Una vez elegido el destino de nuestras vacaciones, el siguiente paso era comprar los billetes de avión y reservar el hotel. Tras muchas dudas entre Semana Santa y el puente de mayo, decidimos decantarnos por esta segunda opción, con la esperanza de que el tiempo fuera mejor a finales de abril que a finales de marzo. Más tarde, cuando planeábamos los itinerarios, descubrimos que las fechas elegidas quizá no fueron las óptimas desde el punto de vista turístico, ya que el 1 de mayo estaba todo completamente cerrado, había museos que cerraban los lunes o martes (lo que complicaba la planificación del viaje), y los horarios ampliados de los museos eran los jueves y los viernes, días en los que no íbamos a poder visitarlos porque no estaríamos en París.
Avión
Avión
Como imaginaba, el vuelo a París nos iba a salir más caro que muchos otros vuelos, ya que la opción más rápida entre Bilbao y la capital francesa era el vuelo con Air France, una compañía que, al menos las veces que había mirado vuelos, era mucho más cara que otras como Lufthansa o Brussels Airlines. Y con París no fue una excepción.
Sin embargo, a diferencia de muchas ciudades, para llegar a París teníamos numerosas opciones que sopesamos seriamente:
- La primera opción que se puso encima de la mesa era un vuelo directo desde Bilbao con Air France. La gran ventaja de esta opción era la comodidad, ya que el viaje duraba algo menos de dos horas, una gran ventaja respecto al resto de opciones barajadas. Además, el horario era francamente bueno, podría decirse que inmejorable, ya que llegaríamos a París a media tarde del viernes y abandonaríamos la ciudad a las ocho de la tarde del miércoles, teniendo prácticamente el día entero para disfrutar de la ciudad. El mayor inconveniente era el precio, ya que el vuelo costaba 212 €, demasiado caro para un vuelo directo de menos de dos horas, aunque hay que decir que había vuelos más baratos que salían antes, pero que tuvimos que desechar porque implicaban que tuviéramos que coger un día más de vacaciones.
- Otra opción, descartada en seguida, era realizar otro itinerario distinto en avión. Rápidamente vimos que había vuelos directos desde Biarritz con EasyJet por apenas 100 €, pero entre los 20 € que habría que pagar por facturar maleta en cada uno de los dos viajes, la gasolina, el peaje y el parking del coche durante todos esos días, no merecía en absoluto la pena el desplazarse a Biarritz. Una segunda opción alternativa eran vuelos con escala desde Bilbao con Lufthansa. Los vuelos salían entre 50 € y 60 € más baratos que con Air France, pero implicaban cinco horas de ida y otras cinco de vuelta, y no creíamos que la diferencia compensara el ahorro económico.
- La última de las opciones era ir a París en TGV desde Hendaya, en un viaje de unas cinco horas y media de tren más algo más de hora y media en coche, es decir, casi siete horas de viaje. Tenía la gran ventaja del precio, ya que el billete de ida y vuelta era de apenas 69 €, y haciendo un cálculo rápido, la gasolina y el peaje hasta Hendaya y el parking subiría el precio por persona hasta aproximadamente unos 100 €, lo cual era un precio bastante competitivo comparado con el avión. Sin embargo, tenía la pega de que había que realizar un viaje de más de siete horas tanto en la ida como en la vuelta, así que con alguna que otra duda nos decidimos por el avión, ya que además de ser una opción más cómoda nos permitía estar todo el miércoles en París, mientras que con el TGV tendríamos que salir al mediodía.
Así pues, el 11 de diciembre decidimos coger el vuelo de Air France, que al final costó 218.71 €, ya que había que pagar 7.5 € por persona por pagar con tarjeta, algo que me pareció una vergüenza, sobre todo que nos cobraran dicha cantidad por persona cuando hicimos una única compra. Pero lo que más rabia me daba era el precio que la propia Air France ponía a sus billetes. No lograba entender cómo un vuelo de Lufthansa que aterrizaba en el aeropuerto de Múnich y en el de París costaba un 30% menos que un vuelo de Air France que únicamente aterrizaba en el de París.
Intentaba consolarme con que al menos el horario de los vuelos era bastante bueno:
- Salida el viernes 26 de abril a las 15:40, llegando al aeropuerto Charles de Gaulle a las 17:20.
- Salida el miércoles 1 de mayo a las 20:30, llegando a Bilbao a las 22:05.
El horario de vuelo era fantástico, ya que salíamos a primera hora de la tarde, con lo que no tenía que cogerme el día de vacaciones y llegábamos a una hora prudente con la que incluso nos daría tiempo a dar un pequeño paseo por la ciudad, y por otra parte nos permitía poder disfrutar de la ciudad casi cinco días, puesto que disponíamos de prácticamente todo el miércoles para disfrutar de la ciudad. Así, el viaje de cuatro días se iba a convertir en uno de cinco días con el que, quien sabe, quizá podríamos sacar tiempo y conocer el palacio de Versalles, algo que en principio no teníamos pensado.
Hotel: ibis Paris Place D'italie 13ème
Hotel: ibis Paris Place D'italie 13ème
A pesar de que hacía semanas que teníamos los precios de los distintos hoteles de la cadena Accor, no fue hasta el domingo 25 de noviembre cuando reservamos el hotel ibis Paris Place D'italie 13ème, por 241.50 € en total, es decir, 24.15 € por persona y noche, un muy buen precio teniendo en cuenta lo caro que es París. Más adelante, contrataríamos el desayuno por 4.5 € por persona y día, lo que considerábamos un precio muy asequible para ser un bufet, y nos compensaba de sobra el precio que podríamos pagar en una cafetería.
Por otra parte, además del fantástico precio, lo bueno que tenía este hotel era que se encontraba cerca de una parada de metro relativamente importante, en la que confluían tres líneas, una de las cuales pasaba por Notre Dame y el Louvre mientras que otra pasaba por la torre Eiffel y el Arco del Triunfo, de forma que ahorraríamos una cantidad importante de tiempo en transbordos.
Como París es una ciudad enorme, tenía asumido que tendríamos que coger el metro numerosas veces y que
sería imposible encontrar un hotel al que se pudiera llegar a todas partes andando. Por eso, a diferencia de otras ciudades, no me importó tanto coger un hotel que no fuera muy céntrico y que no tuviera ningún monumento significativo cerca, ya que era imposible estar cerca de todos los monumentos.
En la siguiente imagen se puede ver un plano de París con la ubicación de algunos de los lugares más conocidos de París, como la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el museo del Louvre y Notre Dame, además de la ubicación del hotel. Como se puede ver en la escala, todos los monumentos se encuentran bastante alejados del hotel. No obstante, las tres líneas de metro que confluían cerca de nuestro hotel hacían que las distancias no fueran tan grandes.
Por otra parte, además del fantástico precio, lo bueno que tenía este hotel era que se encontraba cerca de una parada de metro relativamente importante, en la que confluían tres líneas, una de las cuales pasaba por Notre Dame y el Louvre mientras que otra pasaba por la torre Eiffel y el Arco del Triunfo, de forma que ahorraríamos una cantidad importante de tiempo en transbordos.
Como París es una ciudad enorme, tenía asumido que tendríamos que coger el metro numerosas veces y que
sería imposible encontrar un hotel al que se pudiera llegar a todas partes andando. Por eso, a diferencia de otras ciudades, no me importó tanto coger un hotel que no fuera muy céntrico y que no tuviera ningún monumento significativo cerca, ya que era imposible estar cerca de todos los monumentos.
En la siguiente imagen se puede ver un plano de París con la ubicación de algunos de los lugares más conocidos de París, como la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, el museo del Louvre y Notre Dame, además de la ubicación del hotel. Como se puede ver en la escala, todos los monumentos se encuentran bastante alejados del hotel. No obstante, las tres líneas de metro que confluían cerca de nuestro hotel hacían que las distancias no fueran tan grandes.
Hotel de París; en rojo, torre Eiffel; en verde, Arco del Triunfo; en azul, Museo del Louvre; en amarillo, Notre Dame. Abajo a la izquierda, escala de 500 metro y 2000 pies.
Una vez reservados los billetes de avión, una de las primeras cosas que hicimos fue planear un posible itinerario para visitar París, con el objetivo de decidir cuanto antes cuándo queríamos subir a la torre Eiffel, ya que, como todo el mundo sabe, es uno de los monumentos más visitados del mundo, quizá el que más, y sabía que en caso de no tener reservadas las entradas con antelación, el tiempo que tendríamos que esperar en la cola sería enorme. Por ello, decidimos cuanto antes cuándo queríamos subir a la torre Eiffel para poder reservar lo antes posible las entradas.
En un principio, nos pareció que comenzar la visita a París subiendo a la torre Eiffel era una manera muy buena de empezar el viaje. Así, decidimos que el sábado 27 de abril empezaríamos el día en Trocadero, el sitio desde donde se sacan las mejores fotos de la torre Eiffel, y subiríamos a la torre a eso de las diez de la mañana. Sin embargo, cuando fuimos a reservar las entradas, observamos que todavía no podían reservarse para la fecha que deseábamos, por lo que no nos quedó otra que esperar, visitando la página de la torre Eiffel cada pocos días para ver cuándo podían sacarse entradas para el día que queríamos.
Parece ser que la cadencia a la que me metía fue demasiado baja, ya que cuando entré en la página el martes cinco de febrero observé que ya se podían reservar entradas para el 27 de abril, pero que prácticamente todas las horas de la mañana de dicho día estaban cogidas. Por la tarde, cuando me volví a meter en la página, también estaban cogidas prácticamente todas las horas de la mañana del domingo. Así pues, tuvimos que hacer un cambio improvisado de planes y decidimos reservar las entradas para la una del mediodía del domingo, tras pensar un posible itinerario en el que llegáramos a la torre Eiffel a dicha hora.
La página de la torre Eiffel permitía hacer dos tipos de reserva para subir en ascensor: reservar por 14 € una subida a la cima o por 8.5 € una subida hasta el segundo piso. Aunque nosotros queríamos subir hasta la cima, había leído en internet que era más aconsejable reservar solo hasta el segundo piso, ya que en caso de que el día que se hubiera reservado cerraran la torre por inclemencias meteorológicas no devolvían el dinero, y siempre era peor perder 14 € que 8.5 €. Además, con la reserva hasta el segundo piso, la cola para comprar la entrada del ascensor a la cima, que además costaba 5.5 €, por lo que no salía más caro, no era muy larga. Aunque estábamos decididos a reservar la subida solo hasta el segundo piso, teníamos alguna duda sobre qué sería mejor, por lo que agradecimos que el día que hicimos la reserva solo pudiéramos reservar hasta el segundo piso; así no teníamos que pensar.
Así pues, el cinco de febrero reservábamos la entrada para la torre Eiffel, a la una del mediodía del domingo, nuestro segundo día en París. Ahora tocaba volverse un poco loco para encajar un itinerario de forma que a medio día pasara por la torre Eiffel. Comenzaba lo divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario