Al igual que el año pasado, llega la primavera, y con ella no solo llega el buen tiempo, sino también las ganas de viajar. Por ello, al igual que hicimos el año pasado con la maravillosa escapada a Berlín, decidimos aprovechar el puente de mayo para hacer una escapada similar, de cuatro o cinco días a alguna ciudad europea. La elección del destino no supuso demasiadas dificultades: tras muchos viajes en el que descubríamos ciudades nuevas, era muy complicado encontrar un destino que no conociéramos ninguno de los dos, así que nos decidimos por volver a ver la que seguramente es la ciudad más visitada del mundo: París.
Aunque yo ya había estado en París, habían pasado casi catorce años desde aquel verano de 1999, por lo que apenas tenía muchos recuerdos de la ciudad, así que bien podía decirse que era casi mi primera vez que la iba a visitar. Lo mismo podría decir mi pareja, pues ya quedaba muy lejano aquel viaje de estudios de 2002. Por eso, aunque era una ciudad ya conocida por ambos, nos entusiasmamos muchísimo con este viaje, como si fuera la primera vez que íbamos a visitar dicha ciudad.
Una vez decidido el destino, aun nos quedaban muchos meses por delante para preparar el viaje. Monumentos tan conocidos como la torre Eiffel, Notre Dame, el Arco del Triunfo o el Sacré-Cœur y barrios tan típicos como Montparnasse y Montmartre nos esperaban. Os invito a recorrerlos con nosotros.
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