Comienza nuestro último día en Múnich, el que, según las previsiones, iba a ser el de mejor tiempo. Para este día tenemos previsto visitar en primer lugar el palacio de Nymphenburg, que se encuentra dentro de la ciudad de Múnich. Seguidamente, tenemos previsto ver algunos lugares del cetro de Múnich que no conocemos todavía, para finalizar el día con la visita a Olympiapark, que tuvimos que posponer el viernes debido al mal tiempo. Como estimamos que vamos a tener tiempo más que suficiente para ver todo sin prisas, ponemos el despertador a las ocho y cuarto de la mañana. Cuando me levanto veo que el cielo está completamente encapotado, lo que hace que crezca en mí la desesperación por el tiempo que estamos teniendo; empiezo a ver todo muy negativo, pensando que nos va a llover durante todos los días de las vacaciones y desanimándome por completo.
Tras intentar animarme un poco pensando que al menos parece que no va a llover, nos dirigimos hacia la estación de trenes con el objetivo de sacar un billete conjunto que nos va a permitir viajar por todo el centro de Múnich cuantas veces queramos a lo largo del día. Y es que, a pesar de que Olympiapark y sobre todo Nymphenburg se encuentran en el centro de Múnich, la mejor opción es ir en transporte público, ya que desde los alrededores de la ciudad antigua hay un trecho bastante grande como para ir andando. Así, una vez desayunados y con el ticket en la mano, nos dirigimos hacia la parada del tranvía, donde a las diez menos cinco cogemos uno que en menos de quince minutos nos deja enfrente del palacio de Nymphenburg.
Nymphenburg: un palacio y un parque preciosos.
Al igual me ocurrió el día anterior en la excursión a Neuschwanstein, me sorprende la poca cantidad de turistas que se bajan en nuestra parada, y es que de camino al palacio apenas alcanzo a ver a cinco turistas, incluyendo a nosotros. De camino al palacio vemos su fachada principal, que no me parece tampoco muy impresionante, sobre todo comparado con el interior que alberga el palacio. Enfrente del palacio se encuentra un pequeño estanque donde unos cuantos cisnes nadan tranquilamente. La verdad es que la imagen es bastante bonita, incluso con el cielo tan encapotado.
Schloss Nymphenburg.
Sin demorarnos mucho, entramos en el palacio, donde ya comienzo a ver unos cuantos turistas, aunque ni comparación como los que vimos, por ejemplo, en la Residenz. Como tenemos el 14-Days-Ticket, la entrada al palacio nos viene incluida, por lo que no pagamos los seis euros de entrada. Esto, sumado a lo que nos habíamos ahorrado con la entrada a la Residenz y a Neuschwanstein, hace que en total nos hayamos ahorrado seis euros y medio con dicha tarjeta, por lo que podemos decir que nos ha salido muy bien la compra.
La verdad es que el palacio me sorprende para bien. Aunque se supone que las habitaciones de Nymphenburg no son tan espectaculares como las de la Residenz, lo cierto es que la primera habitación que vemos, la Festsaal, es espectacular, una belleza. Sin duda, esa habitación es uno de los lugares que más nos ha gustado en todo el viaje. Y es que la Festsaal es una sala bastante grande y decorada de forma muy bonita y que no nos cansamos de admirar. El resto de las habitaciones son también bonitas, aunque personalmente me gustan más las de la Residenz. Aun así, creo que ha merecido la visita a las habitaciones de palacio, sobre todo tras ver la Festsaal, que, no me canso de repetirlo, es espectacular.
Festsaal.
En apenas veinte minutos damos por finalizada la visita a las habitaciones del palacio, y nos dirigimos hacia un museo de carrozas que se encuentra en una de las alas del palacio. El museo es muy similar al que vi en el Kremlin, y las carrozas son espectaculares, me encantan. A pesar de que no me impresionan tanto como las del Kremlin, porque fueron las primeras que vi en mi vida, la verdad es que son preciosas, y me llaman mucho la atención unos trineos decorados, al igual que las carrozas, de forma muy recargada.
Carrozas.
Tras visitar durante poco más de diez minutos el museo de carrozas, que por cierto está también incluido en el 14-Days-Ticket, nos dirigimos hacia los jardines de Nymphenburg. Y es que el palacio de Nymphenburg tiene la ventaja de que además de ser un palacio tiene unos jardines y un parque con algunos edificios muy bonitos, por lo que es un lugar al que puede ir tanto quien le guste los palacios o los parques. Paseando por el parque vemos edificios espectaculares como el Amalienburg, que oculta un maravilloso exterior, y damos un paseo hasta el famoso monóptero del parque. Además, vemos también otros edificios, como el Pagodenburg o el Badenburg, ya que se incluyen dentro de1
14-Days-Ticket , por lo que se puede decir que nos hemos ahorrado hasta once euros con dicha tarjeta.
