Comienza nuestro segundo día de vacaciones, día que tenemos previsto dedicar por completo a conocer la ciudad vieja de Múnich, ciudad que me ha ido gustando cada vez más mientras preparaba el viaje y en la que tengo puestas muchas esperanzas. A pesar de que el día anterior ya habíamos adelantado bastante visitando la Residenz, que en principio la íbamos a visitar el día de hoy, decidimos poner el despertador a las ocho menos cuarto, ya que como no conocemos muy bien las distancias de la ciudad vieja preferimos tener tiempo suficiente para no andar agobiados. Además, si bien es verdad que habíamos adelantado viendo la Residenz, en los siguientes dos días habría que encontrar tiempo para ir a Olympiapark, que no habíamos visitado el día anterior.
Así pues, una hora después de despertarnos, salimos del hotel en busca de una cafetería en la que desayunar, metiéndonos prácticamente en la primera que encontramos, un Coffe Fellows, donde desayunamos relativamente bien a un precio asequible. Tras desayunar, y antes de salir de la cafetería, decido ir al baño en previsión de que más tarde me sea difícil encontrar uno. Es en ese momento cuando me doy cuenta de lo complicado que va a ser ir al baño en Alemania, pues ante el peligro de que quien entre al baño no sea cliente la única manera de abrir la puerta del baño es mediante una llave que cuelga de un palo cerca del mostrador.
Ciudad vieja de Múnich: preciosas iglesias y mucho más.
Una vez en la calle, nos dirigimos bajo un cielo nuboso hacia la ciudad vieja, llegando a Karlstor, una de las entradas de la ciudad vieja, minutos después de las nueve y cuarto. Tras unas cuantas fotos del Palacio de Justicia y de Karlsplatz, donde destaca su imponente puerta de entrada a la ciudad, nos dirigimos hacia la catedral, la cual es visible desde muchos puntos de la ciudad, con sus características dos torres culminadas en bulbo, una de las cuales está, cómo no, siendo reformada. De camino a la catedral, mientras recorremos Neuhauser Straße, entramos en el Bürgsaal, en cuya iglesia superior no podemos entrar porque solo abren de once a cinco, un horario un tanto extraño, y pasamos por la preciosa Michaeleskirche, una preciosa iglesia cuya fachada está siendo también restaurada. Intento animarme pensando que lo bonito de Michaeleskriche en su interior, de un color blanco similar al de la iglesia de san Cayetano, Theatinerkirche, que vimos el día anterior. Como esperaba, la iglesia, una de las más bonitas de Múnich, me encanta.
Michaeleskirche.
Una vez vista Michaeleskirche, nos dirigimos hacia la cercana Frauenkirche, uno de los lugares turísticos más importantes de Múnich, pues de hecho es su catedral. Su ubicación me recuerda mucho a la iglesia de san Pedro de Riga, puesto que esa bastante encajonada dentro de una plaza y es muy difícil poder sacarle una foto decente. Lo más característico de la iglesia es su exterior, con sus dos torres gemelas acabadas en bulbo que son reconocibles desde cualquier parte de la ciudad vieja. Su interior es bastante simple y no nos agrada en absoluto, de forma que lo que más atrae nuestro interés es la famosa huella del diablo, que se encuentra nada más entrar en la catedral.
Tras salir de la catedral, decidimos dirigirnos hacia el suroeste de la ciudad vieja, concretamente hacia la iglesia más famosa de la ciudad, la iglesia de los hermanos Asam, a donde tenemos previsto llegar tras dar un rodeo que nos lleva a conocer otra de las puertas de la ciudad, la Sendliger Tor. De camino la Sendliger Tor pasamos por algunas iglesias menos conocidas por los turistas pero no por ello menos bonitas, como la Damenstift St. Anna, la cual nos gusta más de lo esperado. Finalmente, tras ver la Sendliger Tor, nos dirigimos hacia uno de los lugares que sabemos que más nos van a gustar de todo Múnich, la Asamkirche, la que es probablemente, junto a Theatinerkiche, la iglesia más conocida de Múnich, a donde llegamos a las diez y cuarto. Entramos y al instante quedamos extasiados por su interior ultra decorado, ya que esta iglesia es un de las cumbres del rococó, un movimiento arquitectónico que me encanta. A pesar de ser bastante pequeña, es espectacular, siendo una de las iglesias más recargadas que he visto en mi vida.
Asamkirche.
Tras pasarnos diez minutos deleitándonos con el interior de Asamkirche, salimos a la calle para continuar nuestro recorrido por la ciudad vieja de Múnich. Desgraciadamente, en ese momento comienzan a caer las primeras gotas de lluvia, lo que nos obliga a tener que abrir el paraguas. Así pues, paraguas en mano nos dirigimos hacia el cercano Viktualienmarkt, un mercado de exquisiteces muy famoso en Múnich. La verdad es que no deja de ser un mercado más, aunque es verdad que con muchas delicatesen, algunas de las cuales, como unas manzanas fritas que se asemejan a unas patatas fritas nos llaman bastante la atención.
Tras echar una ojeada y descubrir que hay unos cuantos restaurantes donde podemos comer más adelante, decidimos continuar con nuestro recorrido. Así pues, tras visitar el interior de dos iglesias cercanas, nos plantamos en Marienplatz, donde hacemos la primera sesión de fotos del ayuntamiento de día y escuchamos al carillón, que toca a las once. El espectáculo del carillón es bonito, aunque no nos impresiona demasiado tras haber visto el del ayuntamiento de Praga el año pasado. Personalmente, me parecen espectáculos bonitos pero muy similares, por lo que una vez que has visto uno, el resto no te sorprenden demasiado. Aun así, lo vemos entero sin perdernos ni un solo minuto, como si fuera la primera vez que vemos uno.
Barrio de los museos: el gran diluvio.
Como prácticamente hemos visto todo el sur de la ciudad vieja y todavía queda media mañana por delante, decidimos dirigirnos hacia la zona donde se encuentran las grandes pinacotecas de Múnich. De camino, volvemos a pasar por Odeonsplatz, donde entramos en Theatinerkiche para poder ver su interior con la tranquilidad que no tuvimos el día anterior. Una vez vista la iglesia nos dirigimos hacia Königsplatz, una plaza con edificios de estilo griego que estaba seguro que iba a ser una de las zonas que más me iba a gustar de Múnich. Tardamos bastante más de lo esperado en llegar, pues lo hacemos casi cincuenta minutos después de haber partido de Marienplatz, a las doce y veinte. La verdad es que la plaza me gusta mucho, con sus tres edificios de estilo griego, pero el cielo completamente nuboso está empezando a deprimirme, y no hago otra cosa más que pensar en cómo sería la plaza si el día fuera soleado.
Theatinerkiche.
Tras las fotos de rigor decidimos acercarnos hacia las cercanas pinacotecas, que se encuentran entre las más importantes del mundo. Como he comentado muchas veces, no somos muy amigos de entrar en museos o pinacotecas, porque el tiempo que tendríamos que dedicar a las ciudades sería muchísimo mayor. Así, en el caso de Múnich decidimos conformarnos con ver las pinacotecas por fuera, ya que en dos días y medido no se puede conocer la ciudad si se entra en las pinacotecas. Desgraciadamente, nuestra visita por los alrededores de las pinacotecas tiene que cancelarse rápidamente, debido a que comienza a llover de forma desmesurada. Así, tras acercarnos a la Alte Pinakothek y ver de lejos la Neue Pinkothek y la Pinakothek der Moderne, a la una menos cuarto nos dirigimos de nuevo hacia la ciudad vieja, a donde llegamos veinte minutos después.
Propyläen, en Königsplatz.
Como todavía es la una del mediodía, decidimos entrar en la sala del tesoro de la Residenz, ya que nos viene incluido dentro de la tarjeta 14-Days-Ticket que habíamos comprado el día anterior. Como esperamos, no nos entusiasma demasiado y no estamos mucho tiempo, de forma que a las dos de la tarde entramos en un restaurante bávaro en la plaza donde se encuentra Viktualienmarkt, restaurante que habíamos visto por la mañana. A pesar de que nos gusta la comida, no elegimos demasiado bien, ya que pedimos para compartir un Wiener Schnitzel, que sabíamos que nos iba a gustar pero que no es tan típico de Múnich y que íbamos a comer más veces durante el viaje, y unas salchichas que aunque ricas, esperábamos que fueran de otro tipo, ya que eran muy pequeñas.
Ludwigstraße: poco turístico para mi gusto.
Una hora después, a las tres de la tarde, salimos del restaurante y nos dirigimos hacia Marienplatz para decidir qué vamos a ver por la tarde. Tras mirar el mapa, consideramos que la mejor opción es dirigirnos hacia nuestra ya conocida Odeonsplatz y recorrer la calle Ludwigstraße hasta llegar a la Siegestor, otra de las puertas de Múnich. Cuando llegamos a Odeonsplatz vemos que una especie de niebla cubre la ciudad de Múnich. La verdad es que el día está siendo un poco desastre en cuanto al tiempo, pero intento consolarme pensando que la zona que vamos a visitar es la menos bonita de la zona turística de Múnich. Así pues, recorremos Ludwigstrasse observando los distintos edificios y entrando en la Ludwigskirche, que no puede comparase con ninguna de las iglesias que hemos visto por la mañana. Tras llegar a Siegestor, nos damos la vuelta y volvemos a recorrer la calle, llegando a Odeonsplatz a las cuatro y veinte, cuarenta minutos después de haber comenzado a recorrer Ludwigstraße. La verdad es que no puede decirse que dé mucho de sí esta zona...
Bruma en Ludwigstraße.
Noche sin fotos nocturnas.
Como todavía es un poco pronto para ir al hotel decidimos hacer algo de tiempo comiendo una tarta, tras volver a maravillarme con Theatinerkiche, para lo que elegimos una pastelería que se encuentra en Marienplatz. A pesar de que nos sentimos muy tentados de comer un tiramisú que tiene una pinta exquisita, al final nos decidimos por una tarta de chocolate y frambuesa que parece que es la estrella del local, ya que el tiramisú lo podemos comer en cualquier otro lugar. Aunque no nos disgusta, constatamos que ese tipo de tartas no acaban de convencernos del todo, así que apuntamos mentalmente que no vamos a pedir más veces nada similar.
Theatinerkiche.
Finalmente, a las cinco y cuarto nos dirigimos hacia el hotel, a donde llegamos una hora después, porque entre otras cosas compramos unos bollos de pan para preparar unos bocadillos para la excursión que vamos a realizar al día siguiente a Neuschwanstein y para comprar el Bayern Ticket, una de las cosas que más me ha sorprendido de Alemania. Y es que en Múnich el transporte me ha parecido excesivamente caro; por poner un ejemplo, el billete sencillo de metro cuesta 2.5 €, lo que me parece una barbaridad. Sin embargo, a pesar de tener unos billetes sencillos tan caros, te encuentras auténticos chollos como el Bayern Ticket, una tarjeta que por 22 € para una persona, 26 € para dos personas, 30 € para tres personas... y así hasta cinco personas, permite hacer cuantos viajes desees en un mismo día por todo el estado de Baviera llegando incluso a Salzburgo. Así pues, por 13 € cada uno, en realidad catorce, pues nos sale dos euros más caro por comprarlo en ventanilla, al día siguiente vamos a poder hacer un viaje de ida y vuelta, en total cuatro horas de tren, para conocer el castillo de Neuschwanstein.
Como al día siguiente vamos a tener que madrugar y no nos apetece demasiado volver a Marienplatz, pues de noche no hay prácticamente ningún otro sitio a donde ir y todavía nos quedan dos noches más en Múnich, decidimos comprar una pizza en un Pizza Hut cercano aprovechando una oferta de 9.40 € por pizza. Mientras esperamos que nos den la pizza volvemos a constatar la enorme cantidad de musulmanes que hay en los alrededores del hotel. Finalmente, cogemos nuestra pizza y la cenamos en el hotel, terminándola poco después de las nueve de la noche. A las once de la noche ya estamos dormidos, para poder estar al día siguiente lo más descansados posibles.
Gastos del día.
Los gastos del día fueron muy similares a los del día anterior, siendo únicamente los correspondientes a la comida y al Bayern Ticket, por el que pagamos dos euros más de lo que habríamos pagado de haber sido un poco más hábiles. Así, el gasto por persona es el siguiente:
- Comida: 28.25 €
- Transporte: 14.00 €
- Varios: 6.32 €
- Total: 48.57 €
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