Nuestro primer día en Venecia amanece bastante pronto, pues ponemos el despertador a las siete y media de la mañana, pues queremos ver muchas cosas antes de comer. Tras prepararnos, salimos del hotel una hora después, y decidimos desayunar en un pequeño bar que se encuentra justo enfrente del hotel, en el cual desayunamos bastante bien para el aspecto que tiene el establecimiento, y a relativamente buen precio.
Tras desayunar, cogemos el vaporetto rumbo a la Piazza San Marco, pero decidimos bajarnos en el puente de Rialto para sacar unas cuantas del canal y de paso hacer algo de tiempo antes de visitar el Palacio Ducal, donde tenemos reservada la entrada para los Itinerarios Secretos. Así, llegamos al puente de Rialto minutos antes de las nueve y cuarto y nos ponemos a hacer fotos sin parar. La verdad es que las vistas son preciosas, y encima hace un día espléndido, en contra de lo esperado, pues se preveían lluvia. De inmediato quedo entusiasmado con las vistas que se tienen desde puente del canal. Maravillosas. Preciosas. Podría decirse que estas vistas son lo que más me han gustado de lo que llevamos de viaje.
Vistas del Canal de Venecia desde el puente de Rialto.
Palacio Ducal: sin duda, lo peor del viaje.
Tras la sesión de fotos, nos dirigimos hacia la Piazza San Marco, a donde llegamos en apenas diez minutos, minutos antes de las nueve y media, por lo que decidimos matar el rato haciendo fotos antes de entrar en el Palacio Ducal. La verdad es que la plaza es preciosa, como había podido intuir la noche anterior, y los andamios que cubren parte de la basílica de San Marcos no consiguen desilusionarnos.
Finalmente, nos dirigimos al Palacio Ducal, donde a las 9:55 tenemos reservada la visita en inglés a los Itinerarios Secretos. Lo que debería ser uno de los momentos más bonitos de Venecia se transforma en el peor momento del viaje. La visita no nos agrada en absoluto, nos parece aburrida, nada interesante, y para colmo me agobio bastante por el excesivo calor que hay en las salas. Cuando finaliza la visitaguiada, que solo recorre una parte del palacio, vemos a todo correr y sin ganas el resto de las estancias del Palacio Ducal.
Cuando salimos del Palacio Ducal son las doce de la mañana y tenemos la sensación de que hemos perdido toda una mañana en hacer nada. Pensándolo fríamente, hemos visto el Palacio Ducal, hemos sacado fotos de la Piazza San Marco, hemos sacado fotos del Gran Canal desde el Puente de Rialto... pero no podemos evitar la sensación de pérdida de tiempo, quizá porque, a diferencia de Florencia y Roma, Venecia es una ciudad más de disfrutar paseándola que de visitar lugares concretos.
Góndolas atracadas cerca de San Marco.
Paseando por el barrio de San Marco.
Aprovechando que estamos al lado de la Basílica de San Marcos, decidimos entrar con la esperanza de poder hacerlo antes de las doce y media, que es cuando finaliza la iluminación interior. Tras dejar el trípode en la consigna, nos disponemos a hacer la cola para entrar, y, para nuestra sorpresa, esta avanza bastante rápido, por lo que afortunadamente podemos disfrutar de la Basílica de San Marcos iluminada. Como ya se intuye desde fuera, por dentro la Basílica de San Marcos es muy diferente de la mayoría de iglesias que se pueden encontrar en Europa, teniendo un toque oriental, bizantino, lo cual me gusta bastante, pues se sale un poco del canon del resto de iglesias.
Tras salir de la Basílica, minutos después de las doce y cuarto, nos dirigimos a comprar el Chorus Pass, un bono que por 7 €, tuvimos un descuento de tres euros gracias a la Rolling Venice Card, nos daba la posibilidad de entrar en catorce iglesias de la ciudad. Con el tiempo descubriríamos que no lo aprovechamos demasiado bien. Con el bono en la mano, nos alejamos de la Piazza San Marco y nos dirigimos a ver sus alrededores, con la intención de ver todo el barrio de San Marco antes de comer. Así, pasamos el resto de la mañana paseando por las callejuelas de San Marco, haciéndonos fotos en los canales, aprovechando el maravilloso día que contra todo pronóstico hace, y pasando por delante de lugares como el Teatro La Fenice, el Palazzo Contarini del Bovolo y entrando en iglesias menores gracias al Chorus Pass, iglesias en las que no habríamos entrado. Además, aprovechamos para comer nuestra primera pizza al taglio, ya que, en contra de lo que me esperaba, encontramos muchísimos locales con muy buena pinta que venden porciones de pizza a un precio no muy caro. Curiosamente, esperaba encontrarme todos estos locales en Florencia y Roma y apenas en Venecia, y ha sido al revés, pues tras no ver prácticamente ninguno en dichas ciudades, en Venecia encuentro casi uno en cada esquina en determinadas zonas.
