Hoy comienza uno de los días más bonitos de este viaje, aquel en el que vamos a conocer el famosísimo castillo de Neuschwanstein, un castillo de cuento de hadas que seguramente es el más conocido de Europa e incluso del mundo. Y es que, ¿quién no ha hecho nunca un puzzle con la imagen de ese castillo, o ha visto mil y una fotos de él, o ha visto el logo de Dysney, basado en este castillo de hadas, cada vez que comenzaba alguna película de dicha compañía? Hoy ha llegado uno de los días más importantes del viaje, el día en el que vamos a conocer el castillo de Neuschwanstein, el lugar más visitado y fotografiado de Alemania. Hoy ha llegado un día que nunca vamos a olvidar.
Además de visitar el castillo de Neuschwanstein, tenemos previsto visitar también el menos conocido castillo de Hohenschwangau, que se encuentra en las inmediaciones del primero, y que pertenecía a Maximliano II, el padre de Luis II, conocido como rey loco. Preparando este viaje, me he dado cuenta de que Baviera es un lugar espectacular, con preciosos paisajes y pueblos, pero con también numerosos castillos y palacios espectaculares como Linderhof o Herrenchiemsee. Lamentablemente, no tenemos tiempo suficiente para conocer todos esos palacios y pueblos, así que hemos considerado que el castillo de Neuschwanstein es una inmejorable forma de comenzar a conocer Baviera, una región a la que sin duda volveremos en el futuro.
Como he comentado con anterioridad, tenemos cita para visitar el primero de los dos castillos, el de Hohenschwangau, a la una menos cuarto, por lo que estamos obligados a recoger nuestras entradas una hora antes, ya que en principio se tarda una hora en ir del lugar donde se recogen las entradas al castillo de Hohenschwangau. Para llegar a nuestro destino a tiempo decidimos coger el tren que sale de Múnich a las 8:51 y que, tras un transbordo, nos dejaría en Füssen a las XX:XX. Así pues, ponemos el despertador a las siete y veinte, y tras hacer unos bocadillos y desayunar en el Starbucks de la estación, nos dirigimos hacia nuestro tren, a donde llegamos quince minutos antes de la salida. En contra de lo esperado, el tren se encuentra bastante vacío, cosa que me sorprende, ya que esperaba que estuviera a rebosar de turistas que aprovecharan para realizar la misma excursión que nosotros.
Tras un viaje sin contratiempos, donde vemos por primera vez el sol y donde nos entretenemos escuchando la conversación de cuatro mexicanos que se sienta cerca de nosotros, llegamos a Füssen a la hora prevista. Nada más salir de la estación encontramos un autobús que en apenas diez minutos nos deja en Schwangau, al lado del lugar donde se recogen las entradas de los castillos. Desde allí comprobamos cómo una parte entera del castillo está completamente cubierta por los andamios, además de la torre principal de este. Como nos habíamos informado, sabemos que iba a estar tal cual nos lo encontramos, por lo que no nos llevamos tanta desilusión. Todo lo contario, intentamos poner buena cara pensando que los andamios apenas se verán los andamios desde el puente de Marienbrücke.
Castillo de Hohenschwangau: más bonito y corto de lo esperado.
En primer lugar nos dirigimos hacia la taquilla, donde gracias a que habíamos reservado las entradas por internet, nos ahorramos toda la cola que hay. No es que la cola para los que no hubieran reservado fuera muy larga, desde luego no como las historias de colas interminables que había oído, pero sí lo suficiente como para estar esperando más de media hora, y eso sin contar que no sabes a qué hora te van a dar cita, pudiéndote dejar horas esperando sin tener nada que hacer, ya que el pueblo de Schwangau no es que tenga muchas opciones de visita aparte de los dos castillos. Habíamos reservado el King's ticket, un ticket que nos permitía ver los dos castillos pagando 23 €, más 3.60 € cada uno por reservar por internet. Sin embargo, con la 14-Days-Ticket viene incluido el castillo de Neuschwanstein, por lo que únicamente tenemos que pagar 12 €, más 3.60 € por reservarlo por internet, ahorrándonos por tanto 11 €, de forma que con los 10.5 € que nos ahorramos en la Residenz ya hemos amortizado la tarjeta: una excelente adquisición.
