lunes, 29 de octubre de 2012

Día 5, martes 4 de septiembre de 2012: Llegada a Salzburgo, jardines de Mirabell, Residence y paseo por el caso antiguo

Hoy comienza una nueva etapa en nuestro viaje, pues dejamos atrás Múnich para conocer Austria, ya que hoy nos espera una de las ciudades más bonitas de Europa: Salzburgo. En principio teníamos previsto coger el tren que salía de Múnich a a las 9:27 y que llegaba a Salzburgo minutos antes de las once, a las 10:56, completando el recorrido en menos de hora y media. Este tren era perfecto, ya que era el primero después de las nueve de la mañana, hora a partir de la cual podíamos usar el Bayern Ticket, y porque realizaba el recorrido en apenas hora y media, de forma que antes de las doce del mediodía podríamos estar haciendo turismo. Sin embargo, la Bayern Ticket tampoco puede usarse con todo tipo de trenes, y este era uno de ellos. Así, el día anterior, cuando compramos el Bayern Ticket, descubrimos que no podíamos usarlo hasta las 9:42, de forma que llegaríamos dos horas después a Salzburgo, tres cuarto de hora después de lo previsto. Un pequeño contratiempo que no nos entristeció demasiado porque pensábamos que tendríamos tiempo de sobra para ver Salzburgo.

Así, con esta hora de salida, ponemos el despertador a las ocho y cuarto, para que nos dé tiempo a desayunar tranquilamente. Tras desayunar en el Starbucks de la estación mientras leo una portada en de un periódico con un dibujo de Cristiano llorando que día Keine mag mir (nadie me quiere), nos dirigimos hacia el tren que nos llevará a Salzburgo, al que llegamos más justos de lo que pensamos. En el tren constatamos lo que ya hemos visto durante estos días en Múnich: la enorme insolidaridad que hay en muchos sitios de la ciudad, especialmente en las estaciones de tren. Y es que nos cuesta muchísimo encontrar un sitio para nosotros dos, ya que la mayoría de sitios, los sitios están distribuidos de cuatro en cuatro, están ocupados en su mayoría por dos personas que, o bien no dejan sus maletas en la zona del equipaje o bien ocupan ellas dos las cuatro plazas, y en ningún momento hacen ademán de dejarte sitio. Tras mucho buscar, encontramos dos sitios cercanos separados únicamente por el pasillo. Al final ha resultado que la cantidad de gente que creía que me iba a encontrar en el tren a Füssen ha sido la que me he encontrado en el tren a Salzburgo.

El recorrido discurre sin problemas, llegando puntualmente a Salzburgo dos horas después de nuestra salida, a las 11:42, anunciándonos la llegada la fortaleza de Hohensalzburg que vemos a través de la ventanilla. A pesar de que llegábamos tres cuartos de hora más tarde de lo que pensábamos el día anterior, nos animamos bastante ante la perspectiva de poder ver la ciudad con sol, ya que las previsiones para los dos próximos días son de nubes sin apenas nada de lluvia y con momentos de sol. Una vez en Salzburgo, lo primero que hacemos es comprar la Salzburg Card, una tarjeta que durante 24 horas nos va a permitir entrar gratuitamente en casi todos los lugares de interés de la ciudad, además de tener el transporte público gratis. Solo por veinticinco euros cada uno.

Tras unos momentos de indecisión sobre cómo llegar a nuestro hotel, encontramos el camino correcto y llegamos a las doce y cuarto. La verdad es que la ubicación del hotel no es demasiado buena, ya que se encuentra a veinte minutos andando del centro turístico de la ciudad. Sin embargo, no nos desanimamos, ya que veinte minutos no es mucho y tenemos la tarjeta del transporte público gratis con la Salzburg Card.

Tras dejar nuestras cosas en el hotel salimos de la habitación, bastante más modesta que la de Múnich, lo cual no es de extrañar dado el enorme tamaño de la habitación de ese hotel, salimos a la calle con todas las ganas del mundo de conocer Salzburgo.

Jardines de Mirabell y mirador de Kapuzinerberg: Salzburgo promete.
A pesar de que tenemos el transporte público gratis, este solo nos dura veinticuatro horas, y preferimos aguardar un poco a usar la tarjeta para poder usarla al día siguiente por la tarde. Es por esto que decidimos ir andando hacia el primer punto del itinerario, los jardines de Mirabell, una de las atracciones más importantes de Salzburgo. Cuando llegamos, minutos después de la una menos cuarto, vemos de inmediato una de las postales más famosas de Salzburgo, y es la de los jardines de Mirabell con la fortaleza de Hohensalzburg al fondo, coronando el monte. Afortunadamente, el día es soleado, y a pesar de que hay algo de bruma en el ambiente, la imagen de la fortaleza al fondo es muy bonita aunque, obviamente, no todo lo espectacular que sería en un día claro. Durante diez minutos, recorremos los jardines de Mirabell, que no son especialmente grandes, disfrutando de uno de los grandes atractivos de la ciudad. Aunque no me parecen tan espectaculares como esperaba en un principio, la verdad es que son muy bonitos, y el conjunto de sus flores y fuentes, coronados por la fortaleza de Hohensalzburg al fondo, me parece precioso.

