miércoles, 22 de mayo de 2013

Día 2, domingo 28 de abril: Arco del Triunfo, Los Inválidos, Torre Eiffel y museo de Orsay


Nuestro segundo día en París comienza un poco más tarde que el día anterior, puesto que el despertador no suena hasta las ocho de la mañana. El motivo por el que vamos a comenzar “tan tarde” el día es que vamos a empezar con una visita al Arco del Triunfo, el cual no abre hasta las diez de la mañana. El resto de la mañana consistiría en un largo pase hasta la torre Eiffel, donde habíamos reservado para subir a la una del mediodía.

Arco del Triunfo: más el edificio que las vistas.
Así pues, tras desayunar, salimos del hotel a las nueve y cuarto dispuestos a conocer uno de los monumentos más importantes de París, con la esperanza de que la suave lluvia con la que nos saluda la calle pare cuando lleguemos al monumento. Tras poco más de veinte minutos en metro, al menos tenemos la suerte de que desde Place d’Italie hay una línea que nos deja en la plaza Charles de Gaulle, llegamos al Arco del Triunfo minutos después de las diez menos cuarto, un poco más tarde de lo que teníamos planeado, pues queríamos estar un tiempo sacando fotos. Sin embargo, este retraso no es un gran problema, ya que está lloviendo ligeramente por lo que no hubiera merecido la pena estar mucho tiempo haciendo fotos. Una pena, ya que por primera vez, salimos de visita con el trípode, para ver si nos cansaba o nos merecía la pena por las fotos que podríamos sacar. Como comprobamos al final del día, acabamos encantados y no lo volvimos a dejar en el hotel.

Arco del Triunfo.

Tras unos cuantos minutos haciendo fotos, ya sin lluvia, a las diez y cuarto ya estamos en lo alto del Arco sacando fotos de las vistas de París. La verdad es que no me impresionan demasiado las vistas, ya que al estar el Arco tan alejado del resto de monumentos importantes, se ven estos en pequeñito. Es una vista distinta de la ciudad, destacando sobre todo la de los Campos Elíseos, pero creo que los nueve euros y medio que cuesta la entrada son demasiados para lo que se ve. Al igual que me ocurrió el día anterior con la Sainte Chapelle, creo que el precio es desorbitado. Al menos lo tenemos sufragado con la Paris Museum Pass.

Del Arco del Triunfo a Los Inválidos, recorriendo los Campos Elíseos.
Tras bajar del Arco del Triunfo y aprovechar a hacer fotos de nuevo una vez que parece que ha salido el sol para quedarse un rato, enfilamos por los Campos Elíseos hasta nuestro siguiente punto del recorrido: el puente de Alejandro III. Tras un recorrido de apenas veinte minutos, a las once de la mañana llegamos al Grand Palais, que junto con el Petit Palais, que me gusta bastante más, es de lo poco que tiene para ver los alrededores de los Campos Elíseos. La verdad es que los Campos Elíseos, por mucho nombre que tengan, a nivel turístico no tienen gran cosa. Tras ver ambos palacios por fuera, aprovechamos el momento de más sol del día para hacer unas preciosas fotos desde el puente de Alejandro III, desde el cual se tienen unas estupendas vistas de la torre Eiffel.

París desde el puente de Alejandro III.

Tras las fotos de rigor desde el puente Alejandro III, nos dirigimos hacia Los Inválidos, uno de los más importantes de París. Dentro de Los Inválidos se pueden ver el Dôme, la iglesia de San Luis de los inválidos y el museo del Ejército. Este último lo habíamos descartado porque no nos interesaba en absoluto, y la segunda iglesia no podemos verla porque se encuentran en misa en ese momento. Me consuelo pensando que, por las fotos que había visto, no es nada bonita. Así pues, solo nos queda por ver el Dôme, el cual no me defraudó, pues me pareció bastante bonito, a pesar de ser relativamente pequeño. Aparte de las distintas tumbas que se podían ver, el edifico en sí era precioso, me encantó. Desgraciadamente, mi pareja no lo disfruta del todo bien ya que le sellaron la Paris Museum Pass y piensa, erróneamente, que no podría usarla el día siguiente, lo cual era nuestra intención.

Tumba de Napoleón.

Visitando la torre Eiffel.
Tras visitar el Dome, y desistir de ver el museo Rodin puesto que no nos va a dar tiempo, a las doce y cuarto llegamos al Campo de Marte, desde donde esperaba obtener algunas de las fotos más bonitas del viaje. Desgraciadamente, y como suele ser nuestro sino, gran parte del Campo de Marte se encuentra en obras, y en la parte que dificultan hacer unas fotos bonitas.

A pesar de estos inconvenientes, conseguimos sacar algunas de las fotos más bonitas del viaje. Tras sacar las fotos, todavía nos quedan veinte minutos libres antes de subir a la torre Eiffel, por lo que decidimos buscar sitios donde poder comer tras bajar de esta. Observamos que los sitios apenas se cuentan con los dedos de la mano. En estos momentos tomo consciencia de que quizá habría que haber programado de forma distinta la mañana, puesto que me da la sensación de haber visto poco. El haber empezado por el Arco del Triunfo, que no abría hasta las diez de la mañana, y haber continuado paseando por los Campos Elíseos, que no tenían nada para ver, hace que tenga la sensación de que haya perdido prácticamente media mañana. Quizá hubiera sido mejor acabar el día ahí. Pero poco se puede hacer ya.

Finalmente, a la una, muy puntuales, entramos en la torre Eiffel. El primer ascensor, que tardamos bastante en coger, nos deja en el segundo piso, donde tenemos que comprar los billetes de acceso hasta la parte más alta de la torre. Nosotros habíamos reservado hasta el segundo piso por si acaso el día que íbamos se cerraba la torre por alguna inclemencia meteorológica o similar. Creo que fue un error hacerlo, ya que es prácticamente imposible que te cierren la torre (lo hicieron apenas dos semanas antes de ir, pero bueno, es una excepción), y el sacar los tickets hasta la el último piso, que solo te hace perder cinco minutos, pero bueno, ya es más lío que llevarlo todo desde casa. Creo que merece la pena jugársela y traer los billetes desde casa.

Así, tras sacar los billetes, y esperar una larga cola para subir al último piso, alcanzamos la cima de la torre a las dos menos cuarto. La verdad es que las vistas son bonitas, siendo mi preferida la vista que se tiene de Trocadero, ya que la del Campo de Marte está en obras. De todas formas, yo sigo pensando que las vistas desde tanta altura no merecen tanto la pena como desde un edifico más bajo, desde donde puedes ver los edificios más grandes. Al final, desde lo alto de la torre Eiffel ves todo París, pero ves muy pequeñito el Arco del Triunfo, ves muy pequeñito Notre Dame… me atrevo a decir que seguramente me gustarían más las vistas desde las torres de Notre Dame. Además, tampoco ayuda mucho que el sol se había cubierto para el resto del día.

Trocadero desde la torre Eiffel.

Tras las fotos de rigor, decidimos dar por finalizada la mañana y bajamos a tierra para comer algo. Tras decidirnos durante un buen rato, compramos dos paninis por siete euros cada uno, más un botellín de agua que costaba tres euros. Diecisiete euros por comida para dos, difícilmente se puede encontrar algo más barato. Tras comer los paninis en el puente de Jena, nos dirigimos hacia la cercana Trocadero para sacar las que se suponen que son las mejores fotos de la torre Eiffel. La verdad es que algunas de las fotos que conseguimos hacer son muy bonitas, a pesar de que no se ve ni un solo rayo de sol y de que, para variar, en la base de la torre Eiffel había unos cuantos andamios. Al menos pude esconder estos últimos.

Visitando el museo de Orsay.
A las tres de la tarde finalizamos la sesión de fotos de la torre Eiffel, y, viendo que el tiempo no va a mejorar en toda la tarde, decidimos ir al museo de Orsay, uno de los lugares de París que más ganas tenemos de visitar. Tras llegar al museo a las tres y media, nos vemos obligados a hacer un poco de cola, algo que no esperaba con la Paris Museum Pass. Afortunadamente, en apenas quince minutos entramos dentro del museo. La verdad es que el museo es una maravilla. Lo primero que te encuentras, dentro del impresionante edificio, que ya de por sí es muy bonito, es una sala con unas esculturas preciosas. En este museo tienen cabida las obras del siglo XIX, donde acaba el museo del Louvre, y de comienzos del siglo XX, por lo que hay cuadros de Renoir, de Van Gogh, Monet… La verdad es que es espectacular, y es muy curioso poder estar viendo cuadros que uno conoce desde pequeño, como el Autoretrato de Van Gogh. Aun así, son los cuadros de Renoir y los de Monet los que más llaman mi atención. La única pena fue que no puedo disfrutar el museo como se merece, ya que hace muchísimo calor y estamos terriblemente cansados, y eso que no tengo la sensación de haber andado demasiado. Cuando salimos del museo, a las cinco y cuarto, no puedo ni con mi alma. Aun así, sacamos fuerzas de donde podemos, y decidimos ir andando hasta el barrio de Saint-Germain-des-Prés, uno de los menos importantes en cuanto a contenido turístico, para hacer una visita exprés y ver la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, la más antigua de París, y dos de los cafés más conocidos de la ciudad: El Café de Flore y Les Deux Magots. A las seis de la tarde, sin apenas tenernos en pie, nos dirigimos al metro para ir al hotel, a donde llegamos quince minutos después. La sensación de quitarse los zapatos y tumbare en la cama fue sin duda de las mejores del día.

Ópera, La Madeleine y plaza de la Concordia: perfecta sesión nocturna de fotos.
Tras una hora y media descansando, salimos del hotel para ir a cenar al Hard Rock Café, el restaurante que siempre buscamos en cada ciudad. Esa noche tenemos pensado sacar fotos de la Ópera, La Madeleine y la plaza de la Concordia, así que vamos a aprovechar la cercanía del Hard Rock a la Ópera. Tras llegar a las ocho y veinte, nos dicen que tendremos que esperar media hora para cenar. Esa media hora se transforma en casi una hora, y no es hasta las nueve y cuarto cuando nos sentamos a cenar. A diferencia de otras veces, apenas pedimos unos nachos y una hamburguesa para compartir, ya que las últimas veces no habíamos podido acabar cada uno nuestra hamburguesa. El precio de la cena es bastante mayor de lo esperado, y es que este restaurante es más caro que los que hemos visto en otras ciudades. Es aquí el primer y único sitio donde constatamos que la comida en París es muy cara. Y es que pagar casi cuarenta euros por una hamburguesa, unos nachos y dos coca colas nos parece excesivo.

Tras salir de cenar, al menos con muy buen sabor de boca, nos dirigimos a la ópera para comenzar nuestra sesión nocturna de fotos. Como me esperaba, la Ópera de noche es preciosa y no hay apenas gente, por lo que podemos hacer unas fotos preciosas. Tras la ópera, continuamos hasta La Madeleine, donde a pesar de no estar iluminada, las fotos no desmerecen a la Ópera. Finalmente, las fotos que hacemos en las fuentes de la plaza de la Concordia, que esperaba más iluminadas, son espectaculares, sin duda, de las más bonitas del viaje. Minutos después de las once y cuarto, damos por finalizada la sesión de fotos y nos dirigimos al hotel, a donde llegamos a las doce. A pesar de que el día no ha sido todo lo bueno que esperaba, el recorrido nocturno ha mejorado significativamente el día: nos vamos con unas fotos y un recuerdo espectacular.

Plaza de la Concordia, con la torre Eiffel al fondo.

Gastos del día
Este día los gastos fueron como los de cualquier otro día (siempre calculo unos 50 € por persona y día de media), ya que si bien se ahorró en la comida, la cena resultó algo más cara de lo esperado. En cuanto a turismo, apenas hubo que pagar la entrada de la torre Eiffel. Lo que más rabia dio fue que otro día hubo que comprar un billete del ticket t++, ya que hicimos cinco viajes cada uno. Los gastos en transporte, al finalizar el viaje, serían relativamente altos.
  • Comida: 28.40 €
  • Transporte: 6.65 €
  • Turismo: 6 €
  • Varios: 3.45 €
  • Souvenirs: 1.25 €
  • Total: 45.75 € por persona

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