielo esté ya completamente encapotado.

Tras ver todo ello, damos por completada la visita a Venecia, y cogemos otro vaporetto para dirigirnos a la plaza de San Marco, a donde llegamos minutos después de la una menos cuarto, y donde hacemos las últimas fotos del viaje. Finalmente, decidimos comer cerca del hotel, por lo que cogemos un vaporetto que nos lleva al hotel, y tras dar unas pocas vueltas, nos decidimos por un restaurante donde comemos un plato de carne y otro de pescado, siendo el primer día que comemos algo que no sea pasta o pizza en un sitio que no sea una hamburguesería. Aunque la comida no está mal, la cantidad que nos sirven es bastante escasa.

Tras comer, nos dirigimos al hotel, donde cogemos las maletas, y nos dirigimos hacia la cercana estación de autobuses, donde cogemos un autobús que sale a las tres y media y donde, oh milagro, gracias al bono de 72 horas del vaporetto, no tenemos que pagar nada por ir al aeropuerto, a donde llegamos cuarenta minutos después. En el aeropuerto hacemos algo de tiempo hasta que sale nuestro avión, minutos antes de las seis y media, llegando a Bruselas poco después de las ocho. En el aeropuerto de Bruselas nos encontramos con una amiga que se casa ese fin de semana y que va a Bilbao a realizar los últimos preparativos de la boda. Finalmente, minutos antes de las nueve menos cinco, despega el último avión de nuestro viaje, dejándonos en Bilbao a las diez y media, veinte minutos antes de la hora prevista.

Finalizan mis vacaciones. Han sido casi dos semanas apasionantes, donde he visto algunas de las ciudades que más ganas tenía de conocer, y donde el viaje, salvo el tiempo de los dos últimos días, ha sido todo lo perfecto que podría esperarse.

Gastos del día
El último día de nuestras vacaciones fue uno de los que menos gastamos, ya que aparte de una comida, hicimos poco más que pasear por las calles de Venecia, comprando únicamente un poco de pasta para comerla en casa. Así, los gastos del día fueron los siguientes:
  • Comida: 16.50 €
  • Souvenirs: 3.80 €
  • Varios: 3.30 €
  • Total: 23.60 € por persona

viernes, 27 de diciembre de 2013

Día 10, martes 10 de septiembre de 2013; San Giorgio Maggiore, Castello, Canareggio, Burano y Murano.

Amanece nuestro último día completo en Venecia, y ponemos el despertador a las ocho de la mañana ya que todavía nos queda por ver parte de la ciudad y tenemos que visitar las islas. Nos queda un día largo por delante. Pero afortunadamente podremos desayunar bien fuerte, porque hoy es el primero de los dos días en los que desayunamos en el hotel, gracias al bono de Navidad que nos tocó el año pasado.

En un principio teníamos pensado dedicar la mañana a visitar las islas y la tarde a la zona de Canareggio y Castello, los dos barrios de Venecia que nos quedan por conocer. Sin embargo, decidimos invertir los destinos, ya que parece que por la mañana va a hacer buen tiempo y por la tarde va a nublarse, y preferimos ver la zona de Venecia con buen tiempo que las islas.

Así, minutos antes de las diez menos cuarto salimos del hotel y cogemos el primer vaporetto dirección San Marco, aunque nos bajamos en la parada del puente de Rialto para repetir las mismas fotos del día anterior, ya que nos encanta las vistas que se tienen desde ahí. Seguramente, la vista del Gran Canal desde el puente de Rialto ha sido lo que más me ha gustado de viaje. Tras unas pocos fotos, nos dirigimos hacia la plaza de San Marco, para lo cual decidimos ir andando ya que hemos comprobado que desde Rialto se tarda menos que en vaporetto.

San Giorgio Maggiore: unas preciosas vistas de Venecia.
Tras ver la basílica de San Marco, dudamos sobre si merece la pena subir al Campanile, pues pensamos que las vistas que se pueden tener desde lo alto del Campanile no serán tan bonitas como las que se tienen desde San Giorgio Maggiore, así que decidimos dirigirnos a esta última para ver Venecia desde las alturas. Así pues, cogemos un vaporetto, estamos amortizando con creces el bono, y nos presentamos en la isla de San Giorgio Maggiore poco antes de las once menos cuarto. La iglesia, bastante simple, nos reserva una sorpresa, pues la subida a lo alto del campanario se realiza en ascensor, cosa que agradecemos bastante. Así, no estamos nada cansados cuando subimos arriba, por lo que podemos admirar tranquilamente una de las mejores vistas de Venecia. Es verdad que, a diferencia del Campanile, no se ve la red de canales de Venecia, pero el poder ver el final del Gran Canal y sobre todo la plaza de San Marco, coronada por el Campanile, lo compensa con creces.

Venecia desde San Giorgio Maggiore.

Tras  más de diez minutos sacando fotos, bajamos a las once y cuarto con la intención de tomar el vaporetto y ver la zona de Castello. Para nuestra desgracia, hay algún problema con el vaporetto por que tenemos que esperar media hora a que pase uno, cuando en principio debería pasar uno cada diez minutos. No nos quejamos demasiado porque tranquilamente podríamos no haber podido entrar en el vaporetto que vino, ya que iba hasta los topes y por poco no entramos. Así, no es hasta poco antes de las doce del mediodía cuando llegamos a lo que podría llamarse "tierra firme". Al igual que el día anterior, tengo la sensación de haber perdido la mañana: son las doce del mediodía y me da la sensación de que solo he visto San Giorgio Maggiore. Aunque claro, también hemos estado fotos en el Gran Canal, en la plaza de San Marco... Pero no puedo evitar esa sensación.

Castello y paseo en góndola: la zona más bonita de los canales.
Una vez en Castello, lo primero que hacemos es sacar unas fotos con las preciosas vistas que se tienen desde Riva degli Schiavoni un paseo precioso desde el cual se puede admirar la isla de San Giorgio Maggiore, las góndolas atracadas esperando a los turistas... todo precioso. Tras las fotos de rigor, nos internamos ya en Castello, y nos quedamos impresionados: la zona de los canales es impresionante, de lejos los más bonitos que hemos visto en toda Venecia, como bien nos dijo el recepcionista del hotel el día que llegamos, señalándonos la zona de Castello como la más bonita para ir en góndola.

La idea es ir paseando poco a poco hasta coger el vaporetto, antes de lo cual tenemos que ver la iglesia de San Giovanni e San Paolo, la Maddona del Orto y comer entre medias. Pero mientras vamos paseando y admirando los canales, preciosos, pues no hay ningún recodo que no nos guste, nos encontramos con un gongolero que nos dice que a pesar de que el paseo en barca cuesta ochenta euros, él nos hace una rebaja. Atraídos por esta rebaja, y porque seguramente después de comer se ponga a llover, decidimos hacer el paseo en góndola. Como no tenemos suficiente dinero en efectivo, pues llevamos poco dinero ya que teníamos intención de pagar lo máximo posible con tarjeta, quedamos con él media hora más tarde, mientras vamos a sacar dinero de un cajero. Media hora después, minutos antes de las dos menos cuarto, montamos en la góndola, que desde luego es una de las más bonitas que hemos visto en Venecia. Preciosa. El paseo es bastante más bonito de lo esperado, a pesar de que no nos lleva por los maravillosos canales que hemos visto nada más adentrarnos en Castello, pero aun así me gusta mucho. Y para finalizar, nos hace una incursión de cinco minutos en en Gran Canal, por lo que podemos tener una vista diferente del puente de Rialto. Finalmente, tras cuarenta minutos de romántico paseo, a las dos y cuarto volvemos otra vez a tierra firme, con todo nuestro horario traspuesto, pero ha merecido la pena.

Vista desde la góndola.

Burano y Murano: una preciosa y la otra un poco decepcionante.
Siendo la hora que es, decidimos ir directamente a la parada del vaporetto que nos llevaría a las islas, y dejar el resto de Castello para el día siguiente. Así, tras comer rápidamente un trozo de pizza en una pizzeria cercana a la parada del vaporetto, a las tres menos veinte sale el vaporetto que nos lleva a Burano, a donde llegamos a las tres y media, momento en el que comienza a encapotarse un poco el cielo. Lo primero que hacemos es dirigirnos hacia un lugar donde poder comer algo, ya que el trozo de pizza no es que no haya llenado el estómago. Con más facilidad de lo esperado, pues no esperábamos encontrar nada, encontramos un local de similares características del que hemos comido antes, si bien un poco más caro. Tras comer otro trozo de pizza, y ya con el hambre un poco más calmada, comenzamos con la visita de Burano, una pequeña isla encantadora con todas sus casitas de colores. La verdad es que la isla no tiene nada en particular, radicando la belleza en la propia isla. Así, pasamos una hora paseando por a isla viendo las casitas de colores que se agolpan frente a los canales.

Burano.

Finalmente, tras casi una hora en la isla, cogemos un vaporetto que nos lleva a Murano, a donde llegamos a las cinco de la tarde. En un principio teníamos pensado visitar también la isla de Torcello, pero descartamos ir por varias razones. El primer motivo es que cuando íbamos en el vaporetto a Burano, hemos visto que el campanario de la iglesia famosa de Torcello estaba completamente tapado por andamios. El segundo motivo es que con el paseo en góndola se nos ha descuadrado un poco el horario y vamos más tarde de lo que pensamos, y parece que va a llover de un momento a otro y como tenemos más ganas de ver Murano que Torcello, no queremos jugárnosla a por parar en Torcello tener que ver Murano lloviendo.

Así pues, llegamos a Murano a las cinco de la tarde. La verdad es que la isla es un completo fiasco para nosotros. Nada más llegar a la isla, vemos un taller artesano donde se ve cómo fabrican el famoso cristal de Murano, pero tampoco es que se aprecie nada interesante. Nuestro periplo por la isla consiste únicamente en un paseo hasta el otro extremo de la isla, donde se encuentra la basílica de Santa María y San Donato, que se encuentra cerrada. Tras verla por fuera durante un par de minutos, pensaba que me iba a gustar un poco más, recorremos el camino inverso para llegar a la parada del vaporetto, cogiendo el de las 17:49. Como se puede ver, apenas pasamos cincuenta minutos en la isla, incluido el tiempo que tardamos en llegar a la basílica de San Donato y a volver. El viaje en vaporetto apenas dura diez minutos, por lo que a las seis de la tarde llegamos a la parada de Canareggio.

Basílica de Santa María y San Donato.

Es decir, son las seis de la tarde, y todavía nos queda por ver Canareggio. Decidimos hacer una visita rápida, paseando por sus canales, que, aunque bonitos, no pueden ni compararse con los que hemos visto en Castello esa mañana. Además, comienzan a caer de vez en cuando pequeñas gotitas de lluvia, amenazantes de una posible tormenta. Finalmente, antes de coger el vaporetto, decidimos dirigirnos hacia la iglesia de la Madonna del Orto, que, tras tardar un poco en encontrarla, podemos admirar por fuera, ya que, para variar, llegamos cuando ya está cerrada. Esta era una de las iglesias que más ganas tenía de ver de Venecia, pero el cansancio, la hora que es, y el tiempo que hace, impiden que la pueda disfrutar como se merece. Una pena. Finalmente, cogemos un vaporetto en la parada de Canareggio, llegando al hotel minutos antes de las siete y cuarto, el día que más tarde hemos llegado en todo el viaje.

Cena y vuelta al hotel sin fotos.
Tras poco menos de una hora y media de descanso, a las ocho y media salimos del hotel rumbo al Campo Santa Margherita, donde el día anterior habíamos visto que había muchos restaurantes. Nos decidimos por el que mejor pinta tiene, y, aunque no comemos mal, sí que nos hubiera gustado que nuestra última cena en Italia hubiera sido mejor. Tras cenar, hacemos un amago de ir a sacar las últimas fotos nocturnas del viaje, pero el frío que comienza a hacer y el convencimiento de que las fotos serán idénticas a las de las dos noches anteriores nos hace rectificar e ir directos al hotel, a donde llegamos minutos antes de las diez menos cuarto.

Gastos del día.
Este fue uno de los días que más gastamos, ya que si bien la comida fue relativamente barato, comimos apenas una porción de pizza antes de coger el vaporetto y otra en Burano, y la cena fue bastante barata, tuvios que pagar 60 € por la góndola, que mereció mucho la pena.

Los gastos del día fueron los siguientes:

  • Góndola: 30.00 €
  • Comida: 18.75 €
  • Varios: 0.75 €
  • Total: 49.50 € por persona.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Día 9, lunes 9 de septiembre: Palacio Ducal, San Marco, Santa Croce, San Polo y Dorsoduro.

Nuestro primer día en Venecia amanece bastante pronto, pues ponemos el despertador a las siete y media de la mañana, pues queremos ver muchas cosas antes de comer. Tras prepararnos, salimos del hotel una hora después, y decidimos desayunar en un pequeño bar que se encuentra justo enfrente del hotel, en el cual desayunamos bastante bien para el aspecto que tiene el establecimiento, y a relativamente buen precio.

Tras desayunar, cogemos el vaporetto rumbo a la Piazza San Marco, pero decidimos bajarnos en el puente de Rialto para sacar unas cuantas del canal y de paso hacer algo de tiempo antes de visitar el Palacio Ducal, donde tenemos reservada la entrada para los Itinerarios Secretos. Así, llegamos al puente de Rialto minutos antes de las nueve y cuarto y nos ponemos a hacer fotos sin parar. La verdad es que las vistas son preciosas, y encima hace un día espléndido, en contra de lo esperado, pues se preveían lluvia. De inmediato quedo entusiasmado con las vistas que se tienen desde puente del canal. Maravillosas. Preciosas. Podría decirse que estas vistas son lo que más me han gustado de lo que llevamos de viaje.

Vistas del Canal de Venecia desde el puente de Rialto.

Palacio Ducal: sin duda, lo peor del viaje.
Tras la sesión de fotos, nos dirigimos hacia la Piazza San Marco, a donde llegamos en apenas diez minutos, minutos antes de las nueve y media, por lo que decidimos matar el rato haciendo fotos antes de entrar en el Palacio Ducal. La verdad es que la plaza es preciosa, como había podido intuir la noche anterior, y los andamios que cubren parte de la basílica de San Marcos no consiguen desilusionarnos.

Finalmente, nos dirigimos al Palacio Ducal, donde a las 9:55 tenemos reservada la visita en inglés a los Itinerarios Secretos. Lo que debería ser uno de los momentos más bonitos de Venecia se transforma en el peor momento del viaje. La visita no nos agrada en absoluto, nos parece aburrida, nada interesante, y para colmo me agobio bastante por el excesivo calor que hay en las salas. Cuando finaliza la visitaguiada, que solo recorre una parte del palacio, vemos a todo correr y sin ganas el resto de las estancias del Palacio Ducal.

Cuando salimos del Palacio Ducal son las doce de la mañana y tenemos la sensación de que hemos perdido toda una mañana en hacer nada. Pensándolo fríamente, hemos visto el Palacio Ducal, hemos sacado fotos de la Piazza San Marco, hemos sacado fotos del Gran Canal desde el Puente de Rialto... pero no podemos evitar la sensación de pérdida de tiempo, quizá porque, a diferencia de Florencia y Roma, Venecia es una ciudad más de disfrutar paseándola que de visitar lugares concretos.

Góndolas atracadas cerca de San Marco.

Paseando por el barrio de San Marco.
Aprovechando que estamos al lado de la Basílica de San Marcos, decidimos entrar con la esperanza de poder hacerlo antes de las doce y media, que es cuando finaliza la iluminación interior. Tras dejar el trípode en la consigna, nos disponemos a hacer la cola para entrar, y, para nuestra sorpresa, esta avanza bastante rápido, por lo que afortunadamente podemos disfrutar de la Basílica de San Marcos iluminada. Como ya se intuye desde fuera, por dentro la Basílica de San Marcos es muy diferente de la mayoría de iglesias que se pueden encontrar en Europa, teniendo un toque oriental, bizantino, lo cual me gusta bastante, pues se sale un poco del canon del resto de iglesias.

Tras salir de la Basílica, minutos después de las doce y cuarto, nos dirigimos a comprar el Chorus Pass, un bono que por 7 €, tuvimos un descuento de tres euros gracias a la Rolling Venice Card, nos daba la posibilidad de entrar en catorce iglesias de la ciudad. Con el tiempo descubriríamos que no lo aprovechamos demasiado bien. Con el bono en la mano, nos alejamos de la Piazza San Marco y nos dirigimos a ver sus alrededores, con la intención de ver todo el barrio de San Marco antes de comer. Así, pasamos el resto de la mañana paseando por las callejuelas de San Marco, haciéndonos fotos en los canales, aprovechando el maravilloso día que contra todo pronóstico hace, y pasando por delante de lugares como el Teatro La Fenice, el Palazzo Contarini del Bovolo y entrando en iglesias menores gracias al Chorus Pass, iglesias en las que no habríamos entrado. Además, aprovechamos para comer nuestra primera pizza al taglio, ya que, en contra de lo que me esperaba, encontramos muchísimos locales con muy buena pinta que venden porciones de pizza a un precio no muy caro. Curiosamente, esperaba encontrarme todos estos locales en Florencia y Roma y apenas en Venecia, y ha sido al revés, pues tras no ver prácticamente ninguno en dichas ciudades, en Venecia encuentro casi uno en cada esquina en determinadas zonas.

Canal de Venecia.

Tras ver toda la zona de San Marco, nos dirigimos hacia el puente de Rialto, con la intención de repetir las fotos de esa mañana y tomar otro trozo de pizza, aunque esta vez me decanto por un trozo de sandía, pues estoy bastante harto de pizza y agradezco tomar por primera vez en muchos días una pieza de fruta. Sin embargo, me doy cuenta de que la decisión no podía haber sido peor, ya que si bien un trozo de pizza se puede comer fácilmente de pie, un trozo de sandía es bastante complicado, por lo que acabo tirando un trozo a la papelera tras haberme manchado parte de los pantalones.

Puente de Rialto.

Recorriendo San Polo, Santa Croce y Dorsoduro.
Una vez acabada la comida, a las dos y media, cruzamos el puente de Rialto con la intención de conocer el barrio de San Polo y Santa Croce. Antes de continuar, volvemos a hacer una sesión de fotos desde el puente de Rialto, puesto que las vistas que se tienen del Gran Canal desde el puente de Rialto es lo que más me gustado de Venecia, y probablemente, de todo el viaje. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia los cercanos mercados de Rialto, desde donde también hacemos fotos del Gran Canal. Esta es la sensación que tengo de Venecia: que más que ver edificios, iglesias... me dedico a observar la ciudad en sí, sin centrarme en ningún edificio concreto. Tras ver los mercados de Rialto y sus alrededores, nos dirigimos hacia el Campo San Polo y el Campo San Rocco, pero tampoco nos atraen demasiado, pues apenas son dos plazas bastante sin más. Intentamos entrar en la iglesia de San Pantalón, pero lamentablemente está cerrada.

Esta zona la vemos bastante rápido, siendo lo que más me gusta la zona son los canales y algunos de los puentes que los cruzan. Tras ver San Polo y Santa Croce, a las cuatro y media llegamos al barrio de Dorsoduro, y entramos en el Campo Santa Margherita, que encontramos bastante animado, con muchos restaurantes, y donde tomamos nota para ir a cenar esta noche o la siguiente. Pero aparte de dicha animación, no se ve nada más interesante desde el punto de vista cultural, así que continuamos descubriendo el barrio, llegando hasta San Barnaba, donde se rodó la famosa escena de Indiana Jones, uno de los héroes de mi infancia, emergiendo de las alcantarillas de Venecia. Muy cerquita, además, se encuentra el famoso ponte dei Pugni, donde antiguamente se daban violentas peleas entre facciones rivales. Tras ver esta zona, decidimos dirigirnos hacia el Zattere, un bonito paseo desde el cual se puede ver la isla de Giudeca. La verdad es que las vistas son muy bonitas, pues se ve una parte de la laguna que hasta el momento no conocíamos, así como la isla de Giudecca, donde destaca la iglesia del Santissimo Redentore. Estas vistas vuelven a ser lo que más me gusta de la tarde: más que edificios históricos o monumentos, son los paseos frente al mar o los canales lo que más me hacen disfrutar de la ciudad.

Iglesia del Santissimo Redentore en Guidecca.

Tras dar un largo paseo, cogemos el vaporetto a las cinco y media, y volvemos en vaporetto al hotel, finalizando el día con un precioso paseo por el Gran Canal, llegando al hotel a las seis y cuarto. Tras haber tenido la sensación de pérdida de tiempo por la mañana, la verdad es que por la tarde hemos remontado, finalizando el día habiendo visto San Marco, San Polo y parte del Dorsoduro. Más no se puede pedir.

Precioso atardecer desde Rialto.
Tras cosntatar que lo que más me había gustado de Venecia eran las vistas desde el puente de Rialto, decidimos salir del hotel a las siete de la tarde, menos de una hora después de haber llegado, para intentar ver el atardecer en el Gran Canal desde el puente de Rialto, tras no haberlo podido ver en Florencia desde el Ponte Vecchio. Así, tras coger un vaporetto, llegamos al puente de Rialto a las siete y media, donde disfrutamos de un romántico y precioso atardecer.

Atardecer en el Gran Canal.

Tras estas preciosas vistas, decidimos ir a cenar a un restaurante bastante recomendado por su relación calidad-precio, la trattoria Al Nono Risorto, donde si bien la cena no es que sea espectacular, se puede decir que comemos bastante bien para los catorce euros que pagamos cada uno. Tras la cena, decidimos dirigirnos, cómo no, a realizar unas cuantas fotos del puente de Rialto, pues tras verlo de día y atardeciendo, nos faltaba verlo solamente de noche. Llegamos minutos antes de las nueve, pues hemos cenado bastante rápido, y quedamos de nuevo maravillados: es precioso.

Puente de Rialto.

Tras unas cuantas fotos del puente desde muchísimos puntos de vista, decidimos dirigirnos hacia la Piazza San Marco para hacer unas últimas fotos antes de coger el vaporetto, dando por finalizado el día. Minutos después de las diez cogemos el vaporetto, llegando al hotel tres cuartos de hora después.

A pesar de lo frustrante que ha sido la visita al Palacio Ducal, el día ha sido perfecto, sobre todo por que ha hecho un tiempo espectacular, como todos los que hemos tenido en Italia, si bien con menos calor, pero con el cielo igualmente despejado, algo que nos ha alegrado mucho, pues esperábamos lluvias. Además, las vistas del Gran Canal desde el puente de Rialto han sido espectaculares, convirtiéndose sin duda en lo que más me ha gustado de mi viaje.

Gastos del día.
Los gastos del día han sido muy similares a los del resto del viaje, ya que el único gasto fuera de lo normal ha sido la tarjeta Chorus Pass, que, como comprobaríamos, bien podríamos no haberla comprado. Por lo demás, no gastamos mucho en comida, puesto que por la mañana nos alimentamos de pizza al taglio. Así, los gastos del día han sido los siguientes.

  • Comida: 25.20 €
  • Turismo: 7.00 €
  • Varios: 3.55 €
  • Total: 35.75 € por persona.


domingo, 15 de diciembre de 2013

Día 8, domingo 8 de septiembre de 2013: último paseo por Roma y viaje a Venecia.

Comienza nuestro último día en Roma y, desgraciadamente, el último que las previsiones de tiempo esperan como soleado, ya que se supone que los tres días de Venecia nos va a llover. Como hemos visto prácticamente toda la ciudad de Roma, ponemos el despertador a las ocho y media de la mañana, y tras desayunar y terminar de preparar la maleta, salimos del apartamento minutos después de las diez menos cuarto.

Paseo por lo más importante de la ciudad.
En el día de hoy tenemos previsto visitar aquello que más nos ha gustado de Roma para verlo por última. Nuestro primer destino son los Foros Imperiales, que era prácticamente lo único que no habíamos podido ver hasta el momento. De camino a los Foros Imperiales, aprovechamos para hacer las últimas fotos del monumento a Victor Manuel, que me ha gustado bastante, y finalmente nos dirigimos a los Foros para ver en especial el Mercado de Trajano, el cual nos contentamos por verlo por fuera, pues no estamos dispuestos a pagar los nueve euros que cuesta la entrada. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia el Coliseo por la Via dei Fori Imperiali, que en esos momentos está cerrada al tráfico, y hacemos las últimas fotos del Coliseo, despidiéndonos de él hasta no sabemos cuándo.

Foros imperiales.

Cuando terminamos con la sesión de fotos son las once y cuarto de la mañana, y decidimos dar un paseo hasta la Fontana de Trevi, lo cual nos lleva aproximadamente media hora. Paseamos tranquilos, sin prisas, pues está todo visto y no necesitamos agobiarnos. En la Fontana de Trevi hacemos el mismo ritual que en el Coliseo, buscamos un hueco donde poder hacernos unas fotos sin que salgan más turistas y continuamos con nuestro itinerario, que en esta ocasión nos lleva hasta el Panteón, a donde llegamos minutos después de las doce y cuarto. Como me había gustado bastante el Panteón, decidimos entrar para verlo por última vez, pero salimos rápidamente debido al agobio de gente que hay. Curiosamente, no sé si por ser domingo o por qué, pero se ve muchísima más gente en la calle y en los alrededores de los monumentos que en otros días. Así, cuando el miércoles entramos en el Panteón, no se puede decir que estuviéramos solos, pero tampoco es que hubiera muchísimos turistas, mientras que en el día de hoy el Panteón está completamente a rebosar de gente, siendo un poco agobio su visita.

Un poco tristes por este hecho, nos dirigimos hacia el último punto de nuestro itinerario, la Piazza Navona, a la que llegamos poco después de las doce y media. Tras poco más de veinte minutos sacando fotos, a la una del mediodía decidimos dar por terminado el paseo y buscamos un sitio para comer. Nos decidimos por la pizzeria La Montercarlo, una pizzeria bastante conocida en la zona y en la que tenemos muchos conocidos que han comido ahí, que nos la recomiendan por su rápido servicio. La verdad es que no comemos mal (tampoco bien, la pizza es normal), pero las pizzas nos las dan en bandejas de metal, lo cual no me gusta demasiado.

Tras comer, decidimos dirigirnos de nuevo a la Piazza Navona para verla por última vez y hace algo de tiempo hasta la hora de coger el tren. La verdad es que esta vez sí que hemos acertado con la hora del tren, ya que es a las 15:50, ya que al no ser demasiado tarde, no nos quedamos con varias horas muertas después de comer sin saber qué hacer, como nos ocurrió en Florencia. Con el tren que hemos cogido, no tenemos esas horas perdidas y encima no llegamos muy tarde a Venecia, por lo que podremos ir tranquilos a cenar, sin prisas porque se nos haga muy tarde.

Así, tras ver cómo el cielo se encapotaba por primera vez en todo el viaje, hay que reconocer que hemos tenido muchísima suerte de que vengan las nubes justo cuando nos vamos de Roma, nos dirigimos al apartamento para coger las maletas y nos dirigimos en autobús a la estación de Termini, donde llegamos con tiempo de sobra. Finalmente, sale nuestro tren, sin ningún retraso, y nos dirigimos hacia la última de las ciudades de nuestro viaje. A diferencia del viaje a Roma, donde el tren iba casi vacío, este va hasta los topes, supongo que por ser domingo. En el tren viajamos con dos señoras de Padua, las cuales son bastante majas y de vez en cuando nos dan algo de conversación, así como un poco de un postre típico siciliano similar al turrón. Finalmente, a diferencia del viaje a Roma, llegamos a Florencia a la hora que marcaba el billete, las ocho menos veinticinco.

Llegada a Venecia
Lo primero que hacemos nada más llegar a Venecia es coger la Rolling Venice Card, que nos cuesta 4 €, y luego un bono de transporte de 72 horas para el vaporetto, que cuesta 35 € pero que, al tener la Rolling Venice Card, nos cuesta únicamente 18 €, un chollazo. La verdad es que esperamos amortizarlo, ya que el viaje individual de vaporetto cuesta la friolera de 6 €. Con los billetes en nuestro poder, nos dirigimos hacia nuestro hotel, que se encuentra bastante cerca, a donde llegamos minutos antes de las ocho. A pesar de que la habitación es más pequeña que la del hotel de Florencia, volvemos a tener la sensación de dormir en un señor hotel. Además, el recepcionista se enrolla y a pesar de no entrarnos el wifi en nuestra tarifa, nos da un bono de 72 horas de wifi. Más no podemos pedir.

Tras dejar las maletas en la habitación, a las nueve menos veinte salimos pitando del hotel, pues el recepcionista nos ha comentado que a las diez de la noche cierran la mayoría de los restaurantes. Tras coger el vaporetto, llegamos a la Piazza San Marco a las nueve y media, encontrándola bastante vacía, así como las calles de sus alrededores. Aprovechamos para hacer unas pocos, y descubro con disgusto que parte de la fachas está tapada con andamios.

Como es tarde y no queremos perder el tiempo buscando un italiano bueno, decidimos ir a lo seguro y vamos al Hard Rock Café. Tras buscarlo durante un rato, y casi cuando lo damos por perdido, lo encontramos en una de las callejuelas adyacentes a la Piazza San Marco. Es en este restaurante donde tengo una de las mejores cenas del viaje, pues tomo la que sin duda alguna es la mejor hamburguesa que ehe comido nunca en un Hard Rock Café. La verdad es que nunca me ha entusiasmado demasiado este restaurante, porque siempre me da la sensación de que está algo quemada. Pero la de esta noche está espectacular.

Con este buen sabor de boca, decidimos salir a hacer unas fotos de la Piazza San Marco, la cual ya habíamos visto antes de cenar y que me parece preciosa. Encuentro, eso sí, los edificios bastante pequeños; el campanile es mucho más pequeño que el de Florencia, por ejemplo, y la basílica no destaca por su altura o dimensiones, al igual que el Palacio Ducal. Tras unas pocas fotos, decidimos coger el vaporeto de las once de la noche, ya que el trayecto hasta el hotel es de algo más de media hora. Nos planteamos la posibilidad de ir a Rialto andando y coger ahí el vaporetto para tardar menos, pero nos da un poco de miedo perdernos en esa red de callejuelas desiertas que es Venecia por la noche.

Piazza San Marco.

Gastos del día
Los gastos del día de hoy fueron quizá algo más elevados que los del resto de días, porque además de cenar en el Hard Rock Café, tuvimos que comprar la Rolling Venice Card y comprar el bono de transporte para Venecia. Así, los gastos del día fueron los siguientes:

  • Comida: 31.25 €
  • Tarjetas turísticas y de transporte: 22.00 €
  • Varios: 3.40 €
  • Total: 56.65 € por persona.

martes, 10 de diciembre de 2013

Día 7, sábado 7 de septiembre de 2013: Campidoglio, Trastevere y San Pablo Extramuros

Comienza nuestro último día completo en Roma, y como prácticamente hemos visto todo lo importante, decidimos darnos un respiro y ponemos el despertador a las ocho y cuarto de la mañana, algo más tarde que el resto de días en Roma. Tras prepararnos y desayunar en el apartamento, a las nueve y media salimos en busca de los últimos rincones de Roma que nos quedan por visitar.

Boca de la Verdad y Trastevere
Nuestro primer destino es ir hacia la Piazza della Boca della Verità, y de camino vamos pasando delante de algunos de los lugares de zona de Campo di Fiori que no habíamos visto todavía, y que tampoco es que sean muy importantes culturalmente hablando. La verdad es que la zona de Campo di Fiori tampoco nos ha entusiasmado demasiado turísticamente hablando. Tiene mucho ambiente, muchos restaurantes, y es una zona muy agradable para cenar, pero no es que destaque ningún monumento importante, más allá de las fachas de algún que otro palacio. Rápidamente entramos en el Barrio Judío, y vemos una zona de ruinas romanas en las que destaca el Teatro de Marcelo, que desde lejos bien puede confundirse con el Coliseo por el turista que visita por primera vez Roma. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia la Piazza della Boca della Verità con la intención de hacernos unas fotos con la famosa Boca de la Verdad, pero hay bastante cola, quizá de unos quince o veinte minutos, y consideramos que no merece la pena perder el tiempo en imitar a Audrey Hepburn y a Gregory Peck. Sin duda, lo que más nos gusta de esa zona son los templos del Forum Boario, y nos pasamos un rato sacando unas cuantas fotos a esos templos romanos, que nos recuerdan bastante a los que habíamos visto en el Foro Romano el día anterior.

Forum Boarium.

En ese momento, son las diez y media de la mañana, decidimos hacer un cambio de planes. Teníamos decidido ver el barrio del Trastevere tras ver la zona del Campidoglio y la basílica de San Pablo Extramuros, pero nos dábamos cuenta que de esa forma llegaríamos al Trastevere cuando dos de las iglesias que queremos ver estuvieran cerradas. Así, y como solo nos separa el Tíber del Trastevere, decidimos hacer una incursión rápida en el barrio para ver las dos iglesias que cierran al mediodía, Santa Cecilia in Trastevere y San Francesco a Ripa. La primera la encontramos bastante rápida, y aunque la encontramos más sobria de lo esperado, no nos disgusta. La segunda tardamos algo más en encontrarla, pues nos perdemos en las callejuelas del barrio. Esta última ya nos gusta más, sobre todo por su famosa escultura Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni, la cual podemos apreciar a apenas un metro de ella gracias a un vigilante que nos deja saltarnos un cordón de seguridad. La verdad es que salvo estas dos iglesias, el resto del barrio lo hemos visto bastante desangelado y no nos gusta demasiado. Por la tarde comprobaríamos que la zona norte del barrio sería mucho más bonita y animada.

Campidoglio
Una hora después, a las once y media, volvemos a cruzar el Tiber para dirigirnos, esta vez sí, a la zona del Campidoglio. Mientras nos dirigimos hacia dicha zona, nos encontramos con un matrimonio de italianos que nos regala dos tickets del autobús turístico para usar en el día de hoy. Cuando lo cogemos, no imaginábamos que agradeceríamos haberlo hecho, pues le daríamos uso por la tarde. Con los tickets en la mano, subimos las escaleras que llevan hasta el Campidoglio, la única plaza renacentista de Roma. En el Campidoglio se encuentran dos de los museos más importantes de Roma, pero nosotros nos limitamos a admirar la plaza y sobre todo las vistas que se tienen del Foro desde sus miradores, como habíamos hecho unas noches antes. Tras las fotos de rigor, bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia el monumento a Victor Manuel, el cual me gusta bastante, con su color blanco brillante. Pese a lo que piensan muchos romanos, no me da la sensación de que no pegue con los alrededores. Lo único que me sorprende es que me esperaba que el monumento se encontrara al final de una larga avenida, lo cual no es así.

Monumento a Victor Manuel.

A las doce y media acabamos de ver toda la zona, y en vez de dirigirnos en metro hacia la Basílica de San Pablo Extramuros, para verla antes de comer, decidimos ir en busca de unas zapatillas para mi pareja. Nos ponemos a andar por la calle que lleva al monumento a Victor Manuel, pero en dirección opuesta a este, y observamos que no hay ninguna tienda de calzado deportivo. Tras mucho andar, nos cruzamos con el autobús turístico del que teníamos los tickets que nos había dado la pareja italiana, y decidimos cogerlo para ir hasta la estación de Termini, donde sabemos que hay bastantes tiendas en las que esperamos poder comprar las zapatillas. Así, nuestra idea es comprar las zapatillas en Termini y comer algo ahí.

El viaje en el autobús es bastante lento, ya que se para unos diez minutos en cada una de las pocas paradas que tiene. Lo del autobús turístico no es mala idea para quien no ha podido prepararse bien el viaje, ya que no tiene que preocuparse en conocer qué líneas de autobús paran en qué monumento, pero a nada que uno se estudie uno un poco las paradas de autobús, comprenderá que no es nada complicada la res de autobús de Roma, además de que es mucho más rápido y barato el uso del autobús urbano, cuyo abono diario es de apenas seis euros frente a los casi veinte euros del autobús que cogemos y que no tiene ninguna parada cerca de lugares importantes como la Piazza Navona.

Finalmente, llegamos a Termini y tras buscar un poco compramos unas zapatillas Nike para que mi pareja pueda aguantar lo que queda de vacaciones. Tras comprar las zapatillas, decidimos buscar un sitio donde comer, y encontramos uno de los mejores restaurantes en los que hemos comido en este viaje: una cadena de hamburgueserías que tiene muy buena pinta. Nada más entrar, observo que todas la mesas tienen un cubo relativamente grande lleno de cacahuetes (aunque esto es un poco engañoso, porque al final no comes mucho más de un puñado de cacahuetes, pues sobre todo quieres comerte la hamburguesa, y el cubo de cacahuetes te lo retiran al traerte la hamburguesa) y que mientras esperas te dan también una especie de Doritos con salsa de tomate para picar. Yo me decido por una hamburguesa de medio kilo que aunque los primeros bocados no me convencen, la acabo encontrando sabrosísima. Sin duda, una de las mejores comidas de estas vacaciones.

San Pablo Extramuros. la última de las grandes basílicas
Tras comer, sacamos un billete de metro, para lo cual tardamos bastante más de lo esperado, y nos metemos en el metro rumbo a la basílica de San Pablo Extramuros, la última de las basílicas mayores y sin duda la menos visitada por los turistas (y eso que en llegar apenas se tarda diez minutos en metro y cinco andando), a donde llegamos a las tres y cuarto. El interior de esta basílica me parece espectacular, pues es bastante mayor que Santa Maria Maggiore y San Juan de Letrán y, sobre todo, no tiene sillas, por lo que da mucha mayor sensación de grandeza. Su exterior, con un jardín con palmeras, le da un toque bastante distinto al resto de basílicas. Sin duda, ha sido una gran idea venir a verla.

San Pablo Extramuros.

Tras media hora de visita, cogemos un autobús, en el que esperamos veinte minutos antes de que salga, y nos dirigimos hacia Piazza Venecia, a donde llegamos pasadas las cuatro y media, con la intención de terminar de ver lo que nos quedaba del barrio del Trastevere, no sin antes ver la iglesia del Gesú, la última iglesia importante de Roma que nos quedaba por ver. Al comienzo del día queríamos ver también la zona del Gianicolo, pero pensamos que no merece mucho la pena y descartamos su visita. Así, nos dirigimos hacia el Trasteveree, con la intención de ver la famosa iglesia de Santa Maria in Trastevere. Esta vez sí, nos encontramos un barrio bastante más animado, con ambiente, terrazas, bares... Nos preguntamos si no hemos hecho mal yendo a cenar al Trastevere solo la última noche, ya que esta será la única noche que cenemos en el Trastevere. A las cinco y media entramos en la iglesia

Cena y único día en Roma sin fotos nocturnas
A las ocho de la tarde salimos del apartamento rumbo al Trastevere, donde vamos a cenar. tenemos la certeza de que cenaremos perfectamente, en un ambiente romántico y muy italiano. Cuando llegamos, vemos que el barrio está repleto de gente, y tardamos un poco en decidirnos por un restaurante, ya que no nos convencía casi ninguno. Finalmente, nos decantamos por el más decente que vemos, en el cual tenemos que esperar bastante rato de cola, andando vivos para que no se nos colara alguien por error, y digo por error ya que los camareros y muchos clientes no sabían quién iba antes y quién después. A pesar de que la comida no estuvo mal, la cena fue un poco desastre para muchos, ya que veíamos muchísimos camareros confundidos, llevando platos que no eran, cobrando platos que no se habían consumido... Nosotros tuvimos muchísima suerte, ya que nos sentaron a la vez junto con otra pareja española, que pusieron a nuestro lado, y cuando nosotros nos fuimos ellos todavía no habían recibido sus platos. Tras la cena, nos fuimos directos al hotel, ya que no había nada en los alrededores a lo que quisiera hacer fotos, por lo que llegamos al apartamento bastante pronto, poco antes de las diez y media.

Gastos del día
En nuestro último día completo en Roma casi todos nuestros gastos fueron en comida (que fue el día que mejor comimos en Roma, tras el hambre que pasamos la noche anterior), y el resto se cubrió prácticamente con el billete de metro, que también nos sirvió para coger el autobús tras ver San Pablo Extramuros. Como llevamos todo el día una botella de agua que íbamos rellenando, no gastamos nada en botellines de agua.

Así, nuestros gastos fueron los siguientes:

  • Comida: 31.20 €
  • Transporte: 3.00 €
  • Varios: 1.65 €
  • Total: 35.85 € por persona

domingo, 1 de diciembre de 2013

Día 6, viernes 6 de septiembre de 2013: Foro, Coliseo y Museos Vaticanos

En este tercer día en Roma tenemos previsto ver el que quizá es su monumento más importante: el Coliseo. Como no queremos esperar mucha cola para sacar las entradas, ponemos el despertador a las ocho menos veinte para tener el tiempo suficiente para prepararnos y no encontrar demasiada cola cuando lleguemos a la entrada del Foro. Tras tomar el desayuno en el habitación, salimos a la calle a las ocho y media y nos dirigimos rumbo al Foro, donde tenemos previsto sacar las entradas del Foro, Palatino y Coliseo. Por lo que parece, el día de hoy será como cualquiera de los que hemos vivido en Italia, con un calor sofocante, puesto que no son todavía las nueve y estamos casi sudando.

Foro, Palatino y Coliseo: un viaje a la Antigua Roma
Como he comentado, decidimos dirigirnos en primer lugar al Foro en vez de al Coliseo, ya que las entradas para el Foro, Palatino y Coliseo se pueden coger en cualquiera de los tres lugares, y sabemos que en el Coliseo es más probable que haya que esperar cola. En efecto, tras media hora andando, no esperaba que estuviera tan lejos, llegamos a la entrada del Foro, donde apenas hay unas pocas personas haciendo cola. Sacamos las entradas, 12 € cada uno, lo que me parece bastante barato puesto que como he dicho antes incluyen la visita al Foro, Palatino y Coliseo, pero, como suele ser normal, no cogemos la audioguía, que cuesta cinco euros y medio. Hay que decir que quizá sí hubiera sido recomendable utilizar la audioguía, porque si uno no se prepara mucho la visita lo único que hace es dar paseos viendo ruinas sin entender nada. Aunque quizá no era lo idóneo, nosotros nos conformamos con ir leyendo lo que decía nuestra guía de Roma sobre cada uno de los rincones del Foro.

La verdad es que la visita del Foro y del Palatino es una de las que más me ha gustado de Roma. Tenía algo de miedo a que me aburriera ver tantas ruinas, pero la verdad es que encuentro precioso todo lo que veo. Además, el día es fantástico, pues no se ve ninguna nube en el cielo. Tras recorrer minuciosamente el Foro, subimos la colina del Palatino, lugar que encuentro quizá un poco menos vistoso que el Foro. Una de las cosas que más me gustan del Palatino son las vistas que se tienen del Coliseo, desde una zona en la que se divisa lejano a través de los típicos árboles romanos, los cuales me han encantado.

Foro.

Tras más de dos horas y media visitando el Foro y el Palatino, al comenzar el día pensaba que en dos horas nos lo ventilaríamos, minutos antes de las doce menos cuarto salimos del Foro y nos dirigimos rumbo al Coliseo. Cuando salimos del Foro observo una pequeña cola que podría durar diez o quince minutos, lo que contrasta con la monstruosa cola de seguramente más de dos oras que hay en el Coliseo, a apenas cien metros del Foro. Nunca dejará de sorprenderme la cantidad de gente que pierde horas y horas haciendo cola por no informarse sobre la posibilidad de reservas en internet, taquillas más vacías en otros monumentos...

Foro.

Tras una serie de fotos, entramos en el Coliseo pasadas las doce del mediodía. Aquí ya se ve que nos encontramos en un monumento importante y sobre todo popular, porque se aprecia una cantidad de turistas que todavía no habíamos visto en ningún sitio. Encuentro bastante interesante el Coliseo, pero siendo sincero tengo que decir que me gusta más por fuera que por dentro, aunque por dentro no se queda corto. En esos momentos pienso en cómo hubiera visto el Coliseo con una visita guiada, ya que al entrar una chica nos había ofrecido por 13 € una visita guiada por el Foro y el Coliseo, pero la descartamos debido a que ya habíamos ido al Foro. Por internet habíamos visto que en castellano había una visita guiada de hora y media por el Coliseo a la una y media del mediodía, pero la habíamos desechado debido a que pensamos que haría muchísimo calor como para estar hora y media bajo el sol. Lo bueno de nuestra visita de cincuenta minutos en el Coliseo es que hemos podido ir a nuestro ritmo, dedicando a cada cosa el tiempo que queríamos y sacando todas las fotos que hemos querido. Pero siempre me quedará la duda de si hubiera disfrutado más una visita guiada en la que me hubiera explicado todos y cada uno de los entresijos del Coliseo.

Coliseo.

Camino a San Juan de Letrán pasando por las termas de Caracalla.
Como al salir del Coliseo todavía es la una y queremos comer algo más tarde porque por lo general después de comer apenas vemos nada, tomamos una decisión de la que no imaginábamos cuánto nos íbamos a arrepentir: ir a San Juan de Letrán pasando por las termas de Caracalla. Así, nos ponemos en camino bajo un sol abrasador y tras veinte minutos andando llegamos a las termas de Caracalla, y ya empezamos a olernos que no ha sido buena idea el ir hasta allí. Las termas de Caracalla era uno de los lugares de Roma que más tenía ganas de visitar, puesto que en fotos me había dado la sensación de que serían muy bonitas. Cuando llegamos, a la una y media, decidimos no entrar debido al excesivo calor que hacía, ya que era imposible visitar nada a esa hora, por lo que decidimos sacar unas fotos e irnos hacia San Juan de Letrán, donde comeríamos. No imaginábamos cuánto nos iba a costar llegar a San Juan de Letrán, porque para llegar hasta ahí todavía tuvimos que andar media hora más, cuesta arriba, por calles en las que no se veía ni un único comercio.

Cuando llegamos, poco después de las dos de la tarde, descubrimos que no hay muchos comercios por la zona, por lo que tenemos que conformarnos con comer un panini en un bar regentado por chinos. Al menos, la comida nos sale barata, puesto que apenas pagamos nueve euros por dos paninis y una botella grande de agua. Tras acabar de comer, a las dos y media, decidimos ir a ver San Juan de Letrán, la cual encuentro espectacular. Al igual que con Santa Maria Maggiore, disfruto tanto con el exterior como con el interior de la iglesia, aunque, al igual que en Santa Maria Maggiore, esperaba que no estuviera llena de sillas. Una vez fuera, sacamos unas cuantas fotos de la fachada y, cuando nos dirigimos hacia la parada del autobús para ir a ver San Clemente, observo que la Sancta Scala, que creía cerrada, estaba abierta. No esperaba verla y la verdad es que es toda una sorpresa entrar y ver la escalera santa. Cuando llego y veo a todos esos fieles subiendo la escalera de rodillas no puedo evitar emocionarme, pues por primera vez tengo la sensación de estar en un sitio verdaderamente sagrado e importante para mucha gente.

San Juan de Letrán.

Finalmente, poco después de las tres, damos por casi finalizado nuestro itinerario del día. Únicamente nos queda por ver la cercana iglesia de San Clemente, a la que llegamos a las tres y media. La verdad es que no me impresiona demasiado, quizá por que la vemos cansados y muy por encima. La peculiaridad de esta iglesia es que alberga las ruinas de dos iglesias anteriores y muy antiguas, pero en ese momento estamos un poco desganados y no nos apetece pagar los cinco euros que cuesta la entrada. Así, tras poco más de cinco minutos recorriendo la iglesia, nos dirigimos hacia la parada del autobús para irnos a casa, puesto que queríamos descansar un poco antes de ver los Museos Vaticanos. Lo que no esperábamos es que tuviéramos que esperar tanto tiempo hasta que pasara el autobús. Fueron treinta los minutos que tuvimos que estar a pleno sol esperando a que llegara, por lo que no fue hasta las cuatro y media cuando llegamos a la habitación del apartamento.

Basílica y Museos Vaticanos: cerrando un día intenso
A pesar de estar cansados, no descansamos mucho más de una hora, puesto que minutos después de las seis menos cuarto ya estamos en la calle rumbo al Vaticano. Tenemos reserva en los Museos Vaticanos a las siete y media de la tarde, pero antes queremos aprovechar para ver la Basílica de San Pedro, ya que el día anterior no la pudimos ver. Esperábamos que siendo la hora que era no hubiera mucha gente haciendo cola. Y acertamos, porque llegamos en veinte minutos y la cola es prácticamente nula, por lo que podemos aprovechar y ver la Basílica, la cual disfruto mucho más que el día anterior. Es impresionante, espectacular, enorme. Enorme, esa es la palabra. Quizá no es la más bonita que he visto en mi vida, pero de largo es la más grane. Además, en su interior alberga joyas como La Piedad de Miguel Ángel, que diferencia el verla ahora sin casi nadie de gente a como la había visto el día anterior, a metros de distancia debido a la gran cantidad de gente, y el Baldaquino de Bernini. Sensacional.

Tras salir de la Basílica nos dedicamos a matar el tiempo sacando unas cuantas fotos, ya que hasta las siete y media no tenemos la entrada para los Museos Vaticanos. Finalmente, nos ponemos en marcha rumbo a ellos, y tras un paseo bastante largo, llegamos a las siete y cuarto, momento en el que entramos.

La visita nocturna a los Museos Vaticanos tiene la ventaja de que ves las salas con menos gente, porque la mayoría va por la mañana, y la desventaja de que no ves todas las salas. Eso para nosotros no es una gran desventaja, ya que prácticamente podría decirse que solo nos interesaba la Capilla Sixtina y las Estancias de Rafael, como muestra el que pasáramos por encima del resto de salas. Hay que decir que no disfrutamos como se merece la visita a los Museos Vaticanos, ya que estábamos bastante cansados de la tralla que nos habíamos metido durante el día. La caminata del Coliseo a San Juan de Letrán nos estaba pasando factura. Cando comenzamos el día, no teníamos en mente que tendríamos que administrar fuerzas para llegar bien a la noche, y lo notamos en esta visita. Además, mi pareja casi no podía andar debido a un dolor de pies y espalda provocado por sus sandalias.

El problema de una visita nocturna es que creo que las salas están bastante peor iluminadas que durante el día, porque muchas tienen ventanas por las que entra la luz, y claro, por la noche, pues apenas entra luz. Pero bueno, se compensa con el menor número de visitantes. Como he comentado, hacemos la visita bastante rápido hasta llegar a las Estancias de Rafael y sobre todo a la Capilla Sixtina, la cual encuentro preciosa, además de mucho más grande de lo que esperaba. Es curioso ver frescos como La creación del mundo, que uno conoce desde pequeño y que en ese momento está delante de uno mismo. Precioso. Sin duda, algo de lo que más me ha gustado del viaje. Finalmente, a las nueve menos cuarto, hora y media después de haber entrado, salimos de los Museos Vaticanos rumbo a cenar.

Fotos nocturnas de la Basílica, cena y dormir.
Lo primero que hacemos es aprovechar que estamos en el Vaticano y hacer una sesión de fotos nocturnas de la Basílica de San Pedro, las cuales no me gustan demasiado debido a la gran cantidad de sillas que llenan la plaza. Nuestra siguiente idea es ir yendo andando hacia los alrededores del hotel para cenar, y de paso, sacar unas fotos nocturnas del Castel Sant'Angelo. Sin embargo, mi pareja apenas puede andar, por lo que decidimos coger un taxi e ir directamente a cenar, dejando las fotos del Castel Sant'Angelo para una siguiente visita a Roma.

Basílica de San Pedro.

La verdad es que al final en este tercer día en Roma habíamos visto bastante, puesto que habíamos visitado tres de los grandes atractivos de Roma, Foro, Coliseo y Museos Vaticanos, además de la iglesia de San Juan de Letrán. En tres días en Roma habíamos visto lo más importante. Ahora, en el día y medio que nos quedaba, podríamos tomarnos las cosas con más calma.

Gastos del día
Los gastos del día fueron como los de cualquier otro día, pues si bien es verdad que la comida nos costó solo nueve euros, tuvimos que pagar doce euros por la entrada al Foro, Palatino y Coliseo. Así, los gastos del día por persona fueron los siguientes:
  • Comida: 21 €
  • Turismo: 12 €
  • Varios: 4.90 €
  • Taxi: 2.85 €
  • Total: 40.75 € por persona