Jardines de Mirabell.

Tras ver los jardines de Mirabell, decidimos continuar visitando la misma orilla del río, dejando para la tarde todo el casco antiguo de la ciudad. Así, tras ver alguna que otra iglesia, nos dirigimos hacia el mirador de los Capuchinos, que se encuentra en Kapuzinerberg. Tras una subida un poco más dura de lo esperado y tras perdernos unos minutos, a la una y cuarto llegamos al mirador de los Capuchinos, desde donde se tienen unas preciosas vistas de toda la ciudad. Desde el mirador podemos ver todo el casco antiguo de la ciudad, viendo en un primer plano la catedral y la Kollegienkirche y en segundo plano la fortaleza de Hohensalzburg, coronando majestuosa la ciudad.

Salzburgo desde el mirador de los capuchinos.

La verdad es que las vistas son mucho más bonitas de lo que esperaba en un principio, y como afortunadamente el tiempo está siendo mejor de lo esperado, me voy con muy buen sabor de boca del mirador. Así, tras diez minutos haciendo fotos, decidimos dirigirnos al casco antiguo, para lo que bajamos todas las escaleras que hemos tenido que subir hasta llegar al mirador y cruzamos el puente hasta alcanzar la otra orilla de la ciudad. Como se acerca la hora de comer, decidimos callejear un poco en busca de un restaurante. En primer lugar nos dirigimos hacia un restaurante muy conocido de la ciudad, el Sternbräu, pero ni la comida ni los precios nos satisfacen. La verdad es que no sabemos muy bien qué queremos: tras dos comidas y una cena bávara y tras haber cenado la noche anterior italiano, no tenemos ganas ni de uno ni de otro. Rápidamente se nos enciende la bombilla: ¿por qué no empezar la visita a Austria comiendo uno de los famosos Wiener Schnitze? Tras callejear un poco, sorprendentemente encontramos en Hagenauerplatz, una placita en la que se encuentra la casa natal de Mozart, un restaurante con muy buena pinta y que tiene Wiener Schnitzel a precios asequibles, así que a las dos decidimos hacer un alto y sentarnos a comer, contentos porque en la mañana nos ha dado tiempo de conocer una de las orillas de Salzburgo, tras haber visitado los jardines de Mirabell y el mirador de los Capuchinos, dos de los lugares turísticos más importantes de la ciudad.

El Wiener Schnitzel que comemos nos entra de maravilla, a pesar de que comemos uno de cerdo, más barato que el de ternera. Y es que el escalope es uno de mis platos favoritos, y casi siempre que lo encuentro en un restaurante, lo pido. Como curiosidad, en vez de servirlo con patatas fritas, lo sirven con una ensalada de patatas, cuyo sabor curioso me agrada bastante.

Conociendo el casco histórico de Salzburgo.
Finalizada la comida, cuarenta minutos después, nos ponemos en marcha decididos a callejear por todo el casco histórico de Salzburgo. La idea es pasear por sus calles y plazas, tranquilamente, sin ver nada en especial, y entrar también en la mayor cantidad posible de lugares que no sean de pago, para intentar comenzar a usar la Salzburg Card lo más tarde posible.

Así, en primer lugar nos dirigimos en busca de una de las iglesias más famosas de la ciudad, la Kollegienkirche. A pesar de ser un poco sobria por el exterior, su barroca fachada me gusta bastante. La única pega es que la plaza en la que se encuentra está llena de puestos de venta, lo que hace que sea complicado sacar una foto. Por dentro es completamente blanca, y no está muy decorada que se diga. Me gusta, pero menos de lo esperado.

El siguiente punto de nuestra ruta es la catedral, a donde llegamos a las tres de la tarde. De camino, pasamos por una plaza preciosa y que, sin duda, se ha convertido en uno de mis lugares favoritos del viaje: Alter Markt, que con sus casitas color pastel me ha cautivado. Además, vemos Residenzplatz, con la famosa Residenzbrunnen, una preciosidad de fuente que me ha encantado, aunque no tanto como la plaza, ya que el suelo está compuesto por guijarros. El interior de la catedral nos atrae enseguida. Lo que más nos gusta es el contraste entre el blanco de las paredes y los fuertes colores que tienen algunos frescos. La verdad es que nos gusta mucho más de lo esperado. La fachada es bonita, pero una grúa enfrente de ella impide apreciarla con plenitud. Desde luego, lo más bonito son las vistas que se tienen desde lejos. Al salir de la iglesia, y antes de dirigirnos a la Residence, vemos la famosa fuente de Kapitelschwemme, bastante bonita, sobre todo con la fortaleza detrás de ella.

Kapitelschwemme con la fortaleza al fondo.

Seguidamente, nos dirigimos hacia la abadía de San Pedro, que encuentro espectacular por dentro, encantándome muchísimo más de lo esperado, al mismo nivel que el de la catedral. Tras ver el interior damos una vuelta por el cementerio, que es bonito aunque tampoco espectacular. Algunas tumbas están muy bien cuidadas y a pesar de ser un cementerio el paseo resulta bastante agradable. Finalmente, decidimos subir a las catacumbas, usando por primera vez la Salzburg Card. La verdad es que no son gran cosa. Más bien no es nada, un pasadizo horadado en la roca. Lo único que puede merecer la pena son las vistas que se tienen de la catedral, aunque tampoco es que sean muy espectaculares.

Abadía de san Pedro.

Tras bajar de nuevo a la calle y pasear un poco por los alrededores, a las cuatro y cuarto entrar en la Residence, ya que no sabemos qué más podemos hacer. La verdad es que es un acierto, ya que, a pesar de ser más sobria que la Residenz de Múnich, es preciosa, y disfrutamos mucho los más de veinte minutos que estamos dentro. También podíamos haber visto la galería de pintura, pero preferimos centrarnos en pasear por la ciudad. Como todavía son las cinco de la tarde, decidimos dirigirnos hacia un extremo del casco antiguo, donde se encuentra la abadía de Nonnberg, a donde llegamos veinte minutos después. La verdad es que no me entusiasma demasiado, así como tampoco la cercana iglesia de san Cayetano. Al menos, de camino hemos visto un restaurante italiano con muy buena pinta, por lo que decidimos cenar ahí. Decidimos finalizar la tarde con un largo paseo que nos lleva hasta el otro extremo del casco antiguo, llegando hasta la famosa fuente de Pferdeschwemme, que me parece bastante bonita, sobre todo por el contraste de tener detrás las paredes verticales de roca de la montaña. En dicha fuente, a las seis de la tarde, damos por finalizada la visita del día en Salzburgo, y decidimos dirigirnos al hotel a descansar, a donde llegamos poco después tras coger el autobús.

Pferdeschwemme.

Impresionante cena y paseo nocturno.
Tras descansar, nos dirigimos hacia el restaurante italiano que habíamos visto a la tarde cuando nos dirigíamos hacia la iglesia de san Cayetano, y que tenía muy buena pinta. Cuando llegamos, rápidamente nos fijamos en dos platos de pasta, por los cuales ninguno de los dos nos decidimos: unos tagliatelle y unos tortellini. Decidimos pedirle al camarero los dos platos para compartir, de forma que primero nos trajera uno y luego el otro. Minutos después, nos traen el primer plato y alucinamos: nos ponen a cada uno un plato enorme de tagliatelle. Cuando le decimos al camarero que se ha equivocado y que le habíamos pedido un plato para compartir, el hombre nos dice que lo que ha hecho ha sido servirnos a cada uno media ración. Nos quedamos alucinamos. Empezamos a cenar y… qué decir, impresionante, una de las mejores pastas que he comido en mi vida, francamente deliciosa. Disfrutamos cada momento de ese plato, pensando en que luego vendría un nuevo plato igual de grande. Cuando finalizamos, nos ponen a cada uno un plato de tortellini igual de grande e igual de delicioso. Con diferencia, la mejor comida de todo lo que llevamos de viaje. No nos lo podíamos ni imaginar cuando nos sentamos. Eso sí, seguimos sin entender cómo semejantes platos pueden costar apenas nueve euros y que una botella de agua mineral cueste seis euros y medio.

Tras cenar, nos dirigimos a hacer unas cuantas fotos nocturnas de la ciudad, ya que a diferencia de Múnich, Salzburgo es una ciudad que de noche tiene los edificios bien iluminados. Comenzamos por la cercana Domplatz, donde hacemos unas cuantas fotos del Pferdeschweme con la fortaleza de Hohensalzburg al fondo. Tras una larga sesión de fotos ahí, nos dirigimos hacia la catedral, donde tengo la grandísima suerte de que han quitado la grúa. Sin embargo, las fotos no salen tan bonitas como esperaba, porque no está todo lo iluminada que deseo. Tras unas fotos a Residenzplatz y a Kollegienkirche, nos dirigimos a dar un paseo por el río, para poder sacar una foto del conjunto de la ciudad de noche. Tras un pequeño paseo, nos dirigimos andando al hotel, haciendo una breve parada en los jardines de Mirabell para hacer las últimas fotos nocturnas de Salzburgo.

Kapitelschwemme con la fortaleza al fondo.

Finalmente, a las once menos veinte llegamos al hotel con la sensación de haber aprovechado muy bien el día. Es todavía pronto y hemos podido hacer muchas fotos nocturnas de Salzburgo (en ese sentido se agradece que en esta zona de Europa anochezca antes), además de que hemos callejeado por gran parte de la ciudad y hemos entrado en prácticamente todas las iglesias, de forma que hemos dejado para el día siguiente únicamente los lugares que nos entran en la Salzburg Card: el día nos ha salido redondo.

Salzburgo de noche.

Gastos del día.
Este ha sido uno de los días que más hemos gastado de todo el viaje, ya que además de las comidas hemos tenido que pagar 25 € cada uno por la Salzburg Card, que, dicho sea de paso, nos ahorrará mucho dinero al día siguiente. Los gastos por persona han sido los siguientes:
  • Comida: 32.70 €
  • Turismo: 25.00 €
  • Varios: 0.85 €


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