A pesar de haber madrugado muchísimo para coger el avión el día anterior, cuando suena el despertador a las ocho menos cuarto de la mañana no sentimos pereza alguna: hemos dormido genial en la enorme cama del hotel y nos espera un día soleado, el único día completo que vamos a tener en Florencia, así que tenemos que aprovecharlo e intentar ver lo máximo posible. Así pues, tras prepararnos, salimos del hotel a las nueve de la mañana. En vez de dirigirnos en busca de una cafetería donde desayunar, que es lo que teníamos pensado en un principio, decidimos subir al Campanile aprovechando que al ser la primera hora de la mañana no hay cola.
Campanile: contemplando Florencia desde lo alto.
Así pues, entramos en el Campanile y subimos su 414 escalones, llegando a lo alto de este a las nueve y media, ya que nos vamos parando en los pisos intermedios para sacar fotos desde distintas alturas. Las vistas que se tienen desde lo alto del Campanile son espectaculares: se ve toda Florencia, salvo el río Arno, destacando sobre todo la cúpula de la catedral, que la tenemos prácticamente enfrente de nosotros. También me gusta mucho la iglesia de San Lorenzo, con la cúpula de las Capillas Mediceas, que a pesar de no ser tan espectacular como la cúpula de Brunelleschi, me ha gustado bastante. Tras un rato en lo alto del Campanile, donde hacemos fotos y observamos los distintos lugares que vamos a ver a lo largo del día (Piazza della Signoria, Santa Croce, Santa Maria Novella...), bajamos el Campanile para buscar una cafetería en la que desayunar. Son las diez menos cuarto de la mañana y comenzamos a tener un poco de hambre. Así, empezamos a recorrer la calle que lleva desde la Piazza del Duomo a la Piazza della Signoria, encontrando bastantes cafeterías, desayunando en una de ellas. Sorprendentemente, un café, un zumo de naranja de botellín y dos piezas de bollería apenas nos sale por siete euros y medio. Desde luego, nada caro en comparación con lo que esperábamos.
Así pues, entramos en el Campanile y subimos su 414 escalones, llegando a lo alto de este a las nueve y media, ya que nos vamos parando en los pisos intermedios para sacar fotos desde distintas alturas. Las vistas que se tienen desde lo alto del Campanile son espectaculares: se ve toda Florencia, salvo el río Arno, destacando sobre todo la cúpula de la catedral, que la tenemos prácticamente enfrente de nosotros. También me gusta mucho la iglesia de San Lorenzo, con la cúpula de las Capillas Mediceas, que a pesar de no ser tan espectacular como la cúpula de Brunelleschi, me ha gustado bastante. Tras un rato en lo alto del Campanile, donde hacemos fotos y observamos los distintos lugares que vamos a ver a lo largo del día (Piazza della Signoria, Santa Croce, Santa Maria Novella...), bajamos el Campanile para buscar una cafetería en la que desayunar. Son las diez menos cuarto de la mañana y comenzamos a tener un poco de hambre. Así, empezamos a recorrer la calle que lleva desde la Piazza del Duomo a la Piazza della Signoria, encontrando bastantes cafeterías, desayunando en una de ellas. Sorprendentemente, un café, un zumo de naranja de botellín y dos piezas de bollería apenas nos sale por siete euros y medio. Desde luego, nada caro en comparación con lo que esperábamos.
Vistas desde lo alto del Campanile.
Piazza della Signoria: el lugar más bello de Florencia.
A continuación, dedicamos la siguiente media hora a recorrer los alrededores de la Piazza del Duomo, viendo las cosas menos importantes. Así, nos dirigimos hacia la iglesia de Orsanmichele, que ya habíamos visto la noche anterior, y que podemos disfrutar con total tranquilidad ya que apenas hay turistas. También aprovechamos para ver de día nuestra fatídica Piazza della Repubblica, donde cenamos la noche anterior, así como la casa de Dante y sus alrededores.
Tras este pequeño paseo, llegamos a la Piazza della Signoria minutos después de las diez y media, y nos pasamos veinte minutos embobados viendo el que sin duda es el lugar que más me ha gustado de Florencia. El Palazzo Vecchio, la Logia dei Lanzi, las estatuas y fuentes frente al Palazzo Vecchio... todo es espectacular, así como las fotos que sacamos durante todo el rato que estamos en la Piazza della Signoria. Además, todavía no se advierten muchos turistas, por lo que podemos hacer unas cuantas fotos en las que salimos los dos solos con relativa facilidad.
Estatua de Cosme I.
Galeria degli Uffizzi.
Una vez vista la Piazza della Signoria tenemos que decidirnos entre visitar el Palazzo Vecchio o la Galeria degli Uffizi, decidiéndonos por este último ya que vemos que no hay nada de cola para los que tienen la Firenze Card, no así para los turistas que no tienen la Firenze Card ni han reservado la entrada del museo por internet, por lo que volvemos a comprobar que ha sido una buena idea la adquisición de la tarjeta. Así pues, a las once de la mañana entramos en el museo más importante de Florencia, cuna de la cultura y del Renacimiento. A pesar de no tener ninguna obra tan conocida como el David de Miguel Ángel, sí que tiene obras muy conocidas para el público general, como son el Nacimiento de Venus, la Venus de Urbino, que no podemos ver ya que se encuentra en otro museo, o el Díptico del duque de Urbino. No soy muy experto en arte, pero había oído que la Galería degli Uffizi tiene dispuestas las obras de forma un poco caótica a lo largo del museo, de forma que hay salas con muchos cuadros, muy mal iluminados... Y la verdad es que sí me llevo esa sensación de que han colocado los cuadros donde han podido, aprovechando todos los huecos posibles.
A mitad de la visita subimos a la cafetería del museo, desde donde también se tienen unas preciosas vistas de la ciudad de Florencia, en las que destaca, cómo no, la catedral, el elemento más reconocible de la ciudad. Me llevo una pequeña decepción porque pensaba que se podía ver el Ponte Vecchio desde la cafetería. Afortunadamente, descubro que más adelante se puede contemplar. A continuación, seguimos viendo el museo, pero la última parte la vemos más rápidamente ya que los cuadros importantes ya los hemos visto antes de subir a la cafetería. Finalmente, a las doce del mediodía, una hora después de entrar, salimos a la calle. La verdad es que ha sido bastante buena idea el ver el día anterior la Galeria della Academia, ya que a pesar de que esta es pequeña y no hubiera sido una saturación ver dos museos en una misma mañana, creo que ha estado bien ver un museo un día y otro al día siguiente, además de que no hemos perdido el tiempo en ir a ver la Academia, que se encuentra en dirección contraria al resto de sitios que estamos viendo hoy.
Palazzo Vecchio: nuevas vistas de Florencia.
A mitad de la visita subimos a la cafetería del museo, desde donde también se tienen unas preciosas vistas de la ciudad de Florencia, en las que destaca, cómo no, la catedral, el elemento más reconocible de la ciudad. Me llevo una pequeña decepción porque pensaba que se podía ver el Ponte Vecchio desde la cafetería. Afortunadamente, descubro que más adelante se puede contemplar. A continuación, seguimos viendo el museo, pero la última parte la vemos más rápidamente ya que los cuadros importantes ya los hemos visto antes de subir a la cafetería. Finalmente, a las doce del mediodía, una hora después de entrar, salimos a la calle. La verdad es que ha sido bastante buena idea el ver el día anterior la Galeria della Academia, ya que a pesar de que esta es pequeña y no hubiera sido una saturación ver dos museos en una misma mañana, creo que ha estado bien ver un museo un día y otro al día siguiente, además de que no hemos perdido el tiempo en ir a ver la Academia, que se encuentra en dirección contraria al resto de sitios que estamos viendo hoy.
Palazzo Vecchio: nuevas vistas de Florencia.
A la salida de la Galeria degli Uffizzi ya observamos numerosos turistas en los alrededores del Palazzo Vecchio y la Logia dei Lanzi. Parece ser que no están siendo muy madrugadores los turistas que están visitando Florencia en el día de hoy. Como no nos ha cansado mucho la subida al Campanile, decidimos subir a la Torre de Arnolfo, desde donde esperamos tener unas vistas de la ciudad similar a las que hemos tenido desde lo alto del Campanile, pero con la ventaja de que podremos ver la catedral de Florencia desde lo alto de la torre de Arnolfo. En la torre de Arnolfo es el primer lugar en el que tenemos que esperar un poco de cola, aproximadamente diez minutos, ya que a mitad de la ascensión comienzan a limitar el número de personas que ascienden a la torre. No me parece del todo mal, pero tampoco es que el espacio que hay en lo alto de la torre de Arnolfo sea menor que el que había en lo alto del Campanile. Seguramente no hubiera pasado nada si nos hubieran dejado subir a todos. Así, tras esperar unos minutos, conseguimos subir a lo alto de la torre a las doce y media, y como esperaba, las vistas son preciosas, pues se tiene una panorámica completa de la ciudad de Florencia, incluyendo también la catedral, el elemento más característico de la ciudad.
Vistas desde el Palazzo Vecchio.
Una vez en la calle, dedicamos unos minutos a descansar y contemplar la Piazza della Signoria, tras lo cual nos dirigimos hacia el Ponte Vecchio, el cual no cruzamos, sino que nos limitamos a sacar fotos de él desde la Galería degli Uffizzi. Siendo sinceros, el puente me gusta un poco menos de lo esperado, ya que en ciertas partes lo veo un poco ajado, con las paredes desconchadas, algo falto de color... Aun así, me parece bastante bonito, solo que no tanto como esperaba, sobre todo debido al conjunto del puente y el reflejo de este sobre el agua. Tras la sesión de fotos, decidimos buscar un sitio donde comer. Es la una y cuarto y comenzamos a tener un poco de hambre.
Tras unos minutos callejeando encontramos dos locales, uno enfrente del otro, con muchísima cola. Descubrimos que ambos locales son de los mismos dueños y sirven lo mismo: unos bocadillos hechos al instante que tienen una pinta excelente. En el local tienes a la vista multitud de ingredientes para acompañar a un jamón cocido que te cortan al instante: tomate en daditos, rúcula, varios tipos de queso, trufa, aceite... Por cinco euros cada uno, nos comemos un bocadillo que nos sabe delicioso. El mío, de jamón, rúcula y tomate en daditos es espectacular. El de mi pareja tiene un poco de trufa, de lo cual se irá arrepintiendo a lo largo de la tarde. Comemos el bocadillo en la calle, sentados en la acera. Comida rápida y barata.
Santa Croce: el nacimiento del síndrome de Stendhal.
Cuando terminamos el bocadillo decidimos dirigirnos hacia la iglesia de la Santa Croce, una de las más importantes de Florencia. En condiciones normales, habría sido de lo primero que hubiéramos visto, porque ahora mismo, habiéndola dejado para la tarde, tenemos que ir hacia la parte más al este de Florencia, donde está la Santa Croce, para luego volver sobre nuestros pasos y visitar toda la parte oeste, que aun no hemos visto. El problema es que los domingos la Santa Croce no abre hasta las dos de la tarde, y por eso la hemos tenido que dejar un poco suelta. Así, vamos caminando poco a poco y nos presentamos minutos antes de las dos en Santa Croce, el lugar donde Stendhal sufrió las palpitaciones que dieron nombre al famoso síndrome. Aunque yo no me emociono tanto, si tengo que decir que me gusta bastante la fachada de la iglesia, pues desde luego es una de las cosas que más me han gustado de Florencia. Cuando nos dirigimos a la entrada observamos la cola más larga en lo que llevamos de día: es lo que tiene presentarte justo cuando abren. Afortunadamente, la Firenze Card nos permite saltarnos la cola, por lo que entramos inmediatamente. Lo primero que vemos es un enorme andamio que nos tapa la parte frontal de la iglesia. A pesar de ello, no decae mi impresión de la iglesia, que la encuentro preciosa, destacando sobre todo por las tumbas de algunos de los personajes más importantes de la Historia, como Maquiavelo, Galileo o Miguel Ángel. Tras ver la iglesia salimos al claustro, que aunque sencillo, también le encuentro su atractivo. Finalmente, a las tres menos cuarto, media hora después de haber entrado, estamos de nuevo en la calle.
Cuando terminamos el bocadillo decidimos dirigirnos hacia la iglesia de la Santa Croce, una de las más importantes de Florencia. En condiciones normales, habría sido de lo primero que hubiéramos visto, porque ahora mismo, habiéndola dejado para la tarde, tenemos que ir hacia la parte más al este de Florencia, donde está la Santa Croce, para luego volver sobre nuestros pasos y visitar toda la parte oeste, que aun no hemos visto. El problema es que los domingos la Santa Croce no abre hasta las dos de la tarde, y por eso la hemos tenido que dejar un poco suelta. Así, vamos caminando poco a poco y nos presentamos minutos antes de las dos en Santa Croce, el lugar donde Stendhal sufrió las palpitaciones que dieron nombre al famoso síndrome. Aunque yo no me emociono tanto, si tengo que decir que me gusta bastante la fachada de la iglesia, pues desde luego es una de las cosas que más me han gustado de Florencia. Cuando nos dirigimos a la entrada observamos la cola más larga en lo que llevamos de día: es lo que tiene presentarte justo cuando abren. Afortunadamente, la Firenze Card nos permite saltarnos la cola, por lo que entramos inmediatamente. Lo primero que vemos es un enorme andamio que nos tapa la parte frontal de la iglesia. A pesar de ello, no decae mi impresión de la iglesia, que la encuentro preciosa, destacando sobre todo por las tumbas de algunos de los personajes más importantes de la Historia, como Maquiavelo, Galileo o Miguel Ángel. Tras ver la iglesia salimos al claustro, que aunque sencillo, también le encuentro su atractivo. Finalmente, a las tres menos cuarto, media hora después de haber entrado, estamos de nuevo en la calle.
Santa Croce.
Recorriendo el oeste de Florencia: Santa Maria Novella y poco más.
En lo que queda de tarde tenemos previsto visitar la parte oeste de la ciudad, cuyo punto más importante es la iglesia de Santa Maria Novella, ya que el resto de puntos de interés son pequeñas iglesias y fachadas de palacios toscanos que se ven mientras uno va paseando. También vemos Il Porcellino, esta vez con bastante más gente que la noche anterior. Me quedo con la pena de no poder ver la Capilla Brancacci, que teníamos previsto visitar el martes, pero a última hora descubrimos que cierra ese día. Los domingos abren de diez a cinco, y no queremos jugarnos a ir a la Capilla Brancacci no siendo que no podamos entrar, porque no estoy seguro del todo si se puede entrar sin reserva, y al final no poder ver ni la Capilla Brancacci ni Santa Maria Novella, porque nos hayan cerrado esta última al perder tiempo yendo a la Capilla Brancacci.
Así pues, nos dirigimos hacia la parte oeste de la ciudad paseando por la orilla del Arno, parándonos a hacer unas cuantas fotos, y llegando a Santa Maria Novella, tras haber callejeado un poco por los alrededores sin encontrar nada muy interesante, minutos después de las cuatro menos cuarto. Me llevo una sorpresa cuando llego, ya que esperaba verla con andamios, pues me había dado esa sensación a la mañana cuando la vi desde lo alto del Campanile. Afortunadamente, no hay andamios que nos impidan disfrutar de su magnífica facha, muy parecida a la de Santa Croce, aunque en mi opinión, no tan bonita.
Si por fuera me recuerda a la Santa Croce, por dentro también me ocurre lo mismo, aunque quizá me gusta un pelín más la Santa Croce en general. Como curiosidad, Santa Maria Novella es el primer lugar de nuestro viaje en el que piden a mi pareja que se cubra los hombros. Una vez vista la iglesia, decidimos ir a visitar el claustro, al igual que hemos hecho en Santa Croce. Cuando llegamos al claustro nos dicen que tenemos que guardar la mochila en la consigna, la cual se encuentra a dos metros de la entrada. Una vez hecho esto, y antes de entrar en el claustro, decidimos ir al baño, que se encuentra al lado de la entrada. Cuando salimos del baño y nos dirigimos al claustro, la chica nos dice que ya es la hora de cierre. La cara de tonto que se nos debe haber quedado no debe tener precio. Una vez fuera, a las cuatro y media pasadas, intento buscar sin éxito la cercana farmacia de Santa Maria Novella, pero sin éxito. Tras buscar en vano, decidimos dirigirnos al hotel a descansar, que se encuentra a poco más de cinco minutos. Sin embargo, tardamos bastante en llegar porque paramos a hacer la compra en un supermercado cercano al hotel, que encontramos bastante caro. Debido al precio, hacemos la compra a medias y nos dirigimos hacia otro supermercado situado entre la Galeria della Academia y el Duomo, supermercado que habíamos visto el día anterior, a comprar el resto del desayuno para los siguientes dos días en Florencia. Esto hace que no sea hasta poco antes de las seis menos cuarto cuando llegamos al hotel.
Así pues, nos dirigimos hacia la parte oeste de la ciudad paseando por la orilla del Arno, parándonos a hacer unas cuantas fotos, y llegando a Santa Maria Novella, tras haber callejeado un poco por los alrededores sin encontrar nada muy interesante, minutos después de las cuatro menos cuarto. Me llevo una sorpresa cuando llego, ya que esperaba verla con andamios, pues me había dado esa sensación a la mañana cuando la vi desde lo alto del Campanile. Afortunadamente, no hay andamios que nos impidan disfrutar de su magnífica facha, muy parecida a la de Santa Croce, aunque en mi opinión, no tan bonita.
Santa Maria Novella.
Si por fuera me recuerda a la Santa Croce, por dentro también me ocurre lo mismo, aunque quizá me gusta un pelín más la Santa Croce en general. Como curiosidad, Santa Maria Novella es el primer lugar de nuestro viaje en el que piden a mi pareja que se cubra los hombros. Una vez vista la iglesia, decidimos ir a visitar el claustro, al igual que hemos hecho en Santa Croce. Cuando llegamos al claustro nos dicen que tenemos que guardar la mochila en la consigna, la cual se encuentra a dos metros de la entrada. Una vez hecho esto, y antes de entrar en el claustro, decidimos ir al baño, que se encuentra al lado de la entrada. Cuando salimos del baño y nos dirigimos al claustro, la chica nos dice que ya es la hora de cierre. La cara de tonto que se nos debe haber quedado no debe tener precio. Una vez fuera, a las cuatro y media pasadas, intento buscar sin éxito la cercana farmacia de Santa Maria Novella, pero sin éxito. Tras buscar en vano, decidimos dirigirnos al hotel a descansar, que se encuentra a poco más de cinco minutos. Sin embargo, tardamos bastante en llegar porque paramos a hacer la compra en un supermercado cercano al hotel, que encontramos bastante caro. Debido al precio, hacemos la compra a medias y nos dirigimos hacia otro supermercado situado entre la Galeria della Academia y el Duomo, supermercado que habíamos visto el día anterior, a comprar el resto del desayuno para los siguientes dos días en Florencia. Esto hace que no sea hasta poco antes de las seis menos cuarto cuando llegamos al hotel.
Palazzo Vecchio y fotos nocturnas de Florencia.
Tras un merecido descanso, salimos del hotel minutos antes de las siete y media rumbo al Palazzo Vecchio, pues queremos aprovechar que este cierra a las doce de la noche para verlo antes de cenar. De esta forma, hemos podido dedicar el día a otros monumentos que cierran antes. En ese sentido, hemos tenido bastante suerte con los horarios de muchos monumentos de Florencia, de la misma forma que el día anterior pudimos visitar la Galeria della Academia y las Capillas Mediceas.
En primer lugar, nos dirigimos corriendo hacia el Ponte Vecchio, pues tengo ganas de ver el atardecer en el Ponte Vecchio. Sin embargo, no llegamos a tiempo. Todo el día pensando en ver el atardecer, para que a última hora se nos olvide y salgamos tarde de la habitación... Tras frustrarse nuestro atardecer, llegamos al Palazzo Vecchio a las ocho menos cuarto, dedicándole media hora a su visita. Lo que más nos impresiona, sin duda, es la sala del Cinquecento, que es la primera sala que se ve. El resto de salas son interesantes, pero tampoco espectaculares: si hubiéramos tenido que pagar entrada, seguramente no habríamos entrado, pero teniendo la Firenze Card... imposible negarse, así hacemos más completa la visita a Florencia. Como he dicho, nos gusta bastante el Salón del Cinquecento, y nos queda la duda de si habiéndolo visto durante el día la sala habría estado más iluminada debido a la luz solar, ya que nos da la sensación de que quizá está un poco oscura, de la misma forma que el día anterior nos dio esa sensación las Capillas Mediceas.
Tras ver el Palazzo Vecchio y hacer unas cuantas fotos en la Piazza della Signoria, nos dirigimos hacia un clásico de nuestros viajes, el Hard Rock Cafe, que se encuentra cerca de la Piazza della Repubblica, y a donde llegamos poco después de las ocho y media. Decidimos ir pronto a cenar ya que siempre hemos tenido que esperar más de media hora para cenar, a veces incluso una hora. Sin embargo, y como habíamos visto la noche anterior, apenas hay clientes, y entramos sin esperar cola alguna. De cenar pedimos lo que estamos haciendo últimamente, unos nachos y una hamburguesa para compartir, ya que antes pedíamos una hamburguesa para cada uno y era demasiado. Como esperamos, la cena sale un poco más cara que un restaurante normal, un poco más de treinta y cinco euros. Pero bueno, así cambiamos un poco, porque nos esperan muchos días de comida y cena basadas en pasta y pizza.
Al salir del Hard Rock Cafe nos dirigimos únicamente a hacer fotos nocturnas del Duomo. Al día siguiente hay que madrugar y ya hemos hecho fotos de la Piazza della Signoria. Así pues, hacemos unas fotos muy similares a las de la noche anterior, y llegamos al hotel a las diez y media de la noche. Estamos muy contentos porque hemos visto todo lo que teníamos previsto ver, que era la práctica totalidad de la ciudad al norte del Arno. Todo lo que hemos visto nos ha encantando. Absolutamente todo. Hacía mucho tiempo que no me ocurría nada semejante. No ha habido nada que me haya resultado sin más. Desde luego, Florencia es una de las ciudades más bonitas que he visto en mi vida.
Gastos
Los gastos del día han sido muy pocos, ligeramente superiores a los treinta euros, muy alejados de los cincuenta euros que estamos acostumbrados en otros viajes. Y se debe sobre todo a que ya tenemos comprada la Firenze Card y no tenemos que pagar en nada. Así, hemos visto dos museos, subido a dos torres, entrado en varias iglesias... sin pagar nada. Los gastos han sido únicamente en comida, muy poco debido ya que a pesar de cenar en el Hard Rock Cafe hemos comido un bocata de cinco euros, y también lo que hemos gastado en la compra del supermercado y en gastos varios como botellines de agua.
Así, los gastos han sido los siguientes:
En primer lugar, nos dirigimos corriendo hacia el Ponte Vecchio, pues tengo ganas de ver el atardecer en el Ponte Vecchio. Sin embargo, no llegamos a tiempo. Todo el día pensando en ver el atardecer, para que a última hora se nos olvide y salgamos tarde de la habitación... Tras frustrarse nuestro atardecer, llegamos al Palazzo Vecchio a las ocho menos cuarto, dedicándole media hora a su visita. Lo que más nos impresiona, sin duda, es la sala del Cinquecento, que es la primera sala que se ve. El resto de salas son interesantes, pero tampoco espectaculares: si hubiéramos tenido que pagar entrada, seguramente no habríamos entrado, pero teniendo la Firenze Card... imposible negarse, así hacemos más completa la visita a Florencia. Como he dicho, nos gusta bastante el Salón del Cinquecento, y nos queda la duda de si habiéndolo visto durante el día la sala habría estado más iluminada debido a la luz solar, ya que nos da la sensación de que quizá está un poco oscura, de la misma forma que el día anterior nos dio esa sensación las Capillas Mediceas.
Fuente de Neptuno.
Tras ver el Palazzo Vecchio y hacer unas cuantas fotos en la Piazza della Signoria, nos dirigimos hacia un clásico de nuestros viajes, el Hard Rock Cafe, que se encuentra cerca de la Piazza della Repubblica, y a donde llegamos poco después de las ocho y media. Decidimos ir pronto a cenar ya que siempre hemos tenido que esperar más de media hora para cenar, a veces incluso una hora. Sin embargo, y como habíamos visto la noche anterior, apenas hay clientes, y entramos sin esperar cola alguna. De cenar pedimos lo que estamos haciendo últimamente, unos nachos y una hamburguesa para compartir, ya que antes pedíamos una hamburguesa para cada uno y era demasiado. Como esperamos, la cena sale un poco más cara que un restaurante normal, un poco más de treinta y cinco euros. Pero bueno, así cambiamos un poco, porque nos esperan muchos días de comida y cena basadas en pasta y pizza.
Al salir del Hard Rock Cafe nos dirigimos únicamente a hacer fotos nocturnas del Duomo. Al día siguiente hay que madrugar y ya hemos hecho fotos de la Piazza della Signoria. Así pues, hacemos unas fotos muy similares a las de la noche anterior, y llegamos al hotel a las diez y media de la noche. Estamos muy contentos porque hemos visto todo lo que teníamos previsto ver, que era la práctica totalidad de la ciudad al norte del Arno. Todo lo que hemos visto nos ha encantando. Absolutamente todo. Hacía mucho tiempo que no me ocurría nada semejante. No ha habido nada que me haya resultado sin más. Desde luego, Florencia es una de las ciudades más bonitas que he visto en mi vida.
Gastos
Los gastos del día han sido muy pocos, ligeramente superiores a los treinta euros, muy alejados de los cincuenta euros que estamos acostumbrados en otros viajes. Y se debe sobre todo a que ya tenemos comprada la Firenze Card y no tenemos que pagar en nada. Así, hemos visto dos museos, subido a dos torres, entrado en varias iglesias... sin pagar nada. Los gastos han sido únicamente en comida, muy poco debido ya que a pesar de cenar en el Hard Rock Cafe hemos comido un bocata de cinco euros, y también lo que hemos gastado en la compra del supermercado y en gastos varios como botellines de agua.
Así, los gastos han sido los siguientes:
- Comida: 26.80 €
- Varios: 6.84 €
- Total: 33.64 € por persona.
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