Finalizando con la ciudad antigua: las mejores vistas de Múnich.
Finalmente, tras un paseo muy agradable, pero que dura un poco más de lo que pensábamos inicialmente, a las doce abandonamos el palacio de Nymphenburg y nos dirigimos hacia Karlstor, con el objetivo de ver unos pocos lugares de la ciudad antigua de Múnich que no habíamos podido el sábado, como la Bürgersaall, muy bonita pero en la que tenemos la malísima suerte de que están en misa, por lo que tenemos que contentarnos con ver la iglesia desde la entrada. La verdad es que muchas de las iglesias de Múnich están siendo espectaculares. Tras dicha iglesia, nos disponemos a contemplar una de la que seguramente sea la imagen más conocida de Múnich: las vistas del ayuntamiento y Marienplatz desde la torre de Peterskirche, vistas que habíamos pospuesto hasta hoy para intentar verlas con el mejor tiempo posible. Tras una subida menos ardua de lo que me esperaba, subimos a la torre de la iglesia y por fin contemplamos la que seguramente sea la vista más famosa de Múnich. Las vistas nos cautivan desde el primer momento, ya que son impresionantes. Al igual que me ocurrió con las vistas desde el ayuntamiento de Estocolmo, subiendo a esta iglesia y contemplando las vistas he realizado una de las cosas que más ganas tenía en este viaje.
Vistas de Marienplatz desde Peterskirche.
Englischer Garten: el pulmón de Múnich.
De nuevo con los pies en el suelo, y como va siendo la hora de comer, decidimos posponer para la tarde los alrededores del río Isar y nos encaminamos hacia la última gran atracción turística que nos falta por ver en Múnich: el Englischer Garten, uno de los mayores parques de Europa. Como en el Englischer Garten se encuentran numerosos Biergärten, una especie de cerveceras, decidimos coger el metro y pararnos en una parada de Giselastraße, de forma que pudiéramos entrar en el Englischer garten por el norte y lo recorriéramos de norte a sur. Una vez en el Englischer Garten, rápidamente encontramos sus dos mayores atractivos, el monóptero, de muy similar al que hemos visto por la mañana en Nymphenburg, y la torre china, donde se encuentran unos cuantos Biergärten. La verdad es que el monóptero, con esa esencia griega que tiene, me gusta bastante, al igual que el que he visto en Nymphenburg. Tras ver la catedral de Vilna, este año he descubierto que me gustan bastante los edificios neoclásicos, aquellos que asemejan a la antigua Grecia. Así pues, tras ver el monóptero nos encaminamos a la torre japonesa, donde se encuentran los Biergärten y donde vemos que vamos a poder comer muy barato y muy bien. Como no nos atrevemos con un plato de salchichas para cada uno, pedimos para compartir medio pollo asado y unas salchichas con patatas. Craso error. Es verdad que el pollo estaba bastante rico, pero es que aparte de que lo podemos comer en cualquier parte, las salchichas estaban espectaculares. Incluso, al acabar con el pollo y las salchichas, nos planteamos volver a pedir un plato de salchichas para compartir. Sin embargo, pensamos, creo que con razón, que sería demasiado.
Tras comer, decidimos dirigirnos hacia el sur del parque, donde vemos a una serie de chicos haciendo surf, justo en la entrada del parque. La verdad es que ha sido una de las cosas más curiosas de todo el viaje, y me ha alegrado verles, porque pensaba que no habría mucha gente a esas horas. Con los chicos haciendo surf damos por finalizada la visita al Englischer Garten que, todo sea dicho, ha sido muy relajante.
Surf en el Englischer Garten.
Olympiapark: recuerdos de mi adolescencia.
Así, tras entrar en el parque por el norte y salir por el sur, muy cerca del río Isar, decidimos dedicar la primera parte de la tarde a ver los alrededores del río Isar, una zona que pensaba que nos iba a dar tiempo a ver durante la mañana. La visita la realizamos de forma bastante rápida, ya que ya que esa zona no tiene gran interés. Así, en apenas una hora vemos uno de los edificios más espectaculares de Múnich, el Maximilianeum, y una iglesia, Lukaskirche, que incomprensiblemente no apare en mi guía, aunque ya la había visto en algunas páginas web. El interior de esta iglesia no destaca especialmente, teniendo toda su belleza en el exterior, ya que nos parece muy bonita. Tras ver una serie de cosas menores, minutos antes de las cinco y cuarto damos por concluida la visita a toda la zona del centro de Múnich, y nos disponemos a ir hacia la zona de Olympiapark, que habíamos pospuesto el viernes, sin entrar en uno de los mayores atractivos de Múnich, el Deutsches Museum, el mayor museo de ingeniería del mundo. La verdad es que me atraía muchísimo entrar, pero tenía miedo de que me encantara tanto que perdiera mucho tiempo en el museo y dejara de ver cosas que a buen seguro interesaran más a mi pareja. Es por eso que creo que en una futura visita a Múnich, ahora que lo conozco, el Deutsches Museum será una visita obligada para mí.