Tras ver toda la zona de San Marco, nos dirigimos hacia el puente de Rialto, con la intención de repetir las fotos de esa mañana y tomar otro trozo de pizza, aunque esta vez me decanto por un trozo de sandía, pues estoy bastante harto de pizza y agradezco tomar por primera vez en muchos días una pieza de fruta. Sin embargo, me doy cuenta de que la decisión no podía haber sido peor, ya que si bien un trozo de pizza se puede comer fácilmente de pie, un trozo de sandía es bastante complicado, por lo que acabo tirando un trozo a la papelera tras haberme manchado parte de los pantalones.
Recorriendo San Polo, Santa Croce y Dorsoduro.
Una vez acabada la comida, a las dos y media, cruzamos el puente de Rialto con la intención de conocer el barrio de San Polo y Santa Croce. Antes de continuar, volvemos a hacer una sesión de fotos desde el puente de Rialto, puesto que las vistas que se tienen del Gran Canal desde el puente de Rialto es lo que más me gustado de Venecia, y probablemente, de todo el viaje. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia los cercanos mercados de Rialto, desde donde también hacemos fotos del Gran Canal. Esta es la sensación que tengo de Venecia: que más que ver edificios, iglesias... me dedico a observar la ciudad en sí, sin centrarme en ningún edificio concreto. Tras ver los mercados de Rialto y sus alrededores, nos dirigimos hacia el Campo San Polo y el Campo San Rocco, pero tampoco nos atraen demasiado, pues apenas son dos plazas bastante sin más. Intentamos entrar en la iglesia de San Pantalón, pero lamentablemente está cerrada.
Esta zona la vemos bastante rápido, siendo lo que más me gusta la zona son los canales y algunos de los puentes que los cruzan. Tras ver San Polo y Santa Croce, a las cuatro y media llegamos al barrio de Dorsoduro, y entramos en el Campo Santa Margherita, que encontramos bastante animado, con muchos restaurantes, y donde tomamos nota para ir a cenar esta noche o la siguiente. Pero aparte de dicha animación, no se ve nada más interesante desde el punto de vista cultural, así que continuamos descubriendo el barrio, llegando hasta San Barnaba, donde se rodó la famosa escena de Indiana Jones, uno de los héroes de mi infancia, emergiendo de las alcantarillas de Venecia. Muy cerquita, además, se encuentra el famoso ponte dei Pugni, donde antiguamente se daban violentas peleas entre facciones rivales. Tras ver esta zona, decidimos dirigirnos hacia el Zattere, un bonito paseo desde el cual se puede ver la isla de Giudeca. La verdad es que las vistas son muy bonitas, pues se ve una parte de la laguna que hasta el momento no conocíamos, así como la isla de Giudecca, donde destaca la iglesia del Santissimo Redentore. Estas vistas vuelven a ser lo que más me gusta de la tarde: más que edificios históricos o monumentos, son los paseos frente al mar o los canales lo que más me hacen disfrutar de la ciudad.
Tras dar un largo paseo, cogemos el vaporetto a las cinco y media, y volvemos en vaporetto al hotel, finalizando el día con un precioso paseo por el Gran Canal, llegando al hotel a las seis y cuarto. Tras haber tenido la sensación de pérdida de tiempo por la mañana, la verdad es que por la tarde hemos remontado, finalizando el día habiendo visto San Marco, San Polo y parte del Dorsoduro. Más no se puede pedir.
Precioso atardecer desde Rialto.
Tras cosntatar que lo que más me había gustado de Venecia eran las vistas desde el puente de Rialto, decidimos salir del hotel a las siete de la tarde, menos de una hora después de haber llegado, para intentar ver el atardecer en el Gran Canal desde el puente de Rialto, tras no haberlo podido ver en Florencia desde el Ponte Vecchio. Así, tras coger un vaporetto, llegamos al puente de Rialto a las siete y media, donde disfrutamos de un romántico y precioso atardecer.
Tras estas preciosas vistas, decidimos ir a cenar a un restaurante bastante recomendado por su relación calidad-precio, la trattoria Al Nono Risorto, donde si bien la cena no es que sea espectacular, se puede decir que comemos bastante bien para los catorce euros que pagamos cada uno. Tras la cena, decidimos dirigirnos, cómo no, a realizar unas cuantas fotos del puente de Rialto, pues tras verlo de día y atardeciendo, nos faltaba verlo solamente de noche. Llegamos minutos antes de las nueve, pues hemos cenado bastante rápido, y quedamos de nuevo maravillados: es precioso.
