viernes, 9 de noviembre de 2012

Día 9, sábado 8 de septiembre de 2012: Palacio de Schönbrunn y Hundertwasserhaus

Nuestro último día completo de vacaciones amanece con un sol espectacular, digno de lo que vamos a visitar. Y es que hoy toca conocer el palacio de Schönbrunn, el lugar más visitado de Viena y de Austria, y que se encuentra a unos pocos kilómetros de la ciudad.

A pesar de que el palacio abre a las ocho y media y mi intención inicial era ir pronto para evitar las aglomeraciones, decidimos descansar un poco y poner el despertador a las ocho y cuarto, ya que estimamos que con llegar a las nueve y media y estar cuatro horas será tiempo más que suficiente para conocer tanto el palacio como sus jardines. Tras desayunar en la cafetería de la esquina del hotel, compramos un billete diario de metro y nos dirigimos hacia la parada de Schönbrunn, a la que llegamos en apenas quince minutos. Tras unos instantes de dudas sobre en qué dirección debemos partir, llegamos al palacio de Schönbrunn minutos antes de las diez.

Palacio de Schönbrunn, el lugar más turístico de Viena.
Nada más llegar al palacio, comprobamos que en efecto es el lugar más visitado de Viena, ya que a pesar de no haber una aglomeración enorme de turistas, sí que se aprecia una considerable cantidad, al menos comparándolo con el resto de la ciudad. Afortunadamente, el tener el Sisi Ticket nos permite saltarnos la cola de la gente que ha comprado la entrada del palacio, por lo que en unos pocos minutos comenzamos a pasear por las habitaciones.

La visita al palacio se convierte en una de las peores y más agobiantes visitas que he hecho en mi vida. No es que el palacio fuera feo, que no lo era, aunque tampoco sus habitaciones eran mucho más espectaculares que las que habíamos visto en otros palacios, pero las primeras habitaciones las recorremos como ganado que va al matadero, ya que nos juntan a la vez a muchísima gente que tiene el Sisi Ticket con otra tanta que no lo tiene. Desde luego, lo más normal hubiera sido que las entradas fueran como las del castillo de Hohenschwangau y Neuschwanstein, donde a pesar de tener una entrada que te permitía saltarte las colas, tenías que ir a una hora concreta. Afortunadamente, el Sisi Ticket te permite ver todas las habitaciones del palacio, mientras que muchos de los que compran la entrada individual lo hacen solo para la primera mitad del palacio. Así, la segunda mitad del palacio la podemos realizar de forma mucho más tranquila y relajada, ya que la cantidad de gente que hay en las distintas habitaciones es mucho menor.

Paseando por los jardines de Schönbrunn, uno de los mejores momentos del viaje.
Una hora después, a las once, damos por finalizada la visita a las habitaciones del palacio y nos encaminamos a pasear por sus enormes jardines, que son la imagen más repetida de las postales vienesas. Nuestro primer punto del recorrido es la Glorieta, que se encuentra en un extremos del jardín coronando una colina desde donde se obtienen unas vistas espectaculares de los jardines y del palacio. No llegamos a la Glorieta hasta las once y media, ya que vamos paseando tranquilamente, deteniéndonos a hacer fotos en la cascada del obelisco, una de las fuentes más famosas del parque. Cuando llegamos a la Glorieta vemos que hay gente subida en lo alto del edificio haciendo fotos. Desgraciadamente, el Sisi Ticket no incluye la subida a la Glorieta, y no estamos dispuestos a pagar dos euros y medio por subir, ya que pensamos que también seremos capaces de hacer fotos espectaculares desde el suelo. En la zona de la Glorieta estamos bastante tiempo, ya que las vistas son preciosas, pues se ve desde lo alto el palacio entero y sus preciosos jardines. No hay palabras para describirlo, simplemente impresionante. Como todo Viena.

Palacio de Schönbrunn desde la Glorieta.

Tras asegurarnos que hemos hecho fotos desde todos los ángulos posibles y de que hemos disfrutado al máximo de las vistas que tenemos delante, decidimos dirigirnos hacia los jardines que se encuentran enfrente del palacio, para lo que nos disponemos a bajar la colina. Tras hacernos unas fotos en la fuente de Neptuno, que sin ánimo de presumir nos hacemos las fotos más bonitas de todos los turistas que vemos, pues todos tapan con su cuerpo el palacio, y dar un último paseo por los jardines, nos dirigimos hacia la Casa de las Palmeras, un invernadero que se encuentra algo oculto y en el no podíamos entrar con el Sisi Ticket. Me resulta un edifico bastante curioso, y desde luego me gusta bastante, con esa forma tan curiosa que tiene. La verdad es que todo lo que he visto esta mañana me ha resultado precioso. Y ni en mis mejores sueños pensaba que íbamos a tener un día tan espectacular.

Casa de las Palmeras.

Visitando los retazos de Viena que nos quedan.
Así pues, a la una damos por finalizada la visita al palacio de Schönbrunn, y no dirigimos hacia el Stadtpark, que se encuentra en pleno centro de Viena, ya que el resto del día lo tenemos pensado dedicar a zonas sueltas que no hemos podido visitar en un primer momento. En Stadtpark se encuentra la famosa estatua de Strauss, la que es seguramente la más conocida de Viena. Tras bajarnos en una estación cercana al parque, encontramos la estatua en apenas cinco minutos, que es más grande de lo que pensaba, y tras hacernos la foto correspondiente decidimos ir en busca de un restaurante, ya que es la una y media y no nos da tiempo a ir a Hundertwasserhaus, que era mi intención a la mañana. Nos dirigimos hacia la zona del Hofburg, y decidimos comer en un restaurante italiano en una calle perpendicular a Graben desde donde se puede medio ver uno de los monumentos que más me han gustado de todo el viaje: la columna de la Peste.

Estatua de Strauss.

Una vez finalizada la comida, nuestro siguiente destino es la Hundertwasserhaus, pero antes que nada nos dirigimos hacia la iglesia de los minoritas, Minoritenkirche, una de las más famosas de la ciudad, y que se encuentra al lado del Hofburg. A diferencia de muchos otros lugares, no había visto antes ninguna foto en Internet, por lo que no sabía qué me esperaba. Y la verdad es que me sorprende bastante. Por dentro me parece muy simple, pero por fuera me recuerda me parece muy distinta al resto de iglesias, y la verdad es que puede decirse que ha merecido la pena verla, ya que la forma del edifico es muy curiosa.

Así pues, una vez vista la iglesia, cogemos el metro y nos dirigimos hacia Hundertwasserhaus, parándonos en la parada de Landstraße. Para llegar a nuestro destino, todavía tenemos que andar durante unos quince minutos por calles donde apenas vemos un par de turistas, lo que nos hace pensar que quizá hay alguna forma más rápida, tranvía o autobús, de llegar ahí. Finalmente, a las cuatro de la tarde llegamos a Hundertwasserhaus, y podemos decir que nos sorprende para bien a los dos. Sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero no esperábamos que nos fuera a gustar tanto. Me parece muy bonita, muy colorida, preciosa. Y muy distinto a lo que te encuentras en muchos otros sitios, algo que me encanta. Salvando mucho las distancias, me recuerda a los típicos edificios de Antonio Gaudí. Tras pasar veinte minutos contemplando el edifico, y es que no puedo dejar de decir que nos encanta, nos dirigimos hacia el último punto del día, la iglesia de san Francisco de Asís, en Mexikoplatz.

Hundertwasserhaus.

Esta es una de las dos iglesias que apenas salen en las guías turísticas y que tenía interés en conocer, más por su exterior que por su interior. La primera era la iglesia de Maria von Siege, que había visto muy de lejos desde Schönbrunn. El problema es que además de encontrarse muy alejada, solo la había oído citar en una web, donde además se mencionaba que el barrio en el que se encontraba podía resultar un poco peligroso. Estos tres motivos, sobre todo los dos primeros, hacen que descarte ver esta iglesia y me decante por la de Mexikoplatz, que había oído más veces y que se encuentra a unas pocas paradas de donde nos encontramos. Así, a las cinco de la tarde llegamos a Mexikoplatz, cuyo nombre se debe a que México fue el único país que protestó ante la Sociedad de Naciones por la anexión de Austria a Alemania en 1938. Resulta curioso que unos años antes en México se hubiera asesinado a su emperador, de origen austríaco. La iglesia cumple con todas mis expectativas, gustándome mucho por lo diferente que es al resto de iglesias, ya que más que iglesia me recuerda a un castillo de cuento de hadas. Decidimos no entrar en su interior ya que en ese momento hay una boda y a que no creemos que merezca mucho la pena su interior. Con la excusa de verla desde otro punto de vista, decidimos llegar hasta el Danubio, que se encuentra a apenas medio minuto de la catedral, y desde donde podemos ver de lejos el barrio de la ONU con sus rascacielos. La verdad es que no deja de ser curioso que una ciudad tan importante como Viena no se haya asentado en los alrededores de un río importante como el Danubio, sino que lo haya hecho a un kilómetro de este. Sus motivos tendrían en la época.

Iglesia de san Francisco de Asis.

Tras ver de lejos el barrio de la ONU, o sea, tras no ver nada, y ver esta curiosa iglesia, decidimos dirigirnos al hotel a descansar. Sin embargo, se nos ocurre que ya que la primera parada entre Mexikoplatz y el hotel es la que da al Prater, el famoso parque de atracciones, merece la pena llegar quince minutos más tarde al hotel y poder decir que hemos estado en el Prater. La verdad es que el Prater no es nada del otro mundo, una especie de parque de atracciones antiguo que, desde mi punto de vista, solo llama al turista por el hecho de decir que se ha estado en él. Así, tras apenas diez minutos en el Prater, decidimos coger el metro e ir al hotel, a donde llegamos a las seis y cuarto, con tiempo de sobra para descansar. El viaje en metro es un poco accidentado, ya que vemos cómo una chica se desmaya ante los gritos y lloros de quien creemos que es su hermano pequeño.

Visita nocturna a san Carlos Borromeo.
Tras descansar un poco en el hotel y dejar medio preparadas las maletas para el día siguiente, nos dirigimos a cenar al Friday’s, que habíamos visto de casualidad el día anterior mientras buscábamos un lugar para comer. La verdad es que la ubicación del Friday’s es perfecta, pues está a unos pocos minutos de la iglesia de san Carlos, el último sitio que nos queda donde hacer fotos de noche. Aunque nada será lo mismo como el Friday’s de Budapest, disfrutamos las hamburguesas que comemos, pues desde el viernes anterior no comíamos una en condiciones y teníamos ganas tras tanta comida bávara e italiana.

Al salir de cenar, nos dirigimos a la iglesia de san Carlos, pasando previamente por el monumento a los soldados soviéticos, donde hay unas cuantas personas bebiendo en una especie de fiesta de empresa. Al principio me asusto, porque pienso que, al ser sábado, es un botellón, y la zona de la iglesia de san Carlos Borromeo debe ser un lugar perfecto para hacer botellón. Sin embargo, mis temores son infundados, y, a pesar de que hay unas cuantas personas haciendo fotos y algún grupo hablando, no hay mucha gente, por lo que podemos hacer una gran sesión de fotos, sacando las que, en mi opinión, son algunas de las fotos más bonitas del viaje.

Iglesia de san Carlos Borromeo.

Finalmente, tras más de media hora haciendo fotos, a las diez y cuarto decidimos dirigirnos en metro hacia el hotel, pasando previamente por la catedral de san Esteban para verla de noche por última vez. Minutos después de las once menos cuarto, llegamos muy contentos pues en el día de hoy hemos visto una de las joyas del viaje, el palacio de Schönbrunn, que nos ha encantado, siendo de lo mejorcito del viaje, y nos ha dado tiempo a ver las cosas sueltas que nos quedaban de Viena. Además, el día ha sido espectacular y, gracias a irnos pronto a la cama todos los días, hemos podido disfrutar toda la ciudad sin notar en ningún momento cansancio, uno de mis mayores miedos del viaje.

Gastos del día.
El día de hoy ha sido junto con el primero de Salzburgo, el que menos hemos gastado, ya que como únicamente hemos entrado en el palacio Schönbrunn y nos venía incluido en el Sisi Ticket, solo hemos pagado las comidas y el billete diario de metro, por lo que los gastos por persona han sido los siguientes:
  • Comida. 31.50 €
  • Transporte: 6.70 €
  • Varios: 4.52 €
  • Total: 47.42 €


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Día 8, viernes 7 de septiembre: Ring, Palacio Belvedere y Ópera de Viena

Como el día anterior habíamos cumplido más que con creces con lo que pretendíamos visitar, decidimos poner el despertador a las ocho y cuarto de la mañana, para poder descansar un poquito más. Cuando nos despertamos, vemos que el día es precioso, ya que el sol luce en el cielo como no lo ha hecho en todo el viaje.

El plan que tenemos para la mañana es recorrer todo el Ring viendo algunos de los edificios más conocidos de Viena, como la iglesia Votiva, el ayuntamiento, el Parlamento o la iglesia de san Carlos Borromeo. Después de comer tenemos previsto realizar una visita guiada a la Ópera de Viena, la más famosa del mundo. Y no sabemos muy bien cómo encajar el palacio de Belvedere. Ya veremos a lo largo del día.

Paseo por el Ring: iglesia Votiva, ayuntamiento y Parlamento; todo precioso.
Tras desayunar en la misma cafetería del día anterior, nos dirigimos hacia la iglesia Votiva, que se encuentra en un extremo del Ring, y que sería nuestro punto de partida del itinerario del día de hoy. Llegamos un poco más tarde de lo esperado, minutos antes de las diez de la mañana, y me quedo impresionado. Ya la había visto el día anterior de lejos, pero la verdad es que me sorprende para bien, pues no esperaba que me gustara tanto. La estampa de la iglesia frente a la campa verde, junto con ese sol espléndido, me parece espectacular. Y es que todavía no habíamos visto semejante sol en nuestro viaje. La única pega es que, cómo no, un anuncio tapa parte de la iglesia. Aun así, no consigue reducir la belleza de esta iglesia gótica. Hacía mucho tiempo que no veía una catedral gótica, exceptuando la catedral de san Esteban de Viena, y la verdad es que agradezco el volver a ver una catedral de este estilo, porque a veces uno olvida lo bonitas que llegan a ser. Sin embargo, el interior no me atrae demasiado, y es que creo que he quedado prendido para siempre de los interiores ultra decorados de iglesias como las de Múnich o Vilna.

Iglesia Votiva.

La siguiente etapa importante dentro del Ring es el ayuntamiento, uno de los edificios más famosos de Viena, y que se encuentra a apenas cinco minutos de la iglesia Votiva. Sin embargo, decidimos dar un pequeño rodeo para visitar la iglesia de Maria Treu Kirche, cuyos alrededores aparecen como destacados en mi guía, algo que no alcanzaba a comprender. Encontrar la iglesia nos lleva veinte minutos, llegando a las diez y media, y la verdad es que aunque es bonita, no sé si merece la pena la vuelta que hemos dado para verla. Sobre todo porque los alrededores me han parecido bastante simples. Quizás es que como estoy un poco agobiado por ver la mayor cantidad de cosas durante la mañana no disfruto lo suficiente de esta zona.

Así pues, una vez dejamos atrás Maria Treu Kirche, llegamos al ayuntamiento, a donde llegamos en apenas cinco minutos. Qué decir del ayuntamiento. El ayuntamiento es precioso, enorme, y me recuerda enormemente al ayuntamiento de Bruselas. Enfrente del ayuntamiento se encuentra una explanada de cemento en la que desgraciadamente hay un camión grúa, que impide que se saque del todo bien la foto. A pesar de que me gusta mucho el ayuntamiento, quizá echo en falta unos jardines en vez de una explanada de cemento. Pero bueno, tampoco se puede pedir mucho, es un ayuntamiento, no un palacio, y por encima de todo tiene que ser funcional. Frente al ayuntamiento, a apenas cien metros, se encuentra el Burgtheater, el teatro nacional, que probablemente es el teatro más importante del mundo en lengua alemana. Al igual que el ayuntamiento, por fuera es una preciosidad, y su interior no es menos espectacular, pero decidimos no entrar ya que la visita guiada cuesta cinco euros y consideramos que con ver la Ópera es suficiente.

Ayuntamiento.

Tras ver el Burgtheater nos dirigimos hacia el Parlamento, a donde llegamos en menos de cinco minutos. La verdad es que es impresionante el Ring: recorriéndolo andando, en quince minutos te encuentras joyas como el ayuntamiento, el Burgtheater o el Parlamento, además de la iglesia Votiva, que se encuentra a apenas cien metros del Ring. Con el Parlamento sí que me quedo sin palabras, me parece espectacular, precioso, impresionante… me faltan calificativos. Comparado con el Parlamento de Hungría, es bastante pequeño, pero es igual de espectacular. Es un edificio completamente blanco, de estilo neoclásico, que como he comentado he descubierto que me encanta dicha arquitectura, enfrente del cual se sitúa la fuente de Atenea, igual de blanca que el edificio, y más bonita aun si cabe. Al instante se convierte en el edifico que más me ha gustado del viaje.

Parlamento.

Tras diez minutos haciendo fotos nos dirigimos hacia el Volksgarten, que se encuentra enfrente del Parlamento. Al igual que muchos edificios, el parque también está en obras, y es que medio parque está vallado. Aun así, esto no impide que disfrutemos de este precioso y ajardinado lugar, en el que sobresale el templo de Diana, un edificio más blanco aun si cabe que el parlamento y que parece sacado de la antigua Grecia.

Tras unos breves minutos paseando por el parque, nos dirigimos hacia Maria-Theresien-Platz, que ya habíamos visitado la noche anterior, y donde se encuentran dos preciosos museos, el Museo de Historia del Arte y el Museo de Historia Natural. El primero es una preciosidad también por dentro, pero la entrada es excesiva como para únicamente ver el hall principal. Quizá deberíamos haber probado si se podía ver sin pagar, aunque dudo que se pudiera.

San Carlos Borromeo: la iglesia más bonita de Viena.
Continuamos con nuestro paseo por el Ring, y una vez finalizado nos dirigimos hacia el que en fotos me había parecido el edifico más bonito de todos: la iglesia de san Carlos Borromeo, Karlskirche. Previamente, vemos el edifico de la Secesión, uno de los más conocidos de Viena. Es bastante curioso, con esa bola amarilla en el techo, pero tampoco me parece demasiado interesante. Una vez vista el edificó de Secesión, nos dirigimos hacia el lugar que más ganas tenía de ver esta mañana. La iglesia de san Carlos Borromeo, a donde llegamos a las doce del mediodía, me deja impresionado al instante. No sabría decir si me gusta más que el Parlamento, que me ha gustado muchísimo, y prefiero no tener que elegir: los dos edificios son impresionantes. Tras admirarla por fuera, nos decidimos a entrar en su interior, y es donde tiene lugar la mayor estafa de todo el viaje, aunque sabíamos que existía. Y es que cobran por entrar seis euros. Hasta aquí, nada raro. El problema reside en que el interior de la iglesia está prácticamente tapado por andamios, ya que lo distinto de esta iglesia es que tiene un ascensor con el que se puede subir a la cúpula y ver los frescos a apenas dos metros de donde uno se encuentra. La idea no es mala, pero tiene el problema de que desde el suelo de la iglesia no se ve absolutamente nada. Así pues, tras ver los frescos desde lo alto de la iglesia, a las doce y media salimos de esta y nos dirigimos hacia el último gran destino de la mañana: el palacio de Belvedere, uno de los tres grandes palacios de Viena y que, al igual que el Hofburg, se encuentra en el centro de la ciudad.

Iglesia de san Carlos Borromeo.

Palacio Belvedere: un poco menos de lo esperado.
Tardamos veinticinco minutos en llegar al Belvedere, aunque el camino no se nos hace para nada pesado, ya que vemos edificios y lugares muy bonitos, como la embajada de Francia o el monumento a los soldados del ejército rojo, que me recuerda muchísimo al que vimos en Berlín unos meses antes. Así pues, minutos antes de la una llegamos al palacio Belvedere, donde paseamos por sus jardines durante media hora. La verdad es que no me gusta tanto como esperaba, ya que lo encuentro bastante soso. No sé si es que están reponiendo las flores o qué, pero el hecho es que me parece muy simple todo. Apenas las cascadas y las estatuas consiguen agradarme. Quiero pensar que en otra época del año el jardín estará lleno de flores, de forma que este sea mucho más bonito.

Palacio Belvedere.

Tras media hora paseando por los jardines, decidimos ir en busca de un restaurante, ya que a las tres de la tarde tenemos prevista hacer una visita guiada en la Ópera. Para nuestra sorpresa, encontramos un Friday’s, pero este está cerrado, así que al instante decidimos cenar en él al día siguiente, cuando vayamos a hacer fotos nocturnas de la iglesia de san Carlos Borromeo. Rápidamente encontramos otra hamburguesería que no tiene mal pinta y que se encuentra a apenas cinco minutos de la Ópera.

Hamburguesa que comí.

Visita guiada por la Ópera y paseo final.
Tras comer, nos dirigimos hacia la Ópera, donde a las tres de la tarde tenemos previsto realizar una visita guiada en castellano, al igual que hicimos el año anterior en la Ópera de Budapest. La verdad es que la Ópera es muy bonita, y los casi cincuenta minutos de tour se me hacen muy entretenidos, sobre todo por la amabilidad de la guía, que da las explicaciones de forma bastante amena, centrándose en explicarnos el funcionamiento logístico de la ópera más que en la historia del propio edifico, lo que es bastante interesante. Además, tenemos la grandísima suerte, o eso nos dicen, de poder ver la parte de atrás del escenario, viendo cómo son los decorados. Afortunadamente, a diferencia de la Ópera de Budapest, en esta no me mareo y la puedo disfrutar durante todo el recorrido. Desde luego, los seis euros y medio que ha costado cada entrada nos han merecido mucho la pena. Aun así, mi novia, que pudo ver las dos óperas, la de Viena y la de Budapest, se queda con la de Budapest, que la encuentra mucho más lujosa que la de Viena.

Una vez en la calle, decidimos aprovechar que enfrente de la Ópera se encuentra el hotel Sacher, donde sirven la tarta Sacher original, motivo por el que aprovechamos para hacer un descansado y tomarnos cada uno un trozo de la famosa tarta. Como no soy muy experto, no noto gran diferencia entre esta tarta y la del día anterior, pero parece ser que la cantidad de mermelada que tiene es mayor. Una vez en la calle, vemos que hay bastante policía y mucha gente en torno al hotel Sacher. Como cotillas que somos, nos quedamos cinco minutos esperando a ver qué ocurre, y cuál es nuestra sorpresa cuando vemos llegar en un coche a la canciller alemana, Angela Merkel.

Tarta Sacher.

Continuamos nuestro recorrido y nos dirigimos hacia el Burggarten, un parque que se encuentra muy cerca del que habíamos visto esta mañana, y que, salvo por los invernaderos tan curiosos que tiene, no me llama demasiado la atención. Así pues, decidimos dar por concluido el día, pues hemos visto todo lo que se encuentra en los alrededores del Ring, la iglesia de san Carlos Borromeo y el palacio Belvedere y hemos hecho incluso un tour guiado por la Ópera más famosa del mundo. Nos ponemos en camino en dirección al hotel, a donde llegamos a las cinco y media de la tarde.

Paseo nocturno por el Ring.
Tras un merecido descanso, salimos pronto del hotel, pues queremos ver la representación de Don Carlo, de Mozart, de la ópera de Viena, pues se puede ver gratis en una pantalla que hay en la fachada de la Ópera. La verdad es que es una grandísima idea para acercar la cultura a la gente. Sorprende que a pesar de poder verse gratis en el exterior, la Ópera de Viena se llena casi todas las funciones. Tras comer en un italiano cercano a la ópera, decidimos dar un paseo por el Ring viendo los mismos edificios que esa misma mañana, pero de noche. Así, comenzamos el recorrido con la Ópera, y seguimos con el Parlamento y el Ayuntamiento. A diferencia de lo que esperaba, el Parlamento está muy poco iluminado. Sin embargo, el ayuntamiento es muy iluminado y es precioso. Y, para nuestra sorpresa, el camión que había a la mañana ha desaparecido, por lo que apuntamos el ayuntamiento como lugar al que volver de día el domingo. Al igual que el ayuntamiento, el Burgtheater está muy iluminado. Para mi sorpresa, nos acercamos hasta la iglesia Votiva, que también de noche está muy iluminada. Lástima el anuncio que fastidia bastante la imagen. Finalmente, a las once de la noche llegamos al hotel y damos por finalizado el día.

Ópera de Viena.

Ayuntamiento.

Gastos del día.
El día de hoy fue un día de gasto medio, ya que no hicimos especialmente nada relevante. Hicimos dos comidas como las de cualquier día, y apenas gastamos en turismo en la entrada a san Carlos Borromeo y en la visita guiada en la Ópera.
  • Comida. 66.40 €
  • Turismo: 25.00 €
  • Varios:  4.28 €
  • Total: 47.84 € por persona.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Día 7, jueves 6 de septiembre de 2012

Tras muchos días de viaje, ha llegado el momento de conocer Viena, una de las ciudades más bonitas de Europa. A pesar de que tenemos tres días y medio para conocer la ciudad, decidimos poner el despertador a las ocho menos cuarto, ya que no tenemos muy claras las distancias y queremos asegurarnos de que vamos a visitar la ciudad con toda la tranquilidad que esta se merece. Cuando nos despertamos, vemos que el cielo está un poco nublado, pero no nos desanimamos, porque está mucho menos nublado que otros días y las previsiones de tiempo son que a medida que avance el día vaya saliendo el sol para no abandonarnos en lo que queda de viaje. Al menos, hemos tenido suerte ya que el mejor tiempo lo vamos a tener en la ciudad que más ganas teníamos de conocer.

Alrededores de la catedral: bastantes iglesias bonitas.
Lo primero que hacemos es dirigirnos en busca de un lugar donde desayunar, encontrando un Starbucks donde rápidamente nos damos cuenta de que los precios son bastante más elevados que los que habíamos visto en Múnich, algo que nos sorprende ya que la cena del día anterior no había sido excesivamente cara, costando más o menos lo mismo que en Múnich o Salzburgo. Tras desayunar, a las nueve de la mañana decidimos ponernos en marcha. En primer lugar decidimos callejear un poco por sus alrededores en busca de unas cuantas iglesias que había leído que eran preciosas. La primera que encontramos, la iglesia de los jesuitas, Jesuitenkirche, cumple con las expectativas que tenía de que era una de las iglesias más bonitas de Viena. Es preciosa, espectacular, recordándome mucho a la iglesia de Santiago de Praga, una iglesia pequeñita, escondida, y que uno no ve si solo se fija en las cinco cosas principales de cada ciudad. Tras visitar dicha iglesia nos dirigimos hacia la cercana iglesia de los dominicos, que no le andan nada a la zaga, con un color blanco muy similar a la iglesia de san Cayetano o la Michaeleskirche de Múnich. La verdad es que en apenas veinte minutos de visita hemos visto dos iglesias preciosas, parece que Viena promete mucho.

Jesuitenkirche.

Tras seguir callejeando por los alrededores de la catedral, viendo distintos edificios muy muy bonitos en sus distintas callejuelas empedradas, nos dirigimos hacia uno de los lugares turísticos más importantes de Viena: la catedral de san Esteban. El acceso a la catedral de san Esteban es gratuito, pero realizar una visita completa es muy caro. Así, a pesar de que el acceso a la catedral es gratuito, solo se puede visitar media nave, ya que para visitar el resto hay que pagar cuatro euros y medio, tanto como subir a cada una de las dos torres o ver  las catacumbas. A pesar de que cuando me había levantado tenía previsto pagar por ver el interior de la catedral y por subir a la torre norte, decidimos conformarnos con ver únicamente la zona gratuita, ya que no creo que las catacumbas vayan a ser demasiado interesantes, máxime cuando en Viena tenemos que ver la famosa cripta de los Capuchinos, las vistas desde cualquiera de las dos torres de la catedral no son nada del otro mundo y lo que vamos a ver del interior de la catedral pagando no es mucho más que lo que se ve desde la zona gratuita.

A pesar de ser muy similar a muchas catedrales, la verdad es que me gusta bastante. Desde luego, no me gustan tanto como muchas de las iglesias que he visto este año, pero aun así la encuentro muy interesante. No obstante lo que más me gusta de la catedral es su exterior, su tejado lleno de tejas con el dibujo del águila imperial. Como me esperaba, parte de la catedral está tapada por nos andamios, y es que llevan mucho tiempo en obras. No obstante, los andamios son lo suficientemente discretos como para que no  importe demasiado al turista la restauración de la catedral. Tras salir de la catedral y hacer una sesión de fotos toca pensar en lo que vamos a ver durante la mañana. En un principio, la idea era pasar la mañana viendo toda la zona de los alrededores de la catedral, la zona más antigua de la ciudad, viendo el barrio judío de forma que pudiéramos ver el reloj Anker a las once la mañana y acabando la mañana con una visita a la zona del Freyung y a la iglesia Votiva. Sin embargo, las distancias son más cortas de lo esperado, y nos damos cuenta que, al ser las diez y cuarto, no tiene sentido dirigirnos hacia el barrio judío, ya que todavía queda mucho tiempo para la que suene el reloj Anker.

Continuando con el centro de Viena.
Así, decidimos cambiar los planes y dirigirnos hacia los alrededores del Hofburg, uno de los palacios del centro de la ciudad. En apenas unos minutos, poco después de las diez y media llegamos al Neuer Markt, donde tras hacernos unas fotos con la fuente Donner, una de las muchas y preciosas fuentes que hay en Viena, entramos a la Cripta Imperial, o Cripta de los Capuchinos, donde descansan los cuerpos de numerosos monarcas de la dinastía Habsburgo. Disfruto enormemente los veinte minutos que vemos las tumbas de los Habsurgo, algunas tan espectaculares como la de Maria Teresa, que me resulta impresionante. La única pega es un grupo de jubilados franceses que hace que en ocasiones me sea imposible sacar fotos de las tumbas sin que aparezca nadie. Al salir tenemos sensaciones encontradas; mientras para mí los cinco euros de entrada han merecido sin duda la pena, ya que la cripta es algo de lo que más me ha gustado del viaje, a mi novia no le ha gustado mucho la cripta y si por ella fuera no habría entrado.

Cripta de los Capuchinos.

Tras ver la iglesia de los capuchinos, que en comparación con el resto de iglesias que hemos visto es bastante pobre, nos dirigimos hacia la Kärntner Strasse, una calle peatonal muy señorial con preciosas fachadas a ambos lados de la calle, hasta que veinte minutos después, a las once y media, llegamos a la Ópera, siendo ese momento uno de los más cómicos del viaje. Y es que el camino hacia la Ópera lo habíamos hecho bastante despacio, pues yo estaba mirando embelesado todas las fachadas de Kärntner Strasse, y no me doy cuenta de que me voy aproximando a la Ópera. Y justo en el momento en que me dispongo a hacer una foto al hotel Sacher, que se encuentra al lado de la Ópera, veo la Ópera y al fondo una estatua preciosa del museo Albertina. Y me quedo con la boca abierta sin saber a qué hacer fotos. Me parece todo tan bonito que no sé por dónde empezar a fotografiar. La verdad es que la zona de Kärntner Strasse y la ópera es muy bonita.

El encanto desaparece cuando nos damos cuenta de que el tiempo se nos ha pasado volando y que en poco más de media hora tenemos que estar en el barrio judío para ver el espectáculo del reloj Anker. Así, tras sacar unas pocas fotos a la ópera más famosa del mundo, nos dirigimos casi a la carrera hacia el barrio judío, pasando por Michaelerplatz aguantándome las ganas de pararme y sacar fotografías. Al final, resulta que no había hecho falta correr tanto, ya que diez minutos antes de las doce nos encontramos enfrente del reloj Anker, donde se encuentran unas cuantas personas esperando que comience el espectáculo. Este es bonito, pero se nos hace largo, pues dura casi diez minutos y consiste en ver pasar, muy lentamente, doce imágenes que representan a distintos reyes de la dinastía Habsburgo.

Tras ver el espectáculo del reloj Anker, nos decidimos a visitar el barrio judío, viendo iglesias como Ruprechtskirche o Maria am Gestade, así como Judenplatz, donde se encuentra el famoso memorial del Holocausto, que no lo podemos ver con el silencio que se merece debido a que un español comienza a gritarle a una señora que está hablando por teléfono justo enfrente del monumento, impidiendo a la gente hacer fotos. Tras Judenplatz, finalizamos la visita del barrio judío con la plaza Am Hof, que me gusta bastante más de lo que esperaba en un principio.

Freyung: un rinconcito de Viena.
Como apenas es la una menos cuarto, decidimos dirigirnos hacia la cercana zona del Freyung, una pequeña plaza de Viena en la que se encuentra la Schottenkirche, y una serie de pequeños palacios con unas fachadas muy bonitas. Como nos sentimos bastante animados, decidimos acercarnos hasta la Votivkirche, una de las iglesias más famosas de Viena, con el objetivo de verla de lejos. De camino a Votivkirche, pasamos delante de edificios como la Bolsa o la sede la OPEP, que curiosamente se encuentra en esta ciudad. Tras volver a pasar por Freyung y ver de nuevo la plaza, tampoco merece la pena dedicarle mucho tiempo, nos dirigimos a los alrededores del Hofburg en busca de un restaurante.

Hofburg y alrededores.
Tras comer algo de pasta en un restaurante que por supuesto no puede ni compararse con italiano el de Salzburgo, decidimos comer nuestra primera tarta Sacher de Viena, aprovechando que nos encontramos a apenas cinco minutos de la confitería Demel, que es junto con el Hotel Sacher el lugar más famoso de Viena donde se puede comer la tarta Sacher. Cuando llegamos a la confitería Demel, que tiene el aire magno de las confiterías antiguas, descubrimos para nuestra sorpresa que el precio de la tarta Sacher es bastante menor de lo que esperábamos. Sin embargo, decidimos coger un trozo de tarta para llevar, que sale aun más barato, ya que no estamos seguros de que nos vaya a gustar, por lo que no queremos pedir dos trozos, y no queremos tomar en ese momento café o similar, y nos da un poco de apuro ocupar una mesa para pedir únicamente un trozo de tarta Sacher. Como la confitería se encuentra a apenas unos metros de Michaelerplatz, decidimos dirigirnos ahí para comer la tarta con vistas a la entrada del Hofburg. Encuentro la tarta bastante rica, con esa mezcla de chocolate y mermelada de albaricoque, pero no sé si es porque no tengo morro fino y no está hecha la miel para la boca del cerdo, que sin duda prefiero una tarta entera de chocolate tipo “muerte por chocolate”. A pesar de que para mí no es la mejor tarta del mundo, disfruto mucho esos momentos en los que comemos la tarta mientras vemos la entrada de Michaelertor y vemos cómo las nubes van poco a poco desapareciendo del cielo.

Al finalizar la tarta, y como todavía no son las tres de la tarde, decidimos entrar al palacio de Hofburg, a pesar de que en un principio teníamos previsto visitarlo el segundo día en Viena. El motivo del cambio de decisión es que los próximos tres días van a ser muy soleados, y a pesar de que la tarde se prevé poco nublada, preferimos aprovechar el día con peor tiempo para hacer todas las visitas posibles a interiores y así dedicar el resto de días a pasear por las calles, ver jardines y demás.

Así, entramos en el Hofburg y por 23.50 € cada uno compramos el Sisi Ticket, un ticket que nos va a permitir entrar al Hofburg, al Schönbrunn saltándonos las colas y al museo del mueble, donde no tenemos previsto entrar. El Hofburg tiene dos zonas muy diferencias; por un lado se encuentra la vajilla de Sisi y por otro lado las habitaciones imperiales. La vajilla de Sisi me gusta bastante más de lo que esperaba. No sé si es porque tengo el día optimista, pero todo lo que veo me está gustando, y los cientos de vajillas y cubiertos que pensaba que no me iban a gustar me parecen muy interesantes. Desgraciadamente, como pensábamos que no nos iba a gustar, no cogemos la audio guía gratuita, lo que hace que no sepamos nada de los platos o cubiertos que estamos mirando. Al finalizar con la visita a la vajilla, y antes de entrar en las habitaciones imperiales, nos dirigimos hacia la zona de las audio guías para poder enterarnos del recorrido que vamos a hacer. Con estas en la mano, nos dirigimos hacia las habitaciones imperiales, que no dejan de ser las habitaciones de un palacio como cualquiera de los que hemos visto en este viaje, pero con una clara referencia hacia el personaje de Sisi. Así, la audio guía explica en todo momento la vida y milagros de Sisi, su relación con la corte y el pueblo, y la relación que tienen con Sisi cada una de las habitaciones que vamos visitando. La verdad es que la visita me parece bastante interesante, y la hora y cuarto de visita total al Hofburg se me pasan muy rápidamente.

Ua vez en la calle, decidimos dirigirnos hacia Heldenplatz, donde íbamos a ver una los lugares más impresionantes de Viena, la imponente fachada del Hofburg. Afortunadamente, no hay ningún andamio que impida disfrutar con dicha fachada. Pero como parece que a veces la mala suerte nos persigue, parece ser que el fin de semana va a haber una fiesta de comida tradicional, por lo que han montado muchas casetas e incluso un escenario cerca de la entrada del Hofburg por Heldenplatz, lo que impide sacar las fotos más bonitas, teniendo que conformarnos con ver de cerca la fachada. A pesar de ello, no dejamos de disfrutar este edifico, ya que es precioso. Y al darnos la vuelta descubrimos una sorpresa, ya que a lo lejos se vislumbra el ayuntamiento de Viena, otro de los lugares más importantes de la ciudad, y que me recuerda mucho al de Bruselas.

Hofburg desde Heldenplatz.

La Biblioteca Nacional, también llamada Prunksaal, era otro de los lugares que teníamos previsto visitar al día siguiente. Aun así, al igual que el Hofburg, decidimos entrar a verla para tacharla del itinerario. No hay mucho que decir sobre la Biblitoeca Nacional: es una maravilla. Además, inexplicablemente, apenas tiene visitantes en el momento en que entramos, y eso que se encuentra a unos pocos metros del Hofburg. Quizá los siete euros de entrada tienen la culpa… Aunque no es demasiado grande, la Biblioteca Nacional es una sala preciosa llena de libros y con paredes y suelos de mármol que recuerdan a los de una iglesia. Desgraciadamente, al fondo hay una exposición con anuncios turísticos austriacos antiguos, lo que dificulta el sacar fotos bonitas del lugar.

Biblioteca Nacional.

Cena en restaurante típico y paseo nocturno.
Tras descansar en el hotel nos dirigimos hacia uno de los restaurantes más conocidos de Viena, el Figlmüller, famoso por tener los, según ellos, mejores Wiener Schnitzel de la ciudad. A pesar de llegar bastante pronto, antes de las ocho y media, vemos que hay algo de cola, unas quince personas delante de nosotros. A pesar de nuestros temores, la cola avanza bastante rápido y apenas quince minutos después ya tenemos asignada una mesa dentro del restaurante. Como no podía ser de otra forma, pedimos el famoso Wiener Schnitzel de cerdo. La verdad es que está muy rico, me encanta el escalope, pero lo encuentro un poco artificial. Hasta ese momento, todos los escalope que me han servidos eran irregulares, abombados… este es perfectamente plano y perfectamente redondo. A pesar de ello, está muy rico y no dejo ni un solo trozo. Cuando salimos, a las nueve y media de la noche, no hay nadie esperando en la cola. Debe ser que los europeos cenan pronto. 

Wiener Schnitzel del Figlmüller.

Afortunadamente, a diferencia de Alemania, en Viena la mayoría de los edificios más importantes están iluminados de noche, por lo que tenemos pensado ir cada día a una zona de la ciudad a hacer fotos nocturnas. Así, en primer lugar nos dirigimos, que está bastante bien iluminada. Tiene la pega de que es muy difícil sacar fotos sin que salga gente o coches en movimiento, pero aun así las fotos que sacamos son muy bonitas. Tras hacer unas cuantas fotos a la Ópera, nos dirigimos hacia el Hofburg, donde hacemos unas fotos en Heldenplatz preciosas, aunque no todo lo bonitas que serían si no estuviera la plaza llena de casetas. Finalmente, decidimos dirigirnos hacia la cercana Maria Theresien Platz, donde se encuentran el Museo de Historia Natural y el Museo de Historia del Arte, dos museos gemelos que se encuentran uno enfrente del otro. Lamentablemente, la estatua de María Teresa está completamente tapada, y la mitad de la fachada de los dos museos también. Aun así, intentamos consolarnos pensando que podemos disfrutar de la mitad de la fachada de los dos museos. Finalmente, nos dirigimos andando hacia el hotel, a donde llegamos a las once y cuarto muy contentos por todo lo que hemos visto en el día de hoy.

Hofburg desde Heldenplatz.

Gastos del día.
El día de hoy ha sido de largo aquel en el que más hemos pagado de todo el viaje, debido a que gastamos más que otros días en visitar distintos monumentos, como la Biblioteca Nacional y la Cripta de los Capuchinos, y a que además compramos el Sisi Ticket. Así, los gastos por persona son los siguientes:

  • Comida: 36.15 €
  • Turismo: 35.50 €
  • Varios: 4.77 €
  • Total: 76.42 € por persona.