viernes, 27 de diciembre de 2013

Día 10, martes 10 de septiembre de 2013; San Giorgio Maggiore, Castello, Canareggio, Burano y Murano.

Amanece nuestro último día completo en Venecia, y ponemos el despertador a las ocho de la mañana ya que todavía nos queda por ver parte de la ciudad y tenemos que visitar las islas. Nos queda un día largo por delante. Pero afortunadamente podremos desayunar bien fuerte, porque hoy es el primero de los dos días en los que desayunamos en el hotel, gracias al bono de Navidad que nos tocó el año pasado.

En un principio teníamos pensado dedicar la mañana a visitar las islas y la tarde a la zona de Canareggio y Castello, los dos barrios de Venecia que nos quedan por conocer. Sin embargo, decidimos invertir los destinos, ya que parece que por la mañana va a hacer buen tiempo y por la tarde va a nublarse, y preferimos ver la zona de Venecia con buen tiempo que las islas.

Así, minutos antes de las diez menos cuarto salimos del hotel y cogemos el primer vaporetto dirección San Marco, aunque nos bajamos en la parada del puente de Rialto para repetir las mismas fotos del día anterior, ya que nos encanta las vistas que se tienen desde ahí. Seguramente, la vista del Gran Canal desde el puente de Rialto ha sido lo que más me ha gustado de viaje. Tras unas pocos fotos, nos dirigimos hacia la plaza de San Marco, para lo cual decidimos ir andando ya que hemos comprobado que desde Rialto se tarda menos que en vaporetto.

San Giorgio Maggiore: unas preciosas vistas de Venecia.
Tras ver la basílica de San Marco, dudamos sobre si merece la pena subir al Campanile, pues pensamos que las vistas que se pueden tener desde lo alto del Campanile no serán tan bonitas como las que se tienen desde San Giorgio Maggiore, así que decidimos dirigirnos a esta última para ver Venecia desde las alturas. Así pues, cogemos un vaporetto, estamos amortizando con creces el bono, y nos presentamos en la isla de San Giorgio Maggiore poco antes de las once menos cuarto. La iglesia, bastante simple, nos reserva una sorpresa, pues la subida a lo alto del campanario se realiza en ascensor, cosa que agradecemos bastante. Así, no estamos nada cansados cuando subimos arriba, por lo que podemos admirar tranquilamente una de las mejores vistas de Venecia. Es verdad que, a diferencia del Campanile, no se ve la red de canales de Venecia, pero el poder ver el final del Gran Canal y sobre todo la plaza de San Marco, coronada por el Campanile, lo compensa con creces.

Venecia desde San Giorgio Maggiore.

Tras  más de diez minutos sacando fotos, bajamos a las once y cuarto con la intención de tomar el vaporetto y ver la zona de Castello. Para nuestra desgracia, hay algún problema con el vaporetto por que tenemos que esperar media hora a que pase uno, cuando en principio debería pasar uno cada diez minutos. No nos quejamos demasiado porque tranquilamente podríamos no haber podido entrar en el vaporetto que vino, ya que iba hasta los topes y por poco no entramos. Así, no es hasta poco antes de las doce del mediodía cuando llegamos a lo que podría llamarse "tierra firme". Al igual que el día anterior, tengo la sensación de haber perdido la mañana: son las doce del mediodía y me da la sensación de que solo he visto San Giorgio Maggiore. Aunque claro, también hemos estado fotos en el Gran Canal, en la plaza de San Marco... Pero no puedo evitar esa sensación.

Castello y paseo en góndola: la zona más bonita de los canales.
Una vez en Castello, lo primero que hacemos es sacar unas fotos con las preciosas vistas que se tienen desde Riva degli Schiavoni un paseo precioso desde el cual se puede admirar la isla de San Giorgio Maggiore, las góndolas atracadas esperando a los turistas... todo precioso. Tras las fotos de rigor, nos internamos ya en Castello, y nos quedamos impresionados: la zona de los canales es impresionante, de lejos los más bonitos que hemos visto en toda Venecia, como bien nos dijo el recepcionista del hotel el día que llegamos, señalándonos la zona de Castello como la más bonita para ir en góndola.

La idea es ir paseando poco a poco hasta coger el vaporetto, antes de lo cual tenemos que ver la iglesia de San Giovanni e San Paolo, la Maddona del Orto y comer entre medias. Pero mientras vamos paseando y admirando los canales, preciosos, pues no hay ningún recodo que no nos guste, nos encontramos con un gongolero que nos dice que a pesar de que el paseo en barca cuesta ochenta euros, él nos hace una rebaja. Atraídos por esta rebaja, y porque seguramente después de comer se ponga a llover, decidimos hacer el paseo en góndola. Como no tenemos suficiente dinero en efectivo, pues llevamos poco dinero ya que teníamos intención de pagar lo máximo posible con tarjeta, quedamos con él media hora más tarde, mientras vamos a sacar dinero de un cajero. Media hora después, minutos antes de las dos menos cuarto, montamos en la góndola, que desde luego es una de las más bonitas que hemos visto en Venecia. Preciosa. El paseo es bastante más bonito de lo esperado, a pesar de que no nos lleva por los maravillosos canales que hemos visto nada más adentrarnos en Castello, pero aun así me gusta mucho. Y para finalizar, nos hace una incursión de cinco minutos en en Gran Canal, por lo que podemos tener una vista diferente del puente de Rialto. Finalmente, tras cuarenta minutos de romántico paseo, a las dos y cuarto volvemos otra vez a tierra firme, con todo nuestro horario traspuesto, pero ha merecido la pena.