Tras unas cuantas fotos del puente desde muchísimos puntos de vista, decidimos dirigirnos hacia la Piazza San Marco para hacer unas últimas fotos antes de coger el vaporetto, dando por finalizado el día. Minutos después de las diez cogemos el vaporetto, llegando al hotel tres cuartos de hora después.
A pesar de lo frustrante que ha sido la visita al Palacio Ducal, el día ha sido perfecto, sobre todo por que ha hecho un tiempo espectacular, como todos los que hemos tenido en Italia, si bien con menos calor, pero con el cielo igualmente despejado, algo que nos ha alegrado mucho, pues esperábamos lluvias. Además, las vistas del Gran Canal desde el puente de Rialto han sido espectaculares, convirtiéndose sin duda en lo que más me ha gustado de mi viaje.
Gastos del día.
Los gastos del día han sido muy similares a los del resto del viaje, ya que el único gasto fuera de lo normal ha sido la tarjeta Chorus Pass, que, como comprobaríamos, bien podríamos no haberla comprado. Por lo demás, no gastamos mucho en comida, puesto que por la mañana nos alimentamos de pizza al taglio. Así, los gastos del día han sido los siguientes.
Aprovechando que estamos al lado de la Basílica de San Marcos, decidimos entrar con la esperanza de poder hacerlo antes de las doce y media, que es cuando finaliza la iluminación interior. Tras dejar el trípode en la consigna, nos disponemos a hacer la cola para entrar, y, para nuestra sorpresa, esta avanza bastante rápido, por lo que afortunadamente podemos disfrutar de la Basílica de San Marcos iluminada. Como ya se intuye desde fuera, por dentro la Basílica de San Marcos es muy diferente de la mayoría de iglesias que se pueden encontrar en Europa, teniendo un toque oriental, bizantino, lo cual me gusta bastante, pues se sale un poco del canon del resto de iglesias.
Tras salir de la Basílica, minutos después de las doce y cuarto, nos dirigimos a comprar el Chorus Pass, un bono que por 7 €, tuvimos un descuento de tres euros gracias a la Rolling Venice Card, nos daba la posibilidad de entrar en catorce iglesias de la ciudad. Con el tiempo descubriríamos que no lo aprovechamos demasiado bien. Con el bono en la mano, nos alejamos de la Piazza San Marco y nos dirigimos a ver sus alrededores, con la intención de ver todo el barrio de San Marco antes de comer. Así, pasamos el resto de la mañana paseando por las callejuelas de San Marco, haciéndonos fotos en los canales, aprovechando el maravilloso día que contra todo pronóstico hace, y pasando por delante de lugares como el Teatro La Fenice, el Palazzo Contarini del Bovolo y entrando en iglesias menores gracias al Chorus Pass, iglesias en las que no habríamos entrado. Además, aprovechamos para comer nuestra primera pizza al taglio, ya que, en contra de lo que me esperaba, encontramos muchísimos locales con muy buena pinta que venden porciones de pizza a un precio no muy caro. Curiosamente, esperaba encontrarme todos estos locales en Florencia y Roma y apenas en Venecia, y ha sido al revés, pues tras no ver prácticamente ninguno en dichas ciudades, en Venecia encuentro casi uno en cada esquina en determinadas zonas.
Canal de Venecia.
Tras ver toda la zona de San Marco, nos dirigimos hacia el puente de Rialto, con la intención de repetir las fotos de esa mañana y tomar otro trozo de pizza, aunque esta vez me decanto por un trozo de sandía, pues estoy bastante harto de pizza y agradezco tomar por primera vez en muchos días una pieza de fruta. Sin embargo, me doy cuenta de que la decisión no podía haber sido peor, ya que si bien un trozo de pizza se puede comer fácilmente de pie, un trozo de sandía es bastante complicado, por lo que acabo tirando un trozo a la papelera tras haberme manchado parte de los pantalones.
Puente de Rialto.
Recorriendo San Polo, Santa Croce y Dorsoduro.
Una vez acabada la comida, a las dos y media, cruzamos el puente de Rialto con la intención de conocer el barrio de San Polo y Santa Croce. Antes de continuar, volvemos a hacer una sesión de fotos desde el puente de Rialto, puesto que las vistas que se tienen del Gran Canal desde el puente de Rialto es lo que más me gustado de Venecia, y probablemente, de todo el viaje. Tras las fotos de rigor, nos dirigimos hacia los cercanos mercados de Rialto, desde donde también hacemos fotos del Gran Canal. Esta es la sensación que tengo de Venecia: que más que ver edificios, iglesias... me dedico a observar la ciudad en sí, sin centrarme en ningún edificio concreto. Tras ver los mercados de Rialto y sus alrededores, nos dirigimos hacia el Campo San Polo y el Campo San Rocco, pero tampoco nos atraen demasiado, pues apenas son dos plazas bastante sin más. Intentamos entrar en la iglesia de San Pantalón, pero lamentablemente está cerrada.
Esta zona la vemos bastante rápido, siendo lo que más me gusta la zona son los canales y algunos de los puentes que los cruzan. Tras ver San Polo y Santa Croce, a las cuatro y media llegamos al barrio de Dorsoduro, y entramos en el Campo Santa Margherita, que encontramos bastante animado, con muchos restaurantes, y donde tomamos nota para ir a cenar esta noche o la siguiente. Pero aparte de dicha animación, no se ve nada más interesante desde el punto de vista cultural, así que continuamos descubriendo el barrio, llegando hasta San Barnaba, donde se rodó la famosa escena de Indiana Jones, uno de los héroes de mi infancia, emergiendo de las alcantarillas de Venecia. Muy cerquita, además, se encuentra el famoso ponte dei Pugni, donde antiguamente se daban violentas peleas entre facciones rivales. Tras ver esta zona, decidimos dirigirnos hacia el Zattere, un bonito paseo desde el cual se puede ver la isla de Giudeca. La verdad es que las vistas son muy bonitas, pues se ve una parte de la laguna que hasta el momento no conocíamos, así como la isla de Giudecca, donde destaca la iglesia del Santissimo Redentore. Estas vistas vuelven a ser lo que más me gusta de la tarde: más que edificios históricos o monumentos, son los paseos frente al mar o los canales lo que más me hacen disfrutar de la ciudad.
Iglesia del Santissimo Redentore en Guidecca.
Tras dar un largo paseo, cogemos el vaporetto a las cinco y media, y volvemos en vaporetto al hotel, finalizando el día con un precioso paseo por el Gran Canal, llegando al hotel a las seis y cuarto. Tras haber tenido la sensación de pérdida de tiempo por la mañana, la verdad es que por la tarde hemos remontado, finalizando el día habiendo visto San Marco, San Polo y parte del Dorsoduro. Más no se puede pedir.
Precioso atardecer desde Rialto.
Tras cosntatar que lo que más me había gustado de Venecia eran las vistas desde el puente de Rialto, decidimos salir del hotel a las siete de la tarde, menos de una hora después de haber llegado, para intentar ver el atardecer en el Gran Canal desde el puente de Rialto, tras no haberlo podido ver en Florencia desde el Ponte Vecchio. Así, tras coger un vaporetto, llegamos al puente de Rialto a las siete y media, donde disfrutamos de un romántico y precioso atardecer.
Atardecer en el Gran Canal.
Tras estas preciosas vistas, decidimos ir a cenar a un restaurante bastante recomendado por su relación calidad-precio, la trattoria Al Nono Risorto, donde si bien la cena no es que sea espectacular, se puede decir que comemos bastante bien para los catorce euros que pagamos cada uno. Tras la cena, decidimos dirigirnos, cómo no, a realizar unas cuantas fotos del puente de Rialto, pues tras verlo de día y atardeciendo, nos faltaba verlo solamente de noche. Llegamos minutos antes de las nueve, pues hemos cenado bastante rápido, y quedamos de nuevo maravillados: es precioso.
Puente de Rialto.
Tras unas cuantas fotos del puente desde muchísimos puntos de vista, decidimos dirigirnos hacia la Piazza San Marco para hacer unas últimas fotos antes de coger el vaporetto, dando por finalizado el día. Minutos después de las diez cogemos el vaporetto, llegando al hotel tres cuartos de hora después.
A pesar de lo frustrante que ha sido la visita al Palacio Ducal, el día ha sido perfecto, sobre todo por que ha hecho un tiempo espectacular, como todos los que hemos tenido en Italia, si bien con menos calor, pero con el cielo igualmente despejado, algo que nos ha alegrado mucho, pues esperábamos lluvias. Además, las vistas del Gran Canal desde el puente de Rialto han sido espectaculares, convirtiéndose sin duda en lo que más me ha gustado de mi viaje.
Gastos del día.
Los gastos del día han sido muy similares a los del resto del viaje, ya que el único gasto fuera de lo normal ha sido la tarjeta Chorus Pass, que, como comprobaríamos, bien podríamos no haberla comprado. Por lo demás, no gastamos mucho en comida, puesto que por la mañana nos alimentamos de pizza al taglio. Así, los gastos del día han sido los siguientes.
- Comida: 25.20 €
- Turismo: 7.00 €
- Varios: 3.55 €
- Total: 35.75 € por persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario