martes, 30 de octubre de 2012

Día 6, miércoles 5 de septiembre de 2012: Fortaleza de Hohensalzburg, casa de Mozart, mirador de Monchsberg y paseo en barco.

Nuestro segundo y último día en Salzburgo comienza minutos después de las ocho, momento en el que suena el despertador. La noche anterior nos habíamos puesto en una disyuntiva: ¿poníamos el despertador pronto e intentábamos visitar el cercano palacio de Hellbrunn o por el contrario lo poníamos un poco más tarde, de forma que podíamos descansar más y, sobre todo, ver Salzburgo sin ningún agobio, cosa que seguramente nos ocurriría si íbamos a Hellbrunn? Al final, nos decidimos por esta segunda opción, que, aunque quizá no es la mejor de las dos, sí cumplió nuestro propósito de ver la ciudad con tranquilidad.

Fortaleza de Hohensalzburg: unas vistas que podrían haber sido más espectaculares.
Así pues, a las diez menos veinte salimos del hotel una vez hemos desayunado y hemos pedido que nos guarden las maletas. Nuestro primer destino es la fortaleza de Hohensalzburg, la que seguramente es la atracción turística más importante de la ciudad, y que es visible desde casi cualquier punto de esta. Tras coger el autobús y andar luego diez minutos, llegamos al funicular que sube hasta el castillo. No hay mucha cola, pero gracias a la Salzburg Card conseguimos saltárnosla, y a las diez y cuarto estamos a las puertas del castillo observando la ciudad desde los miradores de la montaña.

A pesar de que hace calor, el día está bastante nublado, lo que impide que pueda ver los Alpes, que era una de las cosas que más aguardaba de este viaje: poder llevarme una foto en la que apareciera con los Alpes nevados. De vuelta Bilbao, un compañero de trabajo intentaría animarme diciendo que eso era como la típica postal de San Vicente de la Barquera, con los Picos de Europa Nevados, algo que ocurre una vez al año, día en la que hacen la postal. No sé si terminó de convencerme… Tras unos pocos minutos haciendo fotos, decidimos entrar en el interior del castillo, donde en primer lugar vemos el museo de marionetas, que a pesar de ser excesivamente pequeño, me gusta más de lo que esperaba, lo cual no es difícil, ya que no esperaba que me gustara en absoluto. Continuamos nuestra visita por la fortaleza, y la verdad es que no se puede decir que nos apasione en absoluto, ya que apenas estamos más de media hora, pudiendo decir que lo único que nos ha gustado han sido las vistas, a pesar de que eran más bonitas las del día anterior desde el mirado de los capuchinos.

Salzburgo desde el mirador de la fortaleza de Hohensalzburg.

Continuando con la Ciudad de Salzburgo: casa natal de Mozart y vistas desde Monchsberg.
El siguiente punto importante de nuestro recorrido es el mirador de Monchsberg, desde donde vamos a ver de nuevo Salzburgo desde otra perspectiva. Para hacer algo de tiempo, nos dirigimos hacia la casa natal de Mozart, a donde llegamos tranquilamente minutos antes de las once y media, ya que nos paramos casi en cada esquina a hacer fotos. En la casa de Mozart no estamos mucho tiempo, apenas quince minutos, pues como esperamos, no nos entusiasma en absoluto. Desde luego, nos parece una barbaridad que cobren 10 € por entrar ahí. Supongo que el precio es el que es para que luego uno pueda decir que estuvo en la casa en la que nació Mozart. Personalmente, si no me viene a venir incluida en la Salzburg Card, no habría entrado. Y es que siempre he pensado que todas esas casas natales o casas en las que vivieron distintos artistas, escritores, músicos, políticos... solo interesan a quien esté muy interesado en el personaje en cuestión, como me ocurrió a mí con la visita a la casa de Anna Frank en Ámsterdam.

Cocina de la casa natal de Mozart.

Una vez en la calle, nos dirigimos hacia el ascensor que sube al mirador de Monchsberg, mirador al que llegamos a las doce menos cuarto. Las vistas desde el mirador me parecen bastante más bonitas que desde la fortaleza porque puedes ver la ciudad de Salzburgo coronada por la fortaleza, algo que, obviamente, no puedes ver desde la propia fortaleza. Sin embargo, creo que me quedo con las vistas del día anterior desde el mirador de los capuchinos, ya que desde Monchsberg no se aprecia tan bien la catedral, pues la tapa en parte la Kollegienkirche. En Monchsberg estamos apenas quince minutos, descartando dar un paseo por la zona, ya que a la una queremos realizar un paseo en barco y tenemos que comprar los billetes. Tras comprar los billetes tres cuartos de hora antes de la salida, decidimos dedicar el tiempo que queda en continuar paseando por Salzburgo, viendo las mismas calles y plazas que hemos visto durante la mañana y que habíamos visto el día anterior, y que no nos cansamos de ver. Cómo no, en nuestro paseo no falta la típica Getreidegasse y Alter Markt, una de las plazas que más me ha gustado de Salzburgo, con sus casas color pastel. Preciosas.

Salzburgo desde el mirador de Monchsberg.

Paseo en barco por Salzburgo y despedida final de la ciudad.
Tras hacer algo de tiempo, a la una del mediodía iniciamos el paseo en barco que durante cincuenta minutos, diez más de lo esperado, nos hace recorrer el río Salzsach viendo la ciudad desde una perspectiva diferente. La verdad es que nos gusta menos de lo esperado y, al igual que ocurre con la casa de Mozart, los catorce euros que cuesta me parece una exageración. Lo mejor del viaje, las vueltas sobre sí mismo que da el barco a ritmo de vals para despedirnos.

Fortaleza de Hohensalzburg desde el Salzsach.

Como ya es la hora de comer, nos dirigimos hacia un Burger King de la calle Grieagasse. Hacía muchísimo tiempo, años, que no pisaba un McDonald’s o un Burger King. Sin embargo, tenemos ganas de comernos una hamburguesa del Burger King, ya que estamos un poco saturados de italianos y comida bávara y austríaca. Como acabamos de comer relativamente pronto, dedicamos un par de horas a dar un último paseo por la ciudad, comprando unos bombones Mozart y unos barquillos Manner, muy típicos de Austria, así como a tomarnos un café con helado en Alter Markt, mi plaza favorita, con vistas a la catedral. Una inmejorable manera de finalizar nuestra visita a Salzburgo.

Como nuestro tren sale a las seis de la tarde, cogemos un autobús, haciendo como si todavía fuera válida la Salzburg Card, cuando hacía dos horas que no era válida, y nos dirigimos al hotel a por nuestras maletas. Con las maletas en la mano tardamos apenas quince minutos en llegar a la estación de tren. El tren, que hace la ruta XXXX-Viena, llega puntual a la estación, dejándonos en Viena a las nueve menos cuarto. El viaje nos resulta muy cómodo, ya que como habíamos reservado asiento hacía meses, nos tocan unos asientos con mesilla, donde podemos leer o jugar a las cartas con facilidad. Además, el tren es sin duda el más moderno en el que he estado (he estado en poco), con conexión wifi y con pantallas que muestran la posición del tren en el recorrido y la velocidad de este, alcanzándose en ocasiones velocidades de 190 km/h.

Cena en Viena, fotos de la catedral y a dormir: mañana nos espera una ciudad preciosa.
Una vez en Viena, compramos unos billetes sencillos del metro, dos euros cada uno, y nos dirigimos hacia nuestro hotel, que se encuentra al otro lado de un canal que cruza Viena. Tras dejar las maletas en nuestra habitación, un poco menos modesta que la de Salzburgo, salimos a buscar un lugar donde cenar. Rápidamente encontramos una zona del barrio judío con numerosos restaurantes, muchos de los cuales tienen muy buena pinta. Nos decidimos por un italiano donde cada uno comemos una pizza bastante rica. Desgraciadamente, nada volverá a ser como el restaurante italiano de Salzburgo. Finalizamos el día dando un paseo hasta la cercana catedral de san Esteban, con el objetivo de tomar distancias para el día siguiente, donde hacemos unas cuantas fotos de esta, a pesar de que únicamente desde una zona concreta se tienen bonitas vistas. Por último, nos dirigimos al hotel, a donde llegamos a las once y cuarto, muy contentos por haber conocido una ciudad preciosa como Salzburgo, y aun más contentos ante la perspectiva de los cuatro días que nos esperan conociendo una e las ciudades más bonitas de Europa, donde afortunadamente, las previsiones de tiempo son excepcionales.

Catedral de san Esteban.

Gastos del día. 
Obviamente, este fue el día que menos gastamos de todo el viaje, ya que todas las entradas nos venían incluidas en la Salzburg Card y una de las comidas que hicimos fue en el Burger King, de forma que este día gastamos la mitad que en la mayoría de días. Me quedo con un sabor contradictorio con  la Salzburg Card. Hemos pagado 25 € por ella y hemos tenido transporte gratis durante un día, hemos accedido a la Residenz (9€), visto la fortaleza de Hohensalzburg (11 € incluyendo el funicular), la casa de Mozart (10 €) y un paseo en barco (14 €), además de entrar gratis en las catacumbas de la abadía de san Pedro. Por un lado se podría decir que nos ha salido muy ventajosa, pero por otro lado seguramente no habría entrado en ninguno de esos sitios, salvo la Residenz, que me ha parecido espectacular, ni habría hecho el paseo en barco. Aun así, prefiero irme con la idea de que, a pesar de que no habría entrado, pagar 25 € por ir a todos esos sitios ha sido una muy buena idea, ya que seguramente me habría quedado con la espina de no poder decir que había ido a dichos sitios. Como muestra de que fue el día más barato del viaje, los gastos por persona fueron los siguientes:
  • Comida: 18.19 €
  • Transporte: 4.00 €
  • Varios: 5.70 €
  • Total: 25.80 € por persona


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