Al igual que el día anterior, ponemos el despertador a las 8:15 de la mañana, hora que consideramos suficiente para ver todo lo que queríamos ver en el día. Al mirar por la ventana vemos que el día es precioso, similar al del miércoles, ya que apenas se ven nubes en el cielo. Tardamos un poco en prepararnos ya que por primera vez encontramos cola para el baño. Y es que el que solo haya un baño para tres habitaciones tiene sus problemas de vez en cuando. Aun así, salimos del hostal solo un poquito más tarde de lo previsto, a las nueve y media. A pesar de eso, para no perder tiempo, compramos algo para desayunar en una tienda y nos lo comemos mientras vamos hacia el metro, ya que nos quedan varias cosillas por visitar durante la mañana y además hay que coger el metro para ir a muchas de ellas, y no sabemos cuánto tiempo podemos tardar en verlo todo.
El plan para el día de hoy consiste en ver el convento de Novodevichy y el edificio de la Universidad, que se encuentran alejados del centro de la capital, así como el barrio de Zamoskvoreche, lo último que nos quedaba por ver del centro de Moscú y al que no creía que le dedicáramos más de dos horas, máxime cuando no íbamos a entrar en la Galería Tretiakov, el mayor museo de arte ruso del mundo. Todo eso queríamos verlo por la mañana, ya que a las cuatro de la tarde queríamos realizar la visita al interior del teatro Bolhsói.
Así pues, no tenemos tiempo que perder.
Así pues, no tenemos tiempo que perder.
Convento de Novodevichy:
Nuestra primera para es el convento de Novodevichy, uno de los lugares turísticos más importantes de Moscú, seguramente el de mayor visita obligada tras el Kremlin y la Plaza Roja. No tardamos mucho en llegar, y nos presentamos en él a las diez y cuarto de la mañana. Lo encontramos muy bonito a pesar de que está completamente nevado. En eso tenemos gustos diferentes: a un amigo le gusta el toque de la nieve mientras que yo lo habría preferido sin nieve. Aun así, el tiempo nos sigue acompañando y apenas se ven nubes en el cielo, lo que hace que aun con nieve me parezca muy bonito. En el convento vuelvo a tener la sensación de que Moscú no es una ciudad que sepa sacarle partido al turismo, ya que podemos entrar y pasear por él sin pagar ni un solo rublo, algo impensable en muchas ciudades europeas. Pero bueno, mejor para el turista, no me voy a quejar porque me dejen entrar gratis.
Catedral de la virgen de Smolensk, en el convento de Novodevichy.
Lo encuentro bastante bonito y su iglesia principal, la catedral de la virgen de Smolensk, me recuerda ligeramente a las iglesias del Kremlin, que me habían encantado. El resto de iglesias, como la iglesia de la Intercesión o la iglesia de la Transfiguración, así como el campanario, las encuentro muy bonitas, con esas paredes de color rojo tan característico. Y es que si algo me ha gustado de Rusia han sido sus iglesias, tanto las de paredes blancas con cúpulas doradas y relucientes, como otras como la catedral de San Basilio, solo por fuera, o la iglesia de la Transfiguración, muy llamativas y vistosas.
Tras pasear por el interior del convento, lo rodeamos por fuera viendo el famoso lago de los cisnes, lago en el que se inspiró Tchaikovsky para su famosa obra y que encontramos completamente nevado. Había oído que era muy decepcionante el lago, y nevado como estaba ni te enteras que hay un lago si no lo sabes. Aun así, hace ilusión ver el famoso lago de los cisnes. Tras las fotos de rigor, y sin entrar en el cementerio de Novodevichy, ya que pensamos que sería una pérdida de tiempo si no encontrábamos las famosas tumbas de escritores como Gógol o Chéjov o políticos como Boris Yeltsin o Nikita Jrushchov, por lo que sería una pérdida de tiempo, nos dirigimos hacia el edificio de la Universidad, el más famoso de las Siete Hermanas de Stalin, una serie de siete rascacielos muy similares entre ellos y que Stalin mandó construir durante su mandato, y que algunos rusos llaman los Siete Cojones de Stalin.
Tras pasear por el interior del convento, lo rodeamos por fuera viendo el famoso lago de los cisnes, lago en el que se inspiró Tchaikovsky para su famosa obra y que encontramos completamente nevado. Había oído que era muy decepcionante el lago, y nevado como estaba ni te enteras que hay un lago si no lo sabes. Aun así, hace ilusión ver el famoso lago de los cisnes. Tras las fotos de rigor, y sin entrar en el cementerio de Novodevichy, ya que pensamos que sería una pérdida de tiempo si no encontrábamos las famosas tumbas de escritores como Gógol o Chéjov o políticos como Boris Yeltsin o Nikita Jrushchov, por lo que sería una pérdida de tiempo, nos dirigimos hacia el edificio de la Universidad, el más famoso de las Siete Hermanas de Stalin, una serie de siete rascacielos muy similares entre ellos y que Stalin mandó construir durante su mandato, y que algunos rusos llaman los Siete Cojones de Stalin.
