lunes, 28 de octubre de 2013

Preparación: vuelos, hoteles y entradas

La planificación inicial del viaje nos dio unos cuantos quebraderos de cabeza, tanto por el itinerario que queríamos realizar como por el precio que nos costó el vuelo. La verdad es que no recuerdo un viaje en el que haya tenido tantos problemas para elegir el itinerario ni en el que el precio final del vuelo me haya dado una sorpresa tan negativa.

Itinerario: un rompecabezas.
En un principio teníamos previsto realizar el trayecto Roma - Florencia - Venecia, es decir, de sur a norte. Sin embargo, el inconveniente de realizar el trayecto de esta forma era que en alguna de las noches que dormiríamos en Florencia no podríamos beneficiarnos de la tarifa de empleado que tenía el único hotel de la cadena Accor en la ciudad, por lo que en vez de los 84 € por noche de la tarifa de empleados tendríamos que pagar 170 € con una tarifa de prepago. No nos habría importado pagar una noche a un precio elevado si al menos en Roma hubiéramos podido disponer de tarifa de empleado, pero la realidad fue que dejamos escapar una tarifa barata en dicha ciudad, y tras perder la tarifa de empleado en Roma no estábamos dispuestos a perder más noches con tarifa de empleado en otra ciudad.

Ante este contratiempo, nos planteamos realizar el itinerario en sentido contrario, es decir, Venecia - Florencia - Roma, ya que como en Venecia íbamos a estar menos días que en Roma, las noches que dormiríamos en Florencia serían distintas que las del primer itineario, y serían noches en las que sí que tendríamos la tarifa de empleado en Florencia. Sin embargo, cuando fuimos a reservar las tres noches en el hotel de Venecia, hotel en el que teníamos dos noches gratis, nos encontramos con que no podíamos disfrutar de esas dos noches gratis ya que solo eran válidas entre semana, y con el itinerario que teníamos en mente íbamos a dormir dos de las tres noches en Venecia en fin de semana.

Así pues, aunque no era lo óptimo, la única opción que nos quedaba para poder cuadrar todas las noches era realizar el itinerario comenzando por Florencia, continuando con Roma y finalizando en Venecia. No eran los desplazamientos óptimos, ya que Florencia se encuentra entre Venecia y Roma, pero nos consolamos pensando que no dábamos mucho rodeo yendo a Roma, habiendo sido mucho peor si Venecia hubiera sido la segunda ciudad.

Vuelo: una desagradable sorpresa final.
Una vez decidido el itinerario, el 13 de diciembre, un día después de que nos tocaran las dos noches gratis en Venecia y nos decidiéramos finalmente a incluirla en el itinerario (como se ve, apenas tardamos un día en estudiar todas las posibilidades y decidirnos por el itinerario final), nos pusimos a buscar vuelos, si bien ya habíamos mirado un poco por encima los días anteriores. Para nuestra sorpresa, los vuelos eran bastante más baratos de lo esperado, aunque tenían la pequeña pega de que el viaje duraba cinco horas, ya que los viajes más económicos eran con Brussels Airlines con escala en Bruselas.

En un principio teníamos previsto salir en viernes, día en el que había un vuelo que nos habría dejado en Florencia a la una y cuarto, de forma que tendríamos prácticamente toda la tarde para pasear por la ciudad y empezar a conocerla o entrar en algún museo. Sin embargo, nos fue imposible cogernos ese día de vacaciones, por lo que no nos quedó otra opción que empezar nuestras vacaciones en sábado, día en el que desgraciadamente no había ningún vuelo que llegara a Florencia antes de las cinco de la tarde. Nos dio un poco de rabia pensar que si hubiéramos salido en viernes habríamos ganado una tarde en Florencia, mientras que saliendo el sábado nos tendríamos que conformar con un breve paseo por la ciudad, pues cuando saliéramos del hotel estaría prácticamente todo cerrado. Intenté consolarme pensando que a las tardes era cuando menos aprovechábamos los viajes, por lo que quizá el llegar a la una no habría ayudado mucho, y que aun así íbamos a estar tiempo suficiente en Florencia para conocerla, aunque es verdad que no todo lo holgados que hubiéramos deseado. Además, el precio del vuelo era irresistible, 164.96 € frente a los 210.96 € del vuelo que salía el viernes. A pesar de ese precio tan bajo, que no nos podíamos ni creer, preferimos esperar hasta enero ya que en apenas unas pocas semanas habíamos comprado el billete de avión para París y otro para un fin de semana en Bruselas.