Tras coger las entradas nos dedicamos a hacer una serie de fotos por los alrededores, aprovechando el buenísimo tiempo que hace. Nos sorprende un poco que las distancias más cortas de lo esperado: teníamos que recoger el ticket a las doce menos cuarto porque teníamos la entrada al castillo de Hohenschwangau una hora más tarde, y resulta que en apenas quince minutos se llega andando a dicho castillo siguiendo el camino más corto. Como no podemos hacer otra cosa sino esperar, hacemos una sesión de fotos con el castillo y sus alrededores de fondo, y luego hacemos algo de tiempo viendo la tienda de souvenirs del castillo. Por fuera el castillo me gusta más de lo esperado; y es que tras verlo en fotos no me acababa de convencer, pues me recordaba a los típicos apartamentos antiguos de playa, con ese color amarillo pastel de sus fachadas y esos toldos de rayas azules y blancas. Sin embargo, no sé si es la alegría por ver el sol por primera vez en dos días o que en verdad el castillo es bonito, este me gusta por fuera más de lo esperado. Los alrededores del castillo son bastante bonitos, sobre todo con el precioso sol que vemos por primera vez en nuestro viaje, lo que hace que la espera hasta que entramos al castillo sea bastante agradable.
Tras hacer un poco de tiempo, a la una menos cuarto entramos al castillo, donde nos espera una visita guiada de unos treinta y cinco minutos. En primer lugar nos dan unas audio guías bastante modernas para lo que estoy acostumbrado a ver en otros sitios: resulta que la visita al castillo se realiza en grupos, y a cada miembro del grupo se le da una audio guía, de forma que el único cometido de la guía es apretar un botón en cada sala, de forma que a todos se nos activa la audio guía con el número adecuado en cada momento. De esta forma, estamos obligados a escuchar la audio guía entera. A pesar de ello, no se nos hace nada pesado, ya que la visita dura apenas treinta y cinco minutos, diez de los cuales se emplearon en distribuir las audio guías. Además, como no está permitido sacar fotos, no tenemos otra cosa que hacer mientras vemos las habitaciones.
Castillo de Hohenschwangau.
Por dentro el castillo me parece un poco soso, muchísimo menos espectacular que la Residenz, y desde luego me parece muy abusivo el precio que hay que pagar por entrar, casi el doble que por visitar las habitaciones de la Residenz, que son mucho más bonitas (para mi gusto), con mucha más historia, y que te permiten realizar una visita más larga, no de poco más de veinte minutos, que es lo que dura la visita descontando el tiempo que tardan en darte las audioguías. Además, la visita es por momentos bastante caótica, cruzándonos con otros grupos durante el recorrido por las salas del castillo. Sinceramente, creo que se aprovechan de que una vez que estás ahí no hay otra cosa que hacer salvo visitar los castillos, y por eso ponen esos precios tan, desde mi punto de vista, exagerados.
Impresionantes vistas desde Marienbrücke.
Así pues treinta y cinco minutos después de entrar, salimos del castillo de Hohenschwangau, y nos dirigimos hacia la estrella del día: el castillo de Neuschwanstein, donde tenemos la visita a las tres menos cuarto, dos horas después del inicio de la visita de Hohenscwangau. Como tenemos tiempo, decidimos dirigirnos hacia la parada del autobús que sube hasta Neuschwanstein bajando por el camino más largo, uno que tiene vistas al lago, con la intención de hacer unas fotos, a pesar de que ya el cielo se ha nublado y tiene intención de no dejarnos ver más el sol en lo que queda de día. Al menos, durante la mañana hemos podido ver el paisaje que rodea a los castillos con sol, así que no nos podemos quejar, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo de los dos últimos días. De camino a la estación de autobús comemos los bocadillos que hemos preparado esta mañana. Finalmente, llegamos a la parada del autobús, donde tras hacer un poco de cola y pagar 2.60 € cada uno, lo que me parece una barbaridad teniendo en cuenta que ya hemos pagado las entradas para los castillos, cogemos un autobús que en poco más de cinco minutos, a las dos y diez, nos deja muy cerca del puente de Marienbrücke, desde donde se tienen las vistas más bonitas, conocidas y espectaculares del castillo de Neuschwanstein.
Como todavía queda más de media hora para entrar al castillo de Neuschwanstein, decidimos dirigirnos hacia el puente de Marienbrücke para hacer las fotos de rigor. Afortunadamente, la perspectiva que se tiene desde el puente hace que apenas se vean los andamios que ocultan una de las fachaDAs laterales del castillo, dejando al descubierto únicamente los andamios de la pared trasera y los de la torre. A pesar de los andamios, las vistas son espectaculares, y desde luego son una de las imágenes más bonitas que nos hemos llevado de todo el viaje. Como es de esperar, no nos cansamos de hacer fotos, desde todos los puntos de vista posible. Afortunadamente, a pesar de estar el cielo bastante nublado, podemos decir que el tiempo nos está respetando, ya que no llueve, lo que es de agradecer.
Castillo de Neuschwanstein desde Marienbrücke.
Castillo de Neuschwanstein: algo más bonito que el de Hohenscwangau.
Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia el castillo de Neuschwanstein, que se encuentra a unos diez minutos del puente, a donde llegamos quince minutos antes de la hora a la que tenemos cita. A diferencia del tiempo de una hora entre que se recogen las entradas y se puede entrar a Hohenschwangau, el tiempo de dos horas entre la entrada de dos castillos me parece muy adecuado, ya que sin habernos detenido mucho, lo justo para sacar unas fotos en el lago y en Marienbrücke, hemos llegado justo a tiempo para entrar en el castillo. La visita guiada es similar a la del castillo de Hohenschwangau, durando unos treinta y cinco minutos y siendo la audio guía del mismo estilo que la del primer castillo. Al igual que en el castillo de Hohenschwangau, no nos permiten sacar fotos en el interior del castillo, interior que, a pesar de no ser tan espectacular como el de la Residenz, me gusta bastante más que el de Hohenschwangau.
Marienbrücke desde el castillo de Neuschwanstein.
Tras salir del castillo, hacemos unas últimas fotos desde un mirador que se encuentra enfrente de este y que nos permite tener una perspectiva distinta del castillo. Finalmente, nos dirigimos hacia la parada de autobús que hay cerca de Marienbrücke y que nos deja en el pueblo en diez minutos. Y es en este momento donde tenemos muchísima suerte, ya que, tras bajarnos del autobús, nos dirigimos hacia la parada de autobús que nos lleva a Füssen, teniendo la grandísima suerte de coger el autobús justo en el momento que se iba. Y, nada más bajarnos del autobús, al lado de la estación de tren, observamos que en apenas un minuto va a salir el tren con destino a Múnich, que cogemos prácticamente en el instante en que abandona la estación, lo que nos permite llegar a Múnich a las seis y veinte. Diez minutos después, a las seis y media, muchísimo antes de lo esperado cuando salimos a la mañana del hotel, entramos en la habitación para descansar de un día bastante menos agotador de lo previsto y en el que el tiempo ha sido también mucho mejor de lo esperado.
Castillo de Neuschwanstein.
Cena típica bávara.
Una hora después, a las siete y media, salimos del hotel con la intención de tener nuestra primera cena típicamente bávara en la cervecera más famosa de la ciudad, la Hofbräuhaus am Platzl, que ya conocíamos por fuera de nuestra primera cena en el Hard Rock. Tras un par de cenas muy americanas, una hamburguesa en el Hard Rock y una pizza del Pizza Hut, creemos que ya va siendo hora de tener una cena típicamente bávara, que esperamos que nos guste aun más que la comida bávara del día anterior, donde no elegimos muy bien alguno de los platos. En la Hofbräuhaus am Platzl tardamos unos minutos en encontrar sitio, dándonos cuenta de lo tremendamente egoísta y maleducada que son algunas personas. La Hofbräuhaus am Platzl es un restaurante donde uno tiene que buscarse la mesa y en ocasiones compartir mesa con desconocidos. Pues bien, observamos muchas mesas de seis personas ocupadas enteramente por dos personas que no hacen ademán alguno de ceder parte de la mesa. Aparte de la mala educación que destilan, me parece que uno tiene que saber a qué atenerse cuando va a comer y conocer cómo debe comportarse en dicho sitio. Si uno quiere comer en una mesa exclusiva para él y su pareja, que se vaya a un restaurante con dichas características, pero lo que no puede ser es que vaya a la Hofbräuhaus am Platzl y ocupe una mesa de seis personas. Es como querer bañarse solo en una piscina municipal. Afortunadamente, una pareja joven que solo bebía unas cervezas nos ceden parte de su mesa para que podamos comer. Tras mirar un poco la carta, y ayudados por un camarero sudamericano, elegimos un codillo y unas salchichas para compartir. No tenía muchas esperanzas puestas en el codillo, pues los que había probado en Bilbao no me habían gustado mucho, pero este resulta espectacular, nos encanta. Y las salchichas, pues riquísimas, tal cual esperamos, con un sabor muy parecido al de las carnicería Thate. Finalmente, y más por gula que por hambre, decidimos pedir el típico postre muniqués, el Apfelstrudel, que si bien no nos gusta tanto como los dos primeros platos, no dejamos ni las migas. La verdad es que la cena típicamente bávara ha sido riquísima, no podíamos ni imaginarnos que nos iba a gustar tanto.
Finalmente, a las diez menos cuarto damos por finalizada la cena, y nos decidimos a ir a Odeonsplatz con la esperanza de que se encuentre más iluminada de lo que creemos que va esperamos, ya que no queremos tener solo fotos nocturnas del ayuntamiento. Para nuestra sorpresa, hay está más iluminada de lo que pensamos, y aprovechamos para hacer unas cuantas fotos de esta iglesia que tanto me ha gustado. Tras las fotos de rigor, nos digiramos hacia el ayuntamiento, donde hacemos otra sesión de fotos, pues lo continuamos encontrando espectacular, una de las joyas del viaje. Finalmente, y tras dar un pequeño paseo, llegamos al hotel a las once menos cuarto, cumpliendo nuestro objetivo de llegar pronto al hotel la mayor cantidad de días posibles.
La verdad es que no nos podemos quejar del día. Nos ha hecho un tiempo muy bueno por la mañana, hemos visto uno de los lugares más impresionantes de Europa y traemos unas fotos preciosas a pesar del tiempo de la tarde. Neuschwanstein nos ha encantado. Además, el viaje ha sido mucho menos cansado de lo esperado y hemos podido cerrar el día con una riquísima cena bávara, que tardaremos mucho en olvidar. Un día perfecto.
Gastos del día.
Los gastos del día han sido muy similares a los de los dos primeros días, ya que si bien solo hemos pagado por una comida, se han pagado por las entradas del castillo de Hohenschwangau, que ha resultado tanto o más caro que muchas comidas. Por último, en transporte apenas hemos gastado, ya que con el Bayern Ticket que compramos el día anterior hemos podido viajar gratis en tren hasta Füssen y en autobús de Füssen a Schwangau.
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