Lago de los cisnes.
Universidad: Bonito, pero mejor dejarlo para el final.
No tardamos mucho en llegar, ya que se encuentra a apenas dos paradas de metro de la parada del convento de Novodevichy. Así, a las once y media de la mañana salimos de la estación de metro más cercana al edificio de la Universidad. Nos vamos acercando al edificio, que se ve nada más salir de la parada de metro. Ingenuamente intentamos entrar en él, pero nos lo impide un policía, por lo que nos conformamos con dar un paseo por los alrededores, alejándonos lo suficiente para tomar la típica foto.
Edificio de la Universidad.
La verdad es que no me ha parecido un edificio feo, incluso me atrevería a considerarlo bonito comparándolo con el resto de hermanas que he visto, aunque solo las haya visto desde la lejanía. Aun así, solo me acercaría a la Universidad cuando hubiera visto todo lo importante de Moscú, dejándolo para los últimos días.
Zamoskvoreche: Finalizando con el centro de Moscú.
Del centro de Moscú ya solo nos quedaba por ver el barrio de Zamoskvoreche, barrio situado al sur del río Moscova y en el que únicamente íbamos a pasear por su calle principal viendo las iglesias que se agrupaban a su alrededor, ya que no teníamos previsto entrar en la Galería Tretiakov, el mayor museo de arte ruso del mundo.
Tras bajarnos, quince minutos antes de la una, en la parada de Dobryninskaya, recorremos la calle Bolshaya Ordynka viendo las distintas iglesias que se agrupan en esa calle, como la iglesia de San Nicolás de Pizzi o el convento de Santa Marta y Santa María. Al llegar al final de la calle vemos, sorprendentemente, pues lo que habíamos recorrido de calle estaba bastante muerto, que hay numerosos restaurantes, por lo que decidimos quedarnos a comer ahí. A pesar de ver un My My, parece que hay uno en cada barrio, decidimos no comer otra vez en esa cadena, para que no se diga que no tenemos variedad.
No obstante, antes de comer, decidimos dar una vuelta por la zona para ver las últimas iglesias que nos quedan por ver. Así, vemos la iglesia de la Consolación de Todas las Penas, con sus inconfundibles paredes amarillas, la iglesia de San Clemente, que encontramos sencillamente espectacular, y la iglesia más famosa del barrio, la iglesia de la Resurrección de Kadarshi, que nos defrauda porque encontramos viejas y poco conservada.
Iglesia de San Clemente.
Lo que más me gusta de la iglesia de San Clemente es que parece que está recién pintada. Como he comentado, muchas de las iglesias de Moscú son una explosión de colores, lo que hace que sean espectaculares cuando están limpias, como en el caso de la iglesia de San Clemente, que parece recién pintada, pero muy deterioradas cuando están sucias, como ocurre con la iglesia de la Resurrección de Kadarshi.
Tras dar por concluida la visita al barrio de Zamoskvoreche, comemos en uno de los restaurantes que se encuentran alrededor de la iglesia de San Clemente, haciéndolo por primera vez en uno que no fuera el My My, que por cierto se ve a la derecha de la foto anterior. Y al igual que el resto de días, la cuenta salió relativamente barata. Es verdad que me quedé con un poco de hambre, ya que el risotto que comí fue un poco escaso, pero aun así encontré que también este restaurante era bastante barato.
Teatro Bolshói: No pudo ser.
Tras comer, decidimos ir al famoso teatro Bolshói, donde teníamos pensado realizar una visita guiada por su interior. Según nos habían dicho en la taquilla el día anterior, la visita comenzaba a las cuatro de la tarde. Así, nos presentamos a las cuatro menos cinco y vemos unas cuantas personas arremolinadas cerca de la taquilla, personas que suponíamos que habrían cogido su entrada. Cuando vamos a sacar la nuestra, la empleada nos dice, con no muy buenas formas, que es imposible visitar el teatro ese día, que habría que esperar al lunes. No sé si es que hay un número determinado de entradas diarias o qué, pero nos quedamos sin ver el teatro Bolshói. Me dio bastante pena porque tenía la sensación de que me iba a gustar mucho, pero bueno, como al ir a Moscú no entraba en mis planes verlo puesto que estaba prácticamente seguro que no se podían realizar visitas al Bolshói, pues no fue demasiado traumático no poder entrar.
Estatua de Karl Marx, enfrente del teatro Bolshói.
Centro Panruso de Exposiciones: un viaje al pasado.
Son las cuatro de la tarde, así que había que improvisar dónde ir. Mis dos amigos tenían muchas ganas de ver el Centro Panruso de Exposiciones, que se encuentra a unos diez kilómetros al norte de Moscú, así que cogimos el metro y nos dirigimos allí, llegando media hora después.
Es un lugar curioso, donde los nostálgicos de la época comunista pueden rememorar aquellos años viendo algunos monumentos que evocan la vida soviética, representan los ideales comunistas o recuerdan momentos como la carrera espacial, como el Monumento a los Conquistadores del Espacio o la famosa estatua Trabajador y obrera agrícola.
Bajorrelieve del Monumento a los Conquistadores del Espacio.
Trabajador y obrera agrícola.
El Centro Panruso de Exposiciones ocupa una amplia superficie en la cual se puede pasear admirando sus jardines y fuentes, una pena que las fuentes estén apagadas al ser casi invierno, y contemplando los distintos pabellones representativos de cada una de las quince repúblicas que formaban la Unión Soviética. La verdad que es un sitio muy curioso, y en verano debe ser mucho más alegrre que en invierno, pero aun así, y al igual que el edificio de la Universidad, lo dejaría para el final. Eso sí, me ha parecido mucho más interesante este lugar que el edificio de la Univeridad.
Finalmente, tras dar un amplio paseo por la zona, a las seis menos diez decidimos volver al hostal, a donde llegamos cincuenta minutos después, con un considerable dolor de pies tras haber andado tantísimo durante el frío día.
Propaganda: Conociendo la noche moscovita.
Como era viernes y ya habíamos visto prácticamente todo lo que había que ver en Moscú decidimos darnos un descanso y salir a conocer la noche moscovita. El día anterior le habíamos preguntado al dueño del hostal qué locales nos recomendaba, y el no dudó en señalarnos Propaganda, que se encontraba a cinco minutos del hostal, yendo hacia la Plaza Roja. Como vemos que viene recomendado en la guía Top 10 de Moscú de Eyewitness, la versión inglesa de las guías de El País Aguilar, y como en la página web vemos que se podía cenar de forma asequible, pues aparecía la carta con los precios, nos dirigimos hacia allí.
Cuando llegamos, el local está lleno de gente, por lo que esperamos a que se libre alguna mesa tomando una cerveza. Las mesas donde se cenan están en la misma pista de baile, y a partir de cierta hora se quitan y se pone la música. Al igual que el resto de días, la cena resuelta barata, menos de veinte euros cada uno por dos platos para compartir entre los tres y un segundo plato para cada uno, cerveza, repitiendo incluso, en vez de agua en la bebida, y un postre enorme y exquisito para cada uno. Yo me pido de postre un tiramisú delicioso y un amigo una tarta casera de fresas con una pinta excelente.
Una vez retiradas las mesas de la pista de baile, estamos hasta la una escuchando la música y tomando dos cubatas de vodka-naranja cada uno. Y aquí nos viene la sorpresa de la noche: es verdad que los cubatas eran quizá un poco más pequeños que los que acostumbro a tomar en Bilbao y que quizá no están muy cargados, pero 3.6 € cada cubata, 140 rublos, estando a diez minutos de la Plaza Roja en un local que incluso aparece recomendado en las guías me pareció sorprendente. La verdad es que no sé dónde se mete la gente cuando va a Moscú, porque salvo la entrada al Kremlin, nada me ha parecido caro; incluso me ha sorprendido la ciudad por lo barata que era.
Gastos del día
Los gastos en comida del día fueron ligeramente menores que los de los días anteriores. Es verdad que desayunamos un poco peor, cogiendo un bollo de un puesto en un subterráneo, pero también cenamos mejor que otros días, mereciendo eso sí mucho la pena. Aparte de la comida, compramos dos bonos de 10 viajes para los viajes en metro, ya que ese día nos desplazamos bastante en metro, y el resto se fue en las copas que tomamos antes y después de cenar. Sobre todo, se notó sobre todo que no tuvimos que pagar por entrar en ningún sitio turístico.
Los gastos en comida del día fueron ligeramente menores que los de los días anteriores. Es verdad que desayunamos un poco peor, cogiendo un bollo de un puesto en un subterráneo, pero también cenamos mejor que otros días, mereciendo eso sí mucho la pena. Aparte de la comida, compramos dos bonos de 10 viajes para los viajes en metro, ya que ese día nos desplazamos bastante en metro, y el resto se fue en las copas que tomamos antes y después de cenar. Sobre todo, se notó sobre todo que no tuvimos que pagar por entrar en ningún sitio turístico.
- Comida: 1221.67 rublos
- Transporte: 176.67 rublos
- Copas: 423.33 rublos
- Total: 1821.67 rublos, 47.07 € al cambio del día anterior.
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