No todo es eterno, y nuestras vacaciones tampoco. Desgraciadamente, este es nuestro último día de vacaciones no solo de este viaje, sino de todo el año, así que solo queda disfrutar como se merece esta última mañana en Viena. Al igual que el resto de días, Viena amanece muy soleada, lo que es un perfecto fina de vacaciones y sirve para terminar de compensar el mal tiempo que nos hizo en Múnich.
Como ya no nos queda nada que ver en Viena, pero no queremos desaprovechar la última mañana que nos queda, ponemos el despertador a una hora prudencial, las nueve menos cuarto, que nos va a permitir dormir un poco más y no tener tiempo para aburrirnos durante la mañana. Tras hacer las maletas, salimos del hotel a las diez y cuarto, con la idea de realizar el último paseo por la ciudad. La idea es dar un paseo por el centro de la ciudad, comprar unos recuerdos y ver por última vez los preciosos edificios que se agolpan en un área tan pequeña.
Así, comenzamos dirigiéndonos hacia la catedral, ya que se encuentra bastante cerca del hotel. Tras admirarla, recorremos Kärntner Straße hasta llegar a la Ópera, edificio que vemos por última vez. A pesar de ser muy bonita, creo que me quedo con la imagen de la Ópera de noche, completamente iluminada. Esa ha sido una de las estampas que más me ha gustado del viaje.
Tras ver la Ópera, nos dirigimos hacia el ayuntamiento, ya que de día no habíamos podido verlo todavía como se merece, puesto que el primer día que lo vimos había un camión grúa delante que nos impedía disfrutarlo completamente. de camino al ayuntamiento, pasamos por otros bellos edificios como el Parlamento, sin duda uno de los edificios del viaje, y paseamos por jardines como Volksgarten o Burggarten.
Tras ver el ayuntamiento, y como todavía eran las doce de la mañana, dedicamos el resto de la mañana a continuar paseando tranquilamente por el centro de la ciudad, admirando de nuevos todos los bellos edificios que hay, y disfrutando, cómo no, de la columna de la Peste, que es uno de los lugares que más me han gustado de Viena.
Minutos antes de las dos nos sentamos en un restaurante húngaro que habíamos visto el día anterior, a pocos metros del italiano donde habíamos comido, donde degustamos nuestro último Wiener Schnitzel con vistas a la columna de la Peste. Una manera perfecta de finalizar el día.
Minutos antes de las dos nos sentamos en un restaurante húngaro que habíamos visto el día anterior, a pocos metros del italiano donde habíamos comido, donde degustamos nuestro último Wiener Schnitzel con vistas a la columna de la Peste. Una manera perfecta de finalizar el día.
Adiós Viena.
Finalmente, nos dirigimos hacia el hotel para coger nuestras maletas y nos hicimos un bocadillo de jamón en un parque cercano a la parada del autobús que nos iba a llevar al aeropuerto, parada que afortunadamente se encontraba a menos de cinco minutos del hotel, apenas cruzando un puente. El precio del viaje me parece bastante caro, 8 € por persona par aun trayecto de apenas veinte minutos. En el aeropuerto, embarcamos nuestras maletas y esperamos la salida del avión que nos llevaría a Bruselas, vuelo que se realiza dentro de lo esperado, saliendo a las 18:30 y llegando a Bruselas a las 20:00.
Gastos del día.
El último día no tuvo gastos excesivos, salvo el autobús de Viena al aeropuerto, que costaba 8 € por persona, siendo un trayecto de poco más de veinte minutos. El resto de gastos, aparte de la comida, fueron pequeños gastos en souvenirs y cosas varias.
Gastos del día.
El último día no tuvo gastos excesivos, salvo el autobús de Viena al aeropuerto, que costaba 8 € por persona, siendo un trayecto de poco más de veinte minutos. El resto de gastos, aparte de la comida, fueron pequeños gastos en souvenirs y cosas varias.
- Comida: 21.53 €
- Transporte: 8 €
- Varios: 7.5 €
- Total: 37.03 € por persona.
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