Craso error. Y es que, si pensábamos que tras el problema con los hoteles y el no poder llegar a Florencia hasta las cinco de la tarde, al menos el vuelo nos iba salir barato, nos equivocamos. Pasadas unas semanas, concretamente la segunda semana de enero, nos decidimos a coger el vuelo, que por cierto, ya había subido tres euros. Sin embargo, teníamos la siguiente duda: ¿cogíamos por 170 € un vuelo que salía a las siete menos cuarto de la mañana y que nos obligaba a hacer una interminable escala de seis horas y media o pagábamos 44 € más por un vuelo que salía cinco horas más tarde y con el que hacíamos una escala de apenas media hora? Tras más de una semana sin decidirnos, el martes 15 de enero decidimos optar por el billete más barato, ya que nos daba miedo que en media hora no nos diera tiempo a coger el avión de Air Dolomiti, puesto que tendríamos que recorrer gran parte del aeropuerto de Fráncfort, desde la terminal de Lufthansa hasta la de Air Dolomiti. Cuando fuimos a coger el vuelo no podíamos creer nuestra mala suerte: tras haber visto día tras día durante un mes entero cómo el precio del vuelo se mantenía casi constante cerca de los 170 €, este había subido de la noche a la mañana en 60 €, superando los 230 €. No nos lo podíamos creer. Prácticamente lo mismo que ocurrió con el vuelo de Berlín. No nos podíamos creer que tuviéramos tan mala suerte.

Ante el miedo de que el precio del vuelo continuara subiendo, decidimos cogerlo, así que finalmente, el 15 de enero compramos los billetes, con el siguiente itinerario:

  • Salida el sábado 31 de agosto a las 06:45 dirección Bruselas, a donde llegaríamos a las 08:45. A las 15:05 un vuelo nos llevaría a Florencia, a donde llegaríamos a las 17:00.
  • Salida el miércoles 11 de agosto a las 18:15 dirección Bruselas, a donde llegaríamos a las 20:00. A las 20:45 un vuelo nos llevaría a Bilbao, a donde llegaríamos a las 22:50.

Unos días más tarde, el 20 de enero, el mismo vuelo que habíamos cogido estaba ya a 252.40 €, por lo que se puede decir que acertamos al cogerlo inmediatamente, en vez de esperar a ver si bajaba el precio.

Así pues, el itinerario quedaba de la siguiente forma:

  • Sábado: Llegada a Florencia a las cinco de la tarde.
  • Domingo: Florencia.
  • Lunes: Pisa, Siena y San Gimigniano.
  • Martes: Florencia y viaje a Roma por la tarde.
  • Miércoles: Roma.
  • Jueves: Roma.
  • Viernes: Roma.
  • Sábado: Roma.
  • Domingo: Roma y viaje a Venecia por la tarde.
  • Lunes: Venecia.
  • Martes: Venecia.
  • Miércoles: Venecia y vuelo de vuelta a Bilbao.

La verdad es que el itinerario era casi perfecto, ya que teníamos prácticamente dos días para conocer Florencia, pudiendo hacer incluso una excursión a Pisa, Siena y San Gimigniano, y prácticamente cinco días en Roma, única ciudad europea junto con París y Londres que considero que se necesita tal cantidad de días para visitarla, y tres en Venecia.

Personalmente solo habría añadido un día más en Florencia para ver la ciudad con más tranquilidad, ya que quizá un día y medio no era del todo suficiente, y un día más en Venecia para poder ver las ciudades de Padua y Verona, que se encuentran a poco más de media hora y una hora respectivamente de Venecia, y ambas en la misma dirección, por lo que se hubiera podido realizar fácilmente una excursión de un día a dichas dos ciudades, como iba a hacer con Pisa y Siena. Dos días habrían convertido el viaje en las vacaciones perfectas. Intenté consolarme pensando que en Florencia estaría prácticamente dos días enteros, pues cogería el tren un poco más tarde de la hora a la que solemos dar por terminadas las visitas turísticas, lo que consideraba suficiente para una ciudad tan pequeñita como Florencia, mientras que en el caso de Padua y Verona tampoco es que fueran unas ciudades imprescindibles de visitar en un viaje a Venecia, como sí lo eran Pisa o Siena en un viaje a Florencia, por lo que tampoco es que me fuera a perder algo indispensable. La verdad es que, se mirara por donde se mirara, el viaje que íbamos a realizar era espectacular.

Además, una ventaja tenía que tener el llegar a Florencia el sábado en vez de el viernes, y es que el lunes cierran la práctica mayoría de lugares de interés de Florencia, por lo que no habríamos podido ver casi nada dicho día, y no podríamos haber realziado la excursión a Pisa y Siena ya que el mismo día nos habríamos ido a Roma. Al llegar en sábado, pudimos programar la excursión a Pisa y Siena el día que no se podía ver nada en Florencia. Había que intentar pensar en positivo, tras tantas calamidades pasadas para reservar vuelos y hoteles...

Hotel de Florencia: Cerretani Firenze.
Cuando comprobamos que en el centro de Florencia, a apenas dos minutos andando del Duomo, había un hotel de la cadena Accor, no dudamos ni un segundo en alojarnos ahí. Sin embargo, comprobamos con pena que no teníamos tarifa barata las noches que teníamos pensadas en un primer momento, es decir, tras visitar Roma, ni tampoco las noches en las que dormiríamos si comenzáramos el viaje por Venecia. Así pues, decidimos comenzar el viaje con Florencia, ya que de esa forma cada noche costaba apenas 84 € por habitación, frente a los 170 € con tarifa de prepago que costaba la noche en otras fechas. Si a este precio se le añadía el impuesto de 4 € por noche por dormir en Italia, el precio total por persona para las tres noches ascendía a apenas 138 €. Así pues, el 2 de diciembre ya teníamos reservadas las primeras tres noches del viaje.

Como se puede ver en la siguiente imagen, el hotel de Florencia es uno de los más céntricos en los que hemos dormido, incluso el que más. Es verdad que Florencia es pequeña y que todo está muy cerca, pero tener el hotel a menos de 200 metros de la catedral de Florencia... más céntrico solo sería posible si durmiéramos en la propia catedral.

Plano de Florencia. En verde, el hotel; en rojo, el Duomo; en amarillo, la Galeria degli Uffizzi y la Piazza della Signoria. Abajo a la izquierda, escala de 200 metros.

Hotel de Roma: Bollo Apartments
Como pudimos comprobar, la presencia de los hoteles de la cadena Accor en Italia no eran tan importante como en otros países europeos. Así, en Roma únicamente existía el Mercure Roma Delta Colosseo, un hotel situado a 300 metros al este del Coliseo, una localización que no es que fuera muy buena, pero que estábamos dispuestos a aceptar. Sin embargo, cuando comprobamos que la tarifa de empleado de 74 € por noche no estaba disponible para las fechas que deseábamos, y que la opción más barata era una de prepago de 165 € por noche, asumimos que Roma sería la primera ciudad en la que no dormiríamos en un hotel de la cadena Accor.

Así pues, nos pusimos a buscar en Booking y en apenas una tarde encontramos un apartamento que no tenia mala pinta: el Bollo Apartments, ubicado en pleno centro de Roma, a apenas 600 metros de la Piazza Navona, por 420 € en total, es decir, 84 € la noche, el mismo precio que el hotel de Florencia. Nos decidimos rápidamente por este hotel, ya que había pocas opciones entre las que buscar, pues desde un principio descarté la zona de Termini porque nunca me han gustado los alrededores de las estaciones de tren. Así pues, el 2 de diciembre, el mismo día que reservábamos el hotel de Florencia, reservábamos nuestro alojamiento en Roma. Difícilmente podíamos haber encontrado un alojamiento más céntrico, como se observa en la siguiente imagen.

Plano de Roma. En verde, el hotel; en rojo, la Fontana di Trevi; en amarillo, Piazza Navona; en azul, el Vaticano; en naranja, el Coliseo. Abajo a la izquierda, escala de 200 metros y 1000 pies.

Meses después, el 27 de marzo, ojeando un plano de Roma, descubrí que ninguna de las dos líneas de metro, nuestro transporte favorito en una ciudad, pasaban por el centro de Roma, de forma que con el apartamento que habíamos elegido tendríamos que ir andando a todas partes o utilizar el autobús, un transporte que no nos gusta demasiado, por la dificultad que entraña en una ciudad desconocida. Es en ese momento cuando descubro que quizá la zona de Termini no es tan mala, ya que ahí confluyen las dos líneas de metro y nos permitiría llegar rápidamente a distintos lugares de la ciudad como el Coliseo o el Vaticano. Sin pérdida de tiempo, esa misma tarde buscamos hoteles por la zona de Termini y reservamos dos: el hotel Marconi Roma, que nos ofrecía alojamiento y desayuno por 400 €, y el novísimo Relais Dei Cinquecento, que por 375 € nos ofrecía únicamente el alojamiento.

Sin embargo, con el tiempo nos dimos cuenta de que la zona del Bollo Apartments era inmejorable, y que por mucho que estuviéramos acostumbrados a usar el metro, seguramente podríamos manejarnos sin ningún problema con el autobús, con el cual nos podríamos desplazar por toda la ciudad, y no solo por unas zonas muy concretas, como solo podíamos hacer con el metro. Así, finalmente decidimos quedarnos con el primer alojamiento que habíamos encontrado, el Bollo Apartments, por lo que, teniendo en cuenta que había que pagar un impuesto de 2 € por persona y noche, el alojamiento en Roma nos salió por únicamente 220 € por persona.

Hotel de Venecia: MGallery Papadopoli.
La verdad es que para Venecia no tuvimos que pensar mucho, puesto que al tener dos noches gratis en el MGallery Papadopoli teníamos resuelto el problema del alojamiento. Únicamente nos limitamos a reservar una noche más, puesto que dos noches se nos hacían pocas, y a resolver el rompecabezas de dónde encajar las noches de Venecia, puesto que no en todas las noches teníamos la gratuidad. En cuanto a la ubicación del hotel, agradecimos bastante que este se encontrara en Venecia y no en Mestre, por que podríamos ahorrarnos muchísimo tiempo en viajes en tren, además de que no tendríamos que estar pendientes por la noche del reloj para poder coger el último tren del día. La única pega, por llamarlo de alguna forma, era que se encontraba cerca de la estación de Santa Lucía, es decir, bastante alejada del centro turístico de Venecia, a unos cuarenta minutos en vaporetto. Obviamente, lo ideal hubiera sido que estuviera más cerca de Rialto, pero teniendo dos noches gratis y encima en Venecia y no en Mestre, ¿podíamos pedir más?

Plano de Venecia. En rojo, el hotel; en verde, puente de Rialto; en amarillo, Basílica de San Marco. Abajo a la izquierda, escala de 200 metros y 500 pies.

Así pues, este chollo nos salió a cada uno por 80.25 €, ya que la habitación costaba 136.50 € y tuvimos que pagar 4 € cada uno de tasa diaria.

Gastos previos de Roma: La Necrópolis de san Pedro.
Una de las atracciones de Roma que más ganas tenía de ver era la Necrópolis de san Pedro. Más que por la visita en sí, tenía ganas de verla por su exclusividad, ya que, según anuncian, apenas la visitan 250 personas al día, por lo que es algo que poca gente tiene la oportunidad de ver cuando va a Roma, y nosotros podríamos ser unos de esas pocas personas. En realidad, tenía más ganas de visitar las catacumbas de san Calixto, pues en fotos me parecían espectaculares, pero creía que era una visita muy similar a la Necrópolis, y no me convencía la idea de dedicar tiempo a las catacumbas, pues solo se pueden visitar mediante visita guiada de cuarenta minutos, más la ida y vuelta en autobús, siendo una visita tan similar a la de la Necrópolis, que, como he dicho, era más exclusiva.

Como en un principio teníamos previsto comprar la Roma Pass, y esta era válida para tres días consecutivos, planeé en un principio que la visita al Vaticano fuera el sábado, el cuarto día de nuestra estancia en Roma, para poder usar la Roma Pass durante los tres primeros días. Así, el 2 de junio mandé un correo para pedir cita para realizar la visita guiada en castellano para la mañana del sábado 7 de septiembre. Un día después me respondían dándome cita para las dos y media. La verdad es que la hora no era mala, incluso podría decirse que perfecta, ya que podríamos dedicar toda la mañana a visitar la Basílica de san Pedro, subir a la cúpula y ver los Museos Vaticanos. Luego, comeríamos, y a las dos y media realizaríamos la visita guiada, saliendo a las cuatro de la Necrópolis, de forma que tendríamos un rato para visitar el resto del Vaticano antes de ir al hotel.

El problema es que habíamos decidido realizar la visita nocturna a los Museos Vaticanos, de forma que era complicado organizar el día para estar en el Vaticano a las dos y media. Por ello, al día siguiente decidimos mandar de nuevo un correo pidiendo cita para otro día, pues empezábamos a tener nuestras dudas de que fuéramos a utilizar la Roma Pass, por lo que nos daba igual qué día ir (salvo el primer día, el miércoles, para evitar la afluencia de gente que habría debido a la misa papal). Tras respondernos al día siguiente dándonos cita para una visita en inglés el jueves, y responderles nosotros de nuevo, el día seis de junio nos dan cita para una visita guiada en castellano a las diez y cuarto de la mañana, cita que confirmamos tres días más tarde tras estimar que nos daría tiempo a hacer algo antes, como subir a la cúpula.

Tren
El tren es otra de las espinas que tengo clavas del viaje, ya que, al igual que ocurrió con el avión, pagamos un precio algo superior al que podríamos haber pagado. Y es que tras elegir el itinerario y tener reservados los hoteles, lo primero que hicimos fue estudiar cómo podíamos desplazarnos entre las tres ciudades. Rápidamente comprobamos que había numerosos trenes, prácticamente uno cada hora, que partían de Florencia en dirección a Roma y de Roma en dirección a Venecia. El precio de estos trenes, sobre todo el que nos iba a llevar de Florencia a Roma, era bastante asequible: 19 € el billete individual de Florencia a Roma y 39 € el billete individual de Roma a Venecia.

Sin embargo, y a pesar de que lo teníamos mirado desde hacía meses, no fue hasta el 25 de junio cuando nos decidimos a comprar los billetes de tren. Fue entonces cuando comprobamos que el precio del billete de Florencia a Roma no había subido, pero el de Roma a Venecia había subido diez euros, ya que se habían agotado los billetes de la tarifa Super economy. Aunque es verdad que diez euros no era para echarse a llorar, sí que nos dio rabia pagar diez euros más cada uno por no haberlos reservado antes. Tras recuperarnos de esta desagradable sorpresa, nos decidimos a comprar los billetes de los trenes.

Por un lado, el tren de Florencia saldría a las 18:38 de la estación de Santa María Novella, que se encuentra a apenas 500 metros del hotel, cinco minutos andando, llegando a Roma a las 20:10. Como el hotel de Roma nos obligaba a estar antes de las nueve de la noche, pues sino tendríamos que pagar 25 € de multa, escogimos dicho horario, aunque quizá habría preferido salir más tarde desde Florencia para aprovechar más el día, ya que pensaba que en Florencia andaríamos justos de tiempo. Me consolaba pensando que para salir a las 18:38 podría estar haciendo turismo por Florencia hasta las seis de la tarde, así que podría decirse que estaríamos dos días completos haciendo turismo por Florencia.

Por otro lado, el tren de Roma a Venecia saldría a las 15.50, de forma que llegaríamos a Venecia a las 19:35. Pensamos que era un horario bastante adecuado, ya que por un lado nos permitía no llegar muy tarde a Venecia, de forma que nos daría tiempo de coger la Rolling Venice y podríamos cenar a una hora normal, mientras que por otro lado podríamos disfrutar de toda la mañana en Roma para hacer turismo. Si hubiéramos salido más tarde, habríamos llegado bastante tarde a Venecia, y entre que cogíamos la Rolling Venice, íbamos al hotel, cogíamos el vaporetto para ir a cenar... se nos habría hecho muy tarde, así que teníamos que elegir entre esa opción, estando más tiempo en Roma, o salir de Roma poco después de comer. Finalmente, elegimos la segunda opción ya que pensábamos que poco íbamos a ver en Roma después de comer, tras haber estado cuatro días enteros en la ciudad.

Coche de alquiler.
Como he comentado antes, uno de los tres días que íbamos a pasar en la Toscana lo íbamos a dedicar a realizar una excursión a Pisa, Siena y San Gimigniano. Toscana es una región de Italia con una amplia oferta turística, existiendo numerosos pueblos pequeños y ciudades que merecen la pena ser visitadas. Como desgraciadamente no teníamos todo el tiempo del mundo, decidimos centrarnos en las dos ciudades más importantes, Pisa y Siena, y entre Lucca y San Gimigniano decidimos dedicar algo de tiempo a la segunda ciudad. Hubiera sido perfecto poder dedicar otro día a hacer alguna otra excursión a ciudades como Lucca o Volterra, pero no era posible, así que quedará para la próxima vez.

En un principio teníamos previsto realizar todos los trayectos en transporte público, ya que habíamos visto que existía la posibilidad de ir de Florencia a Pisa en tren, de Pisa a Siena y de Siena a Florencia, pues había bastantes trenes que cada día hacían ese recorrido en un tiempo no demasiado largo y sin que el precio del billete fuera muy caro. En resumen, era factible poder hacer un viaje en transporte público. Sin embargo, desechamos la idea de ir en tren ya que entonces no podríamos ver San Gimigniano, una ciudad que aunque no me interesaba demasiado había que verla, puesto que mi pareja ya conocía todas las ciudades del viaje (Roma, Florencia, Venecia, Pisa y Siena) y yo tenía ganas de que conociera al menos una ciudad nueva. Además, no íbamos a andar muy sobrados de tiempo ese día, y, salvo que nos perdiéramos, el coche era un medio de transporte que nos permitiría cubrir más rápidamente las distancias que separan dichas ciudades.

Así, tras desechar la opción del tren, comenzamos a barajar la opción de alquilar un coche, opción más cara pero que nos permitía mayor libertad de movimientos. Mientras mirábamos oficinas de alquiler de coches, vimos que existía un tour que, por 80 € por persona, te llevaba a Pisa, San Gimigniano y Siena. El tour duraba doce horas, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, y comprendía una visita guiada por Pisa y por Siena, tiempo libre en ambas ciudades.... La verdad es que sonaba muy bien, era bastante barato (80 € incluyendo comida y, supongo, entradas a la catedral de Siena) pero me echaba un poco para atrás el ir en grupo, porque pensaba que no podríamos ver las cosas tan a nuestro gusto. Me daba miedo perder dos horas en una comida, que no pudiera estar todo el tiempo que quisiera haciendo fotos en Pisa... Vamos, los miedos que siempre he tenido a los viajes organizados. Y en principio no tenía mala pinta, ya que te dejaban 50 minutos libre en Pisa, hora y media en San Gimigniano y hora y media en Siena.

Aunque tengo que reconocer que, de los pocos viajes organizados que me he molestado en mirar, era de largo el que mejor pinta tenía.

Finalmente, y tras hablar con un amigo que dos años antes había hecho en coche la misma ruta que queríamos hacer nosotros, nos decidimos por alquilar un coche, como había hecho él. Tras mirar en Hertz, Avis y Europcar, cuyas oficinas se encontraban a apenas pocos metros entre ellas, y a escasos quince minutos andando del hotel, nos decidimos por alquilar un coche en Hertz, ya que el alquiler, desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche, salía por apenas 38.12 €. A dicho importe habría que sumarle los 26.62 € que costaría el seguro a todo riesgo que íbamos a coger, los 14.52 € que costaría dejar el coche a las once de la noche, pues la oficina cerraba a las siete de la tarde, y los 40 € que aproximadamente estimábamos que nos íbamos a gastar en gasolina. Es decir, el alquiler de coche nos saldría por unos 120 €, frente a los 160 € que costaba el viaje organizado, si bien es verdad que a ese precio habría que añadirle la comida y la entrada a la catedral de Siena. Seguramente, pagaríamos prácticamente lo mismo que con el viaje organizado, pero andaríamos mucho más a nuestro aire.

Reservas varias: Firenze Card, Museos Vaticanos, Rolling Venice e Itinerarios Secretos.
Cuando visito una ciudad siempre miro si disponen de alguna tarjeta turística con la que me salga más barata la entrada a los monumentos de una ciudad o, en el peor de los casos, me permita saltarme la cola y evitar perder un precioso tiempo en esperas. En algunas ciudades existen, y son ventajosas, como París o Berlín, y en otras como Viena, no. Y en Florencia encontré sin duda la mejor tarjeta turística de todas las ciudades que he visitado: la Firenze Card.

