Como el día anterior habíamos cumplido más que con creces con lo que pretendíamos visitar, decidimos poner el despertador a las ocho y cuarto de la mañana, para poder descansar un poquito más. Cuando nos despertamos, vemos que el día es precioso, ya que el sol luce en el cielo como no lo ha hecho en todo el viaje.
El plan que tenemos para la mañana es recorrer todo el Ring viendo algunos de los edificios más conocidos de Viena, como la iglesia Votiva, el ayuntamiento, el Parlamento o la iglesia de san Carlos Borromeo. Después de comer tenemos previsto realizar una visita guiada a la Ópera de Viena, la más famosa del mundo. Y no sabemos muy bien cómo encajar el palacio de Belvedere. Ya veremos a lo largo del día.
Paseo por el Ring: iglesia Votiva, ayuntamiento y Parlamento; todo precioso.
Tras desayunar en la misma cafetería del día anterior, nos dirigimos hacia la iglesia Votiva, que se encuentra en un extremo del Ring, y que sería nuestro punto de partida del itinerario del día de hoy. Llegamos un poco más tarde de lo esperado, minutos antes de las diez de la mañana, y me quedo impresionado. Ya la había visto el día anterior de lejos, pero la verdad es que me sorprende para bien, pues no esperaba que me gustara tanto. La estampa de la iglesia frente a la campa verde, junto con ese sol espléndido, me parece espectacular. Y es que todavía no habíamos visto semejante sol en nuestro viaje. La única pega es que, cómo no, un anuncio tapa parte de la iglesia. Aun así, no consigue reducir la belleza de esta iglesia gótica. Hacía mucho tiempo que no veía una catedral gótica, exceptuando la catedral de san Esteban de Viena, y la verdad es que agradezco el volver a ver una catedral de este estilo, porque a veces uno olvida lo bonitas que llegan a ser. Sin embargo, el interior no me atrae demasiado, y es que creo que he quedado prendido para siempre de los interiores ultra decorados de iglesias como las de Múnich o Vilna.
Iglesia Votiva.
La siguiente etapa importante dentro del Ring es el ayuntamiento, uno de los edificios más famosos de Viena, y que se encuentra a apenas cinco minutos de la iglesia Votiva. Sin embargo, decidimos dar un pequeño rodeo para visitar la iglesia de Maria Treu Kirche, cuyos alrededores aparecen como destacados en mi guía, algo que no alcanzaba a comprender. Encontrar la iglesia nos lleva veinte minutos, llegando a las diez y media, y la verdad es que aunque es bonita, no sé si merece la pena la vuelta que hemos dado para verla. Sobre todo porque los alrededores me han parecido bastante simples. Quizás es que como estoy un poco agobiado por ver la mayor cantidad de cosas durante la mañana no disfruto lo suficiente de esta zona.
Así pues, una vez dejamos atrás Maria Treu Kirche, llegamos al ayuntamiento, a donde llegamos en apenas cinco minutos. Qué decir del ayuntamiento. El ayuntamiento es precioso, enorme, y me recuerda enormemente al ayuntamiento de Bruselas. Enfrente del ayuntamiento se encuentra una explanada de cemento en la que desgraciadamente hay un camión grúa, que impide que se saque del todo bien la foto. A pesar de que me gusta mucho el ayuntamiento, quizá echo en falta unos jardines en vez de una explanada de cemento. Pero bueno, tampoco se puede pedir mucho, es un ayuntamiento, no un palacio, y por encima de todo tiene que ser funcional. Frente al ayuntamiento, a apenas cien metros, se encuentra el Burgtheater, el teatro nacional, que probablemente es el teatro más importante del mundo en lengua alemana. Al igual que el ayuntamiento, por fuera es una preciosidad, y su interior no es menos espectacular, pero decidimos no entrar ya que la visita guiada cuesta cinco euros y consideramos que con ver la Ópera es suficiente.
Ayuntamiento.
Tras ver el Burgtheater nos dirigimos hacia el Parlamento, a donde llegamos en menos de cinco minutos. La verdad es que es impresionante el Ring: recorriéndolo andando, en quince minutos te encuentras joyas como el ayuntamiento, el Burgtheater o el Parlamento, además de la iglesia Votiva, que se encuentra a apenas cien metros del Ring. Con el Parlamento sí que me quedo sin palabras, me parece espectacular, precioso, impresionante… me faltan calificativos. Comparado con el Parlamento de Hungría, es bastante pequeño, pero es igual de espectacular. Es un edificio completamente blanco, de estilo neoclásico, que como he comentado he descubierto que me encanta dicha arquitectura, enfrente del cual se sitúa la fuente de Atenea, igual de blanca que el edificio, y más bonita aun si cabe. Al instante se convierte en el edifico que más me ha gustado del viaje.
Parlamento.
Tras diez minutos haciendo fotos nos dirigimos hacia el Volksgarten, que se encuentra enfrente del Parlamento. Al igual que muchos edificios, el parque también está en obras, y es que medio parque está vallado. Aun así, esto no impide que disfrutemos de este precioso y ajardinado lugar, en el que sobresale el templo de Diana, un edificio más blanco aun si cabe que el parlamento y que parece sacado de la antigua Grecia.
Tras unos breves minutos paseando por el parque, nos dirigimos hacia Maria-Theresien-Platz, que ya habíamos visitado la noche anterior, y donde se encuentran dos preciosos museos, el Museo de Historia del Arte y el Museo de Historia Natural. El primero es una preciosidad también por dentro, pero la entrada es excesiva como para únicamente ver el hall principal. Quizá deberíamos haber probado si se podía ver sin pagar, aunque dudo que se pudiera.
San Carlos Borromeo: la iglesia más bonita de Viena.
Continuamos con nuestro paseo por el Ring, y una vez finalizado nos dirigimos hacia el que en fotos me había parecido el edifico más bonito de todos: la iglesia de san Carlos Borromeo, Karlskirche. Previamente, vemos el edifico de la Secesión, uno de los más conocidos de Viena. Es bastante curioso, con esa bola amarilla en el techo, pero tampoco me parece demasiado interesante. Una vez vista el edificó de Secesión, nos dirigimos hacia el lugar que más ganas tenía de ver esta mañana. La iglesia de san Carlos Borromeo, a donde llegamos a las doce del mediodía, me deja impresionado al instante. No sabría decir si me gusta más que el Parlamento, que me ha gustado muchísimo, y prefiero no tener que elegir: los dos edificios son impresionantes. Tras admirarla por fuera, nos decidimos a entrar en su interior, y es donde tiene lugar la mayor estafa de todo el viaje, aunque sabíamos que existía. Y es que cobran por entrar seis euros. Hasta aquí, nada raro. El problema reside en que el interior de la iglesia está prácticamente tapado por andamios, ya que lo distinto de esta iglesia es que tiene un ascensor con el que se puede subir a la cúpula y ver los frescos a apenas dos metros de donde uno se encuentra. La idea no es mala, pero tiene el problema de que desde el suelo de la iglesia no se ve absolutamente nada. Así pues, tras ver los frescos desde lo alto de la iglesia, a las doce y media salimos de esta y nos dirigimos hacia el último gran destino de la mañana: el palacio de Belvedere, uno de los tres grandes palacios de Viena y que, al igual que el Hofburg, se encuentra en el centro de la ciudad.
Iglesia de san Carlos Borromeo.
Palacio Belvedere: un poco menos de lo esperado.
Tardamos veinticinco minutos en llegar al Belvedere, aunque el camino no se nos hace para nada pesado, ya que vemos edificios y lugares muy bonitos, como la embajada de Francia o el monumento a los soldados del ejército rojo, que me recuerda muchísimo al que vimos en Berlín unos meses antes. Así pues, minutos antes de la una llegamos al palacio Belvedere, donde paseamos por sus jardines durante media hora. La verdad es que no me gusta tanto como esperaba, ya que lo encuentro bastante soso. No sé si es que están reponiendo las flores o qué, pero el hecho es que me parece muy simple todo. Apenas las cascadas y las estatuas consiguen agradarme. Quiero pensar que en otra época del año el jardín estará lleno de flores, de forma que este sea mucho más bonito.
Palacio Belvedere.
Tras media hora paseando por los jardines, decidimos ir en busca de un restaurante, ya que a las tres de la tarde tenemos prevista hacer una visita guiada en la Ópera. Para nuestra sorpresa, encontramos un Friday’s, pero este está cerrado, así que al instante decidimos cenar en él al día siguiente, cuando vayamos a hacer fotos nocturnas de la iglesia de san Carlos Borromeo. Rápidamente encontramos otra hamburguesería que no tiene mal pinta y que se encuentra a apenas cinco minutos de la Ópera.
Hamburguesa que comí.
Visita guiada por la Ópera y paseo final.
Tras comer, nos dirigimos hacia la Ópera, donde a las tres de la tarde tenemos previsto realizar una visita guiada en castellano, al igual que hicimos el año anterior en la Ópera de Budapest. La verdad es que la Ópera es muy bonita, y los casi cincuenta minutos de tour se me hacen muy entretenidos, sobre todo por la amabilidad de la guía, que da las explicaciones de forma bastante amena, centrándose en explicarnos el funcionamiento logístico de la ópera más que en la historia del propio edifico, lo que es bastante interesante. Además, tenemos la grandísima suerte, o eso nos dicen, de poder ver la parte de atrás del escenario, viendo cómo son los decorados. Afortunadamente, a diferencia de la Ópera de Budapest, en esta no me mareo y la puedo disfrutar durante todo el recorrido. Desde luego, los seis euros y medio que ha costado cada entrada nos han merecido mucho la pena. Aun así, mi novia, que pudo ver las dos óperas, la de Viena y la de Budapest, se queda con la de Budapest, que la encuentra mucho más lujosa que la de Viena.
Una vez en la calle, decidimos aprovechar que enfrente de la Ópera se encuentra el hotel Sacher, donde sirven la tarta Sacher original, motivo por el que aprovechamos para hacer un descansado y tomarnos cada uno un trozo de la famosa tarta. Como no soy muy experto, no noto gran diferencia entre esta tarta y la del día anterior, pero parece ser que la cantidad de mermelada que tiene es mayor. Una vez en la calle, vemos que hay bastante policía y mucha gente en torno al hotel Sacher. Como cotillas que somos, nos quedamos cinco minutos esperando a ver qué ocurre, y cuál es nuestra sorpresa cuando vemos llegar en un coche a la canciller alemana, Angela Merkel.
Tarta Sacher.
Continuamos nuestro recorrido y nos dirigimos hacia el Burggarten, un parque que se encuentra muy cerca del que habíamos visto esta mañana, y que, salvo por los invernaderos tan curiosos que tiene, no me llama demasiado la atención. Así pues, decidimos dar por concluido el día, pues hemos visto todo lo que se encuentra en los alrededores del Ring, la iglesia de san Carlos Borromeo y el palacio Belvedere y hemos hecho incluso un tour guiado por la Ópera más famosa del mundo. Nos ponemos en camino en dirección al hotel, a donde llegamos a las cinco y media de la tarde.
Paseo nocturno por el Ring.
Tras un merecido descanso, salimos pronto del hotel, pues queremos ver la representación de Don Carlo, de Mozart, de la ópera de Viena, pues se puede ver gratis en una pantalla que hay en la fachada de la Ópera. La verdad es que es una grandísima idea para acercar la cultura a la gente. Sorprende que a pesar de poder verse gratis en el exterior, la Ópera de Viena se llena casi todas las funciones. Tras comer en un italiano cercano a la ópera, decidimos dar un paseo por el Ring viendo los mismos edificios que esa misma mañana, pero de noche. Así, comenzamos el recorrido con la Ópera, y seguimos con el Parlamento y el Ayuntamiento. A diferencia de lo que esperaba, el Parlamento está muy poco iluminado. Sin embargo, el ayuntamiento es muy iluminado y es precioso. Y, para nuestra sorpresa, el camión que había a la mañana ha desaparecido, por lo que apuntamos el ayuntamiento como lugar al que volver de día el domingo. Al igual que el ayuntamiento, el Burgtheater está muy iluminado. Para mi sorpresa, nos acercamos hasta la iglesia Votiva, que también de noche está muy iluminada. Lástima el anuncio que fastidia bastante la imagen. Finalmente, a las once de la noche llegamos al hotel y damos por finalizado el día.
Ópera de Viena.
Ayuntamiento.
Gastos del día.
El día de hoy fue un día de gasto medio, ya que no hicimos especialmente nada relevante. Hicimos dos comidas como las de cualquier día, y apenas gastamos en turismo en la entrada a san Carlos Borromeo y en la visita guiada en la Ópera.
- Comida. 66.40 €
- Turismo: 25.00 €
- Varios: 4.28 €
- Total: 47.84 € por persona.
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