domingo, 1 de diciembre de 2013

Día 6, viernes 6 de septiembre de 2013: Foro, Coliseo y Museos Vaticanos

En este tercer día en Roma tenemos previsto ver el que quizá es su monumento más importante: el Coliseo. Como no queremos esperar mucha cola para sacar las entradas, ponemos el despertador a las ocho menos veinte para tener el tiempo suficiente para prepararnos y no encontrar demasiada cola cuando lleguemos a la entrada del Foro. Tras tomar el desayuno en el habitación, salimos a la calle a las ocho y media y nos dirigimos rumbo al Foro, donde tenemos previsto sacar las entradas del Foro, Palatino y Coliseo. Por lo que parece, el día de hoy será como cualquiera de los que hemos vivido en Italia, con un calor sofocante, puesto que no son todavía las nueve y estamos casi sudando.

Foro, Palatino y Coliseo: un viaje a la Antigua Roma
Como he comentado, decidimos dirigirnos en primer lugar al Foro en vez de al Coliseo, ya que las entradas para el Foro, Palatino y Coliseo se pueden coger en cualquiera de los tres lugares, y sabemos que en el Coliseo es más probable que haya que esperar cola. En efecto, tras media hora andando, no esperaba que estuviera tan lejos, llegamos a la entrada del Foro, donde apenas hay unas pocas personas haciendo cola. Sacamos las entradas, 12 € cada uno, lo que me parece bastante barato puesto que como he dicho antes incluyen la visita al Foro, Palatino y Coliseo, pero, como suele ser normal, no cogemos la audioguía, que cuesta cinco euros y medio. Hay que decir que quizá sí hubiera sido recomendable utilizar la audioguía, porque si uno no se prepara mucho la visita lo único que hace es dar paseos viendo ruinas sin entender nada. Aunque quizá no era lo idóneo, nosotros nos conformamos con ir leyendo lo que decía nuestra guía de Roma sobre cada uno de los rincones del Foro.

La verdad es que la visita del Foro y del Palatino es una de las que más me ha gustado de Roma. Tenía algo de miedo a que me aburriera ver tantas ruinas, pero la verdad es que encuentro precioso todo lo que veo. Además, el día es fantástico, pues no se ve ninguna nube en el cielo. Tras recorrer minuciosamente el Foro, subimos la colina del Palatino, lugar que encuentro quizá un poco menos vistoso que el Foro. Una de las cosas que más me gustan del Palatino son las vistas que se tienen del Coliseo, desde una zona en la que se divisa lejano a través de los típicos árboles romanos, los cuales me han encantado.

Foro.

Tras más de dos horas y media visitando el Foro y el Palatino, al comenzar el día pensaba que en dos horas nos lo ventilaríamos, minutos antes de las doce menos cuarto salimos del Foro y nos dirigimos rumbo al Coliseo. Cuando salimos del Foro observo una pequeña cola que podría durar diez o quince minutos, lo que contrasta con la monstruosa cola de seguramente más de dos oras que hay en el Coliseo, a apenas cien metros del Foro. Nunca dejará de sorprenderme la cantidad de gente que pierde horas y horas haciendo cola por no informarse sobre la posibilidad de reservas en internet, taquillas más vacías en otros monumentos...

Foro.

Tras una serie de fotos, entramos en el Coliseo pasadas las doce del mediodía. Aquí ya se ve que nos encontramos en un monumento importante y sobre todo popular, porque se aprecia una cantidad de turistas que todavía no habíamos visto en ningún sitio. Encuentro bastante interesante el Coliseo, pero siendo sincero tengo que decir que me gusta más por fuera que por dentro, aunque por dentro no se queda corto. En esos momentos pienso en cómo hubiera visto el Coliseo con una visita guiada, ya que al entrar una chica nos había ofrecido por 13 € una visita guiada por el Foro y el Coliseo, pero la descartamos debido a que ya habíamos ido al Foro. Por internet habíamos visto que en castellano había una visita guiada de hora y media por el Coliseo a la una y media del mediodía, pero la habíamos desechado debido a que pensamos que haría muchísimo calor como para estar hora y media bajo el sol. Lo bueno de nuestra visita de cincuenta minutos en el Coliseo es que hemos podido ir a nuestro ritmo, dedicando a cada cosa el tiempo que queríamos y sacando todas las fotos que hemos querido. Pero siempre me quedará la duda de si hubiera disfrutado más una visita guiada en la que me hubiera explicado todos y cada uno de los entresijos del Coliseo.

Coliseo.

Camino a San Juan de Letrán pasando por las termas de Caracalla.
Como al salir del Coliseo todavía es la una y queremos comer algo más tarde porque por lo general después de comer apenas vemos nada, tomamos una decisión de la que no imaginábamos cuánto nos íbamos a arrepentir: ir a San Juan de Letrán pasando por las termas de Caracalla. Así, nos ponemos en camino bajo un sol abrasador y tras veinte minutos andando llegamos a las termas de Caracalla, y ya empezamos a olernos que no ha sido buena idea el ir hasta allí. Las termas de Caracalla era uno de los lugares de Roma que más tenía ganas de visitar, puesto que en fotos me había dado la sensación de que serían muy bonitas. Cuando llegamos, a la una y media, decidimos no entrar debido al excesivo calor que hacía, ya que era imposible visitar nada a esa hora, por lo que decidimos sacar unas fotos e irnos hacia San Juan de Letrán, donde comeríamos. No imaginábamos cuánto nos iba a costar llegar a San Juan de Letrán, porque para llegar hasta ahí todavía tuvimos que andar media hora más, cuesta arriba, por calles en las que no se veía ni un único comercio.

Cuando llegamos, poco después de las dos de la tarde, descubrimos que no hay muchos comercios por la zona, por lo que tenemos que conformarnos con comer un panini en un bar regentado por chinos. Al menos, la comida nos sale barata, puesto que apenas pagamos nueve euros por dos paninis y una botella grande de agua. Tras acabar de comer, a las dos y media, decidimos ir a ver San Juan de Letrán, la cual encuentro espectacular. Al igual que con Santa Maria Maggiore, disfruto tanto con el exterior como con el interior de la iglesia, aunque, al igual que en Santa Maria Maggiore, esperaba que no estuviera llena de sillas. Una vez fuera, sacamos unas cuantas fotos de la fachada y, cuando nos dirigimos hacia la parada del autobús para ir a ver San Clemente, observo que la Sancta Scala, que creía cerrada, estaba abierta. No esperaba verla y la verdad es que es toda una sorpresa entrar y ver la escalera santa. Cuando llego y veo a todos esos fieles subiendo la escalera de rodillas no puedo evitar emocionarme, pues por primera vez tengo la sensación de estar en un sitio verdaderamente sagrado e importante para mucha gente.

San Juan de Letrán.

Finalmente, poco después de las tres, damos por casi finalizado nuestro itinerario del día. Únicamente nos queda por ver la cercana iglesia de San Clemente, a la que llegamos a las tres y media. La verdad es que no me impresiona demasiado, quizá por que la vemos cansados y muy por encima. La peculiaridad de esta iglesia es que alberga las ruinas de dos iglesias anteriores y muy antiguas, pero en ese momento estamos un poco desganados y no nos apetece pagar los cinco euros que cuesta la entrada. Así, tras poco más de cinco minutos recorriendo la iglesia, nos dirigimos hacia la parada del autobús para irnos a casa, puesto que queríamos descansar un poco antes de ver los Museos Vaticanos. Lo que no esperábamos es que tuviéramos que esperar tanto tiempo hasta que pasara el autobús. Fueron treinta los minutos que tuvimos que estar a pleno sol esperando a que llegara, por lo que no fue hasta las cuatro y media cuando llegamos a la habitación del apartamento.

Basílica y Museos Vaticanos: cerrando un día intenso
A pesar de estar cansados, no descansamos mucho más de una hora, puesto que minutos después de las seis menos cuarto ya estamos en la calle rumbo al Vaticano. Tenemos reserva en los Museos Vaticanos a las siete y media de la tarde, pero antes queremos aprovechar para ver la Basílica de San Pedro, ya que el día anterior no la pudimos ver. Esperábamos que siendo la hora que era no hubiera mucha gente haciendo cola. Y acertamos, porque llegamos en veinte minutos y la cola es prácticamente nula, por lo que podemos aprovechar y ver la Basílica, la cual disfruto mucho más que el día anterior. Es impresionante, espectacular, enorme. Enorme, esa es la palabra. Quizá no es la más bonita que he visto en mi vida, pero de largo es la más grane. Además, en su interior alberga joyas como La Piedad de Miguel Ángel, que diferencia el verla ahora sin casi nadie de gente a como la había visto el día anterior, a metros de distancia debido a la gran cantidad de gente, y el Baldaquino de Bernini. Sensacional.

Tras salir de la Basílica nos dedicamos a matar el tiempo sacando unas cuantas fotos, ya que hasta las siete y media no tenemos la entrada para los Museos Vaticanos. Finalmente, nos ponemos en marcha rumbo a ellos, y tras un paseo bastante largo, llegamos a las siete y cuarto, momento en el que entramos.

La visita nocturna a los Museos Vaticanos tiene la ventaja de que ves las salas con menos gente, porque la mayoría va por la mañana, y la desventaja de que no ves todas las salas. Eso para nosotros no es una gran desventaja, ya que prácticamente podría decirse que solo nos interesaba la Capilla Sixtina y las Estancias de Rafael, como muestra el que pasáramos por encima del resto de salas. Hay que decir que no disfrutamos como se merece la visita a los Museos Vaticanos, ya que estábamos bastante cansados de la tralla que nos habíamos metido durante el día. La caminata del Coliseo a San Juan de Letrán nos estaba pasando factura. Cando comenzamos el día, no teníamos en mente que tendríamos que administrar fuerzas para llegar bien a la noche, y lo notamos en esta visita. Además, mi pareja casi no podía andar debido a un dolor de pies y espalda provocado por sus sandalias.

El problema de una visita nocturna es que creo que las salas están bastante peor iluminadas que durante el día, porque muchas tienen ventanas por las que entra la luz, y claro, por la noche, pues apenas entra luz. Pero bueno, se compensa con el menor número de visitantes. Como he comentado, hacemos la visita bastante rápido hasta llegar a las Estancias de Rafael y sobre todo a la Capilla Sixtina, la cual encuentro preciosa, además de mucho más grande de lo que esperaba. Es curioso ver frescos como La creación del mundo, que uno conoce desde pequeño y que en ese momento está delante de uno mismo. Precioso. Sin duda, algo de lo que más me ha gustado del viaje. Finalmente, a las nueve menos cuarto, hora y media después de haber entrado, salimos de los Museos Vaticanos rumbo a cenar.

Fotos nocturnas de la Basílica, cena y dormir.
Lo primero que hacemos es aprovechar que estamos en el Vaticano y hacer una sesión de fotos nocturnas de la Basílica de San Pedro, las cuales no me gustan demasiado debido a la gran cantidad de sillas que llenan la plaza. Nuestra siguiente idea es ir yendo andando hacia los alrededores del hotel para cenar, y de paso, sacar unas fotos nocturnas del Castel Sant'Angelo. Sin embargo, mi pareja apenas puede andar, por lo que decidimos coger un taxi e ir directamente a cenar, dejando las fotos del Castel Sant'Angelo para una siguiente visita a Roma.

Basílica de San Pedro.

La verdad es que al final en este tercer día en Roma habíamos visto bastante, puesto que habíamos visitado tres de los grandes atractivos de Roma, Foro, Coliseo y Museos Vaticanos, además de la iglesia de San Juan de Letrán. En tres días en Roma habíamos visto lo más importante. Ahora, en el día y medio que nos quedaba, podríamos tomarnos las cosas con más calma.

Gastos del día
Los gastos del día fueron como los de cualquier otro día, pues si bien es verdad que la comida nos costó solo nueve euros, tuvimos que pagar doce euros por la entrada al Foro, Palatino y Coliseo. Así, los gastos del día por persona fueron los siguientes:
  • Comida: 21 €
  • Turismo: 12 €
  • Varios: 4.90 €
  • Taxi: 2.85 €
  • Total: 40.75 € por persona

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