La Firenze Card es una tarjeta que por 50 € permite la entrada gratuita y sin colas, durante 72 horas consecutivas, en la práctica totalidad de los lugares de interés de Florencia, además de permitir el uso del transporte público durante dicho tiempo, algo que en realidad no es indispensable en Florencia, ya que la zona turística es muy pequeña, pero que seguramente lo agradeceríamos las pocas veces que lo usáramos. Además, a diferencia de otros años, donde la Firenze Card solo cubría los museos, en 2013 añadió las subidas al Campanile y a la Cúpula de la catedral, así como la entrada a la propia catedral y al baptisterio, además de muchos otros lugares. Vamos, que era un chollazo. Es verdad que 50 € puede parecer un precio relativamente caro para los dos días que íbamos a estar en Florencia, pero íbamos a amortizar el precio con creces, ya que algunos de los lugares de interés de Florencia son muy caros. Por ejemplo, la Galería de los Uffizi y la Galería de la Academia cuestan 6.5 € cada uno, salvo cuando hay exposiciones, en cuyo caso el precio de la entrada asciende a 11 €. El problema es que hay exposiciones durante casi todo el año, por lo que es prácticamente el precio de la entrada sea de 11 €. Además, si uno desea evitar las colas, debe pagar 4 € más por hacer la reserva previa por internet, por lo que solo la entrada a los dos museos ya nos iba a salir treinta euros. Si a eso le añadimos el pack completo de entrada en la catedral y baptisterio y subida al Campanile y a la cúpula ya nos situábamos en los 40 €. Por ello, no dudamos ni un momento que había que coger esa tarjeta, por lo que la compramos el día 1 de junio, con la intención de recogerla en la oficina de turismo del aeropuerto el día que llegáramos. Además, por una vez se puede decir que tuvimos suerte, porque pocas semanas después de comprar la tarjeta, esta subió de precio, alcanzando los 72 €.

En cuanto a Roma, teníamos que decidir cuándo queríamos visitar los Museos Vaticanos, un imprescindible de cualquier visita a Roma. En un principio teníamos previsto visitar en una mañana todo el Vaticano, subiendo a primera hora a la cúpula, visitando luego la Basílica y finalmente dedicar las dos últimas horas de la mañana a ver los Museos Vaticanos. Sin embargo, como teníamos ganas de ver la Necrópolis de San Pedro, pensábamos que visitar todas esas cosas en un mismo día podría ser muy denso, así que nos animamos a reservar la visita nocturna a los Museos Vaticanos, la cual se da en los viernes de los meses de verano, donde, a pesar de no poder visitar todas las estancias, lo cual no nos importaba mucho porque solo deseábamos ver las Estancias de Rafael y la famosísima Capilla Sixtina, seguramente habría menos gente, por lo que la visita sería más amena. Además, al ir por la noche, podríamos luego fotografiar la Basílica de San Pedro iluminada. No nos lo pensamos mucho, y el 9 de julio reservamos la visita a los Museos Vaticanos, que costó 20 €, un precio que me parecía excesivo si lo comparaba con lo que costaban los museos que habíamos visitado en París ese año.

En cuanto a Venecia, es posible que no haya ninguna ciudad en el mundo más complicada para las tarjetas turísticas. Y es que hay una gran cantidad de tarjetas, unas solo para transporte, otras solo para unos monumentos concretos, otras para otros monumentos... Tras echar un vistazo a lo que podía ofrecer la ciudad, descubrimos que lo que más nos interesaba de Venecia era pasear por sus calles, y que únicamente nos apetecía realizar la visita guiada a los Itinerarios Secretos del Palacio Ducal. Los Itinerarios Secretos costaban 20 € por persona, pero si se compraba la Rolling Venice, que costaba 4 €, el precio bajaba hasta los 14 €. La Rolling Venice es otra de las tarjetas curiosas de Venecia: una tarjeta que cuesta 4 € y con la que se tiene descuento en la compra de otras tarjetas o entradas a monumentos. Así pues, un día después de comprar la Firenze Card, el 2 de junio reservamos la visita guiada en inglés para el Palacio Ducal, por un precio de 14.5 € por persona, pues costaba medio euro la reserva por Internet, un precio que, aunque no entiendo por qué cuesta más reservar por internet, cuando todo son comodidades para los organizadores, me parece más adecuado que los cuatro euros que cuesta la reserva por internet de los Uffizi o de la Academia.

Así pues, antes de comenzar el viaje, ya lo teníamos todo atado: avión, hotel, tren, coche y entradas de muchos monumentos. Ya solo quedaba empezar a disfrutar del viaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario