Tras muchos meses, por fin llega el día en el que comienzan nuestras vacaciones de primavera. Tras salir del trabajo, un poco antes de lo necesario, llegamos al aeropuerto de Loiu minutos antes de las dos de la tarde. Sin esperar nada de cola, facturamos en apenas dos minutos, por lo que dedicamos la hora y media que teníamos por delante en comer un bocadillo de tortilla y en ver cómo pasaba el tiempo. Creo que para próximos viajes tenemos que ser menos nerviosos y llegar algo más tarde al aeropuerto. Finalmente, despegamos con un ligero retraso de cinco minutos, llegando a París hora y media después, minutos después de las cinco, aunque tras aterrizar el avión se pasó quince minutos dando vueltas por el aeropuerto, por lo que no fue hasta las cinco y veinte cuando salimos del avión. Ya en pista se confirman nuestros peores temores, ya que una ligera lluvia nos da la bienvenida a París.
Tras recoger nuestras maletas, sacar los billetes del RER y comprar la Paris Museum Pass, haciendo el primer timo de nuestra vida viajera, llegamos al andén del RER minutos después de las seis, teniendo la grandísima suerte de que apenas tenemos que esperar cinco minutos a que llegue el tren. Desgraciadamente, el viaje a París se nos hace más largo de lo esperado, y entre el viaje en RER y la conexión del metro no llegamos a nuestro hotel hasta las 19:30.
Como ya sabemos, el hotel se encuentra bastante alejado del centro de París, siendo necesario el uso del metro para desplazarse, aunque afortunadamente cerca del hotel se encuentra una estación de metro en la que confluyen tres líneas de metro, lo que nos da bastante margen de maniobra. El hotel tiene la sencillez de cualquier Ibis, pero me gusta bastante, ya que encuentro la habitación más grande que la que he tenido en otras estancias de la misma cadena. Obviamente, no tiene las comodidades que me tienen acostumbrado los hoteles Mercure, pero cumple de sobra con lo que necesitamos.
Habitación del hotel de París.
Primeros pasos en París.
Tras descansar durante poco más de media hora, salimos del hotel minutos después de las ocho y decidimos tomar distancias andando hasta el Barrio Latino. Tras una larga caminata de más de media hora llegamos al Panteón, el primer gran monumento que vemos de París. Observamos con pena que está en obras, pero afortunadamente las obras apenas se aprecian cuando se mira de frente ya que estas se encuentran sobre todo por la parte de atrás. Nos quedamos observando el Panteón durante unos mágicos minutos viendo cómo atardece y cómo se tiñe de ocre la fachada del Panteón. Precioso. No tengo palabras para describir ese momento.
Tras esconderse el sol, buscamos un restaurante por el Barrio Latino, donde había leído que había muchos y muy baratos. Nos decidimos por un restaurante italiano donde pedimos cada uno una pizza que sabe mucho mejor que lo que su apariencia me había hecho sospechar. Como durante la comida observamos que los postres tienen muy buena pinta, decidimos pedir un tiramisú para los dos, y la verdad es que lo encontramos excelente, siendo una perfecta manera de finalizar la cena.
Primeras fotos nocturnas: Notre Dame nos maravilla.
Tras cenar, y aprovechando que nos encontramos cerca de Notre Dame, decidimos acercarnos hacia este gran monumento para sacar nuestras primeras fotos nocturnas de París. La verdad es que me imaginaba más grande la iglesia, pero aun así la encuentro preciosa, sobre todo la vista desde atrás, en la que se ven los arbotantes, los árboles, el río, la hiedra... La única lástima es que, debido a ser el 850 aniversario de su construcción, han montado enfrente de la fachada una especie de escenario para que la gente se siente y admire la catedral. Si hace más de diez años la fachada de la catedral estaba completamente tapada cuando visité París, este año tampoco puedo hacer una foto de frente ya que me lo impide el escenario. Me consuelo pensando que las vistas que más me gustan son por detrás, y, sobre todo, que el escenario no me impide admirar la fachada de la que es seguramente la catedral gótica más famosa del mundo.
Notre Dame.
Tras una hora sacando fotos, a las once y cuarto damos por finalizada la primera sesión fotográfica nocturna de nuestro viaje a París, así que cogemos un metro y nos dirigimos al hotel, a donde llegamos a las doce menos diez, bastante más tarde de lo deseado. Pero es que Notre Dame de noche es impresionante y nos ha hechizado por completo.
Gastos del día.
Este primer día fue el día en el que más gastamos en París, ya que como suele ser normal en muchas ciudades, hay que comprar alguna tarjeta turística, bonos de transporte para los siguientes días... así que el primer día suele ser el de mayor desembolso. En nuestro caso compramos la tarjeta turística Paris Museum Pass de dos días, que por 39 € cada uno nos permitía disfrutar durante dos días, y tantas veces quisiéramos, de numerosos monumentos y museos de la ciudad. En realidad deberíamos haber comprado la de cuatro días, que costaba 54 €, pero, por una vez, decidimos hacer trampas aprovechando el modo de funcionamiento de la tarjeta. Y es que para utilizar la tarjeta no había más que escribir en ella el primer día que se usaba, por lo que decidimos traernos un bolígrafo que pudiera borrarse fácilmente, para cambiar la fecha a los dos días de utilizarla. Dos días después comprobaríamos que no nos resultaría tan sencillo como pensábamos. Por otra parte, tuvimos que comprar el billete del aeropuerto a la ciudad, que nos costó 9.5 € a cada uno, y el primero de los muchos ticket t++, un bono de diez viajes que costaba 13.30 € y que era la opción más barata, muy cara aun así, de transporte por la ciudad.
Así, los gastos del día se dividieron de la siguiente forma:
- Comida: 16 €
- Transporte: 16.15 €
- Paris Museum Pass: 39 €
- Total: 71.15 € por persona.
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