El segundo post de la sección de viajes está dedicado al viaje de ocho días que he hecho con mis padres y mi hermano a Bélgica y a los Países Bajos (como la gente le suele llamar erróneamente Holanda, y las cuatro noches en los Países Bajos las he pasado también en Holanda, de ahora en adelante me referiré siempre como Holanda).
Este viaje era muy especial para mi aita, pues desde que tengo uso de razón siempre ha dicho que el viaje que más ganas tenía de realizar era ir a conocer el Benelux. Finalmente ha podido cumplir su sueño, aunque quizá todos nos hayamos quedado con la espinita de que podríamos haber estado más días, porque las zonas que hemos conocido nos han gustado mucho.
Planificación del viaje
El viaje lo han organizado mis padres, por lo que me he tenido que amoldar al itinerario que ellos han elegido, teniendo en cuenta los días que disponíamos de vacaciones. Así, el itinerario previsto era el siguiente:
El viaje lo han organizado mis padres, por lo que me he tenido que amoldar al itinerario que ellos han elegido, teniendo en cuenta los días que disponíamos de vacaciones. Así, el itinerario previsto era el siguiente:
Martes 2 de agosto: Volar de Bilbao a Bruselas por la tarde, coger un coche y hacer noche en Brujas.
Miércoles 3 de agosto: Pasar el día en Brujas.
Jueves 4 de agosto: Madrugar e ir a Gante, estar ahí hasta las las tres o cuatro de la tarde e ir a dormir a La Haya. De camino, pararíamos en Delft.
Viernes 5 de agosto: Por la mañana, conocer La Haya; después de comer, a media tarde, ir a Ámsterdam y llegar sobre las siete de la tarde, donde vamos a ir a la casa de Anna Frank.
Sábado 6 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Domingo 7 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Lunes 8 de agosto: Hacer una excursión por la mañana a los pueblos cercanos de Marken, Volendam y Zaanse Schans. Por la tarde, ir a Amberes y conocer la ciudad durante tres o cuatro horas antes de dirigirnos a Bruselas. La opción de pasar por Lovaina, tenía muchas ganas de ver el ayuntamiento, queda prácticamente descartada.
Martes 9 de agosto: Pasar el día en Bruselas.
Miércoles 10 de agosto: Por la mañana, ver lo que no se vio el día anterior; por la tarde, ir a la cercana Basílica del Sagrado Corazón y al Atomium. Finalmente, ir al aeropuerto y volver a Bruselas.
Miércoles 3 de agosto: Pasar el día en Brujas.
Jueves 4 de agosto: Madrugar e ir a Gante, estar ahí hasta las las tres o cuatro de la tarde e ir a dormir a La Haya. De camino, pararíamos en Delft.
Viernes 5 de agosto: Por la mañana, conocer La Haya; después de comer, a media tarde, ir a Ámsterdam y llegar sobre las siete de la tarde, donde vamos a ir a la casa de Anna Frank.
Sábado 6 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Domingo 7 de agosto: Pasar el día en Ámsterdam.
Lunes 8 de agosto: Hacer una excursión por la mañana a los pueblos cercanos de Marken, Volendam y Zaanse Schans. Por la tarde, ir a Amberes y conocer la ciudad durante tres o cuatro horas antes de dirigirnos a Bruselas. La opción de pasar por Lovaina, tenía muchas ganas de ver el ayuntamiento, queda prácticamente descartada.
Martes 9 de agosto: Pasar el día en Bruselas.
Miércoles 10 de agosto: Por la mañana, ver lo que no se vio el día anterior; por la tarde, ir a la cercana Basílica del Sagrado Corazón y al Atomium. Finalmente, ir al aeropuerto y volver a Bruselas.
Este era el itinerario previsto, con una perspectiva de buen tiempo (sol y nubes; más nubes que sol) y apenas unos chubascos el domingo 7 de agosto. Como el hombre hace y Dios deshace (parezco una abuela), algunos puntos del itinerario han tenido que ser modificados debido a la climatología (desde mi punto de vista mejor de lo esperado) y a que la mayoría de las zonas las veíamos en menos tiempo del esperado.
Así, a continuación describo el diario de viaje de estos 8 días en Bélgica y Holanda, el país del chocolate y el país del chocolate (lo siento, no he podido evitar el chiste).ç
Así, a continuación describo el diario de viaje de estos 8 días en Bélgica y Holanda, el país del chocolate y el país del chocolate (lo siento, no he podido evitar el chiste).ç
Día de llegada, martes 02/08/2011: Bruselas nos recibe con buen tiempo
Nos dirigimos al aeropuerto para coger el avión que nos llevará a Bruselas. A las 16:35, con cinco minutos de adelanto, despega de Bilbao el avión de Brussels Airlines, llegando a las 18.15, veinticinco minutos antes de la hora prevista. O la compañía es muy seria, o tuvimos mucha suerte, o las compañías se cubren cada vez más con los horarios para evitar quejas. O las tres a la vez.
Al bajar del avión, Bruselas nos saluda con veintiocho grados. Tras perdernos un poquito en el aeropuerto (solo un poquito), cogemos nuestras maletas y nos dirigimos a las oficinas de Hertz, donde habíamos alquilado un coche. Sin esperar nada de cola, nos dan un Nissan Note (habíamos pedido un Volkswagen Golf, pero bueno, mientras el coche sea cómodo y funcione...), y a las siete de la tarde abandonamos el aeropuerto de Bruselas. A las 20:30 ya hemos dejado las maletas en el hotel y estamos paseando por Brujas, en un día soleado. Mejor no se puede empezar.
Nos alojamos en el Grand Hotel Casselbergh. Bastante céntrico, lo cual no es difícil en Brujas, a 50 metros del Burg y a 100 metros de la Grote Markt, teniendo justo detrás el Groeneri, una de las zonas de los canales más bonitas. Más no se puede pedir. Además, como descubriría las dos siguientes noches, las tupidas cortinas del hotel impedían que la luz entrara en la habitación, uno de mis mayores quebraderos de cabeza en los hoteles.
Esa tarde-noche la dedicamos a dar un paseo de reconocimiento por la ciudad. Con tristeza vemos que hay un escenario para un concierto en el centro del Burg, que no deja ver en todo su esplendor el ayuntamiento, pero bueno. Dedicamos lo que nos queda del día a ver el Burg, el Grote Markt y la zona de canales cercana a nuestro hotel, el Groenerei. Por la noche, me dedico a cultivar un poco mi nueva afición, la fotografía, y doy una vuelta por los mismos lugares sacando fotos con el nuevo trípode que he comprado. A las doce de la noche, cual Cenicienta, nos metemos en la cama.
Día 1, miércoles 03/08/2011: Día entero dedicado a Brujas
Nos despertamos a las ocho de la mañana y observamos con pánico que está diluviando, lo cual no nos esperábamos, ya que en principio ese día no debería llover. Sin embargo, todo resulta ser una falsa alarma, pues ya no llueve al terminar el desayuno. Aun así, salimos ataviados con paraguas por si acaso.
Nos despertamos a las ocho de la mañana y observamos con pánico que está diluviando, lo cual no nos esperábamos, ya que en principio ese día no debería llover. Sin embargo, todo resulta ser una falsa alarma, pues ya no llueve al terminar el desayuno. Aun así, salimos ataviados con paraguas por si acaso.
Lo primero que hacemos es subir al campanario, el Belfort, para evitar las posibles colas que pudiera haber más entrada la mañana. Al entrar en la Grote Mark, donde se encuentra el Belfort, observamos que esta está llena de puestos de verduras debido a que es miércoles, día de mercado. Desde mi punto de vista le quitan atractivo a la plaza, puesto que no te deja contemplar la plaza en todo su esplendor.
Subimos las 360 escaleras del Belfort, desde donde se ven unas preciosas vistas de la ciudad, que contamplamos durante unos veinte minutos. Al bajar vemos que se ha formado algo de cola, no mucha, por lo que parece que hemos elegido bien iniciando el día con la subida al Belfort.
Seguidamente nos dirigimos al Burg, donde visitamos el Ayuntamiento y la Capilla de las lágrimas entre otros lugares. Terminamos sobre las diez y media y tras una breve parada para sacar fotos en la Grote Markt nos dirigimos dando un paseo hacia la Catedral de San Salvador, en la cual no entramos, y cuya plaza está en obras.
El siguiente punto en nuestro recorrido es la iglesia de Nuestra Señora, cuya vista desde los canales es de lo que más me ha gustado de Brujas. Sin embargo, por dentro no es muy espectacular. Seguidamente, nos dirigimos hacia el sur de la ciudad, donde vemos el Begijnhof, que se encuentra cerca de un parque poblado por cisnes y al lado del Minnewater, también llamado Lago del Amor. El Begijnhof es un recinto donde antiguamente vivían las beguinas, muy común en las zonas que hemos visitado. Por alguna razón que desconozco, los distintos recintos de beguinas es otra de las cosas que más me ha gustado del viaje. Finalmente, acabamos la mañana en el Concertgebouw, un edificio moderno situado en una plaza en la que hay numerosos restaurantes.
Como es ya la hora de comer, es ya la una y media, nos decidimos a comer en dicha plaza en un restaurante que parece llamarse Tea Room (digo parece porque luego vi muchos restaurantes que se hacía llamar así; quizá es un tipo de restaurante). Pido un entrecot que me parece un poco caro al leer la carta, pero que descubro el porqué del precio al primer mordisco: una de las mejores carnes que he comido últimamente, francamente exquisita, digna de análisis por los mejores críticos gastronómicos.
Al acabar de comer desaparecen las nubes y aparece un espléndido sol que nos acompañará toda la tarde. Hacemos un paseo en barca de media hora por los canales, que con el buen sabor de boca de la carne y el magnífico sol que hace, encontramos impresionante. Y es que los canales de Brujas son preciosos, y una visita a Brujas no pude entenderse sin un paseo en barca por sus canales.
Al acabar el paseo en barco, a las tres y media, nos dirigimos hacia el norte de la ciudad, donde se encuentran los edificios menos importantes. Realizamos el recorrido paseando junto a los canales, haciéndonos fotos, parándonos... con tranquilidad. Visitamos, entre otros, la iglesia de Jerusalem, una de las puertas de la ciudad, y algún que otro molino. Finalmente, nos dirigimos de nuevo hacia la Grote Markt, a donde llegamos un cuarto de hora antes de las seis, y donde damos por finalizada la visita de Brujas.
Pasamos la tarde descansando en el Burg y en la Grote Markt, dando paseos por las zonas de alrededor, y terminamos cenando en un italiano que se encuentra en una de las bocacalles de la Grote Markt: Adriano.
Por la noche, doy un paseo de cincuenta minutos haciendo fotos, desde el hotel hasta la iglesia de Nuestra Señora, por el centro del casco histórico, y volviendo por el canal: en menos de una hora se hace ese recorrido tranquilo, sin prisas, incluso parándose a sacar fotos. Entre otras cosas, me asombra la poquísima cantidad de turistas cerca de la iglesia de Nuestra Señora, apenas unos pocos aficionados a la fotografía. Parece que la mayoría de los turistas se cansan de andar a media tarde.
Finalmente, entro al hotel un poco antes que el día anterior, con la satisfación de haber visitado una de las ciudades más bonitas de Europa.
Día 2, jueves 04/08/2011: Gante, La Haya y Scheveningen; se cancela la visita a Delft.
Comienza uno de los días que más esperaba de todo el viaje: el de la visita a Gante, una ciudad que no sé porqué, tenía unas ganas enormes de conocerla. De hecho, habría preferido hacer una noche en Gante, pero no teníamos días, así que el planteamiento era madrugar, ir a Gante, y, como tarde, salir a las cuatro para ir a La Haya. De camino, pararíamos en Delft, famosa no solo por su cerámica, sino por sus dos catedrales. Finalmente, dormiríamos en La Haya.
Así, nos levantamos a las siete y media de la mañana y nos dirigimos hacia Gante, que se encuentra a apenas cincuenta kilómetros de Brujas. A las diez menos cuarto ya habíamos dejado el coche en un parking situado cerca del puente de San Miguel, desde el que se ve la zona más conocida del canal, el Graslei, así como la iglesia de San Nicolás y el Belfort.
Cruzamos el puente y nos dirigimos, bajo un sol radiante, hacia el Belfort. A medida que nos vamos acercando observamos que la zona cercana a este y a la iglesia de San Nicolás está completamente levantada debido a las obras, lo que merma un poco la ilusión que tenía.
Lo primero que hacemos es subir a lo alto del Belfort, desde donde, al igual que en Brujas, se observan unas preciosas vistas de la ciudad, si bien personalmente me parecieron más bonitas las de Brujas. A las diez y media estábamos ya abajo, y tras no poder entrar en la iglesia de San Nicolás, nos dirigimos hacia la cercana Catedral de San Bavón, donde entramos. Espectacular. Por algo es una de las catedrales más bonitas de Bélgica.
Tras salir de la Catedral nos dirigimos hacia el Castillo de los Condes, donde no entramos, más por falta de tiempo que de ganas. Finalmente, acabamos la mañana con un paseo en barca de unos cincuenta minutos por los canales de Gante. Personalmente me gustaron más los canales de Brujas, aunque también es verdad que en ese momento estaba un poco negativo con tantas obras.
A las doce, una vez finalizado el paseo en barca (sí, en dos horas habíamos hecho todo eso; visita exprés), nos dedicamos a dar un paseo por Gante, viendo sobre todo la zona del Graslei, de la que me quedo con unas ganas enormes de verla de noche. Finalmente, y como ese día había que ver varias ciudades, comemos en el Graslei el típico bocata jamón hecho por uno mismo al momento. Parece ser que es muy típico, ya que había mucha gente comiendo en la zona bocadillos traídos de casa. Para hacer agradable la comida, el tiempo continúa siendo espectacular.
A las dos, y terminada la comida, nos dirigimos hacia Delft. Antes de salir de Gante, vamos en coche a aint Pietersplein, donde nos detenemos dos minutos, y finalmente nos dirigimos hacia Delft, sin pasar por el Klein Beginhof, ya que el TomTom no localizaba la señal y tampoco es que fuera un sitio importante de Gante.
Así pues, prácticamente a las dos de la tarde, dos horas antes de lo previsto, nos dirigimos hacia Delft, que se encuentra a unos 180 kilómetros, y donde esperamos llegar hacia las cuatro de la tarde. Por primera vez en mi vida iba a pisar los Países Bajos. Al salir de Gante observamos que desaparece el sol: perfecto, pienso, al menos nos ha respetado en Gante.
Nos dirigimos hacia Delft y todo va según lo previsto cuando, a apenas quince kilómetros de Delft, vemos que la carretera que nos señala el TomTom está en obras, y al no entrar en ella, la ruta alternativa del TomTom es dar la vuelta para volver por el mismo sitio: un bucle, vamos. Tras más de media hora dando vueltas y equivocándonos, decidimos, con gran dolor de mi padre, ir directamente a La Haya. Seguramente se podría haber buscado alguna ruta alternativa, pero las prisas, la presión, y andar perdidos en un nudo de autovías cerca de Rotterdam lo hizo imposible.
Así pues, nos dirigimos hacia La Haya, que nos recibe lloviendo minutos antes de las seis de la tarde. Nos dirigimos a nuestro hotel, el Novotel Den Haag City Center, situado justo detrás del impresionante edificio del Binnenhof, el Parlamento holandés. Tras unos problemas con el aparcamiento (la liamos un poquito, pues para entrar en el garaje había que meter el coche en una especie de montacargas) y tras constatar que la legislación neerlandesa obliga a los hoteles a que el aire acondicionado esté encendido constantemente, lo cual es un poco molesto, salimos a la calle paraguas en mano un poco antes de las seis y media de la tarde.
Nos dedicamos a dar una vuelta despacio al Binnenhof, que encuentro muy bonito, así como la zona de los alrededores, donde vemos que hay una callecita a rebosar de gente tomando cervezas, como si fuera Pozas un día de partido, lo que me choca con la imagen de ciudad fantasma que había oído. No obstante, hay que reconocer que salvo ese oasis de actividad, el resto de la ciudad se encuentra prácticamente vacía el tiempo que estamos en ella.
Como continuaba lloviendo, nos dirigimos hacia la cercana playa de Scheveningen, un sitio muy turístico y que parece ser visita obligada en La Haya. Personalmente no le encuentro el atractivo y vuelvo bastante decepcionado. Supongo que ocurrirá con todas las playas si se visitan una tarde lluviosa.
Finalmente, media hora después, volvemos a La Haya, donde tras cenar y dar una nueva vuelta alrededor del Binnenhof, vamos al hotel a dormir.
Día 3, viernes 05/08/2011: La Haya y visita a la casa de Anna Frank en Ámsterdam
Nos levantamos con la intención de conocer La Haya. Tras desayunar muy barato en un establecimiento de EXKi nos disponemos a conocer La Haya (para mi hermano y para mí: "Den Haag, esto no pasaba en Alemania").
Rodeamos, al igual que el día anterior, el Binnenhof, y seguidamente recorremos la pequeña avenida Lange Voorhout, una de las calles más bonitas de La Haya y sede de numerosas embajadas. Seguidamente, nos dirigimos hacia el Palacio de la Paz, sede de la Corte Internacional de Justicia. Mientras escribo este post, me doy cuenta de que debería haber preparado más a fondo la visita a La Haya, la cual no preparé en absoluto, puesto que pensaba que la Corte Internacional de Justica era lo mismo que la Corte Penal Internacional la cual se encarga d juzgar a genocidas...), cuando resulta que son diferentes órganos y por tanto ocupan distintos edificios. Así pues, no visité el edificio donde se juzgan a algunos, desgraciadamente no a todos, de quienes cometen crímenes contra la Humanidad.
Ajenos a todo esto, nos dirigimos por calles solitarias y llenas de basura (saliendo a colación diversos comentarios sobre la necesidad de enviar durante un año a Azkuna a La Haya para que les meta en cintura) hacia el precioso Palacio de la Paz. Ahí sacamos unas cuantas fotos y nos quedamos sin entrar por no haber hecho una reserva por Internet, lo cual fue un poco cagada pos nuestra parte (me enteré el día anterior a nuestra salida de que se podía visitar por dentro con reserva). Junto a la entrada del Palacio de la Paz, contemplamos el monumento de la Llama de la Paz Mundial, junto al cual hay una serie de casi 200 piedras de otros tantos países que colaboraron para conformar un monumento en favor de la Paz.
Poco después de las diez y media, nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, paseando tranquilamente por las calles y los jardines de esta solitaria ciudad, finalizando nuestra visita a la ciudad entrando en el moderno y enorme Ayuntamiento. De camino al hotel entramos por última vez al patio interior del Binnenhof, y pasadas las doce y media nos digirimos, con bastantes horas de antelación, dirección Ámsterdam. Para nuestro agrado, según avanzaban las horas el sol iba siendo cada vez más intenso.
Así, nos dirigimos hacia Ámsterdam, que dista apenas sesenta kilómetros de La Haya, y en la que esperamos llegar hora y media después, ya que pararíamos a comer en un área de descanso, otra vez el clásico bocata jamón.
Llegamos a Ámsterdam un poco antes de las tres de la tarde. Dejamos las maletas en nuestro hotel, el Eden Amsterdam American Hotel, un hotel cuyo interior es muy hermoso (aparecía en alguna de nuestras guías) y donde comprobé que había dormido la malograda Amy Winehouse en 2004. El hotel se encuentra cerca de la zona de los museos, lo cual está un poco alejado, a una media hora andando, de alguna de las zonas importantes de la ciudad. Quizá un hotel en la Plaza Damm hubiera sido más apropiado.
Aparcamos el coche en uno de los muchos parking P+R, donde puedes dejar el coche por 8 € las 24 horas. Se encuentran un poco alejados de la ciudad, peroson muy baratos y encima te da un pase del tranvía para ir a donde quieras. Perfecto. Elegimos el parking del estadio Olímpico (hay que recordar que Ámsterdam albergó los Juegos Olímpicos de 1928).
Tras esperar algo de cola en el parking, a las cuatro menos veinte estamos ya en la zona de los museos, con un sol espléndido. Recorremos la zona haciendo unas cuantas fotos del museo Van Gogh y del impresionante Rijksmuseum, uno de los edificios más bonitos de Ámstedam, observando además cómo se encontraba en obras la fachada del Stedelijk Museum.
Como no somos de entrar en museos, decidimos dedicar la tarde a dar una vuelta por los canales, con la intención de encontrar un sitio donde montar en barco y dar una vuelta por los canales. Sin embargo, pateamos canal arriba y canal abajo y no encontramos nada. Entre dicha pateada, vemos la hermosa Estación Central, de estilo nerracentista, similar al Rijksmuseum (no en vano es del mismo arquitecto), la cercana iglesia de San Nicolás, que me encantó, y varias de las torres que hay en la ciudad, como la Munttoren, Schreiestoren o la Montelbanstoren. Además, vemos el Waag, que me gustó bastante, y la Plaza Damm, coronada por el Koninklijk Paleis. También tenemos nuestra primera entrada en el Barrio Rojo, que encontramos decepcionante, puesto que nos encontramos a las primeras meretrices cerca de Oude Kerk, las cuales eran orondas señoras que fácilmente llegaban a la cincuentena.
Tras andar durante prácticamente toda la tarde y habernos tomado un descanso en la Plaza Damm, nos dirigimos hacia la Casa de Anna Frank, situado en la zona del Jordaan, en la zona norte de los canales. Como había leído que solía haber mucha cola, había reservado previamente cuatro entradas por Internet. Cuando llegamos observamos que había una cola bastante importante para ser la hora que era (habíamos reservado para las 20:45), así que parece que fue una idea estupenda.
Estuvimos unos tres cuartos de hora en la casa de Anna Frank; era un recorrido por las distintas habitaciones donde distintos vídeos y frases escritas en la pared explicaban un poco la vida de Anna Frank. Me pareció algo muy interesante, y muy recomendable para todo aquel que sienta interés por el tema del nazismo (obviamente, desde el punto de vista crítico con el nazismo). Personalmente, fue lo que más me gustó de Ámsterdam.
Tras salir un poco embajonado (la historia de Anna Frank no es nada agradable, pero como decía su padre, para construir un futuro, hay que conocer el pasado) cenamos y salimos a dar un paseo nocturno por Ámsterdam, ciudad que encuentro menos atractiva para hacer fotos.
Día 4, sábado 06/08/2011: Conociendo Ámsterdam
A pesar de que Ámsterdam era más grande que los sitios que habíamos visto en Bélgica y que el hotel estaba un poco lejos de muchas zonas, la tarde anterior nos sirvió para darnos cuenta que no había necesidad de madrugar, ya que en dos días conoceríamos de sobra la ciudad, por lo que decidimos levantarnos un poco más tarde de lo previsto. No obstante, a las ocho y media ya estábamos levantados.
Tras desayunar, decidimos dedicar la primera parte de la mañana a dar un paseo por los canales de Ámsterdam, siguiendo un recorrido sugerido en la guía de Holanda de El País Aguilar. Creo que hicimos lo correcto, ya que hay tantos canales que o haces un recorrido por unos concretos, o no haces más que dar vueltas al tuntún, como hicimos el día anterior. Durante el paseo por los canales observamos que progresivamente aparecen cada vez más pequeñas embarcaciones con gente vestida de color rosa (algunos enteros, otros con un niki rosa...), y nos preguntamos a qué se debería.
Una vez terminado el recorrido sugerido por la guía, y tras pasar por distintas torres como las que vimos el día anterior y finalizando en el Magere Brug, el puente más famoso de Ámsterdam, damos un paseo en barca, el tercero del viaje, de cincuenta minutos, que acaba a la una menos diez. Así pues, siendo casi la hora de comer, ya hemos completado todo lo relativo a los canales, y, entre el día anterior, hemos visto varias de las zonas más conocidas de Ámsterdam.
Decidimos ir a comer cerca de la Estación Central, que se encuentra al norte de la ciudad. De camino, vemos que hay mucha gente que va en sentido contrario a nosotros, hacia la zona de los canales. En ese momento, mi padre lee en una guía que había cogido del hotel que estábamos en la semana en la que se celebraba el Amsterdam Gay Pride, cuyo colofón era el mismo día con una especie de desfile de barcos/carrozas (no sé cómo llamarlo) por los canales de Ámsterdam.
Así, a las dos y media, una vez comidos, nos dirigimos hacia los canales y vemos que se han transformado por completo: numerosos barcos pasan por los canales a modo de desfile, estando todos los puentes y las calles cercanas llenas de gente. Además, el cielo un poco nuboso de la mañana ha desaparecido y luce un sol espléndido. Perfecto. He podido ver los canales de Ámsterdam en sus dos varianes: tranquilos y plácidos para pasear, y a rebosar de gente debido a una fiesta.
Tras estar media hora viendo las carrozas, nos dirigimos dando un paseo hasta el Begijnhof, situado en la plaza Spui. Me resulta precioso, más bonito aun que el de Brujas. Me recordó a un decorado de película antigua, como la zona que recorría George Banks cuando iba a su casa en Mary Poppins. Además, en el Begijnhof hay que destacar también la preciosa capilla interior.
A las cuatro y cuarto, y una vez terminada nuestra visita por Ámsterdam, cae un enorme chaparrón que dura poco menos de media hora. Una vez acabado este y cuando vemos que vuelve el sol, nos sentamos a descansar en la Plaza Damm para pensar qué deberíamos hacer el día siguiente. Y es que en apenas un día y medio hemos hecho casi todo lo que teníamos pensado hacer: paseo por los canales, andando y en barca, ver los distintos monumentos... y todavía nos queda un día entero en Ámsterdam, que en principio, y según las previsiones, se presenta muy lluvioso. Así pues, decidimos dedicar la tarde a pasear tranquilamente por las mismas zonas del día anterior, y adelantar la excursión del domingo al sábado.
Tras dar una pequeña vuelta y descansar un poco en el hotel, cenamos en un italiano cerca de la Plaza Damm (tras equivocarnos de restaurante y sentarnos en uno de los numerosos argentinos que hay en la ciudad), y terminamos la noche dando un paseo por el Barrio Rojo, pero en la zona donde se encuentran mayor cantidad de girls on the windows (como me preguntó una turista) más jovenes y atractivas que las que vimos el día anterior, y en calles más animadas.
Tras observar algunos acuerdos entre algunos jóvenes y prostitutas, incluido uno que al cerrar el trato se giro hacia sus amigotes agitando el puño en alto cual orangután, nos dirigimos hacia el hotel: al día siguiente toca excuursión.
Día 5, domingo 07/08/2011: Marken, Volendam, Edam, Zaanse Schans y paseo final en Ámsterdam
Comienza el día que peor tiempo íbamos a tener, según las previsiones. Como se había visto casi todo Ámsterdam, decidimos coger el coche y hacer la excursión hacia algunos pueblos pintorescos cerca de Ámsterdam.
Salimos a las diez y media hacia Marken, un pequeño pueblo pintoresco que se encuentra a apenas veinticinco kilómetros de Ámsterdam, bajo un cielo completamente encapotado. Durante el camino hacemos algunas paradas para ver el mar y el clásico paisaje holandés. A las once y media llegamos a Marken, y, a pesar de que hace frío, el cielo se va despejando progresivamente. Encuentro Marken bastante bonito, es un pequeño pueblecito costero lleno de casas iguales y muy pintorescas. No tiene más: dar una vuelta, hacerse unas fotos... media hora después estamos en el coche de nuevo dirección Volendam, a donde llegamos a las doce y media.
Volendam es otro pueblo típico de la zona, un pueblo pequero famoso porque las mujeres seguían llevando los trajes regionales, algo sobre lo que yo era un poco escéptico. De todos los pueblos fue el que menos me gustó, seguramente porque a diferencia de Marken, estaba a rebosar de turistas. Me pareció menos pintoresco que Marken, no solo por las casas sino porque tanto turista le quitaba esa aurea de idílico de Marken, y no me gustó por el gran olor a mar/pescado que noté, algo normal en los pueblos pesqueros pero que no me gusta. Mis padres, por el contrario, les gustó mucho, si bien menos que Marken. Por descontado, no encontramos ninguna mujer vestida con trajes regionales.
Animados por el buen tiempo, decidimos ir a Edam, a donde en principio no íbamos a ir, ya que se encuentra a apenas dos kilómetros de Volendam. No estaba en la agenda porque es un pueblo muy típico por sus quesos, pero en principio por nada más. Sin ninguna nube en el cielo y bajo un espléndido sol, se equivocaron los pronósticos, llegamos a Edam pasada la una y media. Sorpresa. Un pueblecito precioso, plagado de canales, con muchas flores... encantador. Me gusta incluso más que Marken, por lo que se puede decir que ha sido un acierto la elección. Tras recorrerlo en coche durante poco menos de media hora, nos dirigimos a la última etapa del viaje: Zaanse Schans, un pueblo a veinte kilómetros de Edam y famoso por los tipicos molinos holandeses: visita obligada por mi aita, que le encantan los molinos (todavía recuerdo aquel viaje sin aire acondicionado en el coche para ver los molinos de Consuegra).
Llegamos a las dos y cuarto, vemos la típica estampa de los molinos, y tras comer otra vez el típico bocata jamón, bajo un espléndido sol, a las tres de la tarde nos dirigimos hacia Ámsterdam, con la intención de pasar la tarde recorriendo la ciudad en bicicleta, aprovechando el increíble sol que luce sobre el cielo de Ámsterdam.
Sin embargo, observamos que el precio de las bicicletas es demasiado caro para el poco tiempo que le íbamos a dedicar (constatamos que es mejor alquilar una bicicleta a primera hora de la mañana, para usarla todo el día), así que hacemos andand parte del recorrido que queríamos hacer en bici. Así, vamos hacia Vondelpark, donde hacemos un breve recorrido viendo el parque. Finalmente, pasamos la tarde recorriendo las zonas que más nos han gustado de Ámsterdam. Como se ve, hemos pasado prácticamente un día (las dos últimas tardes) recorriendo las zoans que más nos habían gustado.
Tras dar un paseo por la noche, nos metemos a la cama a las doce. Mañana toca un día largo, con varios sitios que visitar.
Día 6, lunes 08/08/2011: Utrecht, Amberes, Malinas y llegada a Bruselas
En principio, el día de hoy estaba dedicado a realizar por la mañana la excursión que realizamos el día anterior, para ir seguidamente a Amberes y acabar en Bruselas.
Sin embargo, debido a que ya habíamos hecho el día anterior dicha excursión, había que improvisar algo para no llegar pronto a Bruselas y que nos quedáramos el último día sin saber muy bien que hacer.
Por tanto, y debido a que ir a Amberes pasando por Delft era un rodeo muy grande, propongo conocer la cercana ciudad de Utrecht, de la que había oído que podría merecer la pena.
Nos levantamos más tarde lo previsto, ya que no hay mucha prisa (si no se puede ver bien Utrecht no pasa nada), y a las diez y cuarto nos despedimos de mademoiselle Ámsterdam (cuando quiero yo también puedo ser cursi). Llegamos tres cuartos de hora después, a las once, con un cielo bastante encapotado. Aparcamos cerca de la Torre Dom, y recorremos la zona, viendo la Catedral y dando un paseo por el canal viejo, el Oudegracht. Finalmente, y como se pone a llover, cogemos el coche y vemos sin bajarnos alguna de las zonas menores que queríamos ver y salimos dirección Amberes a las doce y media, a donde llegamos pasadas las dos de la tarde.
A las dos y media, entramos en la fantástica Grote Markt, donde se encuentran algunos edificios como el ayuntamiento y la preciosa fuente de Brabo. A pesar de ser pequeñita nos parece preciosa, de las cosas más bonitas que vemos en el viaje. Además, parece que el tiempo se alía con nosotros, ya que el sol luce en todo su esplendor.
A las tres menos cuarto entramos en el Ayuntamiento, puesto que leemos que hay un tour gratis (que gratis se diga gratis en alemán y neerlandés emociona). La verdad es que por dentro el ayuntamiento es bastante bonito, pero un tour de cuarenta y cinco minutos con detalladas explicaciones en neerlandés aburre a cualquiera... (nosotros pensábamos que sería algo rápido, de quince minutos). Tras salir del ayuntamiento, a las tres y media, decidimos comer y luego visitamos la Catedral de Amberes, que para muchos es la más bonita de Bélgica. La verdad es que es preciosa; no la quiero comparar con la de Gante porque las dos me encantaron, pero me parece espectacular. Lo que más nos llama la atención de las diversas catedrales que vemos son los púlpitos tan ornamentados que tienen. Preciosos.
Finalmente, cogemos el coche y, antes de salir de la ciudad, vamos a un sitio que quiere visitar mi padre y que no suele aparecer mucho en las guías: la Estación Central de Amberes. Entramos y nos quedamos maravillados: es enorme, espectacular, fruto de la riqueza del país de finales del siglo XIX. Más que bonita, que lo es, impresiona lo grande que es por dentro.
Finalmente, minutos antes de las siete y media nos dirigimos a la cercana ciudad de Malinas, a la que llegamos apenas media hora después. Tras ver por fuera la Catedral y visitar su bonita Grote Markt, desde donde se pueden sacar unas instantáneas espectaculares con la Catedral elevándose detrás de la plaza, nos dirigimos dirección Bruselas a las ocho y media de la tarde.
En Bruselas nos alojamos en el NH Atlanta, un hotel situado cerca de la Plaza Brouckère, a diez minutos de la Grand Place. A las nueve y media, y con todas las maletas en la habitación, damos un paseo hasta la Grand Place, donde vemos por fuera el Ayuntamiento ("¿qué es el Ayuntamiento?" nos preguntó dos días después una turista sudamericana) y los distintos edificios de la plaza, uno de los cuales estaba tapado por una lona. Tras cenar en un italiano y sacar unas fotos de la Grand Place, la Bolsa, y algún que otro edificio, llegamos al hotel minutos después de las doce de la madrugada. Al día siguiente toca conocer Bruselas.
Día 7, martes 09/08/2011: Conociendo Bruselas y visita exprés a Lovaina
Tras desayunar en el hotel, salimos a las nueve y cuarto a conocer la ciudad. Dedicamos los primeros momentos del día a conocer algunos edificios menores cercanos al hotel, como el Teatro Flamand o la iglesia Saint-Jean-Baptiste au Béguinage, entre otros.
Volvemos al hotel para coger unos paraguas (el cielo amenaza lluvia) y nos dirigimos hacia la Grand Place para recorrer sus calles aledañas. De camino, vamos viendo distinos lugares de interés como la Bolsa, y en los alrededores de la Grand Place vemos, entre otros, el famoso Manneken Pis, que te hace plantear el motivo por el cual un sitio se hace famoso, y su réplica femenina, la Jeanneke Pis, que encuentro bastante zafia y ordinaria. Finalmente, y tras pasar por las galerías Saint Hubert, nos dirigimos hacia la zona de la ciudad conocida como Ciudad Alta.
El primer sitio en el que entramos es el enorme e impresionante Palacio de Justicia, el mayor edificio construido en el siglo XIX y que durante años fue el mayor del mundo. Un edificio enorme construido, una vez más, bajo el reinado del rey Leopoldo II, quien enriqueció al país y se enriqueció a sí mismo explotando de forma inhumana a los habitantes del posteriormente llamado Congo Belga. A pesar de ello, el edificio tanto por dentro como por fuera es espectacular. Como lunar, su enorme cúpula y su preciosa fachada principal estaba oculta tras numerosos andamios.
Seguimos recorriendo la Ciudad Alta, pasando por diversas calles en las que encontramos, entre otros, la iglesia de Notre Dame du Sablon o el Palacio Real, donde entramos, y tras entrar en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, finalizamos a las dos de la tarde la visita a todo el centro urbano de Bruselas.
Tras comer y descansar un poco en el hotel, hacer el check-in... sobre las seis de la tarde nos dirigimos en coche hacia la zona más alejada de la ciudad. En primer lugar vemos el Parque del Cincuentenario, con su Palacio del Cincuenteario, cuyo arco del triunfo es similar a la Puerta de Brandeburgo, para volver a coger el coche y dirigirnos hacia la zona del Barrio Europeo, que acoge numerosas instituciones de la Unión Europea, donde por fuera vemos, entre otros, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo.
Minutos antes de las ocho de la tarde, y aprovechando la claridad que hay (¿será que a mayor latitud atardece más tarde? nos dio la sensación de que atardecía más tarde que en Bilbao; y el año pasado me sorprendió lo tarde que atardecía en Oslo en pleno mes de marzo), cogemos el coche y nos dirigimos hacia la cercana ciudad de Lovaina, ya que tenía ganas de ver el ayuntamiento.
En dicha ciudad vemos el precioso y ornamentado Ayuntamiento, y tras estar poco más de media hora, volvemos a Bruselas, donde, al igual que la noche anterior, cenamos cerca de la Grand Place y, tras hacer algunas fotos, nos vamos al hotel.
Día 8, miércoles 10/08/2011: Basílica del Sagrado Corazón, Atomium, y vuelta a Bilbao
Como no podía ser de otra forma, el día de San Lorenzo nos levantamos con el día más soleado de todas las vacaciones, que, siguiendo la Ley de Murphy, es nuestro último día.
Como el día anterior habíamos visto todo lo que había que ver en Bruselas ciudad, dedicamos la mañana a pasear tranquilamente por la zona cercana al hotel, viendo los distintos edificios y sobre todo, las numerosas chocolaterías que hay en la ciudad, ya que ese día era el que había que comprar los regalos, y qué mejor regalo que los famosos chocolates belgas.
Tras pasarnos más tiempo del previsto comprando, minutos antes de la una cogemos el coche y nos dirigimso hacia la cercana Basílica del Sagrado Corazón, donde entramos y tras subir hasta una altura de 50 metros contemplamos nuas magníficas vistas de Bruselas.
Finalmente, también en coche, nos dirigimos hacia el Atomium, donde damos un pequeño paseo que acaba, en coche también, en los pabellones chino y japonés y en la preciosa iglesia de Laecken, que desgraciadamente está en obras.
Finalmente, volvemos a Bruselas, comemos y, como no había nada que hacer, decidimos ir al aeropuerto, donde a las nueve de la noche, y sin enseñar ningún documento que nos identificara, cogimos un avión con el que dimos por finalizadas nuestras vacaciones.
Mis impresiones del viaje
Sin lugar a dudas, este es un viaje que seguramente repita en un futuro, debido no solo a la cercanía del lugar, sino a que desde Bilbao hay multitud de vuelos a Bruselas y a que desde dicha ciudad se pueden hacer excursiones a distintas ciudades, de forma que no ves una única ciudad.
Si tuviera que elegir entre Bélgica y Holanda, me quedo con Bélgica. Soy más de ciudades que de paisajes, y las distintas ciudades belgas que he visitado me han parecido impresionantes, mientras que las holandesas no me han impresionado tanto.
Como he dicho, Brujas me ha encantado, y es un sitio al que volvería de fin de semana o a pasar una semana conociendo Bélgica. De Gante me he quedado con ganas de verla de noche, sobre todo la zona del Graslei, y de volver a verla otra vez pero esta vez sin obras, que le ha quitado mucho atractivo. Y Amberes me ha parecido espectacular, me gustaría volver a verla con más tiempo, para ver, entre otras cosas, la casa museo de Rubens, que no pudimos verla.
Creo que Bélgica es un país al que se le puede sacar mucho provecho y que, si se puede, merce la pena conocer en coche, para poder ver pequeñas ciudades que se salen del típico Bruselas-Brujas-Gante-Amberes, como Lovaina, Malinas, y otras mcuhas que no hemos estado.
Al igual que Bélgica, Holanda es un país al que también se le puede sacar mucho provecho en coche, pero me da la sensación, quizá errónea, que mientras que Bélgica es un país en el que se puede descubrir mucha cultura en forma de plazas, iglesias... Holanda es un país en el que descubrir paisajes (obviamente, también peudes empaparte de mucha cultura en los numerosos museos de Ámsterdam, por ejemplo).
En definitiva, un viaje que me ha encantado, y que, debido a los motivos que he comentado anteriormente, repetiré en un futuro, seguramente con más días, para conocer más a fondo Bélgica, sobre todo, Holanda, y, porqué no, Luxemburgo.
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