Vista desde la góndola.

Burano y Murano: una preciosa y la otra un poco decepcionante.
Siendo la hora que es, decidimos ir directamente a la parada del vaporetto que nos llevaría a las islas, y dejar el resto de Castello para el día siguiente. Así, tras comer rápidamente un trozo de pizza en una pizzeria cercana a la parada del vaporetto, a las tres menos veinte sale el vaporetto que nos lleva a Burano, a donde llegamos a las tres y media, momento en el que comienza a encapotarse un poco el cielo. Lo primero que hacemos es dirigirnos hacia un lugar donde poder comer algo, ya que el trozo de pizza no es que no haya llenado el estómago. Con más facilidad de lo esperado, pues no esperábamos encontrar nada, encontramos un local de similares características del que hemos comido antes, si bien un poco más caro. Tras comer otro trozo de pizza, y ya con el hambre un poco más calmada, comenzamos con la visita de Burano, una pequeña isla encantadora con todas sus casitas de colores. La verdad es que la isla no tiene nada en particular, radicando la belleza en la propia isla. Así, pasamos una hora paseando por a isla viendo las casitas de colores que se agolpan frente a los canales.

Burano.

Finalmente, tras casi una hora en la isla, cogemos un vaporetto que nos lleva a Murano, a donde llegamos a las cinco de la tarde. En un principio teníamos pensado visitar también la isla de Torcello, pero descartamos ir por varias razones. El primer motivo es que cuando íbamos en el vaporetto a Burano, hemos visto que el campanario de la iglesia famosa de Torcello estaba completamente tapado por andamios. El segundo motivo es que con el paseo en góndola se nos ha descuadrado un poco el horario y vamos más tarde de lo que pensamos, y parece que va a llover de un momento a otro y como tenemos más ganas de ver Murano que Torcello, no queremos jugárnosla a por parar en Torcello tener que ver Murano lloviendo.

Así pues, llegamos a Murano a las cinco de la tarde. La verdad es que la isla es un completo fiasco para nosotros. Nada más llegar a la isla, vemos un taller artesano donde se ve cómo fabrican el famoso cristal de Murano, pero tampoco es que se aprecie nada interesante. Nuestro periplo por la isla consiste únicamente en un paseo hasta el otro extremo de la isla, donde se encuentra la basílica de Santa María y San Donato, que se encuentra cerrada. Tras verla por fuera durante un par de minutos, pensaba que me iba a gustar un poco más, recorremos el camino inverso para llegar a la parada del vaporetto, cogiendo el de las 17:49. Como se puede ver, apenas pasamos cincuenta minutos en la isla, incluido el tiempo que tardamos en llegar a la basílica de San Donato y a volver. El viaje en vaporetto apenas dura diez minutos, por lo que a las seis de la tarde llegamos a la parada de Canareggio.

Basílica de Santa María y San Donato.

Es decir, son las seis de la tarde, y todavía nos queda por ver Canareggio. Decidimos hacer una visita rápida, paseando por sus canales, que, aunque bonitos, no pueden ni compararse con los que hemos visto en Castello esa mañana. Además, comienzan a caer de vez en cuando pequeñas gotitas de lluvia, amenazantes de una posible tormenta. Finalmente, antes de coger el vaporetto, decidimos dirigirnos hacia la iglesia de la Madonna del Orto, que, tras tardar un poco en encontrarla, podemos admirar por fuera, ya que, para variar, llegamos cuando ya está cerrada. Esta era una de las iglesias que más ganas tenía de ver de Venecia, pero el cansancio, la hora que es, y el tiempo que hace, impiden que la pueda disfrutar como se merece. Una pena. Finalmente, cogemos un vaporetto en la parada de Canareggio, llegando al hotel minutos antes de las siete y cuarto, el día que más tarde hemos llegado en todo el viaje.

Cena y vuelta al hotel sin fotos.
Tras poco menos de una hora y media de descanso, a las ocho y media salimos del hotel rumbo al Campo Santa Margherita, donde el día anterior habíamos visto que había muchos restaurantes. Nos decidimos por el que mejor pinta tiene, y, aunque no comemos mal, sí que nos hubiera gustado que nuestra última cena en Italia hubiera sido mejor. Tras cenar, hacemos un amago de ir a sacar las últimas fotos nocturnas del viaje, pero el frío que comienza a hacer y el convencimiento de que las fotos serán idénticas a las de las dos noches anteriores nos hace rectificar e ir directos al hotel, a donde llegamos minutos antes de las diez menos cuarto.

Gastos del día.
Este fue uno de los días que más gastamos, ya que si bien la comida fue relativamente barato, comimos apenas una porción de pizza antes de coger el vaporetto y otra en Burano, y la cena fue bastante barata, tuvios que pagar 60 € por la góndola, que mereció mucho la pena.

Los gastos del día fueron los siguientes:

  • Góndola: 30.00 €
  • Comida: 18.75 €
  • Varios: 0.75 €
  • Total: 49.50 € por persona.

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