Tras mucho tiempo esperando, por fin llegó el momento de conocer Burdeos, una ciudad donde apenas había estado un par de horas dos años atrás y de la que prácticamente no tenía recuerdo alguno.
Llevaba bastante tiempo con ganas de conocer esta ciudad, ya que había oído que era una ciudad bastante bonita, y me parecía un sacrilegio no conocerla estando a apenas tres horas y media de Bilbao, ciudad con la que además está hermanada. Así que cuando nos enteramos de que teníamos dos noches de hotel gratis en un hotel de Burdeos, no nos lo pensé: cogimos el coche y nos plantamos allí con el objetivo de pasar un magnífico fin de semana, iniciando de esta forma los viajes de este año.
Al igual que muchas otras regiones, la zona de Burdeos tiene muchísimos lugares para descubrir y se le puede dedicar varios días, ya que puedes visitar tanto la ciudad como hacer excursiones a algún viñedo cercano -no en vano Burdeos es una de las ciudades más importantes del mundo referente al vino-, o a alguna otra ciudad, como La Rochelle.
Nosotros decidimos pasar únicamente el fin de semana, ya que "solo" teníamos la habitación del hotel gratis para dos días y preferíamos no gastar días de vacaciones en conocer los alrededores de Burdeos; simplemente queríamos pasar un fin de semana tranquilo y pasear relajadamente por la ciudad sin los típicos agobios por la posibilidad de que no diera tiempo a ver algo. Aun así no nos vamos con pena por las cosas que no hemos visto, ya que debido a su cercanía es una zona a la que podemos volver en cualquier momento y conocerla mucho más a fondo. Al contrario, nos vamos muy contentos por haber conocido una ciudad muy bonita.
Llegados a este punto, ya solo queda narrar este fin de semana.
Llegados a este punto, ya solo queda narrar este fin de semana.
Viernes 24 de febrero de 2012: Llegada a Burdeos
Salimos de Bilbao a las cuatro de la tarde, y cuatro horas más tarde ya habíamos dejado las maletas en la habitación del hotel, el Ibis Bordeaux Centre Meriadeck. Este es un hotel de tres estrellas que se encuentra a apenas cinco minutos de la catedral de Burdeos, y a no más de quince o veinte minutos andando de los lugares más turísticos de la ciudad.
Nuestra habitación se encontraba en el piso 11, el más alto del hotel. Como se ve, el dormitorio no era muy grande, pero dado que solo queríamos el hotel para dormir, su cercanía al centro de Burdeos hizo que sea perfecto para lo que deseamos.
Una vez dejamos las maletas en la habitación salimos a dar un paseo con la intención de conocer un poco por encima la ciudad hasta la hora de cenar. Tras ver la catedral por fuera (la desventaja de haber estado en Budapest es que cualquier edificio iluminado sabe a poco ahora), damos un paseo por el casco antiguo, encontrándonos con la puerta Dijeaux, una de las famosas puertas de la ciudad. Tras las fotos reglamentarias, recorremos la Rue Saint-Rémi, ya que había leído que en esa calle había bastantes restaurantes.
Tras mirar distintas opciones, nos decidimos por una pizzería que no tenía mala pinta: La Casuccia. Y aquí vino la primera sorpresa agradable del viaje: dos pizzas y postre para cada uno, un gofre, nos salió por apenas 25 € a los dos, que al final se convirtieron en 26 €, ya que nos sentíamos generosos y dimos un euro de propina.
Al salir del restaurante nos dirigimos a la plaza de la Bolsa, con la intención de ver el Mirador del Agua. Sin embargo, y como constatamos al día siguiente en la oficina de turismo, este no funcionaba, por lo que tuvimos que conformarnos con admirar los preciosos edificios de la plaza.
Plaza de la Bolsa
Finalmente, poco después de las once de la noche nos encaminamos en dirección al hotel, pues había que descansar para afrontar frescos el primer fin de semana turístico del año.
Gastos del día
- Peaje: 18.00 €
- Comida: 26.00 €
- Total: 44.10 €
Sábado 25 de febrero de 2012: Conociendo Burdeos
Como esperábamos, el día amanece bastante nublado, una de las pegas de viajar en esta época. Pero aun así, salimos decididos a conocer Burdeos a fondo.
Tras poner el despertador a las ocho y media, a las diez de la mañana salimos desayunados del hotel. Es verdad que no es una hora a la que saldría en una ciudad más grande o que me fuera más difícil volver, pero ya que Burdeos es pequeñita y se puede volver en cualquier momento, decidimos conocer la ciudad tranquilamente, sin prisas.
En primer lugar nos dirigimos hacia la catedral de Saint André, que, como he dicho, se encuentra a apenas cinco minutos del hotel. Ya la habíamos visto el día anterior de noche, y de día me da la misma sensación: no es fea, pero he visto iglesias más bonitas. Lo que me parece curioso, y que ya vería en otro templo, es la torre Pey Berland, un campanario que se encuentra a apenas unos metros de la catedral, pero sin estar unido físicamente a esta. Intentamos subir al campanario, pero la entrada costaba 5.50 €, y no pensábamos que las vistas merecieran tanto la pena, y menos en un día tan nubloso como este.
Catedral de Saint-André, con la torre Pey Berland al fondo
Seguidamente, nos encaminamos hacia la abadía de la Sainte-Croix, que es el punto turístico más meridional de la ciudad. Decidimos comenzar por dicha abadía ya que es el sitio más alejado de todos, y así nos lo quitábamos de encima. Para llegar a la abadía recorrimos una serie de calles bastante sucias y poco atractivas, con la brillante excepción de la plaza de la Victoria, donde vimos otra de las puertas de la ciudad, la puerta de Aquitania.
Plaza de la Victoria, con la puerta de Aquitania, el obelisco y una tortuga
Una vez vista la abadía de la Sainte-Croix, decidimos ir paseando por la orilla del Garona hasta llegar a nuestro siguiente destino: la basílica de Saint-Michel, donde tiene lugar la anécdota del viaje. Y es que en el momento en que entrábamos en la abadía estaba saliendo un retrasado mental, un deficiente, que gritándome y gesticulándome me dice que no podemos entrar. Como supuse que quizá estarían en misa, me acerqué para leer un cartel que supuse que eran horarios, momento en que el pobre hombre se altera y me da un golpe en el hombro. Para no empeorar las cosas, nos alejamos unos metros y nos ponemos a contemplar el campanario, que, al igual que en la catedral, está separado de la abadía. En cuanto saco la cámara para hacer unas fotos, giro la cabeza para mirar al hombre, cruzándose nuestras miradas, momento en el que el hombre se altera de verdad y se me acerca corriendo gritando "nooo", como si fuera a embestirme. Tras "escapar" dos o tres metros, el hombre se calma y se va. Aun sí, no volvimos a intentar entrar en la basílica.
Una vez "vista" la basílica, continuamos paseando por el Garona, llegando hasta el puente de Pierre y hasta la famosa puerta de Bourgogne, o puerta des Salinières. A continuación, empezamos a callejear por el casco antiguo, hasta llegar, por fin, al Gran Teatro, no sin antes ver la maravillosa Grosse Cloche. Tras estar unos minutos admirando el Gran Teatro y la plaza de la Comedia, constatando otra vez la poca gente que hay en la calle, y tras ver la iglesia de Notre Dame, cuya fachada es realmente bonita, nos dirigimos hacia la plaza de la Bolsa, para verla de día. Previamente, pasamos por una oficina de turismo, donde nos dicen que el Mirador del Agua está estropeado y que no saben si funcionará dicho día. Al salir de dicha oficina, y de camino a la plaza de la Bolsa, pasamos por la Esplanade de Quinconces, llena de barracas de feria, y observamos el famoso monumento a los girondinos.
Puerta de Bourgogne
Grosse Cloche
A la una y media, y tras ver de nuevo la plaza de la Bolsa, damos por finalizada la visita matutina de la ciudad, y nos disponemos a buscar un restaurante, encontrando una brasserie con una pinta excelente que se encuentra justo delante del restaurante donde cenamos el día anterior: La Brasserie Bordelaise. En dicho restaurante nos decimos por un entrecot de 400 gramos, lo que sumado a un café que sirven con unos trocitos de brownie, sale por 47 €. Al igual que el día anterior, nos sentimos generosos y damos un euro de propina.
Al salir del restaurante, a las tres de la tarde, observamos que por fin ha salido el sol, sol que no iba a abandonarnos durante el resto del fin de semana, y, a su vez, que había salido la gente de dondequiera que estuviesen. Aprovechando el buen tiempo que hacía, nos decidimos a recorrer de nuevo algunas zonas ya vistas, con el objetivo de sacar unas fotos más bonitas, ahora que luce el sol. Así, volvemos a la plaza de la Comedia, a la plaza de la Bolsa, y damos un paseo por puerto de la Luna, admirando la bellísima puerta Cailhau. Finalmente, a las cuatro y media llegamos al hotel con la intención de descansar. Es verdad que es demasiado pronto para un día de turismo, pero Burdeos esuna ciudad muy pequeñita, habíamos visto muchos lugares dos veces como mínimo y todavía teníamos la mañana siguiente para verlo de nuevo.
Puerta Cailhau
Por la noche, salimos a dar una vuelta, tomando algo en la plaza Camille Jullian, que habíamos visto muy animada previamente, y cenamos en un restaurante que habíamos visto el día anterior, donde servían unas hamburguesas con muy buena pinta, Chez Jean. Comemos dos hamburguesas, que nos salen por 34 €, a lo que incluimos nuestra habitual propina de un euro, y nos volvemos al hotel tras haber hecho otra sesión de fotos nocturnas.
Edificios de la plaza de la Bolsa reflejados en la fuente
Gastos del día
- Comida: 83.00 €
- Varios: 11.15 €
- Total: 94.15 €
Domingo 26 de febrero de 2012: Último vistazo a la ciudad
Como ya habíamos visto prácticamente todo lo que teníamos intención de ver, descansamos y no madrugamos el domingo, por lo que no salimos del hotel hasta las once de la mañana. Como esperábamos, el día era soleado, continuando con la tónica de la tarde anterior.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia la basílica de Saint-Seurin, el único punto que del itinerario que nos quedaba por ver y que habíamos dejado para hoy, a pesar de que hubiéramos podido verla el día anterior.
Basílica de Saint-Seurin
Una vez vista la basílica, dedicamos el resto de la mañana a pasear por el centro de Burdeos, volviendo a ver los lugares que habíamos visto el sábado por la mañana, cuando estaba el cielo encapotado, con la intención de sacar unas cuantas fotos con sol.
Al igual que el día anterior, constatamos que las calles están vacías, los que nos sorprende enormemente, dado el buen tiempo que hace y a que es bien entrada la mañana. En las siguientes fotos se ve la Cours de l' Intendance, a las once y media de la mañana, y se puede observar cómo teníamos la calle para nosotros solos.
Cours de l'Intendance
Plaza de la Comedia
¿Y dónde estaba la gente? Pues al igual que el día anterior, donde más gente vimos fue en la cola de un restaurante, que supongo que tendría que ser una maravilla, porque no era ni medio normal que a esas horas hubiera dicha cola para un restaurante. Era una cosa extraña, porque la gente entraba por turnos, ya que de repente vimos entrar a mucha gente.
Tras visitar por última vez el monumento a los girondinos y la plaza de la Bolsa, damos un paseo alrededor del Garona hasta la puerta de Bourgogne y nos dirigimos a comer a un restaurante italiano que habíamos visto a la mañana, situado cerca de la plaza Gambetta: Pizza Pino, donde comemos dos platos de pasta y un postre por 32.20 €, y donde dejamos treinta céntimos de propina, ya que no nos venían a cobrar, y solo teníamos eso o cincuenta euros.
Así, a las tres de la tarde abandonamos Burdeos, finalizando nuestra primera escapada del año. De camino a Bilbao, paramos a tomar algo en San Juan de Luz. Teníamos intención de ver la Duna de Pilat, que se encuentra a menos de una hora de Burdeos, pero al final nos dio pereza acercarnos, así que no nos desviamos de nuestro camino. Así tenemos una excusa para volver.
Así, a las tres de la tarde abandonamos Burdeos, finalizando nuestra primera escapada del año. De camino a Bilbao, paramos a tomar algo en San Juan de Luz. Teníamos intención de ver la Duna de Pilat, que se encuentra a menos de una hora de Burdeos, pero al final nos dio pereza acercarnos, así que no nos desviamos de nuestro camino. Así tenemos una excusa para volver.
Gastos del día
- Comida: 32.50 €
- Varios: 15.50 €
- Pejae: 18.10 €
- Total: 65.60 €
Sabíamos que el fin de semana iba a resultarnos barato, pero no me imaginaba que nos saliera tan barato como al final ocurrió. De primeras, nos ahorrábamos la habitación, que costaba 69 € la noche, el desayuno, que salía por 9 € cada uno al día, y el parking. Es decir, cada uno nos ahorrábamos 87 € más el parking.
Una cosa que nos ha salido muy barata ha sido la comida. Y no es que hayamos ido a sitios cutres o nos hayamos privado de algo. Pero por ejemplo, que en Francia puedas comer en restaurantes bebiendo agua del grifo hace que te ahorres fácilmente cinco o seis euros en bebida. Así, sin privarnos de nada (igual somos de poco comer), nos hemos gastado en comida 141.50 €.
Por otra parte, tampoco es que hayamos gastado mucho en tomar algo en una terraza: el sábado al mediodía tomamos un café y un botellín de agua, que nos salió por 3.85 €, y por la tarde tomamos algo antes de cenar en la plaza Camille Jullian, que nos salió por 7.30 €, supongo que por el hecho de tomar algo en la terraza. Cincuenta céntimos de un botellín de agua y 6 € de la parada en San Juan de Luz fueron los únicos gastos del domingo, aparte de 9 € en diversas postales.
Por último, si no recuerdo mal, los peajes salieron 18 € en la ida y 18.10 € a la vuelta y la gasolina gastada (creo que nos salió distinto por entrar en San Juan de Luz), teniendo en cuenta que en el viaje hicimos 680 km a 5.1 litros cada 100 kilómetros de consumo medio y que el precio del diesel está en torno a los 1.37 €/litro, salió por unos 25 € por cabeza. Así, el gasto por persona de este fin de semana apenas ha llegado a los 130 €, que resumo a continuación:
- Comida: 141.50 €
- Gasolina: 50 € (aproximadamente)
- Peaje: 36.10 €
- Varios: 26.65 €
- Total: 255 €, 130 € por persona (aproximadamente)
La verdad es que Burdeos ha cumplido con las expectativas que había puesto en ella. No es una ciudad espectacular a la que haría un viaje exclusivo para conocerla (por ejemplo, no creo que fuera a pasar un fin de semana a Burdeos si yo fuera de Sevilla, pero sí haría un viaje exclusivo desde ahí para ver Praga), pero me parece una ciudad imprescindible si lo que se quiere es realizar un viaje en carretera por Francia, conociendo ciudades como Nantes, Rennes o la zona del valle del Loira, o una magnífica ciudad para pasar un fin de semana si eres del norte de España.
Lo que más me ha gustado de Burdeos ha sido la plaza de la Bolsa, que me ha encantado tanto de día como de noche. Una pena que no funcionara el Mirador del Agua, lo que seguramente sea una de las mayores atracciones de Burdeos. También me ha gustado muchísimo, como esperaba, la plaza de la Comedia, donde se encuentra el Gran Teatro. Además, me han parecido muy curiosas sus puertas, algunas de las cuales te las encontrabas en lugares inesperados.
Por otra parte, a diferencia de otras ciudades, las iglesias no me han impresionado excesivamente. Es muy curioso que haya algunas iglesias, como la catedral o la basílica de Saint-Michel, que tengan el campanario separado del templo, pero aparte de eso tampoco me han atraido excesivamente.
Pey Berland, campanario separado de la catedral de Saint-André
Como conclusión, Burdeos es una ciudad muy señorial y muy bonita. Quizá no tiene grandes monumentos o iglesias, pero es una delicia pasear por el puerto de la Luna mientras se contamplan sus edificios, o pasear por el caso urbano, por sus calles peatonales disfrutando de la cantidad de edificios señoriales que hay en la ciudad.
La verdad es que ha sido un acierto la elección de Burdeos para iniciar la ruta turística de 2012.
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