Como he dicho, una vez finalizada la visita a todo el centro turístico de Múnich, únicamente nos queda por ver el Olympiapark, construido para los Juegos Olímpicos de 1972, y uno de los hitos arquitectónicos del siglo XX. Así pues, tomamos el metro y en apenas diez minutos, a las cuatro y media llegamos a una de las entradas del Olympiapark, justo al lado del museo BMW. A diferencia de mucha gente de nuestra edad, no somos grandes apasionados de los coches, por lo que ni nos planteamos en entrar en el museo, que es una de las atracciones más importantes de Múnich. Así pues, nos conformamos con contemplar la Torre BMW, uno de los edificios más conocidos de Múnich y que, como pensaba, me gusta bastante, con esa forma de tan característica que tiene. La visita a Olympiapark la realizamos muy rápidamente, ya que no tiene gran cosa para ver. Observo apenado que está bastante desangelado, con muchísimas instalaciones cerradas, y sin ninguna oferta de ocio que pueda hacer que haya gente por la zona. Quizá se deba a que estamos entre semana.
Olympiapark.
El motivo por el que tenía ganas de ir a Olympiapark era doble: por un lado, tenía ganas de ver toda es arquitectura futurista tan característica del lugar, y por otro lado tenía ganas de ver el Olympiastadion, el lugar donde jugaba el Bayern Múnich cuando era pequeño, un estadio que me parecía, y me sigue pareciendo, precioso. A pesar de las ganas que tengo de ver el estadio, decidimos no entrar porque no estoy dispuesto a que paguemos cada uno tres euros por ver un estadio de fútbol. No he pagado todavía por entrar en San Mamés, no lo voy a hacer por Olympiapark. Aunque, siendo sinceros, quizá ahora me arrepiento un poco de no haber entrado y sacarme una foto con ese estadio tan mítico. Finalmente, tras un breve paseo donde nos donde vemos por última vez la torre BMW, cogemos el metro y nos dirigimos en dirección al hotel. Antes de ir al hotel pasamos por la estación para comprar el Bayern Ticket, que esta vez sí, nos cuesta 26 €, ya que lo necesitamos para ir el día siguiente a Salzburgo.
Despedida final de Múnich.
Como todavía no habíamos cenado en un italiano, gastronomía que nos encanta, pues apenas habíamos visto restaurantes que no fueran bávaros, decidimos cenar en un italiano que se encuentra en la esquina del hotel. Cenamos de forma correcta, pagando cómo no más de seis euros por el agua, y decidimos usar aprovechar la tarjeta de metro para ir a Marienplatz y hacer las últimas fotos nocturnas del ayuntamiento, y despedirnos así definitivamente de Múnich. Así, tras las fotos de rigor, a las diez y cuarto volvemos a al hotel, dando por finalizada la visita de Múnich, una ciudad que nos ha gustado mucho y de la que desgraciadamente hemos tenido que ver con el paraguas en la mano en todo momento y sin ver ni una vez el sol. Aun así, nos vamos muy contentos con la visita que hemos hecho, ya que creemos que ha sido una visita relativamente completa, ya que aunque no hemos entrado en ningún museo, quizá para muchos sea imperdonable no haber entrado al Deutsches Museum, hemos visto casi todos los rincones de la ciudad antigua y sus alrededores, hemos visto zonas más alejadas como Nymphenburg o Olympiapark, e incluso hemos tenido tiempo de conocer el campo de concentración de Dachau. Por último, el día de la excursión a Neuschwanstein sirvió para coronar la visita a Múnich Así pues, a falta de los museos, la visita ha sido, desde nuestro punto de vista, bastante completa. Nos ha fallado el tiempo, pero eso no es más que una excusa para poder volver otra vez a recorrer de nuevo las calles de una ciudad que nos ha encantado.
Gastos del día.
Al igual que el resto de días, el gasto por persona ha rondado los 50 €, ya que a pesar de que hemos tenido que comprar el bono diario de metro y el Bayern Ticket, que cuesta casi tanto como una comida, hemos ahorrado bastante en la comida, ya que en el Biergärten hemos comido por poco más de 20 euros y el italiano ha sido también barato. Así pues, los gastos por persona el día de hoy son los siguientes:
- Comida: 28.20 €
- Transporte: 18.10 €
- Varios: 4.30 €
- Turismo: 1.50 €
- Total: 52.10 € por persona
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