Comienza nuestro segundo día en Berlín, el primero de los dos en los que había que madrugar bastante. El plan inicial del día consistía en pasar la mañana viendo la isla de los museos, donde entraríamos únicamente al museo de Pérgamo, ya que el museo Nuevo lo dejaríamos para el final del viaje en caso de que tuviéramos tiempo, y por la tarde ver el barrio de San Nicolás, Alexanderplatz y lo que nos diera tiempo de ver del barrio judío, Scheunenviertel.
Como los museos no abrían hasta las diez de la mañana, el plan inicial era comenzar la mañana viendo la catedral de Berlín, que abría a las nueve, e ir a las diez de la mañana al museo de Pérgamo, para verlo con la menor cantidad posible de turistas. Sin embargo, este plan presentaba una pega: cerca de Alexanderplatz se encuentra la torre de televisión, lugar al que si no se va a primera hora es muy fácil tener que esperar una o dos horas de cola, algo que no íbamos a hacer y menos con el día tan caluroso que se avecinaba, por lo que teníamos previsto dejar la torre de televisión para primera hora de otro día, con el consiguiente peligro de que no nos hicieran descuento con la Berlin Welcome Card.
Por eso, a última hora del día anterior se le ocurrió a mi pareja que se podía comenzar el día con una visita a la torre de televisión, ya que abría a las nueve, y estar a las diez de la mañana en el museo de Pérgamo. Yo era un poco reticente a esa idea, ya que soy un poco cuadriculado y eso no estaba en el itinerario previsto, y me daba miedo que hubiera cola y no nos diera tiempo a llegar al museo a las diez. Sin embargo, si no había cola y podíamos estar a las diez de la mañana en el museo de Pérgamo, la jugada nos salía redonda.
Torre de televisión: vistas y poco más.
Torre de televisión: vistas y poco más.
Así pues, ponemos el despertador a las siete y diez de la mañana, y poco más de una hora después, a las ocho y cuarto, estamos ya en la calle. Tras desayunar rápidamente en una cafetería, cogemos el metro y llegamos a la torre de televisión minutos después de las nueve menos cuarto, donde observamos que ya se ha formado una cola de, como comprobaríamos al recibir nuestra entrada, 58 personas. En ese momento me empiezo a poner algo nervioso ante la posibilidad de tener que esperar mucho tiempo y no llegar a tiempo al museo de Pérgamo, pero mis nervios se calman cuando a las nueve y media me encuentro ya en lo alto de la torre de televisión, observando las vistas de Berlín.
La verdad es que desde la torre, a 203 metros de altura, se ve Berlín desde otra perspectiva, pero personalmente prefiero las vistas que se pueden tener por ejemplo de la Ciudad Vieja de Praga desde lo alto del ayuntamiento, a bastante menos de 100 metros de altura, que las que se pueden tener de una ciudad moderna, sobre todo desde donde ves los áticos de todos los edificios. Además, el precio de doce euros, nosotros al menos pagamos nueve euros por tener la Berlin Welcome Card, me parece a todas luces excesivo. A pesar de que muchos lo consideran un lugar indispensable, yo solo volvería a subir si tuviera tiempo de sobra para ver el resto de la ciudad, ya que con diferencia me gustaron mucho más las vistas de la ciudad que vi el día anterior desde el Reichstag.
Berlín desde la torre de televisión, con el Reichstag y el Tiergarten al fondo.
Tras ver durante poco más de diez minutos las vistas que se tienen de la ciudad , una pena que las viéramos tan deprisa por mis nervios por llegar a las diez al museo de Pérgamo (aunque personalmente, tampoco habría estado mucho más tiempo si no hubiera andado con prisas), a las diez menos cuarto estamos ya en la calle con la intención de dirigirnos a la isla de los museos.
Museo de Pérgamo: Impresionante.
De camino al museo de Pérgamo vemos rápidamente por fuera distintos edificios como el Rotes Rathaus, Marienkirche, o la catedral, lugares que veríamos a lo largo del día, motivo por el cual no nos detenemos en ninguno de ellos. Finalmente, a las diez en punto llegamos al museo de Pérgamo, sin duda el museo más importante de Berlín.
Como he dicho muchas veces, no soy muy amigo de museos cuando visito una ciudad, de hecho el día anterior pasé muy de pasada por los alrededores de las galerías de arte del Kulturforum, pero este museo es completamente distinto a los que no me gustan ver cuando hago turismo. No es una galería de pintura o de esculturas, es un museo donde puedes admirar edificaciones enteras de la antigüedad, y como considero que eso es muy difícil de ver en otras ciudades, y a todas luces completamente distinto a un cuadro, este museo se convierte en una rara pero agradable excepción.
La joya de la corona del museo es el Altar de Pérgamo. Es impresionante. Nada más entrar en el museo, tras pasar por la puerta, te lo encuentras enfrente de ti, monumental. Como ya sabía que se encontraba ahí, me lo esperaba y no me impresiona tanto a primera vista, pero aun así es precioso y es una delicia poder subir por sus escaleras, sobre todo sin gente, y llegar a lo alto del altar. La verdad es que fue un acierto aparecer a las diez de la mañana, ya que pudimos ver el altar de Pérgamo sin mucha gente, pudiendo por momentos captar fotos sin nadie en las escaleras.
Altar de Pérgamo.
Además del Altar de Pérgamo son muy importantes la puerta del Mercado de Mileto o la puerta de Ishtar. La primera me impresiona muchísimo e incluso diría que me ha gustado más que el Altar de Pérgamo, ya que como no sabía dónde estaba, no esperaba encontrármela tan de repente como lo hice. La verdad es que me encantó. La puerta de Ishtar es también muy bonita, pero su situación en el museo hace que sea menos espectacular a primera vista, ya que no te la encuentras tan de repente como el Altar de Pérgamo o la puerta del Mercado de Mileto. Otras zonas, como el palacio asirio o el palacio de Mushatta nos gustaron también mucho.
Puerta del mercado Mileto.
A pesar de lo mucho que nos gusta, el resto del museo contiene muchas piezas que podrían estar en cualquier museo típico, por lo que nuestra visita al museo de Pérgamo finaliza en poco más de una hora, de forma que a las once y cuarto ya estamos en la calle, viendo cómo castiga el sol. Si el día anterior nos habíamos quemado, este iba a ser desde luego mucho peor.
Catedral: lo que más me ha gustado de Berlín.
Tras dar una pequeña vuelta por los alrededores del museo de Pérgamo, zona que también está en obras como todo Berlín, y tras entrar brevemente al Bodemuseum para contemplar su entrada, nos dirigimos hacia la catedral, a donde llegamos a las once y media. En ese momento el día era espectacular, por lo que hicimos un gran número de fotos de la catedral y de sus alrededores, como el Altes Museum.
Catedral de Berlín.
Tras un rato haciendo fotos, algunas de las cuales son preciosas, entramos a la catedral minutos después de las doce menos cuarto. La entrada incluye una subida a la cúpula, desde donde se ven unas vistas de Berlín similares a las que se veían desde la cúpula del Reichstag, si bien quizá prefiero las de este último. Al bajar de la cúpula, esperamos unos minutos a que finalizara la misa, y, a las doce y veinte, entramos a contemplar la catedral, que encontramos muy bonita pero bastante más pequeña de lo que nos imaginábamos cuando veíamos el edificio por fuera.
Además, en los subsuelos de la catedral tenemos la ocasión de contemplar unos cuantos sarcófagos de varios miembros de la familia Hohenzollern, algunos de los cuales eran realmente bonitos.
Interior de la catedral.
Además, en los subsuelos de la catedral tenemos la ocasión de contemplar unos cuantos sarcófagos de varios miembros de la familia Hohenzollern, algunos de los cuales eran realmente bonitos.
Barrio de San Nicolás: un pedacito medieval en el centro de Berlín.
Tras ver la catedral de Berlín, nos disponemos a dirigirnos al barrio de San Nicolás para comer. La verdad es que la mañana ha sido perfecta: en contra de lo que yo esperaba, nos ha dado tiempo a subir a la torre de televisión, es verdad que un poco a la carrera, y a ver la catedral de Berlín y el museo de Pérgamo, también debido a que hemos estado menos tiempo de lo esperado en este último. Además de haber cumplido con más de lo que tenía previsto en un principio, el día está siendo maravilloso.
Recorriendo la isla de los museos en dirección al barrio de San Nicolás atravesamos una gran explanada de césped cercana a la Catedral y que ocupa parte de la isla de los museos, y que me hace ver que Berlín está lleno de enormes espacios vacíos que en cualquier otra ciudad estarían ocupados por edificios: la campa que hay en el Reichstag, en la que descansamos el día anterior, o la plaza en la que se encuentra Marienkirche, cerca de la torre de televisión, son dos ejemplos.
Tras recorrer el sur de la isla de los museos, que no tiene gran cosa para ver, llegamos a la una al barrio de San Nicolás. Antes de dirigirnos a comer decidimos dar una vuelta por sus alrededores, de forma que vemos dos de los muchos ayuntamientos de la ciudad, el famosísimo Rotes Rathaus, que vemos por la parte de atrás y que se encuentra lleno de obras, y la Stadhuis, además de dar un paseo por la zona.
Finalmente, y ante el sofocante calor que hace, con diferencia más que el día anterior, que ya es decir, decidimos entrar en el barrio de San Nicolás, de ambiente medieval, para buscar un restaurante. Rápidamente encontramos un restaurante típico alemán en las arcadas de Gerichtslaube, que, como descubriría más adelante, aparece en mi guía con una foto. La verdad es que comemos bastante bien y más barato que el día anterior. Lo único malo es que al final de la comida el sol nos pega muy fuerte y hace que tengamos que acabar rápidamente de comer.
Barrio de San Nicolás.
Tras la comida, damos una vuelta por los alrededores y paseamos por las distintas callejuelas del barrio. Entramos en la iglesia de San Nicolás, Nikolaikirche, que se ha convertido en un museo y apenas podemos observarla desde la entrada. Por fuera, dicha iglesia me gusta bastante, encajonada en las callejuelas del barrio, y dando más si cabe un aspecto medieval al barrio, completamente distinto al resto de Berlín.
Alrededores de Alexanderplatz: poco que ver.
Finalmente, a las tres menos cuarto damos por finalizada la visita al barrio de San Nicolás, y nos dirigimos en dirección a Alexanderplatz, donde habíamos estado esa mañana. Previamente, teníamos una etapa en el camino: los alrededores de Marienkirche, la iglesia más antigua de la ciudad.
Marienkirche y Neptunbrunnen.
Como había constatado esa mañana, la iglesia es bastante más grande de lo que me imaginaba cuando veía las fotos, y la verdad que es muy impresionante verla a los pies de la torre de televisión, la construcción más alta de Europa. Sin embargo, tampoco es que me apasione en exceso ni por dentro, me gustan más barrocas, ni por fuera. Desde luego, lo que más me gusta es el contraste con la torre de televisión.
En los alrededores de Marienkirche se encuentra la fuente de Neptuno, Neptunbrunnen, bastante bonita y que me da una sorpresa al encontrármela con agua, ya que había leído que estaba reparándose y que no estaba en funcionamiento. Aprovechando esta situación, nos mojamos un poco la cara y los brazos para aliviar el calor. Tras hacer unas pocas fotos de la zona, entramos en Marienkirche, donde, al igual que nos ocurrió en Burdeos, nos encontramos con un loco que se dedicaba a gritar por la iglesia. Al menos no nos tuvo en su punto de mirar y solo tuvimos que estar dos minutos escuchando cómo gritaba en la iglesia. Por último, salimos de la iglesia y, antes de ir a Alexanderplatz, nos dirigimos al Marx-Engels-Forum, donde se encuentra la famosa estatua de los dos grandes teóricos del comunismo: Karl Marx y Friedrich Engels.
Marx-Engels Forum.
Finalmente, nos dirigimos hacia Alexanderplatz, que como esperábamos, no nos apasiona demasiado. Famosa más por lo que era a principios de siglo, ahora hay en ella una gran estación donde confluyen varias líneas de tren urbano y de metro. Francamente, me recuerda a los alrededores de las estaciones de tren de las grandes ciudades, que suelen estar llenas de gente con no muy buena pinta y donde la opción más gourmet de restaurantes no pasa de ser el McDonald's. En Alexanderplatz apenas estamos diez minutos, lo justo para verla un poco y hacernos varias fotografías con el Reloj Mundial y la Fuente de la Amistad de los Pueblos.
Barrio judío: una visita demasiado rápida.
A pesar de mis dudas de que no fuéramos capaces de visitar el barrio judío en el día de hoy, a las cuatro menos cuarto entramos en el barrio judío o Scheunenviertel, barrio del granero, habiendo estado incluso en la torre de televisión. Vuelvo a constatar que veo las cosas más rápido de lo previsto durante el itinerario, aunque hay que decir que algunas zonas no ofrecen mucho al turista. Es verdad que quizá estuvimos menos tiempo que otros turistas en el museo de Pérgamo, pero la zona del barrio de San Nicolás y los alrededores de Alexanderplatz tiene menos atractivos turísticos que otras zonas de Berlín, y se pueden ver rápidamente, siempre y cuando no haya que esperar mucha cola en la torre de televisión.
Así, a las cuatro menos diez entramos en el Hackesche Höfe, los famosos ocho patios del barrio judío. Esta zona consta de ocho patios interiores comunicados entre ellos donde se agrupan algunas tiendas, varios restaurantes y varios portales. Encuentro la zona bastante atractiva, en especial el famoso patio I, y observo parte del ambiente que caracteriza al barrio judío, lleno de terrazas y distintos restaurantes.
Patio II.
Tras salir de los patios, damos una vuelta por los alrededores, viendo por fuera la Sophienkirche, que, como esperaba, no me cautiva en absoluto. A continuación, nos dirigimos por Oranienburg Straße en busca de la Sinagoga Judía, donde no entramos debido a que los fines de semana cierra. Finalmente, buscamos el antiguo centro Tacheles, que creemos encontrar, al menos sus ruinas, tras dar unas cuantas vueltas. En el barrio judío, además, habíamos visto por primera vez las características baldosas amarillas que muestran datos de algunos de los millones de judíos asesinados en el Holocausto. Un pequeño detalle pero muy conmovedor. A las cinco menos cuarto, apenas una hora después de haber entrado en el barrio judío, damos por finalizada la visita turística del día.
Sinagoga judía.
Esto me hace plantearme muchas cosas, y es que, como suponía, después de comer, en general, veo las cosas más rápidamente y con menos profundidad, seguramente por el cansancio acumulado a lo largo del día. Por ello, pienso que a la hora de planear un viaje es mejor dejar lo que más ganas tengo de conocer no solo para los primeros días, por si acaso el último día alguna cosa está cerrada inesperadamente, sino también dejarlo para la mañana, intentando alargar la hora de la comida lo más posible para ver más cosas antes de comer. Esto es así porque a pesar de que estoy contento con la visita al barrio judío y a los alrededores de Alexanderplatz, sobre todo esta última zona no tenía gran cosa, creo que si hubiera realizado la visita por la mañana habría estado más de dos horas, el tiempo que en realidad he estado, viendo el barrio judío y los alrededores de Alexanderplatz. Por eso, si antes lo tenía claro, ahora más, en los próximos viajes seguiré planificando el itinerario de forma que por las mañanas vea lo que más ganas tengo.
Cena y fotos nocturnas de la puerta de Brandeburgo.
Tras descansar un poco en el hotel, a las siete y cuarto salimos decidimos a cenar en el Hard Rock Cafe, que se encuentra en Kurfürstendamm. Antes de ir a cenar, damos una vuelta por los alrededores del hotel, para ver por primera vez el famosísimo Checkpoint Charlie, ya que parece mentira que estando como estaba a apenas 200 metros del hotel no lo hubiéramos visto todavía. Tras verlo y leer un poco sobre el muro de Berlín y la división de la ciudad en una especie de mural que se encuentra cerca del Checkpoint Charlie, cogemos el metro con la intención de cenar pronto, ya que estábamos cansados y al día siguiente tocaba madrugar también.
Tras terminar de cenar más tarde de lo esperado, tuvimos que esperar mucho para que nos dieran mesa, cogemos el metro para ver Potsdamer Platz de noche, en especial el Sony Center, que encontramos espectacular, tal cual nos lo habían descrito, y nos dirigimos seguidamente hacia la puerta de Brandeburgo, para hacer más fotos nocturnas del monumento más emblemático de la ciudad. A diferencia del resto de la ciudad, la puerta de Brandeburgo está bastante bien iluminada, por lo que las fotos son bastante mejores que las que sacamos de Gendarmermarkt el día anterior. Eso sí, en cuanto nos ponemos los dos en la foto, no se nos ve apenas.
Puerta de Brandeburgo.
Finalmente, tras hacer unas horribles fotos nocturnas del Reichstag, fatalmente iluminado, a las once damos por finalizada nuestra sesión de fotos, llegando al hotel mucho más tarde de lo esperado, a las doce menos veinticinco, debido a lo que tardamos en cenar en el Hard Rock Cafe.
Bahntower, en Potsdammer Platz.
Gastos del día.
Lso gastos del segundo día fueron bastante inferiores a los del primer día, debido especialmente a que el vienres se disparó el gasto debido a la compra de la tarjeta. Aparte de la comida, el único gasto importante ha sido la visita a la torre de televisión, donde nos hemos ahorrado tres euros, y a la catedral de Berlín, donde nos hemos ahorrado otros tres euros. Gracias a la tarjeta nos hemos ahorrado 12.30 € en el día de hoy, ya que debido a las veces que hemos cogido el metro tendríamos que haber cogido un billete diario que costaba 6.30 €.
- Comida: 38.68 €
- Torre de televisión: 9 €
- Catedral de Berlín: 4 €
- Varios: 5.43 €
- Total: 57.10 €
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